lunes, 31 de diciembre de 2012

Tiempo de Navidad

“Cuando al pobre corazón humano le parece que lo que anuncia la Navidad es demasiado bello para ser verdad, entonces la voz del corazón debe atender con más urgencia al mensaje del Niño que ha nacido hoy” (K. Rahner)


La asombrosa novedad que celebra la Navidad es que Dios se humaniza, de despoja de su rango y se hace como uno de tantos (Fil 2, 7).

Os invito a contemplar… Esa es la actitud de la Iglesia reunida para celebrar el asombroso e impresionante misterio de Dios hecho hombre, actitud de alabanza y de hondo agradecimiento por el sorprendente acercamiento de Dios al hombre: “La Palabra se hizo carne y puso su tienda entre nosotros; hemos contemplado su gloria. . .” (Jn 1, 11)

Vamos a contemplar  acompañados por Pedro Poveda.  En 1910 él escribía una carta a un dirigido suyo (hoy nos escribe a nosotros, te escribe a ti). Leámosla: 

"[…] Yo quisiera que todas tus meditaciones, durante este santo tiempo, fuesen sobre los misterios de la infancia, y que, a ser posible, tuvieras a la vista una imagen del niño Jesús. […] 


Figúrate que todo lo que nos dice el evangelio referente a Belén, sucede a tu vista y cerca de tu casa. Piensa otras veces que fuiste al Portal y admiraste cuanto allí sucedía.

Después, dime, de haber contemplado aquel cuadro ¿seguirás tú pensando como piensas en cuanto a comodidades y bobadinas? ¿Qué te dice aquel establo, aquella pobreza, aquella desnudez del niño, sus lágrimas, los semblantes de María y José, el silencio de la noche, la crudeza de la estación y, en suma aquel cuadro tan lastimoso según lo humano, y de tan infinito valor según los designios del Altísimo?

Si cerrando los ojos del cuerpo miras con los del alma al Dios humanado y reflexionas en todo lo que significa aquella escena ¿qué sentirás? Si cerrando los oídos del cuerpo escuchas allá en lo más recóndito de tu ser las voces de los que esperaban la venida del Mesías, los cánticos de los ángeles y la conversación interior de Jesús con su madre ¿qué desearas? Mira, hijo de mi alma, si nosotros hemos de reinar con ese niño, tenemos que padecer con Él. […]”  (Epistolario. Carta 18. Narcea 2012) 

¡Feliz Navidad y a disfrutar!  

jueves, 27 de diciembre de 2012

Jesús y la familia


"Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.» Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres." ( Lc 2, 41-52)
Por Redacción AJ. Celebramos este domingo la fiesta de la Sagrada Familia que se constituye como fiesta litúrgica en el siglo XIX, exactamente en el año 1893. Fue el papa León XIII quien la introdujo en el calendario litúrgico. Era un momento de cambio significativo pues la revolución industrial provocó la aglomeración urbana, y cambios significativos en el modo de vivir las relaciones familiares.  Comienza ya a percibirse una pérdida significativa de los valores tradicionales de las familias cristianas. Por ello se decidió crear una fiesta con liturgia completa, centrada en el ejemplo e intercesión de la Sagrada Familia de Nazaret, constituida por Jesús, María y José.
El relato evangélico de este domingo (Lc 2, 41-52) está escrito ochenta años después de los hechos; por lo tanto no tiene garantías de historicidad. Sin embargo, es muy rico en enseñanzas teológicas.
Nos encontramos ante un texto que guarda mucha similitud con relatos legendarios de personajes famosos de la antigüedad, a los que se les atribuía, ya desde niños, unos conocimientos especiales. Episodios como éste se cuentan de Ciro, Alejandro, Epicuro, Solón, Cicerón... Parece que, de acuerdo con esa costumbre, Lucas ha construido un relato con el que busca subrayar la sabiduría de Jesús, retrotrayéndola a su infancia.
Un dato significativo de este relato es que Marcos pone de relieve que sus padres no lo comprendieron, poniendo en labios de María una queja angustiada, y en los de Jesús una reacción de sorpresa. El evangelista subraya este tema, que ha sido difícil de asimilar en la tradición cristiana pero que aparece en otros evangelistas y en distintas ocasiones:
Marcos es el evangelista que más claramente lo expresa: "fueron para llevárselo, pues decían que estaba trastornado" (3, 21) y añade la sorprendente respuesta de Jesús a quienes le hablan de su madre y sus hermanos: "¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? Y mirando entonces a los que estaban sentados a su alrededor, añadió: «Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre»" (Mc 3,33-35, par Mt 12, 46-50 y Lc 8,19-21.).
Lo que pretendía su familia era impedir que siguiera por el camino que había emprendido. Trataban de evitar una catástrofe, para él y para todos los suyos.
Pero Jesús les remite a lo constitutivo de su nueva familia, no serán los vínculos de la sangre lo definitivo de sus seguidores y seguidoras sino la Voluntad de Dios, su sueño, su proyecto: formar una familia de hijas/os; hermanas/os desde la seguridad del amor incondicional de Dios ¡Abba!
Hoy celebramos la fiesta de las familias cristianas, sin duda una fiesta que busca profundizar en la consciencia de lo que es el proyecto de familia desde los valores y el espíritu de Jesús.
La familia no fue para Jesús un absoluto, ni una institución intocable. Todo para él era mediación, camino para hacer realidad el Reino. Por tanto sería bueno aprender de Jesús a no sacralizar ninguna institución. Las instituciones son instrumentos que tienen que estar siempre al servicio de la persona humana, de la familia humana, de la vida y la casa común.
Sin duda que la familia es nuestro primer lugar de socialización, de educación, de aprender los valores y las creencias nucleares sobre la vida. El ser humano sólo puede crecer en humanidad a través de sus relaciones con los demás. La familia es el marco insustituible para esas relaciones profundamente humanas. En ese sentido sigue siendo un lugar privilegiado de crecimiento y maduración o de heridas y desestabilización. Pero lo que ayuda a crecer y madurar es la calidad de las relaciones entre sus miembros, la apertura solidaria a la familia más amplia que formamos todos los vivientes y no el "modelo" de familia.
Los lazos de sangre pueden ser puntos de apoyo para aprender a salir de nosotros mismos e ir a los demás, favoreciendo el despertar de nuestra capacidad de entrega y servicio. Las relaciones familiares pueden ser un lugar privilegiado para enseñarnos a dejar nuestro individualismo y egoísmo. Si en la familia superamos la tentación del egoísmo amplificado, aprenderemos a tratar a todos con la misma humanidad.
La familia de Nazaret, más allá de idealizaciones, nos habla no sólo de cómo cuidar nuestra relaciones familiares desde la tolerancia, el respeto, la comprensión, el diálogo... sino de ampliar nuestra perspectiva "familiar" más allá de la carne y la sangre, para poder sentirnos familia humana, hijos e hijas de Dios comprometidos con hacer verdad la fraternidad y el cuidado de nuestra "casa" común la tierra.
Esas son las "cosas" del Padre de las que Jesús dice a María y José, que tiene que atender, aunque eso le suponga un conflicto, un disgusto grande a sus seres queridos. El texto expresa ese dolor e incomprensión «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados». Jesús les sorprende con una respuesta inesperada: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?».
Sus padres «no le comprendieron». Solo profundizando y guardando en el corazón esas palabras y al verle actuar en su vida posterior descubrirán progresivamente que, para Jesús, lo primero es la familia humana: una sociedad más fraterna, justa y solidaria, tal como la quiere Dios.
Hacemos nuestras unas sabias y cristianas palabras de Pagola en relación a esta fiesta: "No podemos celebrar responsablemente la fiesta de hoy sin escuchar el reto de nuestra fe. ¿Cómo son nuestras familias? ¿Viven comprometidas en una sociedad mejor y más humana, o encerradas exclusivamente en sus propios intereses? ¿Educan para la solidaridad, la búsqueda de paz, la sensibilidad hacia los necesitados, la compasión, o enseñan a vivir para el bienestar insaciable, el máximo lucro y el olvido de los demás?
¿Qué está sucediendo en nuestros hogares? ¿Se cuida la fe, se recuerda a Jesucristo, se aprende a rezar, o sólo se transmite indiferencia, incredulidad y vacío de Dios? ¿Se educa para vivir desde una conciencia moral responsable, sana, coherente con la fe cristiana, o se favorece un estilo de vida superficial, sin metas ni ideales, sin criterios ni sentido último?"
Este reto familiar nos atañe también a la familia teresiana, Pedro Poveda expresó con mucha fuerza que la vida de familia es algo característico de nuestra vocación y espiritualidad. Esa vida de familia, hoy, es una urgencia de nuestro tiempo, cuidar la fraternidad, el cuidado mutuo, la presencia cálida, el tiempo regalado de unos para otros... y al tiempo una llamada a hacer verdad el sueño de Dios por el que Jesús vivió y murió: construir una humanidad nueva desde las claves de la hermandad y la justicia.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Las soluciones de Dios: Dios sale a nuestro encuentro y nos saluda

Por Redacción AJ. A las puertas del día en que celebramos en Nacimiento de Jesús, dos mujeres María e Isabel se encuentran, en un encuentro muy especial. Cada una lleva dentro de sí el don de una criatura, son Jesús y Juan. Son  criaturas singulares, por ello los detalles, los signos, sobre cómo han sido engendrados. María recibe a Jesús en sus entrañas con gran amor y sorprendida por un gran misterio, Isabel, también como sorpresa y como regalo en la ancianidad.
 
Y es el niño que cada una lleva en sus entrañas el que les lleva a vivir los encuentros, las experiencias que nunca hubieran imaginado:
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:
“¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre: Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá” (Lc 1, 39-45)
A lo largo de la historia, Dios había intentado comunicarse de muchos modos, pero no le entendíamos. Muchos creían que la enfermedad era un castigo al pecado, que Dios sobre todo era alguien que juzga, y que era cuestión de ofrecer sacrificios. Pero no es eso lo que nuestro Dios quiere. Lo encontramos en una de las lecturas de este domingo cuando Jesús le dice a su Padre: “No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias”. 

Nuestro Dios quiere que le entendamos bien, y ha buscado el modo: hacerse niño, tener una madre, poder vivir de este modo la historia al modo que la vivimos nosotros. “Me has preparado un cuerpo, aquí estoy” le dice Jesús a su Padre, “para hacer tu voluntad”, es decir para que la gente te entienda, y quiera vivir lo que tú nos propones. Voy a intentar que te entiendan, que al conocerme a mí, en lo que yo les puedo enseñar, te conozcan bien. 

En el relato de hoy, aún antes del nacimiento, ya empieza a suceder esto. Hoy sabemos cómo desde el embarazo se genera una comunicación profunda. Y este niño, que ha llenado de alegría a su madre y que le ha hecho entender muy rápidamente algo del ser de Dios –lo expresa en el Magnificat-,  quiere comunicarse, salir al encuentro de otro, Juan, con quien Dios le ha unido de modo singular y con ello con su madre, con su familia, con su gente.  

El modo de actuar Dios, su estilo, se manifiesta en la vida de María: la alegría y el servicio, el descentrarse de uno mismo, para ponerse en la piel de los demás. La posibilidad de ayudar a otros “puso alas a María para atravesar las montañas de Judea y llegar hasta la casa de su prima” dice Josefa Segovia. Es el servicio hecho con alegría porque necesita comunicar lo valioso que ha recibido. El Dios que la habita se comunica y Juan salta de alegría en el vientre de su madre. 

Isabel, entiende muy bien todo lo que sucede: “¡Dichosa tú que has creído porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá!”

Ante tantas situaciones de hoy, donde alegrías y dolor existen, son intensas, ¿creemos que este Dios que hizo el invento de salir al encuentro de la humanidad, y traernos buenas noticias, de ser El mismo Buena Noticia, lo sigue haciendo y nos necesita?  
 
¿Nos creemos en la práctica, dicho a nosotros, uno a uno y juntos, que “lo que te ha dicho el Señor se cumplirá?”

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Una tarde en la cárcel de Palmasola (Bolivia)

Carta a mi amigo Miguel Ángel
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Nicolás Castellanos Franco, obispo, prhnuevos@cotas.com.bo Santa Cruz de la Sierra (Bolivia)
Para ECLESALIA, 13/12/12.- Acabo de salir de la cárcel, de Santa Cruz de la Sierra, que se llama PALMASOLA. Estoy roto por dentro por lo que allí contemplé. Necesito compartirlo contigo, amigo del alma. Tú y yo nos reconocemos en lo profundo del corazón: Allí sentimos a Dios como PADRE, nos sentimos hermanos todos, pero especialmente de los que carecen de todo. Somos solidarios de los que sufren; nos duele el dolor del vecino o del lejano. Qué hermoso es sentirnos abrazados al que sufre, al que carece de todo y a lo mejor por nuestro cariño, cercanía, ayuda, todavía le queda esperanza.

Te cuento lo que viví, sufrí esta tarde, día 7 de diciembre del año 2012, en la cárcel de Palmasola.

En compañía de Richar Calvo, voluntario de Hombres Nuevos, que trabaja en la cárcel , del arquitecto Alfredo Soliz, del Dr. Julio Valdivia y su asistente médico del penal, saludamos al gobernador y llegamos al Pabellón bronco pulmonar para los presos enfermos de sida, tuberculosis o con algún trastorno mental. Población toda joven.

Habitan en aquella pocilga 56 personas de aspecto astroso, de facha repulsiva, con todos los estigmas de la enfermedad y la miseria, con un color enfermizo en un ambiente abandonado, inhóspito, indigno de personas humanas, que viven el siglo XXI. Son personas como tú y yo; pueden haber cometido un error grave, pero siguen siendo personas, que tienen dignidad y para nosotros son hijos de Dios.

En el último mes fallecieron 4 internos de este pabellón. Un joven de 20 años boliviano, por una muerte evitable y conculcando el sentido mínimo de los derechos humanos; por no poseer ni él ni la familia 100 Bs., 9 euros, no había escolta para trasladarle a la clínica. Así viven y mueren los pobres en nuestra Bolivia, que gasta 7 millones de $ para hacer un museo, el museo de la Revolución Democrática y Cultural, para exhibir los regalos del Presidente, Evo Morales. Como ves en Bolivia, en el SUR, nos envuelve la tragedia, se mueren porque no tienen 100 Bs., o 9 euros.

Amigo esta tragedia te rompe el alma.

Pero luego nos reunimos, querían oír la voz de alguien que les iba a hablar en el nombre del Señor. Había dos españoles, David de Canarias y Francisco de Barcelona. Posaron su mirada agradecida en mí y nos comunicamos espiritualmente.

Este encuentro fue como un sacramento, un signo de la presencia del Señor, que se completó con las palabras que me dirigieron.

Habló Willam el representante de los internos del pabellón: “Sabemos que usted vive y se desvive por los pobres, como nosotros, faltos de libertad, por cometer un error. Gracias por venir hasta nosotros, a este pozo de la miseria”.

Verificamos las necesidades: el techo, el tejado con goteras, un saneamiento contaminante, el sistema eléctrico un riesgo mortal, el piso requiere una cerámica, los baños y duchas, sin agua caliente, un basural de contaminación…

Pero la solidaridad hace milagros y en breve estará hecho el milagro de un pabellón digno, limpio y funcional. La obra saldrá por unos 15.000 euros. Mostraban el deseo de tener una cancha polifuncional, dentro del recinto, una vez terminada la refacción del pabellón. Asciende a 8.000 euros más.

Los internos son responsables y lo cuidan. Tienen hasta un huerto con hortalizas que les sirve de terapia, recuperación y alimentación.

Se adelantó la Navidad. Volvió a nacer Jesús en Belén, pero esta vez en el pabellón broncopulmonar para los enfermos del Sida, Tuberculosis del centro penitenciario “Palmasola”, en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia).

En los rostros de los internos se refleja la luz de la esperanza. Hombres Nuevos les miraba con ternura, compasión (sufría con ellos) y se solidarizaba.

Esta es la otra NAVIDAD, la del SUR, que se celebra en el reverso de la historia, en donde no hay consumismo, ni derroche y sí mucho amor y esperanza.

jueves, 13 de diciembre de 2012

No se espera con los brazos cruzados

En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: «¿Entonces, qué hacemos?» El contestó: «El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo».

Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: «Maestro, ¿qué hacemos nosotros?» El les contestó: «No exijáis más de lo establecido».

Unos militares le preguntaron: «¿Qué hacemos nosotros?» El les contestó: «No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga».
El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga». Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba la Buena Noticia. Lc 3,10-18
Por Redacción AJ. Estamos a las puertas de la tercera semana de Adviento. El tono de este domingo es de invitación al gozo, a la espera confiada y activa.
De nuevo tenemos al Bautista, que acogió la Palabra de Dios mientras estaba en el desierto –nos vendrá bien recordar el texto de la semana pasada “A este mundo le falta una voz”- y recorrió la comarca del Jordán anunciando que era necesario cambiar, que había que volver a Dios, que el Mesías venía. Era un hombre con las ideas claras. Pero hoy nos vamos a fijar en la gente.
Lucas nos dice que la gente que escucha a Juan es muy variada, hay personas con fondo de armario y quienes carecen de lo necesario, los hay con poder y autoridad… Les une la consciencia de que necesitan ser salvados y anhelan esa salvación. Desean más que nada la llegada del Mesías y está dispuesta a colaborar para que llegue pronto, por eso, cuando ven y oyen a Juan, tan distinto, tan creíble, con un mensaje que aunque era antiguo –el de los profetas- sonaba a muy nuevo, se sentían interpelados y dispuestos a cambiar de vida, de ahí la pregunta de unos y otros ¿qué hacemos? Entienden que el Reino no se puede esperar con los brazos cruzados.
Esta gente que nos retrata del evangelio vivía expectante la llegada del Mesías, la irrupción del Reino, el cumplimiento de la promesa de un mundo ¿Podríamos salir en esa foto? Puede ser el momento de revisar nuestra esperanza, de repasar hacia dónde nos mueve nuestra mirada personal y colectiva… ¿nos invita sólo a vivir el día de hoy?
El verbo “hacer” es la palabra clave del diálogo entre la gente y Juan. Se pone en evidencia la importancia de las obras por encima de los sentimientos y las teorías.
¿Entonces, qué hacemos?, le preguntaban. Posiblemente querían ser como Juan –que vestía de camello, comía saltamontes…-. Y Juan les responde. No se trata de “hacer” cosas diferentes en la vida, no hay que ser distinto a lo que se es, se trata de hacer bien las cosas que cada uno debe hacer. Se honrado en tu profesión. No propone nuevas normas. No los manda retirarse del mundo. No les pide golpes de generosidad. Aprende a compartir y, de esta forma, a amar. Aprende a ser justo, a no exigir más de lo establecido, con estas respuestas y otras palabras anunciaba la Buena Noticia.
Nosotros, cada una, cada uno, llamados a ser Buena Noticia haciéndola posible en nuestro mundo. ¿Qué hacemos? Es también nuestra pregunta a los amigos, a los cercanos, a los excluidos, al mundo que, como Juan el profeta, anuncian y denuncian la urgencia de la llegada de la Liberación para todos.  

lunes, 10 de diciembre de 2012

Después de la Escuela de Pastoral

Por Mónica, militante AJ. Después de haber vivido una preciosa experiencia en la XI Escuela de Pastoral con Jóvenes, me parece elemental compartir algunas de las inquietudes surgidas a raíz de este encuentro. Parece que, precisamente, la palabra “encuentro” a veces se queda corta. En la ponencia del sábado por la mañana Ignacio Dinnbier nos recordaba la importancia de comprender que encontrarse no es simplemente coincidir, mantener el contacto, es algo más: “crear vínculos”. ¿Qué sucede cuando salimos de nuestros grupos, de nuestros movimientos e instituciones para mezclarnos, compartir, aprender de otros y otras? Estoy segura de que algo parecido a lo que vivimos el pasado fin de semana en la Escuela de Pastoral. Nos abrimos a la posibilidad de ver y de escuchar a otras personas cuya experiencia se convierte en  fuente de riqueza y alimento para llevar a cabo  la nuestra. Personalmente, me quedé con varias llamadas que recojo aquí:

1.   ¿En qué ensimismamientos o inercias vivo atrapada?
Probablemente todos y todas somos un poco especialistas en construir discursos, caretas que nos apartan de la realidad por un momento, que nos aíslan, que nos desconectan de lo que sentimos por dentro.  Pero la pregunta es ¿somos conscientes de que nos escondemos tras ellas, de que nos aprisionan y nos hieren? Una de estas, por ejemplo, podría ser la negativa, el no querer: “no estoy preparada”, “no me atrevo”, ¿“por qué yo”? Es triste darse cuenta de que cuando nos pasamos el tiempo reservándonos para algo mejor, grande, heroico… perdemos la capacidad de valorar lo cotidiano. Pero es bonito comprender, también, que lo maravilloso de la vida es que no se reduce a un “ensayo general”, palabras de M.D. Aleixandre, y de que lo grande que deseamos es tanto como lo pequeño que podemos poner en práctica aquí y ahora, estemos donde estemos.

2.   ¿Cuáles son los deseos que laten en el fondo de mí? ¿A qué experiencias no le estoy poniendo nombre?
Aunque aparentemente no nos demos cuenta, Dios está ahí, habitándonos, trabajando nuestro fondo. Dios está, pasa, pero como nos dijo J.L. Pérez Álvarez, si no estamos buscándole con el “corazón enamorado” no nos daremos cuenta. Quizás, cuando notemos que alguna ola se levanta en nuestro “estadio superior”, sería un buen ejercicio anotar aquello que late con fuerza en lo profundo. Esto es, buscar la corriente que la ha generado y ponerle nombre. Solo así conseguiremos hacerla emerger y dejarnos acompañar por esa extraña alegría que brota al acoger  la experiencia verdadera y que, aunque conduce por caminos desconocidos, llena de esperanza los pulmones y de alegría el corazón.  

3.   ¿Desde dónde vivo, actúo, me relaciono? ¿Cómo se nota esto en mis elecciones?
Es precioso descubrir ese “desde dónde”, nuestro fondo, y dejarnos transformar por lo que encontramos en él. Sin embargo, esto requiere un primer paso por nuestra parte: un acto de valentía, de desplazar nuestras verdades y clarividencias para encontrarnos con la duda, la incertidumbre, la limitación. Solo descendiendo esperanzadamente en nuestra propia oscuridad podremos iniciar la aventura de creer sin haber visto, y descubriremos, probablemente a tientas, el Amor. Con todo, intuiremos de pronto que éste no nos pertenece, y el sabernos habitados por él se convertirá en núcleo medular y motor de nuestro ser y de nuestras acciones. Así podremos dar confiada respuesta a la llamada a ser compañeros de camino, casa agradable y abierta, oídos atentos que no enjuician, fuentes de agua… sencillos y cotidianos instrumentos del Amor de Dios.

4.   ¿Dejo que la Palabra toque mi vida? Y, después, ¿camino siguiendo a Jesús con la suficiente pasión?
Todos y todas reconocemos en nuestra vida momentos mágicos de encuentro, en los que se nos ha regalado el “milagro de la comunicación profunda” (M.D. Aleixandre). Es imprevisible cómo y cuándo esto se da, simplemente sucede, incluso puede que no nos demos cuenta: Dios susurra y ruge, acaricia y golpea, atraviesa y ensambla.  Dios nos invita a caminar asombrados, como buscando un tesoro escondido, pero también descalzos y expuestos. Es en esta extraña dicotomía en la que Él nos toca y nos enamora con su Pasión por nosotros, por el mundo. ¿Pero cómo hacer perenne este proceso de enamoramiento, como convertirlo en una primavera perpetua que no se apague con el viento y el frío de tiempos peores? Quizá el reto de algunos de nosotros sea el de abrir las puertas para que el Amor y la Pasión se asienten para siempre, convirtiéndose en raíces capaces de generar abundancia incluso en la escasez. El fuego se apaga si no se aviva, igual que los brotes mueren si no se riegan y no se les permite ver la luz del sol. ¿Sabré dar prioridad a la Palabra? ¿Sabré consentir a la acción de Dios en lo profundo de mi ser? ¿Sabré arriesgarme a creer que soy querida sin merecerlo? De esta inquietud no tengo más que vagas intuiciones y preguntas… así que lo único que se me ocurre es pedir un poquito de luz.

Quisiera terminar con una imagen que con mucho entusiasmo nos transmitió  Álvaro Ginel en el taller de celebraciones y que, suerte la mía, pude “degustar” al día siguiente en la Eucaristía del domingo. “Esta Palabra toca mi vida y al tocar mi vida resulta que me surge ESTO. Comiéndome la palabra de Dios me ha salido esto. Hay que comerse la Palabra de Dios.” Mi recuerdo agradecido a todos y todas las que lo hicieron posible.

jueves, 6 de diciembre de 2012

A este mundo le falta una voz


“En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías:
«Una voz grita en el desierto:
Preparad el camino del Señor,
allanad sus senderos;
elévense los valles,
desciendan los montes y colinas;
que lo torcido se enderece,
lo escabroso se iguale.
Y todos verán la salvación de Dios.»” (Lc 3, 1-6)
Por Redacción AJ. Situado en la historia, mientras este era rey y el otro gobernador… Ahí sucedió. Ahí vino la palabra de Dios, ahí entró en la historia, en la vida de un hombre concreto - Juan, el hijo de Zacarías. Una persona concreta como tú y como yo - entraba dentro del plan de salvación-. Ese plan contaba, sigue contando, con personas concretas.

Esto pasa mientras Juan está en el desierto. El desierto puede ser un lugar y el desierto puede ser un  estado interior; lugar de lo esencial, de la verdad radical donde uno descubre porqué realmente vive, en la desnudez de cosas, en el vacío … ¿y si hoy hiciéramos un espacio de desierto?

¿Dónde estoy? ¿Dónde habito? ¿Qué me importa realmente? ¿Tendría coraje para dejar lo superfluo, lo que me distrae y quedarme sin protección ninguna, a la brava, esperando la Palabra de Dios sobre mí?
 
Allí - en la experiencia de desierto – viene sobre Juan la Palabra y le hace voz, voz que clama que hay que preparar el camino al nuevo mundo posible según el sueño de Dios.  ¿Cómo? Quizás estamos un poco cansados de escuchar y decir palabras que no salvan, pero las palabras torcidas pueden ser enderezadas, hay palabras que pueden allanar senderos, facilitar el camino de los otros, palabras de aliento…

Quizás más de una vez has sentido la necesidad de cambiar tú, quizás has sentido la añoranza de otro mundo donde la igualdad sea la pauta, un mundo de hermanos y hermanas donde al mirar a los ojos a la otra persona la descubrimos en su profundidad, quizás has soñado con ser parte de gente que junta su voz para construirlo.

¿Y si hoy comprendiéramos que a este mundo le falta una voz la mía, la tuya, la que has escuchado, la que has acogido, la que trae la Palabra que viene? Si escucharais su voz, no endurezcáis vuestros corazones… haceos voz como Juan, hazte clamor…

Vino la palabra- la Palabra era la luz que ilumina….

A través de la historia ha habido mucha gente que ha soñado con ello, ha habido personas que han tenido el valor de ponerse a ello. Ellos y ellas han dejado un rastro de luz. Ellos y ellas han empezado por aquí, por atreverse a hacer espacio interior, a mantenerse desnudo y libre ante la Palabra y escucharla, hasta dejarse ser voz, tener el contenido que Dios quiere porque sólo Él salva, solo Él libera, solo Él sabe cómo allanar caminos torcidos por la avaricia de las cosas, por el afán de dominio; y sólo Él sabe llevarnos a la desnudez radical que nos hace personas verdaderamente auténticas y sólo Él, su Palabra, puede llenarnos de ternura, la ternura de Dios para amar con amor fuerte, “con amor de obra y de verdad” a un mundo que marcha sediento de palabras verdaderas, que den vida, de voces que clamen desde el testimonio, que amen la vida y su contexto “hasta la locura” porque “sólo el amor engendra la maravilla”.

lunes, 3 de diciembre de 2012

XI Escuela de Pastoral con Jóvenes

Por María Romero, militante AJ. No se cual podría ser el comienzo más idóneo para estas líneas porque me gustaría relatar mi experiencia como novata del grupo de Acit Joven en Madrid y también en la XI Escuela de Pastoral con Jóvenes “Dios vive en ti”, que ha tenido lugar este fin de semana (días 1y 2 de Diciembre), en el centro universitario La Salle. Espero que os guste.

He entrado en el grupo de Acit Joven hace apenas una semana, y ya me he sentido en los dos momentos que he podido compartir con ellos como una más, como si llevase con ellos un camino recorrido muy largo, desde el primer momento me he sentido muy acogida, y como contaba nuestra compañera Pilar en los testimonios de esta Escuela de Pastoral, “éste es mi sitio”. Por fin, después de andar sin un rumbo fijo haciéndome preguntas, he encontrado en este estilo de vida, algunas de las respuestas que andaba buscando, y aquellas que me faltan, sin duda alguna y con la ayuda de Dios, podré encontrarlas junto a los miembros de este grupo. Por ello quiero dar gracias a Dios por ponerme en este camino y a los miembros de todo Acit Joven, por tan cálida bienvenida.

Esta forma de vida cristiana, imitando el estilo de vida de Pedro Poveda, ya lo conocía, puesto que toda mi formación académica ha sido en el “Instituto Veritas”, pero hasta que Dios no me puso en camino, no he sabido ver lo realmente importante, y es por ello que agradezco mucho a todas las personas que no han perdido la fe, en que yo encontrara el buen camino.

Este fin de semana, he asistido también a la XI Escuela de Pastoral con jóvenes por primera vez, y me he enamorado de esta experiencia, he sentido tantas cosas y tan positivas que solo puedo recomendar la experiencia. Lo que más me ha llamó la atención nada más llegar el sábado, fue la acogida, la alegría con la que todas las personas que ya se conocían se reencontraban y yo para mi propia sorpresa, me sentí igual. En el ambiente se respiraban las ganas y la motivación con la que veníamos todos por aprender cosas nuevas y por reforzar las ya conocidas.

Comenzó la jornada con la ponencia de Ignacio Dinnbier s.j. y la pregunta que ha girado en torno a toda la escuela ¿Cómo suscitar en los jóvenes experiencias de transcendencia que lleven a Dios? Y a pesar de ser una pregunta que muchos de los presentes no sabíamos responder en ese momento, yo me voy de la escuela con la certeza de tener las cosas más claras.

Los talleres que tuvimos por la tarde, también me han resultado muy instructivos, y cada uno de ellos, diferentes maneras de hacer llevar a Dios, a los jóvenes que andan en la búsqueda.

Y una de las partes que más me ha sorprendido de esta Escuela, fue la oración- reflexión que tuvimos, al terminar los talleres, por la forma en la que fueron organizados, con testimonios, textos bíblicos y canciones del grupo Air Karem. Me sorprendieron mucho los testimonios de gente como yo, y me ayudó a reafirmarme como creyente.

El domingo compartimos juntos, una ponencia llamada Sendas de Vida, de la mano de José Luis Pérez Álvarez, quien nos iluminó con la importancia del Evangelio. “La fe nace y vive en un permanente proceso de enamoramiento”. Y para finalizar la jornada compartimos juntos una eucaristía.

Para mí ha sido un gran fin de semana, que espero poder a vivir pronto, junto a todos los nuevos amigos. 

jueves, 29 de noviembre de 2012

Ejercitar el deseo de Dios


“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Habrá signos en el sol, la luna y las estrellas, y en la tierra angustia en las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedaran sin aliento por el miedo, ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo temblarán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero, y se os eche encima de repente aquel día. Porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de lo que está por venir, y manteneos en pie ante el Hijo del hombre.” (Lc 21, 25-28. 34-36)

Por Redacción AJ. El texto del Evangelio de Lucas que la Iglesia propone para este primer domingo de Adviento con el que se inicia el año litúrgico, puede resultar extraño. Extraño e incluso ajeno a nuestros intereses y preocupaciones diarias. Si lo leemos detenidamente en un esfuerzo por comprenderlo mejor, es probable además que nos surjan preguntas como éstas:
¿A qué viene tanta espectacularidad? ¿Por qué estos signos tan extraordinarios?
¿Cómo conectar esta descripción de tonos catastrofistas y amenazadores con la sencillez de la venida de Dios que celebramos en navidad y a la que nos prepara el Adviento?
Detrás de estas palabras puestas por Lucas en boca de Jesús, y que recogen también los Evangelios de Marcos y Mateo, late una pregunta. Una inquietud que acompañará permanentemente al pueblo de Israel, que acompañó a la iglesia de los primeros siglos y que,  en el fondo, acompaña a cada creyente. Es la pregunta por el cumplimiento de la Promesa. ¿Vendrá el Salvador?, ¿realmente vendrá el anunciado por los profetas?, ¿cuándo?, ¿lo reconoceremos? No son preguntas que broten de la curiosidad, la extravagancia o la superficialidad, sino que toca lo medular de la experiencia creyente: ¿Hay algo en lo que creer, algo que aún está por venir, algo por lo que merezca la pena esperar? O lo que es lo mismo: ¿Habrá Alguien capaz de traer la liberación al mundo?
Pregunta que cobra fuerza en los discípulos a medida que Jesús va revelando con su modo de vivir, con sus palabras y sus gestos el Proyecto de Dios, su Padre. A medida que aparecen  signos de acogida por parte de la gente sencilla, los pobres, los enfermos, los pecadores, las mujeres… y signos de rechazo por parte de los sabios y poderosos de su tiempo. A medida que él mismo y los suyos empiezan a intuir que la cosa puede acabar mal y que, como muchos profetas, Jesús puede ser aniquilado. En ese contexto y ante esa situación que provoca miedo, tristeza, inseguridad y angustia a los discípulos, Jesús aborda el tema de la segunda venida y fortalece a sus discípulos en la certeza de que Dios no abandona nunca a su pueblo.
El texto de Lucas que estamos tratando de acercar a nuestras vidas, que aparece inmediatamente antes del relato de la Pasión, se centra -como hemos dicho- en la segunda venida del Señor a la tierra. No es una realidad irrelevante. Afirmamos en el Credo que “ha de venir a juzgar a vivos y muertos”. Pero hemos de reconocer que estamos ante un tema que nos queda lejos. Se nos hace más viva y dinamizadora la venida acontecida en Jesús, el Verbo encarnado. Sin embargo, una y otra venidas nos hablan del Dios que vino y que vendrá. Y nos hablan, sobre todo, del Dios  que VIENE, que no cesa de venir, que ininterrumpidamente viene al mundo y a nuestras vidas. Es el Dios siempre presente. Es ahí, en nuestro PRESENTE, en el de la historia y en el nuestro personal, donde nos toca reconocerlo y descubrir las señales, muchas veces desconcertantes, de su presencia. A esto nos invita el Evangelio de este domingo.
Y esto ¿cómo?, seguimos preguntándonos. Juan Martín Velasco dice que “Es indispensable ejercitar el deseo de Dios porque lo que no se desea no se espera y lo que no se espera no es reconocido cuando aparece” (Orar para vivir, PPC). Avivar el deseo de que venga el Señor, ahí está la clave. Avivar este deseo se hace plegaria en el Adviento: ¡VEN, SEÑOR JESÚS!  ¡MARANA-THA!
Desear que venga el Señor a nuestra tierra y ejercitarnos en ello será a la vez condición para reconocerlo. En el texto del Evangelio con que iniciamos el Adviento, Jesús nos señala tres acciones para ello.
1.     LEVANTARNOS
Nuestro tiempo pide de los que deseamos que el Señor venga: levantarnos, movernos, ponernos en pie, salir de nuestra comodidad, de nuestras seguridades y nuestras certezas para estar cerca de los que están tirados en las cunetas, de los “caídos” del sistema, de los abandonados, los tristes, de los que no ven salida, de los han perdido la esperanza… Estar junto a ellos compasivos y solidarios, como Él, se convierte en señal de su presencia.  

2.     ESTAR DESPIERTOS
Nuestro tiempo pide de los que deseamos que el Señor venga: estar despiertos ante la realidad dura y compleja que nos rodea. “Con la mente y el corazón en el momento presente” como decía San Pedro Poveda. Despiertos y vigilantes durante el día y también durante la noche, atentos hasta percibir lo que tal vez otros no alcancen a ver, siendo libres para mostrarlo y hablar de ello, con humildad y sencillez… Este modo de mirar, como Él, se convierte en señal de su presencia.

3.     MANTENERNOS FIRMES
Nuestro tiempo pide de los que deseamos que venga el Señor permanecer frente a Él, no huyendo de su lado. “Con los ojos fijos en el Señor” mirándolo cara a cara,  seguros de que de ahí nos llegará luz y fuerza para emprender el camino. Este modo de orar, como Él, se convierte en señal de su presencia.
Intentar vivir este adviento desde estas actitudes, acompañarnos a vivirlas, compartir y contrastarnos sobre cómo las estamos viviendo, nos ayudará a ver que se acerca nuestra liberación y a alegrarnos por ello.

lunes, 26 de noviembre de 2012

¿Quién tiene la culpa de que haya perdido el autobús?

Por Pablo Sánchez, militante de AJ. Hay días en los que la vida se presenta ante nosotros de una manera muy reveladora. Hay días en los que no uno no puede menos que preguntarse si Dios no querrá denunciar algo poniéndolo delante de nuestros ojos. Hay días en los que tenemos que quitarnos los auriculares y las gafas de sol, que nos aíslan del mundo, y observar lo que sucede a nuestro alrededor.

Hace un tiempo, estaba esperando el autobús para ir a la estación de autobuses. Había esperado más de media hora a que llegara alguno que no pasara de largo debido al alto número de pasajeros que transportaba y faltaban apenas cuarenta minutos para que saliera el autobús que habría de llevarme a Linares. No podía perderlo, porque eso significaría esperar dos horas en dos estaciones diferentes y aquello era más de lo que mi cuerpo podía soportar a las dos de la tarde de un viernes. Así que cuando paró el primer 33 que podía admitir pasajeros no lo dudé y me colé como pude dentro. Mi maleta y mis pies recibieron pisotones y hubiera caído al suelo a falta de un sitio donde agarrarme de no ser por la masa de cuerpos que me rodeaban y hacían imposible el menor movimiento.

Llegamos a una de las paradas principales del trayecto. El conductor abrió la puerta trasera (contra la cual yo estaba aplastado) para que pudiera salir un pasajero, pero no la delantera, para que no pudieran entrar más personas.  En ese momento, antes de que se cerrara la puerta, dos mujeres bajitas, morenas y de pelo rizado subieron al autobús por esa puerta, pese a estar prohibido. Ambas enarbolaban su bonobús, como diciendo "miren ustedes, no nos estamos colando". Digo como diciendo porque en realidad no oía ni veía gran cosa, aislado como estaba con mis auriculares y mis gafas de sol. Entonces empecé a ver movimiento. Me quité las gafas para ver mejor al conductor, que había salido al pasillo y parecía gritar gesticulando mucho hacia donde las señoras y yo nos encontrábamos. Ahí me quité los auriculares y efectivamente pude comprobar que gritaba.

- ¡Señoras, hagan el favor de bajarse, por ahí no se puede subir!

Las señoras, por su parte, gritaban también, una más que la otra.

- ¡Tenemos el bonobús! ¡Tenemos el bonobús!

- ¡Que me da igual, señora, bájense!

El resto de pasajeros iba poco a poco reparando en la escena que se desarrollaba, levantaban la vista de sus libros, dejaban de conversar entre ellos y, como yo, se quitaban los auriculares.

- ¡Que no nos bajamos! ¡Llevamos más de una hora esperando un autobús y todos pasan de largo! ¡Yo tengo a dos niños en casa y tengo que hacerles la comida!

Ahí pude comprobar el acento de la mujer, y dada su apariencia, supuse que vendrían de algún país del norte de África.

- ¡Eso me da igual señora, no pueden subir y punto! ¡Bájense!

Los pasajeros empezaron a impacientarse. Hacía calor, apenas podíamos movernos y muchos llegábamos tarde a algún compromiso. Varias personas empezaron también a alzar la voz.

- ¡Señora, váyase ya! ¿No ve que no cabe? ¡Bájese de una vez!

 - ¡Se entra por la puerta de delante! ¡Está parando el tráfico!

Los ánimos se caldeaban. Las señoras seguían allí, el autobús seguía parado, con la puerta abierta, y ya empezaban a pitar los coches que teníamos detrás. El conductor gritaba:

- ¡Bueno, pues bájense y les abro por delante, pero por ahí no se puede subir!

Una de las señoras bajó. La otra, la más enérgica, siguió en su sitio.

- ¡Yo no me muevo de aquí, seguro que me bajo y se va!

En ese momento todos los pasajeros prestaban atención a lo que sucedía y la mitad de ellos increpaban a las mujeres. Entonces, un hombre gritó:

- ¡Vete a tu país!

Varios pasajeros mostraron su aprobación. No puedo ni explicarles lo mucho que me dolió aquel comentario. Por estar fuera de lugar, por absurdo, y por ese tufillo a odio que demostraba. La señora exclamó asombrada:

- ¡Pero si yo soy de Melilla!

El conductor seguía berreando por su parte, y el resto de pasajeros pedían a la mujer que subiera  al autobús por la puerta correcta. Tras un momento de vacilación, accedió, y subió por la puerta de delante. El hombre que la había invitado a volver a su país seguía con lo mismo, cuando un señor de mediana edad dijo:
 
- Cállese, eso no tiene nada que ver. Además, ya ha dicho que es de Melilla. Dejemos de decir tonterías y preguntémonos por qué ha pasado esto.

Y me puse a pensar. La empresa concesionaria del servicio de autobuses de Granada está sufriendo como cualquiera este período de crisis. Todos los miércoles de 7:00 a 9:00 hay servicios mínimos. La frecuencia el resto del día ha mermado desde hace unos años. Cada vez hay más personas que cogen el bus para evitar pagar gasolina. La población inmigrante es un sector que sufre más si cabe este tiempo. Puede que estos factores influyeran aquel día, pero creo que no son la causa principal. ¿Por qué estuve todo ese día con un nudo en el estómago? ¿Qué nos hace volvernos algo que no somos en ese tipo de situaciones? ¿Por qué la gente aprobaba al hombre que gritó aquello? ¿Hubiera sucedido la misma escena hace diez años? ¿Dónde hubiera estado Jesús en medio de todo aquello?

Y yo, al final, perdí el autobús.