Por Berta Molina Farrugia, militante de AJ. Los mejores momentos de la vida suceden cuando no esperas
nada. Los mejores regalos, los inesperados. Esto fue lo que me ocurrió a mí en
la XI Asamblea Nacional de Acit Joven. No tenía mucha idea de lo que me iba a
encontrar en esos días en Los Negrales, lo único que tenía muy claro era que
quería descubrirlo, y mis inexistentes expectativas se vieron cubiertas con
creces.
Fue muy emocionante ver cómo un grupo de treinta y tantos
jóvenes de distintas procedencias, edades y opiniones decidíamos parar nuestras
vidas unos días por un motivo común, y experimentar cómo en lugar de ‘parar’, lo
que verdaderamente estábamos haciendo era arrancar, comenzar de nuevo. Un alto
en el camino para coger fuerzas que no sabías ni que tenías. Un grupo de
personas a las que, salvo excepciones, conocía de muy poco, y que me llevan
haciendo sentir como en casa desde hace bastante tiempo. La XIANAJ supuso para
mí la confirmación de este hecho, no puedo dejar de sentirme parte importante
de Acit Joven, porque Acit Joven ya es parte importante de mí.
Las cartas de Pedro Poveda nos personificaron a un hombre
claro y directo, cualidades que no cualquiera es capaz de convertir en grandes
virtudes. Un hombre que vino a hablarnos personalmente y a la cara, a
recriminarnos lo que vio oportuno, a alentarnos en nuestro camino y a darnos
razón de esperanza.
El extracto del documento que trabajó el Sínodo de los
Obispos en Roma fue no más que un acierto total. Un texto controvertido, con
mucho trabajo de fondo y mucha esperanza en prospectiva. Para mí, marcó el
punto álgido del debate tan sumamente enriquecedor que pudimos vivir en todos y
cada uno de los plenarios de la Asamblea. El clima de confianza que se creó y vivió
que dio lugar a tantas y tan buenas opiniones, a partir de las cuales se
trenzaron las dos líneas de acción, fue la clave del (me atrevería a denominar)
éxito. En más de un lugar deberían tomar ejemplo de la manera de proceder a la
hora de tomar decisiones.
En la oración de envío del último día, sólo una palabra
venía a mi cabeza, y esa era: GRACIAS. Gracias por tantas cosas que ya expresé
en su momento. Tras todo esto, son enormes las ganas que
tengo de revertir esa gratitud de todas las maneras que me sea posible. El lema
de la XIANAJ, “Ved la misión que se os confía”, suena a reto. Y a mí me
encantan los retos.
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