lunes, 27 de septiembre de 2010

5 razones para ver... "Contracorriente"

Por Raquel Pérez. CONTRACORRIENTE (Javier Fuentes-León, 2009)

1. Este primer largometraje de Javier Fuentes-León (Lima, 1968), ha sido galardonado, entre otros, en el Festival de Cine de San Sebastián, 2009 (Sección Horizontes Latinos) y en el Festival Internacional de Cine de Sundance, 2010 (Premio del Público). Rodada íntegramente en Cabo Blanco (Perú), sus protagonistas proceden de distintos países del ámbito latino: Bolivia (Cristian Mercado), Colombia (Manolo Cardona) y Perú (Tatiana Astengo).

2. Sin ser una película autobiográfica, el director se reconoce en muchos de los dilemas y mucho del crecimiento personal del personaje principal. En el fondo, afirma, hay experiencias personales. En efecto, la experiencia vital del protagonista (Miguel) se presenta desde las emociones que despiertan los afectos. Más allá de su historia de amor con Santiago y su cariño hacia Mariela, se abre la complejidad del rol social que se asume y las consecuencias para el reconocimiento/rechazo grupal.

3. Significativa la honestidad con que se afrontan los sentimientos y la humanidad que se descubre en los personajes. Huyendo de maniqueísmos, la postura adoptada por cada uno de los habitantes del pequeño barrio pesquero de Cabo Blanco es reconocible en cualquier colectivo humano.

4. La película hace un guiño al realismo mágico latinoamericano, en su interés por mostrar lo irreal como algo cotidiano y común: pese a que en la mayor parte de la película el personaje de Santiago es un fantasma, el espectador puede verlo, como lo ve Miguel tras el accidente.

5. Interesante la evolución en los personajes y el grupo y los cambios en sus actitudes y reacciones, pese a la fuerza de los prejuicios. También se agradece la imagen de Iglesia que presenta, como comunidad que comparte, celebra, acoge y perdona.

viernes, 24 de septiembre de 2010

El escándalo de la desigualdad


Dijo Jesús a los fariseos: “Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino, y todos los días celebraba banquetes. Y había también un pobre, llamado Lázaro, tendido en el portal y cubierto de úlceras, que deseaba saciar su hambre con lo que tiraban de la mesa del rico. Hasta los perros venían a lamer sus úlceras. Un día el pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán. También murió el rico y fue sepultado. Y en el abismo, cuando se hallaba entre torturas, levantó los ojos el rico y vio a lo lejos a Abrahán y a Lázaro en su seno. Y gritó: “Padre Abrahán, ten piedad de mí y envía a Lázaro par que moje en agua la yema de su dedo y refresque mi lengua, porque no soporto estas llamas”. Abrahán respondió: “Recuerda, hijo, que ya recibiste tus bienes durante la vida, y Lázaro, en cambio, males. Ahora él está aquí consolado mientras tú estás atormentado. Pero, además, entre vosotros y nosotros se abre un gran abismo, de suerte que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni tampoco puedan venir de ahí a nosotros. Replicó el rico:”Entonces te ruego, padre, que lo envíes a mi casa paterna, para que diga a mis cinco hermanos la verdad y no vengan también ellos a este lugar de tormento”. Pero Abrahán le respondió: “Ya tienen a Moisés y a los profetas,¡que los escuchen!” Él insistió: “No, padre Abrahán; si se les presenta un muerto, se convertirán”. Entonces Abrahán le dijo: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, tampoco harán caso aunque resucite un muerto”. Lc 16, 19-31


Por Redacción AJ. De nuevo el evangelio de Lucas trata del peligro de las riquezas. El pasado domingo Jesús nos advertía que no podíamos servir a Dios y al dinero. Con esta parábola impresionante Jesús no pretendía elaborar un informe social, pero pone el dedo en la llaga: hay un abismo entre el mundo de los ricos y de los pobres; y también pone de manifiesto nuestra insensibilidad: “no harán caso ni aunque resucite un muerto”. ¡Qué fuerte!

El texto nos presenta claramente las condiciones se separan al pobre y al rico: la comida, el vestido y la vivienda. El rico todo lo celebra comiendo, se viste de gala y disfruta de su casa. El mendigo, sin acceso ni a las sobras de la mesa, con las úlceras de la piel al descubierto, viviendo a las puertas de casa ajena. El rico lo tiene todo menos un nombre y así no es nadie –en el texto evangélico no aparece el nombre de “Epulón” que la tradición le ha dado. Sus riquezas no hacen notable su persona. Al pobre le falta todo menos el nombre. Un nombre simbólico que significa “Dios ayuda”. Esa es su identidad. Y, curiosamente, el mismo nombre de una gran amigo de Jesús (Jn 11,1ss).

La situación contrapuesta de los personajes se acentúa con la muerte, pero ahora los papeles se han cambiado. El destino final de uno es “el consuelo” en la compañía de Abrahán y el del otro, “el tormento”. Jesús muestra la auténtica cara de la realidad, aquello que parece vivir y está podrido y aquello que parece malvivir encuentra las puertas abiertas de la vida. Es lo de “dichosos los pobres” y los de “Ay de vosotros, los ricos”.

El diálogo entre los muertos es el marco de una doble enseñanza. “Entre nosotros y vosotros se abre un abismo…”: el tiempo de oportunidades para la conversión se acaba con la muerte. “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto”, que no es otra cosa que prestar atención a la Palabra de Dios que se revela por medios cotidianos y nada extraordinarios.

Lo peligroso no es ser rico o no. Lo peligroso es que la riqueza nos lleve a pensar solamente en nosotros mismos, a desear una vida cómoda y plácida, y no ver las necesidades de quienes nos rodean, aquellos que tienen la predilección de Dios: los oprimidos, los hambrientos, los cautivos, los ciegos, los que se doblan, los peregrinos, los huérfanos, las viudas….

Este evangelio es una llamada de atención personal que nos lleva a reflexionar sobre nuestra responsabilidad ante las desigualdades que desgarran nuestra sociedad. “Escuchar a Moisés y a los profetas”, y nosotros todavía estamos a tiempo, nos urge a reflexionar y a intervenir desde nuestras realidades concretas. Los seguidores de Jesús no podemos ser "convidados de piedra" de la historia.

El pasado 17 de septiembre, Benedicto XVI afirmaba en el parlamento de Londres:

“Donde hay vidas humanas de por medio, el tiempo es siempre limitado: el mundo ha sido testigo de los ingentes recursos que los gobiernos pueden emplear en el rescate de instituciones financieras consideradas ‘demasiado grandes par que fracases’. Pues bien, el desarrollo humano integral de los pueblos del mundo no es menos importante. He aquí una empresa digna de la atención mundial, que es en verdad ‘demasiado grande para que fracase’”.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Ser agentes de cambio

Por Irma S. Carballo, Chicago. Estamos acostumbrados a oír que los y las jóvenes de hoy deben aprender a respetar, deben aprender de sus mayores, deben aprender sin cuestionar, deben aprender para madurar, deben aprender por dónde caminar y hacia dónde dirigir los pasos…

Y generalmente, quienes usan estas expresiones, están convencidos/as de que tienen las respuestas, las indicaciones, los medios, la experiencia, los recursos, la verdad. Es posible que así sea y también es posible que no.

Tras unos cuantos años trabajando con jóvenes y en las distintas realidades en las que vengo desempeñando esta tarea, crece en mí, cada vez con más fuerza, la certeza de que lo primero que deberían de hacer los y las jóvenes de hoy es “desaprender”. Y no sólo ellos/as sino también quienes nos adentramos en la difícil tarea de acompañarles durante un tramo del camino.

“Desaprender” todo aquello que hoy en día conlleva ser joven porque la sociedad así lo ha ido configurando y porque nosotros y nosotras, jóvenes y no tan jóvenes, lo seguimos potenciando y lo seguimos incorporando a quienes viven la difícil tarea de ser hoy joven en esta sociedad.

“Desaprender para aprender”, para construir, para crear, para generar, para innovar, para releer los signos de nuestra sociedad hoy y reconstruir lo que hoy, en cada lugar, en cada contexto, en cada realidad, significa, conlleva y reta el ser joven.

“Aprender” juntos y juntas a “ser”, en las distintas etapas de la vida en que nos encontremos y con las posibilidades, potencialidades, limites y oportunidades que las mismas conllevan.

Haciendo esta reflexión me encontré con esta frase: “El ser agentes de cambio es mucho más poderoso que los recursos, por muy importantes que sean” (Carmen Fernández Aguinaco). El “ser” con toda su fuerza, con todo su potencial, en cada etapa de la vida, es mucho más poderoso que la existencia o inexistencia de recursos económicos, materiales y humanos. Y así lo constato en las distintas realidades en las que he estado los últimos años.

“Aprender con los y las jóvenes a ser agentes de cambio” debería ser hoy uno de los retos a construir en nuestro cotidiano, aprender a reconstruir y reescribir el ser joven hoy, con cada una de las preposiciones: aprender a, aprender con, aprender para, aprender de, desde, hasta, por, según…

Porque hay algo mucho más fuerte, mucho más poderoso que las circunstancias, los contextos, las posibilidades económicas, las situaciones familiares, sociales… y es la fuerza extraordinaria de transformación que brota de quien desea, sea en la edad que sea, “ser” con toda su autenticidad, para “ser con otros/as” y construir juntos/as algo nuevo, diferente, para “ser para otros/as”.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Dinero

"Y yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.»" (Lc 16, 9-13)
Por J. A. Pagola para Eclesalia. La sociedad que conoció Jesús era muy diferente a la nuestra. Sólo las familias poderosas de Jerusalén y los grandes terratenientes de Tiberíades podían acumular monedas de oro y plata. Los campesinos apenas podían hacerse con alguna moneda de bronce o cobre, de escaso valor. Muchos vivían sin dinero, intercambiándose productos en un régimen de pura subsistencia.


En esta sociedad, Jesús habla del dinero con una frecuencia sorprendente. Sin tierras ni trabajo fijo, su vida itinerante de Profeta dedicado a la causa de Dios le permite hablar con total libertad. Por otra parte, su amor a los pobres y su pasión por la justicia de Dios lo urgen a defender siempre a los más excluidos.

Habla del dinero con un lenguaje muy personal. Lo llama espontáneamente «dinero injusto» o «riquezas injustas». Al parecer, no conoce "dinero limpio". La riqueza de aquellos poderosos es injusta porque ha sido amasada de manera injusta y porque la disfrutan sin compartirla con los pobres y hambrientos.

¿Qué pueden hacer quienes poseen estas riquezas injustas? Lucas ha conservado unas palabras curiosas de Jesús. Aunque la frase puede resultar algo oscura por su concisión, su contenido no ha de caer en el olvido. «Yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto para que cuando os falte, os reciban en las moradas eternas».

Jesús viene a decir así a los ricos: "Emplead vuestra riqueza injusta en ayudar a los pobres; ganaos su amistad compartiendo con ellos vuestros bienes. Ellos serán vuestros amigos y, cuando en la hora de la muerte el dinero no os sirva ya de nada, ellos os acogerán en la casa del Padre". Dicho con otras palabras: la mejor forma de "blanquear" el dinero injusto ante Dios es compartirlo con sus hijos más pobres.

Sus palabras no fueron bien acogidas. Lucas nos dice que «estaban oyendo estas cosas unos fariseos, amantes de las riquezas, y se burlaban de él». No entienden el mensaje de Jesús. No les interesa oírle hablar de dinero. A ellos sólo les preocupa conocer y cumplir fielmente la ley. La riqueza la consideran como un signo de que Dios bendice su vida.

Aunque venga reforzada por una larga tradición bíblica, esta visión de la riqueza como signo de bendición no es evangélica. Hay que decirlo en voz alta porque hay personas ricas que de manera casi espontánea piensan que su éxito económico y su prosperidad es el mejor signo de que Dios aprueba su vida.

Un seguidor de Jesús no puede hacer cualquier cosa con el dinero: hay un modo de ganar dinero, de gastarlo y de disfrutarlo que es injusto pues olvida a los más pobres.

martes, 14 de septiembre de 2010

Mi experiencia en Taizé

Por Mercè Tous, militante de Acit Joven. La última semana de agosto participé en la experiencia que se nos ofrecía desde Acit Joven de ir a Taizé. Fue una experiencia única, y estoy agradecida de haberla podido vivir y compartir con el grupo que se animó desde la convocatoria. Me sentí muy acompañada por esa pequeña comunidad de nuestra familia teresiana.


Para mí, Taizé ha significado principalmente una experiencia profunda de oración, de silencio interior y de paz. Creo que si me quedara con la primera sensación que tuve al llegar me podría parecer imposible, porque ¡había multitud de gente! También, si empezara a enumerar todas las actividades, encuentros, tertulias, talleres, idas y venidas por el enorme recinto, podría parecer que fue una experiencia de un ritmo muy frenético y estresante. Pero en cambio puedo constatar que una vez inmersa en la vida y la experiencia que te ofrece la comunidad, vas entrando poco a poco en la espiritualidad tan serena del lugar. Las oraciones, animadas por los preciosos cantos tipo mantra, te marcan el ritmo de la experiencia. Para mí fueron el centro desde el cual vivir todos los otros momentos de encuentros, introducción bíblica, talleres, trabajo, fiesta... Al mismo tiempo, fue un regalo también conocer a tanta gente, poder intercambiar experiencias y visiones distintas del ser creyente y de la búsqueda de Dios, descubrir cuanta riqueza y fuerza había en todas las personas que te ibas encontrando y tener la oportunidad de trabajar de monitora con los niños españoles que estaban viviendo también la experiencia con las familias. Finalmente, creo que Taizé me ayudó a sentir una verdadera comunión con todos los cristianos, a sentirme más Iglesia, porque realmente experimentas que a pesar de la diversidad de búsquedas y caminos, a todos nos unía un mismo deseo de sentir más cerca a Dios.

La vuelta a lo cotidiano y al trabajo ha sido fácil porque siento que la experiencia vivida no se desvanece ni diluye, porque ya forma parte de mí. Aún así es verdad que he notado obviamente un fuerte contraste entre mi realidad y la vida de Taizé, que el ritmo cambia por completo, que la vuelta al trabajo ha sido muy de "sopetón" y vuelves a palpar el estrés, que ya no todo el mundo que te cruzas por la calle te sonríe o es amable contigo... Por eso, a pesar de la alegría y paz interior que me regaló la experiencia de Taizé, no puedo evitar sentir cierta "nostalgia", a la vez que me resuena mucho el mensaje que los hermanos y el espíritu del hermano Roger dejaron tan claro a todos los que participábamos: que lo vivido en Taizé no se puede quedar allí, que tenemos que ser portadores de esa paz y confianza al regresar a lo cotidiano, que no podemos dejar morir esa llama que seguro que se encendió en nuestros corazones.

En relación a este mensaje me ha quedado especialmente grabada la última oración que tuvimos el sábado, con el precioso símbolo de las candelas, rezando todos juntos y recordando la frase que medio en broma nos dijo el hermano que nos hacía la introducción bíblica: "Esta noche se hace la oración con las candelas y todo el mundo se impresiona cuando se encienden todas, aunque el efecto dura poco porque se apagan siempre muy rápido. Pero no os preocupéis por eso, porque quiere decir que la luz ya queda integrada en vosotros".

Por último, simplemente quería compartir unas frases que he leído estos días del hermano Roger y que me han interpelado porque tienen relación con el cómo seguir lo vivido:
"La paz del corazón es una viga maestra de la vida interior, sustento del ascenso hacia la alegría. [...] ¿Acogerás el nuevo día como un hoy de Dios? ¿Sabrás descubrir despertares poéticos en cada estación, tanto en los días llenos de luz como en las heladas noches de invierno? ¿Sabrás alegrar tu sencilla morada con signos que ensanchen el corazón?" (Las fuentes de Taizé)

martes, 7 de septiembre de 2010

In(humanos)

Por Oscar Mateos para Cristianismo y Justicia. Los últimos días de agosto nos han dejado varias noticias espeluznantes. En el norte de México, los cuerpos de 72 personas (54 hombres y 18 mujeres) fueron halladas por el ejército mexicano cerca de la frontera con EEUU. Todos eran migrantes procedentes de Brasil, Honduras, Ecuador y El Salvador que buscaban alcanzar el paso fronterizo para probar fortuna en EEUU. Fueron asesinados por una banda de Los Zetas, al parecer, por negarse a convertirse en sicarios. Este episodio pone de relieve algo que Amnistía Internacional lleva mucho tiempo denunciando: la desprotección total y el abuso, violaciones, palizas, secuestros, detenciones y extorsiones a los que los migrantes latinos se ven sometidos a su paso por México, donde las bandas del narcotráfico han encontrado en los migrantes un objetivo fácil y constante. Según un informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, sólo entre septiembre de 2008 a febrero de 2009, fueron secuestrados 9.758 migrantes, cerca de 1.600 por mes.

Ya en Europa, en Francia, el Gobierno Sarkozy nos ha dejado también una imborrable fotografía del millar de personas de etnia gitana que han sido expulsadas a Rumanía. Temerosa Europa del incremento en los últimos años de la extrema derecha encabezada por Le Pen, ahora resulta que se ha infiltrado en el mismo seno del Ejecutivo francés. El discurso del odio y del miedo que Sarkozy y su círculo más estrecho manejan desde hace tiempo, ha tenido algunas reacciones. Algunos sectores del propio Gobierno y los sectores de izquierda franceses han denunciado la deriva xenófoba emprendida con la decisión, la Comisión Europea está evaluando la posibilidad de emprender acciones y, en Rumanía, líderes gitanos han exhortado a emprender un boicot contra los productos franceses. A principios de agosto, 190 adultos y 49 niños inmigrados fueron también desalojados a la fuerza por la policía francesa de sus apartamentos en un barrio de París, en unas imágenes también imborrables.

Finalmente, en España, recientemente ha sido desarticulada una red de prostitución masculina que explotaba a 80 brasileños, los cuales habían sido engañados con el reclamo de obtener a su llegada un trabajo de modelo o de bailarín. Vivían hacinados en pequeños pisos y eran obligados a ejercer jornadas de trabajo interminables y a consumir estupefacientes y pastillas para mantener el ritmo de encuentros sexuales. Esta es la primera red de prostitución masculina que se ha desarticulado en España. En los últimos años, sin embargo, han sido numerosas las noticias relatando la existencia de redes de prostitución, en este caso, femeninas, que explotan de manera sistemática a mujeres que son engañadas con algún falso reclamo y que son obligadas a prostituirse.

Las tres noticias hablan de la explotación, violación y maltrato de unos seres humanos contra otros, de personas que obtienen beneficios económicos a costa de la humillación de otras, de la anulación absoluta de su dignidad. Las tres historias dejan vidas que no existen, que han sido negadas para que otras vivan por encima de sus posibilidades: unos, enriqueciéndose; otros, dibujando una ideología y un modelo de sociedad en la que muchos no caben; algunos, aprovechándose de una realidad que lejos de ser ajena, les convierte en cómplices, legitimando como usuarios la prostitución, por ejemplo. Es el mundo ‘patas arriba’ del que habla Eduardo Galeano, en el que lo humano y lo inhumano se mezclan con demasiada facilidad.

viernes, 3 de septiembre de 2010

¿Optar o renunciar?

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
- «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, sí echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar." ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.» Lc 14, 25-33

Por Redacción AJ. La lectura de este evangelio a veces turba el corazón. ¿Cómo voy a dejar a mis padres, mis hermanos, mi pareja, mis hijos? ¿Qué clase de Dios hace elegir entre Él o nuestros seres queridos? Honestamente, no creo que fuera esa la intención del evangelista Lucas al recoger estas palabras.

Dios es Amor y ama a través de nosotros. Ama a nuestros hermanos y padres, hijos y pareja a través de nuestro amor. Este amor tiene sentido pleno vivido desde su Amor, por su Amor, para ese Amor que nos ha sido concedido, que disfrutamos no solo como agentes pasivos, siendo amados, sino como agentes activos, amando, por pura gracia de Dios. Esta gracia merece ser reconocida y agradecida. Y merece que en virtud de este regalo seamos conscientes de lo que supone vivir desde esta clave que inevitablemente está llamada a no dejarnos igual. Este texto me habla de toma de consciencia, de determinada determinación, que nos posicione activamente en el camino del seguimiento, por opción, por elección, por querer dar gratis lo que hemos recibido gratis.

Comienza un nuevo curso y tenemos ante nosotros la oportunidad de retomar el trabajo, los estudios, la familia, las relaciones, el grupo al que pertenecemos, etc. desde la opción por el seguimiento de Jesús. Si es así, creo que sería bueno que nos paráramos a considerar lo que eso supone y lo que va a requerir de nosotros, porque apostamos por ello, porque entra dentro de las consecuencias derivadas de querer vivir el evangelio con un estilo (¿el de Pedro Poveda?), como los primeros cristianos... Si sientes que te lleva la inercia, párate a pensar en todo lo importante que tienes en tu vida y agradécelo desde Dios, desde tu opción de seguimiento de Jesús. Apuesta por ello y pon los medios que tengas en tu mano para que esta aventura salga adelante.

Os dejo un texto (traducido por mí) de Marilyn Meberg (espero no estropearlo):
"Me encanta el hecho de que Dios es un Dios que promueve las relaciones, no solo con Él, sino entre unos y otros. Estoy absolutamente convencida de que Dios nos ama, nos anima, nos nutre y nos sostiene a través de otros seres humanos."
¡Buen comienzo de curso!