domingo, 30 de junio de 2013

Acogida y seguimiento

“Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: - «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?» Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea.Mientras iban de camino, le dijo uno: - «Te seguiré adonde vayas.» Jesús le respondió: - «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.» A otro le dijo: - «Sígueme.» Él respondió: - «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.» Le contestó: - «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios. » Otro le dijo: - «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.» Jesús le contestó: - «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»" (Lc 9, 51-62)

Por redacción AJ. Jesús sabe que llega el tiempo. El decide ir a Jerusalén. Es un hombre que enfrenta las cosas, sabe tomar decisiones, sabe también que no todos van a recibirle, se muestra tolerante. Si no les reciben van a otra aldea. Juan dirá que vino… y no le recibieron, pero a los que le recibieron les dió poder para ser Hijos… el misterio de la acogida, la capacidad para acoger al Dios que pasa en cada vida que visita “nuestra aldea” y que quiere pasar allí un tiempo, enseñándonos a compartir el pan y la vida regalada.

En la segunda parte del texto, hay un cambio. La atención se concentra en un tema: el seguimiento. Pero es un seguimiento, fuerte, exigente que no deja resquicios: seguimiento sin madriguera, sin casa, sin nido, sin un lugar protector, sin caminos hechos, sin mirar atrás, sin comprometer el rumbo por deberes comprensibles y tan comprensibles….

Hay un momento para todo, momentos para lanzar las redes y momentos para abandonarlas, momentos para cuidar y momentos para romper. Leyendo despacio, se comprende que es un tema de prioridades, de urgencia, de dirección. Por eso aquí no cabe nada de titubeos. Es optar fundamentalmente por Dios, radicalmente, sin otro arrimo, como lo más importante como lo que nos arrastra y nos guía. Es el amor más fuerte que tiene que dirigir todo lo demás. El seguimiento es el ser regalado por sentir en la entraña la exigencia del plan de Dios sobre el mundo, su maravilloso amor y su ternura y ante esto todo lo demás queda sin fuerza y sin vigor. El Jesús que amó hasta el final, que les reveló su vida como a amigos, les expresa ahora las exigencias de esa palabra que ellos habían oído y que les había marcado para siempre: “Sígueme”.

Acoger la Palabra, acoger la invitación personal de seguimiento será la aventura más apasionante por caminos intransitados y nuevos, libre, sin tener más guía que la Persona de Jesús ni más protección que su ternura.  

miércoles, 19 de junio de 2013

Mirar al Crucificado


“Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: - «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos contestaron: - «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.» Él les preguntó: - «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro tomó la palabra y dijo: - «El Mesías de Dios.» Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: - «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.» Y, dirigiéndose a todos, dijo: - «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.» (Lc 9, 18-24)

Por Redacción AJ. El relato evangélico que nos brinda la Liturgia del XII domingo del tiempo ordinario es un pasaje importante de la vida de Jesús que recoge tres escenas concatenadas. La profesión de fe de Pedro (9,18-21); el primer anuncio de la pasión (9,22); y las condiciones para seguir a Jesús (9, 23-24).


Llama la atención que Lucas sitúa a Jesús orando solo, aunque los discípulos están cerca. En el paralelo de Marcos Jesús va con sus discípulos camino de Cesarea de Filipo y en el de Mateo acabando de llegar a dicha región.

Es en este contexto oracional dónde Jesús lanza una pregunta a sus discípulos:


  • ¿Quién dice la gente que soy yo?


¿A qué viene ésta pregunta pensarían ellos?  ¿Le preocupa a Jesús lo que la gente diga de él? ¿Tiene dudas de su identidad? ¿Tendrá algo que ver con su misión y su proyecto?

Me parece oportuno recordar aquí que en el texto del domingo pasado, también de Lucas (7,36-8.3) el evangelista pone en boca de la gente una pregunta similar "¿Quién es este para perdonar pecados?"  Resulta que el modo de actuar de Jesús: nuevo, insólito, desconcertante a veces hace que la gente se cuestione por su identidad, incluso algunos que empezaban a interesarse por su persona al escuchar lo que predica, lo que hace, con quienes se relaciona, etc. dudan: “Si este fuera un profeta sabría qué tipo de mujer es la que lo está tocando …”

Me gusta imaginar que Jesús lleva a su oración lo que ha escuchado de la gente y ahí, orando a solas, es cuando le surge preguntar a sus discípulos:

  • ¿Y vosotros, quién decís que yo soy yo?
  • ¿Quién soy yo para vosotros los que me acompañáis y me seguís de cerca?


Pedro responde en nombre de todos, sin titubear: “Tu eres el Mesías de Dios”. Pero ¿es consciente Pedro de lo que ha dicho? ¿Sabe lo que puede suponer en su vida esta afirmación?  ¿Coincide la idea que Pedro tiene del Mesías con la de Jesús? Por otros pasajes sabemos que no, por eso, Jesús se lo aclara: El Mesías, el Hijo del hombre, tiene que padecer mucho, ser desechado, ser ejecutado… No es por tanto un mesianismo triunfalista el que Jesús trae, ni tampoco del de empuñar armas como algunos esperaban, el suyo siendo único, estaría más en la línea de un mesianismo profético.

Jesús que -según Lucas- tiene claro cuál es el proyecto amoroso de Dios y su propia misión, empieza a intuir las consecuencias de ir hasta el final con este proyecto, tanto para sí mismo como para sus discípulos. De ahí su interés en asegurase que lo van entendiendo y decidan con libertad si les merece la pena seguir a este Maestro.
“El que quiera seguirme…” Y señala tres condiciones:


  • Negarse a sí mismo,
  • Cargar con su cruz cada día,
  • Ir con Él.

S. Pedro Poveda dice comentado este pasaje: ”A quien se le pide que se niegue a sí mismo se le pide lo más, todo lo demás se le da por pedido.”

Negarse a sí mismo no significa reprimirse, replegarse, ocultar los talentos recibidos, o renunciar a lo bello de la vida. Negarse a sí mismo significa vivir descentrado de uno mismo y referido a Aquel que ha elegido vivir dándose, entregándose sin reservas y por amor al Proyecto del Padre, convencido de que este modo de vivir libera, da sentido y plenifica la existencia. 

Cargar con la cruz significa -de nuevo acudimos a S. Pedro Poveda- “abrazarse voluntariamente a ella” por tres razones: 1ª. Dios está presente en toda experiencia de cruz. Nada de lo que nos ocurre es ajeno a Dios. 2ª. La cruz remite a Cristo. Él pasó por ella, cargó con ella, la asumió por nosotros. 3ª. Jesús con su vida nos enseña a llevar la nuestra.  A ello ayuda algo tan sencillo mirar, mirar al Crucificado, y descubrir en él tantos rostros desfigurados por la enfermedad, el hambre, el abandono, la tristeza, el egoísmo, las idolatrías, la falta de esperanza…

La invitación personal a ir con Él y a seguirle, toca lo nuclear de la persona y se convierte en la opción fundamental de la existencia. Para Poveda esta invitación no se dirige a unos pocos “elegidos” sino a ti, a mí, a todos, basta sencillamente con abrir los oídos a la Palabra, basta con no cerrar el corazón a su acción. En la lógica povedana, “conocer” a Jesús lleva necesariamente al seguimiento. Y esto pasa por responder a la pregunta:

  • ¿Quién soy Yo para ti en este momento de tu vida?

martes, 18 de junio de 2013

Ante la crisis, más promoción en San Cristóbal de los Ángeles








Foto. J.L. Palacios

Por José Luis Palacios para AlandarSi no fuera por el futbolista Raúl y los músicos Camela y los Pecos, que forman el retablo de personajes ilustres, solo se hablaría de San Cristóbal en los grandes medios de comunicación para forzar las comparaciones con aquellos barrios de París o de otras ciudades de países industrializados en los que la desidia de las administraciones y la voracidad del sistema económico los convierte en un polvorín.

Hay datos y acontecimientos aislados para alimentar los tópicos, pero los mismos valdrían para hablar de la inoperancia de las políticas públicas y la falta de sensibilidad de la iniciativa privada. Con 14.000 habitantes, "Sancris" acumula una tasa de paro del 30%, por encima del promedio de la media estatal; un 20% de viviendas desahuciadas, cruelmente compatible con un hacinamiento generalizado (hay 3’9 personas por cada 60 metros cuadrados de vivienda) y un 39’8% de población inmigrante, que es vista por una parte del vecindario como una amenaza (por ser pobres y tener que disputarles las migajas que les ofrecen el mercado y las administraciones). De ahí que Ángela Palomera, miembro de la asociación Educación, Cultura y Solidaridad, destaque que esta diversidad "también puede percibirse cómo una riqueza, si somos capaces de no tener una mirada precipitada sobre los otros y nos reconocemos en lo que somos: seres humanos".
Foto. J.L. Palacios

Esta voluntaria subraya que "no es posible dejar de reconocer que la población y los agentes sociales estamos dando lo mejor de nosotros mismos”. "Los propios vecinos asumen tareas de integración, bajan comida a aquellos que se encuentran en situación más precaria", añade. Una parte de la comunidad ve que no alcanza a cubrir por sí misma las necesidades más primarias. Todo ello, afecta al ambiente del barrio. La presidenta de Educación, Cultura y Solidaridad, Carmen Yanes, confirma que todo ello "influye en lo personal y lo psicológico. A los niños se les nota que llevan un "peso encima" y que están tristes, no paran de oír a los mayores hablar de las estrecheces y dificultades".


La asociación Educación, Cultura y Solidaridad lleva 22 años bregando con los problemas del barrio. Fue creada por personas vinculadas a la educación y al activismo social que creían en la promoción integral de las personas como respuesta a las graves carencias que ya entonces detectaban. La entidad cuenta, desde el año pasado, con un convenio que permite la obtención del certificado de la ESO a jóvenes de entre 18 y 30 años. De la primera promoción, trece chicos y chicas lo obtuvieron. Este curso se matricularon 75. También hay en marcha talleres pre-laborales relacionados con la informática y el cuidado de personas mayores y de las que sufren discapacidad, que en algunos casos incluyen prácticas en empresas. Desde el local que Renfe les alquila a precio social atienden a 300 personas a la semana, con la ayuda de un equipo de ocho profesionales, casi todos contratados a tiempo parcial, casi 80 voluntarios -la mayoría jubilados- y un presupuesto de 240.000 euros, sufragado en gran parte por las administraciones. Las crecientes donaciones de empresas y particulares van a más pero no alcanzan a cubrir las reducciones del dinero público de estos últimos años.
Foto. J.L. Palacios

La omnipresente crisis demanda reforzar, al menos, dos aspectos, según su presidenta: "el fomento del empleo, ya sea mediante programas de acompañamiento a jóvenes que quieran hacerse autónomos y necesiten un tiempo hasta llegar a ser autosuficientes o cursos prácticos enfocados a sectores con demanda", pero también "el reforzamiento del aspecto comunitario para apoyar la convivencia de las distintas culturas y fomentar la participación social". De las paredes del local, entre fotos de los grupos, cuadrantes con los horarios y aulas de cada actividad, cuelgan carteles con convocatorias del 15-M, la plataforma anti-desahucios o la marcha de los barrios. Los habitantes de San Cristóbal no están solos ante la adversidad.


Educación, Cultura y Solidaridad, entre otras asociaciones del barrio, está dispuesta a dar la batalla contra los peores efectos de esta crisis. Así lo conjuga Palomera: "Entendemos, con Max Neef, que a grandes problemas, muchas soluciones, pequeñas, coordinadas y coherentes”.www.eculturas.org


Foto. J.L. PalaciosHistoria con final feliz. Carmen Yanes lleva la presidencia de la asociación Educación, Cultura y Solidaridad con deportividad, después de haber realizado todo tipo de funciones en ella. "Es una tara de coordinar mucho y de buscar recursos de donde sea", dice mientras mira los equipos informáticos que, según acaba de revelar, proceden de la donación de una televisión. Tras haber trabajado en prensa y radio en Andalucía, donde compartió intensos momentos con el cura jornalero Diamantino García y en la Asociación Pro Derechos Humanos de aquella comunidad, decidió entregar su tiempo ya jubilada a esta pequeña asociación de San Cristóbal. Ha visto pasar a muchos chicos por allí, a muchas personas voluntarias y ha asistido a las silenciosas transformaciones del barrio. Señala un bloque de edificios pegados a la vía del tren, cerca de la sede de la avocación y comenta que "ha tenido que ser reconstruido entero porque el barrio se asienta sobre un terreno arcilloso y las paredes se acaban agrietando". Muchos de los chavales a los que tanto esfuerzo dedicó se marcharon a otros barrios o localidades próximas de la Comunidad de Madrid. Otros se han quedado y ahora reproducen los mismos esquemas conflictivos de sus familias de origen, como la chica, según cuenta, que "después de haber sufrido malos tratos, va y se deja embarazar antes de acabar los estudios por alguien que es parecido a lo que había en su casa". Pero también hay historias con final feliz, como la de un muchacho marroquí que ahora trabaja de mecánico, después de haber pasado por los grupos de la asociación. "Ahora se ha convertido en monitor y dedica parte de su tiempo a la asociación", detalla.

domingo, 16 de junio de 2013

¿Ves a esta mujer?



“En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: - «Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora.»
Por Redacción AJ. "¿Ves a esta mujer?" Esa es la pregunta que parece agrandarse en el texto. Jesús resume su relato sobre aquellos dos deudores perdonados, volviendo la vista a aquella mujer sin nombre y haciendo que todos la miren. Ella es el centro. Ella, la excluida, la despreciada, la fuente del pecado. Ella, la perdonada. La que más ama, de todos los que están allí. Tal vez la que tenía el corazón más grande, el espíritu más limpio. La que se dejó mirar por Dios y supo verse a sí misma con los ojos de Dios que la miraban.

Siempre me ha dado la impresión de que, cuando se lee este texto, o se comenta, o se ora, nos quedamos en el contexto de la escena. La condición de las mujeres, la prostitución, la contaminación que suponía para los judíos que una mujer así entrara en una casa, tocase a un hombre, tuviese el pelo suelto… Y por supuesto, la estrechez de miras de Simón el fariseo, su mezquino corazón que no puede ver a las personas más allá de la condición de las mismas, más allá de su aspecto, de su sexo, de sus actos…

Yo me estoy fijando en la mujer. Me doy cuenta de que Jesús me lo pregunta. ¿La veo? ¿Veo su dolor, su necesidad de perdón?

Creo que nunca me he sentido identificada con ella. Creo que he pasado por la escena mil veces sin verla, a pesar de que es el centro de todo. No la he visto por dentro. No la miro como lo hace Jesús que, por supuesto, sabe de su condición y de su sufrimiento, pero que, ahora, solo atiende a su deseo silencioso de perdón.

Me doy cuenta también de que Jesús tiene razón al anteponer a las prostitutas y los pecadores en el Reino. Nosotros, los cristianos, seguidores de Jesús, sus discípulos, no solemos demandarle misericordia, Y, sin embargo, como los deudores de la parábola, no tenemos con qué pagarle nada de todo lo que creemos nuestro por derecho.
Ahora quisiera contemplar ese cruce de miradas entre Jesús y la mujer perdonada; quisiera escuchar con el corazón el shalom de Jesús al despedirla, su íntima alegría: “tu fe te ha salvado”.

lunes, 10 de junio de 2013

Por Javier Campos. Esta vez quería comentar mi salmo favorito. Es el salmo 23: El buen pastor. Seguro que todos lo conocéis, pero me gustaría profundizar un poco más en él, para darnos cuenta de lo que implica:

El primer verso comienza refiriéndose al Señor como nuestro pastor. Debemos tener en cuenta que el pueblo hebreo era un pueblo dedicado fundamentalmente al pastoreo y la ganadería. En sus orígenes era un pueblo nómada, hasta que, según cuenta la leyenda, Abraham condujo a su tribu hasta Canaán, la tierra prometida. Por eso la figura del pastor, o del buen pastor, siempre ha estado muy presente en los textos bíblicos. El pastor es aquella persona que vive por y para su ganado, cuidando de él en todo momento, y conociendo a todos los animales del rebaño. Por eso se asocia en muchas ocasiones con la figura del Señor. El Señor nos conoce a todos y cada uno de nosotros. Conoce nuestros corazones, nuestras decisiones, miedos e incertidumbres. El nos guía desde nuestro corazón, y vela por todos nosotros. El pastor cuida de sus animales para que nada les falte, y así es como acaba el primer verso. El asociar a Dios con un pastor está lleno de significado. Nos conduce “a prados de hierba fresca”, nos guía en esta vida, “nos hace reposar y nos conduce hacia fuentes tranquilas”, “donde podemos reparar nuestras fuerzas”. El señor, además de guiarnos en nuestra vida, nos ofrece ayuda y apoyo cuando lo necesitamos. Debemos confiar en él, ya que quiere lo mejor para nosotros.

La metáfora del salmo continúa en esta dirección al cantar que “nos guía por la senda del bien”. La confianza de los animales en el pastor es evidente, ya que siguen el camino que él les marca. En la noche, en los momentos más difíciles de nuestra vida es cuando nos cuesta más verlo. Pero él está ahí presente, para dar una palabra de consuelo. La Fe en el Señor nos da la fuerza suficiente como para seguir adelante, caminar hacia el día siguiente:”porque tú estás conmigo, tu vara y tu cayado me dan seguridad”.

El canto termina diciendo: “Tu amor y tu bondad me acompañan todos los días de mi vida y habitaré en la casa del Señor por días sin término”. La confianza en el pastor, en el Señor, tiene su premio, que es la vida eterna. Es un canto precioso a la confianza, y al dejarnos hacer por él. Dejemos que el Señor guie nuestros pasos en este vida. Nos pide la confianza en su palabra, algo que no es fácil de dar, pero promete cuidarnos y estar con nosotros en todo momento, hasta que llegue el día de la dicha y el gozo eternos. Porque él es el buen pastor, que cuida de su rebaño. 

jueves, 6 de junio de 2013

Crear una cultura de la amistad


“En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: "No llores." Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: "¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!" El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: "Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo." La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.“ (Lc 7, 11-17)



Por Redacción AJ.  

Crear con nuestra fe una cultura del encuentro, una cultura de la amistad (Papa Francisco)



La vida de Jesús, en los tres años que los que los evangelistas nos narran, es una vida hecha de encuentros. Porque sale a las calles, vive entre la gente, encuentra a las personas. Habitualmente los evangelistas nos lo describen acompañado por sus discípulos, rodeado de quienes se acercaban a El, sin esconderse en los momentos duros.  



Jesús vive intensamente  y su mirada está siempre como un radar atento a  captar las posibilidades de  encuentro.  Serán encuentros que celebran, y muchas veces encuentros con alguien a quien escuchar, a quien fortalecer, a quienes comprender ante lo injusto, a quien sanar de muchas maneras, una de ellas, con el perdón. Encuentro en los que se experimenta la vida. Y con ello  la posibilidad de explicar con su palabra o con la palabra de quienes recibían su ayuda, quien es este Dios que se ha inventado un modo genial de estar con nosotros, de visitarnos, como decían en este texto los testigos de su milagro. 



Este encuentro de Jesús tiene una gran carga de sufrimiento. Se trata de la muerte de un joven. Es el único hijo de una mujer viuda, en una sociedad donde la mujer carecía de valoración y esta situación la dejaba totalmente desprotegida. 



Puesto que este fragmento del Evangelio no es para nosotros un recuerdo sino la posibilidad de una experiencia, este hecho de Jesús nos invita a



Aprender de sus gestos - Lo que Jesús hizo lo quiere seguir realizando a través de nosotros, con nuestra colaboración imprescindible “Yo estaré con vosotros todos los días…” no se trata sólo de hacernos compañía sino de un estar en nosotros, activo, para el bien de otros. Jesús no pasa de largo, se detiene, siente el dolor de la mujer, le mira, le habla, se acerca al ataúd, lo toca, le habla al hijo muerto, entrega el hijo vivo a su madre. Es la enseñanza que nos ha querido dejar el Papa Francisco cuando en la vigilia de Pentecostés, la fiesta de las asociaciones y movimientos laicales, nos explicaba de este modo el texto del Apocalipsis, “estoy a tu puerta y llamo”:


“No os encerréis, por favor. Esto es un peligro: nos encerramos en la parroquia, con los amigos, en el movimiento, con quienes pensamos las mismas cosas... pero ¿sabéis qué ocurre? Cuando la Iglesia se cierra, se enferma, se enferma. Pensad en una habitación cerrada durante un año; cuando vas huele a humedad, muchas cosas no marchan. Una Iglesia cerrada es lo mismo: es una Iglesia enferma. La Iglesia debe salir de sí misma. ¿Adónde? Hacia las periferias existenciales, cualesquiera que sean. Pero salir. Jesús nos dice: «Id por todo el mundo. Id. Predicad. Dad testimonio del Evangelio» (cf. Mc 16, 15). Pero ¿qué ocurre si uno sale de sí mismo? Puede suceder lo que le puede pasar a cualquiera que salga de casa y vaya por la calle: un accidente. Pero yo os digo: prefiero mil veces una Iglesia accidentada, que haya tenido un accidente, que una Iglesia enferma por encerrarse. Salid fuera, ¡salid! Pensad en lo que dice el Apocalipsis. Dice algo bello: que Jesús está a la puerta y llama, llama para entrar a nuestro corazón (cf. Ap 3, 20). Este es el sentido del Apocalipsis. Pero haceos esta pregunta: ¿cuántas veces Jesús está dentro y llama a la puerta para salir, para salir fuera, y no le dejamos salir sólo por nuestras seguridades, porque muchas veces estamos encerrados en estructuras caducas, que sirven sólo para hacernos esclavos y no hijos de Dios libres? En esta «salida» es importante ir al encuentro; esta palabra para mí es muy importante: el encuentro con los demás. ¿Por qué? Porque la fe es un encuentro con Jesús, y nosotros debemos hacer lo mismo que hace Jesús: encontrar a los demás. Vivimos una cultura del desencuentro, una cultura de la fragmentación, una cultura en la que lo que no me sirve lo tiro, la cultura del descarte. Pero sobre este punto os invito a pensar —y es parte de la crisis— en los ancianos, que son la sabiduría de un pueblo, en los niños... ¡la cultura del descarte! Pero nosotros debemos ir al encuentro y debemos crear con nuestra fe una «cultura del encuentro», una cultura de la amistad, una cultura donde hallamos hermanos, donde podemos hablar también con quienes no piensan como nosotros, también con quienes tienen otra fe, que no tienen la misma fe. Todos tienen algo en común con nosotros: son imágenes de Dios, son hijos de Dios. Ir al encuentro con todos, sin negociar nuestra pertenencia. Y otro punto es importante: con los pobres. Si salimos de nosotros mismos, hallamos la pobreza. Hoy —duele el corazón al decirlo—, hoy, hallar a un vagabundo muerto de frío no es noticia. Hoy es noticia, tal vez, un escándalo. Un escándalo: ¡ah! Esto es noticia. Hoy, pensar en que muchos niños no tienen qué comer no es noticia. Esto es grave, ¡esto es grave! No podemos quedarnos tranquilos. En fin... las cosas son así. No podemos volvernos cristianos almidonados, esos cristianos demasiado educados, que hablan de cosas teológicas mientras se toman el té, tranquilos. ¡No! Nosotros debemos ser cristianos valientes e ir a buscar a quienes son precisamente la carne de Cristo, ¡los que son la carne de Cristo! Cuando voy a confesar —ahora no puedo, porque salir a confesar... De aquí no se puede salir, pero este es otro problema—, cuando yo iba confesar en la diócesis precedente, venían algunos y siempre hacía esta pregunta: «Pero ¿usted da limosna?». —«Sí, padre». «Ah, bien, bien». Y hacía dos más: «Dígame, cuando usted da limosna, ¿mira a los ojos de aquél a quien da limosna?». —«Ah, no sé, no me he dado cuenta». Segunda pregunta: «Y cuando usted da la limosna, ¿toca la mano de aquel a quien le da la limosna, o le echa la moneda?». Este es el problema: la carne de Cristo, tocar la carne de Cristo, tomar sobre nosotros este dolor por los pobres. La pobreza, para nosotros cristianos, no es una categoría sociológica o filosófica y cultural: no; es una categoría teologal. Diría, tal vez la primera categoría, porque aquel Dios, el Hijo de Dios, se abajó, se hizo pobre para caminar con nosotros por el camino.

lunes, 3 de junio de 2013

Pienso luego insisto. El patriarcado es terrorismo y viceversa.

Por Manuel Buendía Bercedo en ¡Que tengas un BUENDÍA igualitario! Esta semana en Santander, un hombre asesinó de 37 años ha estrangulado a su ex mujer, delante del hijo de ambos de cuatro años de edad. Fue el primer caso de muerte por terrorismo machista en mi ciudad. Los otros dos casos anteriores en Cantabria fueron en 2007 en las localidades de Cabezón de la Sal y Puente Arce.

El comunicado de repulsa del caso podemos verlo completo en comunicado de repulsa.

Pienso luego insisto. Es la punta del iceberg. Las cifras oficiales reveladas el año pasado refieren que más de 700 cántabras viven violentadas y necesitan estar en contacto con la protección policial. Son muchas más en España y en el mundo, en todos los rincones del planeta. Los medios de comunicación se entretienen en esa línea roja, que separa el riesgo grave potencial y la muerte. Se pueden leer frases como: se desconoce el desencadenante del suceso, la hipótesis es una discusión en el momento que le entrega su hijo, (estaban separados y anteriormente tenía una condena y orden de alejamiento por agredir a su ex mujer), u otros comentarios como,  las razones para que tuviera el arrebato era..., tenía mal carácter, tomaba ansiolíticos…

Pienso luego insisto. De todo lo que podemos decir, resalto hoy, que los hombres no podemos permanecer callados pretendiendo no tener responsabilidad moral ante las víctimas. El silencio nos hace cómplice. Es el sistema patriarcal el que también hay que cambiar. Es el modelo de masculinidad concreto que cada hombre tenemos, sobre el que tenemos que reflexionar y controlar. Ese esquema o modelo actúa en el día a día, a veces en forma de una escalada violenta y en unos pocos casos llega a los casos extremos.

Pienso luego insisto. ¿Usted, hombre, cómo se va a comportar cuando se le tuerzan las cosas? Bajo qué consigna, marca, logo, organización, se va a escudar para mantener el orden de las cosas que tiene tan bien aprendido. Ese orden que entiende que hay que mantener como sea. Esa es la clave, procurar y perpetuar o no el modelo patriarcal. Hay que salirse de eso sin medias tintas, sin excusas.

Es el patriarcado, o como queramos llamarlo, no debemos distraernos buscando el término. Es el sistema machista normativo, lo normal, lo que se espera de ti por ser hombre, el caldo de cultivo para producir la tragedia en sus diferentes grados. Tiene todos los elementos de cualquier terrorismo, en formas de violencia real o simbólica.

Pienso luego insisto. Para los amantes del estereotipo patriarcal en sus grados menores, no cuela que puntualmente se rasguen las vestiduras cuando se sobrepasa esa línea roja. Hay un pacto de silencio, se marea el tema desde todos los puntos de vista, se rodea la cuestión, incluso hasta remarcar nítidamente la silueta. Se habla de mujeres y de toda la sociedad, pero es un tabú los valores, estereotipos, masculinidades que subyacen en cada conducta. Hace falta educación emocional. No pretendo culpabilizar a los hombres, al contrario. Yo voluntariamente renuncio. Son quienes lo omiten los que tienen miedo a reflexionar o piensan que es inevitable.

Por tanto la violencia de género en todos sus grados es terrorismo patriarcal. Pero este oxímoron es una redundancia (El coleccionista de oxímoron) En todo caso de terrorismo, en general, se da una estructura patriarcal más o menos completa con todos sus signos y síntomas.

El número 12 de la sección de La Soledad del macho alfa que ha salido publicado este mes en la revista de Hombres Igualitarios de ahige, es la tercera parte que trata los mal llamados lobos solitarios de las matanzas masivas, que no son más que soldados patriarcales escondidos en consignas, logos, marcas u organizaciones. Allí he relatado de una manera más prolija y argumentada algunas pistas necesarias para la comprensión. Otro objetivo de esta entrada es aprovechar  una vez más para invitar a leer. Es cierto que requiere invertir quizá un poco más de tiempo que una lectura superficial, y tal vez algo más de esfuerzo, pero si me concedes esos dos elementos creo que es muy fácil ver. (La soledad nº 12) Para que exista un cambio social tenemos previamente que cambiarnos. Aquí hay que comprender por qué he puesto aquí esta foto.

Esta semana ha ocurrido el último  caso de terrorismo en Londres. El patriarcado cuando las víctimas son las mujeres, por definición, tiende a invisibilizarlo, a taparlo, disculparlo, desviar la atención. Mientras que el patriarcado a su vez, cuando hay una pelea de machos alfa, en forma de una batalla viril, o una cruzada de unos contra otros, acaparan el discurso y lo hipervisibilizan. Trata a las mujeres y/ o niños como menores de edad, o como objetos. Siempre es así.

En esta ocasión unos jovenes amparados en el Islam político patriarcal dirigen su acción hacia otro hombre militar de otra confesión. Otra cruzada entre guerreros de Oriente y Occidente. El balance es que sirve para que la xenofobia o la islamofobia también patriarcales, de Europa, proliferen y produzcan nuevas revanchas, nuevos casos, etc. Parece inevitable que los partidos de extrema derecha como el Partido Nacional Británico o la Liga de Defensa Inglesa emponzoñen el ambiente. En las imágenes de vídeos sobre estos grupos o fotos de prensa solo se ven varones. Da igual que las comunidades musulmanas condenen la violencia e insistan en que esa atrocidad nada tiene que ver con su fe. Y ni que decir tiene lo que opinen las mujeres musulmanas. De la misma manera en el caso de Santander se ha repetido hasta la saciedad que era un matrimonio inmigrante. Las posibles conclusiones y desvíos de la situación son evidentes (...)

Volviendo al caso de Londres, el mismo autor lo ha dejado muy claro: “Lo siento por las mujeres que han tenido que ver esto, pero en nuestra tierra las mujeres tienen que ver lo mismo”. ¿Queremos algo más para darnos cuenta? Pongamos un ejemplo. Tenemos dos pirómanos que se queman mutuamente la casa y el jardín. Podemos decir lo mismo, los árboles de uno han tenido que fastidiarse, igual que los árboles del otro. Y los ladrillos de la casa de uno, se tienen que fastidiar igual que el inodoro de la casa del otro, que también fue destrozado por venganza. Los medios de comunicación grabarán cómo los árboles se queman, cómo las casas se destrozan, pero la entrevista se la hacen a los pirómanos, no hay protagonismo para la Naturaleza. El ejemplo, de una manera poética, nos anima a pensar que los árboles están hablando por medio del cambio climático, pero esa es otra historia.

Pienso luego insisto. En definitiva, tanto en el caso del terrorismo machista como en los otros múltiples terrorismos, las mujeres nunca estarán seguras si alteran el orden patriarcal. Y los varones que nos colocamos al margen del patriarcado tampoco. En ambos casos ocurre otros casos de halcones y palomas. La Soledad nº 6. Es un asunto de Derechos humanos. (De los humanos y de las humanas) Y además, hasta que los discursos, las políticas, el poder, y los sujetos que las generan, no sean hombres y mujeres por igual, no se reparta  paritariamente, (o como quieras decirlo), será siempre igual.

¿Podemos hacer algo más que rezar y pagar los platos rotos?

También podemos verlo por el lado positivo. La cultura de Paz es el único camino a largo plazo, el amor es la alternativa a la violencia, para hombres y para mujeres. Aunque en un principio actúa aparentemente desarmada.

¿Quién manda realmente? ¿Quién pone el dinero? ¿Quién se beneficia? Serán preguntas que nos tengamos que hacer. Habrá que pensar un poco, no solo sufrir las consecuencias. ¿Cual es el lado positivo? Ya conocemos el camino. Sí se puede, no se quiere.  Se arreglará cuando la mayoría quiera y cuando sea la mayoría la que pueda o tenga el poder.