lunes, 28 de noviembre de 2011

¡Bendita locura!


Por Irene Gregorio. Ha pasado ya tiempo desde que finalizó oficialmente la JMJ, y aún me sonrío al recordar aquellos maravillosos días. No es difícil sentir que el Espíritu sigue presente, vivo entre nosotros, en el mundo, como una llama que no se apaga y que sigue prendiendo mechas allá por donde pasa.
Durante esos días vivimos en Madrid algo muy especial. Jóvenes cristianos del mundo entero se reunieron para celebrar, profesar, afianzar y renovar su fe. También hubo quien la reencontró o la descubrió.

Cada persona, un caso; cada persona, un mundo; pero todos con un único centro: Dios.

Algo tenía el ambiente. Algo tenían todas aquellas sonrisas impresas en los rostros de quien te encontrabas por la calle. Algo tenía el sinfín de actividades que había por Madrid, todas ellas con fondo cristiano. Algo tenía el ir en metro y comenzar a hablar con alguien totalmente desconocido y con quien sin embargo sentías que tenías algo en común. Algo tenía aquella universalidad de las alabanzas que se dirigían a Dios en cualquier rincón y a los que se unía gente de todo el mundo. Algo tenía el gran número de peregrinos que circulaban por todo Madrid. Algo tenía esa alegría incontenida, esos bailes, esas canciones.

Algo tenía... algo tenía y ya lo encontré. Era el Espíritu. Ese Espíritu que nos impulsó, nos animó y nos acompañó en estas Jornadas. El mismo que, al finalizar la JMJ, se metió en nuestras maletas y bolsos; se metió en nuestros corazones y nos acompañó hasta nuestros lugares de origen: a nuestros trabajos, colegios y grupos de amigos, para desde allí repartirse por el mundo entero.

Esos días no se olvidan. Son imposibles de olvidar. Demasiado intensos para que pasen de largo. El Espíritu y el mensaje vive en nuestros corazones, y las amistades que hicimos, afianzadas en Cristo, nos recuerdan que no estamos solos y que, firmes en la fe, arraigados y edificados en Cristo, en su amor, es posible cambiar el mundo. Sabemos que esto es sólo la punta del iceberg.
Hay algunos que nos llaman locos. ¡Bendita locura!

viernes, 25 de noviembre de 2011

Una llegada inesperada pero segura


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.

Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!”. Mc 13, 33-37
 Por Redacción AJLa Iglesia, con el Adviento que comenzamos este domingo, nos invita a que, de nuevo, comencemos un itinerario que nos lleva a vivir la plenitud de la presencia de Dios en medio de nosotros. La puerta: redescubrir la necesidad que tenemos de que Dios, ciertamente, esté entre nosotros.
Estamos en los versículos finales del sermón escatológico que abarca todo el capítulo 13 de Marcos, donde Jesús expone su enseñanza sobre la escatología –los acontecimientos últimos-. Se trata de una parábola. Un hombre se ausenta de su casa y distribuye las diversas responsabilidades entre los suyos. El hombre se va de viaje, pero estamos es un clima de regreso. La llegada será inesperada, pero es segura. Se conjugan la espera y el movimiento. Adaptándose a su entorno, el evangelista cita todas las vigilias romanas –atardecer, medianoche, canto del gallo, amanecer- para indicarnos que la vigilancia a la que se nos invita no es de momentos puntuales, sino una actitud permanente, más bien un estilo de vida. Una llamada a la fidelidad, el coraje y la vigilancia. La paciencia tendrá que ser compañera ineludible.
Velar es estar despierto cuando los demás duermen. Pero también velar equivale a trabajar el propio interior, a purificar el corazón, a limpiar las intenciones, a reorientar los sentimientos. Velamos para acoger el misterio de Dios entre nosotros, para que Dios tome posesión de nuestras vidas, de nuestros grupos y comunidades…Velamos porque confiamos, velamos porque esperamos, porque tenemos el convencimiento de que el Señor ha venido –el hecho histórico ocurrió hace más de dos mil años-, viene –está con nosotros, en su Palabra, en los sacramentos, en el amor de los unos por los otros, en la eucaristía…- y vendrá.
Marcos nos pone en guardia; la acción salvadora e iluminadora de Dios podría pillarnos desprevenidos, por eso la fuerza de los verbos: mirad, vigilad, velad. No se trata de autoprotegernos, sino de tener nuestra casa preparada y dispuesta para ser habitada.
Este adviento que estrenamos es oportunidad para prepararnos a la venida del Salvador, que ya ha venido, que vendrá y que viene constantemente a nuestra vida. San Pedro Poveda, en 1912 y referido a la fisonomía de la Academias Teresianas, se preguntaba cómo poner a Dios en el corazón, y respondía: "Lo primero desocupar el sitio si está ocupado; después ir por Él para traerlo, y colocado en el corazón, conducirse de manera tal que no marche jamás de nosotros".  Despojarnos de lo innecesario, “hacer limpieza”, cuidar los detalles… pueden ser pistas para acoger al que, con certeza, llega aunque no sepamos cuándo. 

lunes, 21 de noviembre de 2011

Vendrán


Por Ximo Bosch.

Primero vinieron a por los comunistas,
Y yo no hablé porque no era comunista.
Después vinieron a por los judíos,
Y yo no hablé porque no era judío.
Después vinieron a por los católicos,
Y yo no hablé porque era protestante.
Después vinieron a por mí,
Y para entonces, ya no quedaba nadie que hablara por mí


Vaya lío. Confieso que cuando me comprometí a escribir una reflexión sobre los recortes presupuestarios en educación, ni de lejos creí que me iba a ver envuelto en la espiral de amenazas que sufre el llamado estado del bienestar. De hecho cuando pensé en estas letras ni siquiera conocía la fecha de la nueva convocatoria electoral y eso ha modificado sustancialmente mi pensamiento.

Y es que no puedo evitarlo. Se me ve el plumero. Soy de esos, sí, sí. Soy de los que tienen miedo. Soy de los que se paran a pensar en el panorama educativo y me pongo a temblar con la que se nos viene encima. O más exactamente con la que le viene encima a los que no pueden ni pensar en lo que se les viene encima.

Para empezar me da cierta rabia que cada vez que se hable de educación, el discurso tenga una connotación negativa, cuando la realidad de los centros educativos es mucho más rica, más gratificante  y más prometedora de lo que aparece por la pantalla ahora plana de la bien llamada caja tonta. Es así sobre todo porque un buen grupo de los alumnos españoles son magníficos, comprometidos, inteligentes y poseen los recursos necesarios para aprovechar las enseñanzas de sus dedicados y bien formados maestros y profesores. A estos les dedico estas primeras líneas y mi más cordial enhorabuena. A estos nadie les va a recortar nada... O muy poco.

Porque el “recortador” no tiene un pelo de tonto. Los recortes se están dando desde abajo. No haré una exposición detallada de las prácticas brutales que en materia de educación están abriendo las puertas a los parques a todos esos alumnos al tiempo que se les cierran las puertas de la escuela; pero si que destacaré las líneas básicas de estas políticas.

·         Dificultar el acceso. Cualquiera que intente acceder a uno de los recursos que atiende al alumnado con dificultad de adaptación al sistema escolar, se enfrenta a una administración laberíntica. Esto es particularmente cierto cuando se habla de recursos que tienen que ver con la recogida de adolescentes del fracaso escolar. Como estos recursos no son estables, sino que dependen de concesiones de la administración, basta con dificultar el acceso al alumnado para “de repente” un alumno que estaba en el sistema educativo, deje de estarlo. Esto se puede hacer de muchas maneras. Principalmente ocultando la información a quien no tiene las herramientas para desenvolverse frente al sistema educativo. Si alguien quiere practicar al respecto, puede intentar llamar al servicio de información de cualquier C Consejería de Educación, donde le remitirán a una página web, que le remitirá a un servicio, que le llevará a un inspector, que le concertará una entrevista en un centro donde no quieren recibirle.
·         Invisibilidad. Una vez el alumno o su familia se ha cansado de recorrer pasillos, es necesario que no figure en ninguna estadística ni en ningún listado. Si se trata de alumnos mayores de 16 años ya está hecho. Sea el alumno que sea, esté como esté, es mayor de 16 y ya está cumplido el servicio al que la administración estaba obligada. Punto final. Le mandaran a apuntarse al paro. Si es menor de 16, al no existir estabilidad en los recursos, la administración educativa le remitirá al boletín de notas y al número de repeticiones de curso.
·         En cualquier caso, rigor. La legislación educativa es, sobre todo, ambigua. Esto ha permitido en otros tiempos que se pueda acceder a los recursos en función del criterio del centro. Ahora no es así. La administración educativa está aplicando la legislación en su versión más restrictiva, que es la que les parece, porque la ambigüedad se lo permite. Naturalmente este rigor no se aplica para exigir mayor dedicación al centro educativo, sino para excluir al alumnado de los recursos que le correspondían en otros tiempos. Programas de compensatoria, profesores de apoyo y similares se están viendo sometidos a una vigilancia desconocida. No ocurre así con otros recursos educativos para el bachiller por ejemplo, y por supuesto no vigila de la misma manera la gestión de los centros, sea cual sea su titularidad.

Esta tríada dificulta el acceso, la invisibilidad y rigor están repercutiendo en aquellos alumnos y familias que no tienen acceso a comunicarse con la administración o que no tienen en su centro educativo quien interceda por ellos.
Porque a los recortes de la administración educativa hemos de añadir los que ponemos nosotros. Porque lo más inquietante es que frente a este fenómeno que deja en la calle a los más débiles no se ha generado una reacción de solidaridad sino más bien un encogimiento de hombros generalizado. Hay múltiples manifestaciones de esta indiferencia, pero entre ellas me producen especial desasosiego estas:

  • Reflexionar sobre, en vez de actuar con. ¿Cuántas horas destinamos en nuestros centros a campañas de distinto tipo que tienen por objeto los otros más débiles? ¿Cuánto tiempo empleamos en intentar inculcar en nuestros alumnos la idea de que el mundo es un lugar injusto y que hay que mejorar? Y frente a eso ¿cuánto nos estamos empleando en integrar a aquellos alumnos que están en riesgo de exclusión social? No es una cuestión de recursos, es una elección de centro, de institución. Estamos en una encrucijada. Y mirar la realidad desde un punto elevado no nos llevará a cambiarla. “Por sus hechos los conoceréis”, ¿no?
  • Sensibilidad por el necesitado. Dejarse afectar. Una corriente de pensamiento me inquieta especialmente. Es la que dice que uno tiene que ganarse aquello que es un beneficio para el o ella. No se trata de generar un proteccionismo absurdo, sino de mirar con compasión a quien menos parece merecerlo. El endurecimiento de los juicios frente al alumno problemático está alimentando una política de exclusión, que en no pocos casos incluso se plasma en una dolorosa sentencia “no es alumno para este centro”.

Así que entre los recortes de fuera y los de dentro, ando que no me llega la camisa al cuerpo. Porque vendrán. Vendrán primero a por los alumnos conductuales, y yo no diré nada porque mi hijo se porta bien. Vendrán después a por los menos inteligentes, y yo no diré nada porque mi hijo es listo. Luego vendrán a por los alumnos de otros lugares, y yo no diré  nada porque mi hijo es de aquí. Vendrán (o vendremos) a por los que no encajan en el ideario del centro, y yo no diré nada porque me creo el ideario de mi centro.

¿Y después? Después lo miraremos con distancia, apenados mientras decimos tristemente que no pudimos hacer nada.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, me lo hicisteis a mí

"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes  hermanos, conmigo lo hicisteis."
Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistirnos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»" (Mt 25, 31-46)
Por Redacción AJ. Una pregunta resuena en nuestros oídos al leer el evangelio de este domingo: ¿Cómo andamos de fraternidad? ¿Cómo nos dejamos afectar por el dolor y el sufrimiento de la gente? ¿En qué gestos y acciones concretas se trasluce nuestro cuidado por quienes sufren, por los que están en la cárcel o enfermos…? Pero queda igualmente un reto y un estímulo a posicionarse del lado de Jesús, es decir, del lado de la misericordia y del amor.
El contexto en el que Mateo sitúa estas preguntas en su evangelio es al final de la quinta sección, en una escena donde se describe al Hijo del hombre que viene a juzgar a todas las naciones en el tiempo final. Como un pastor que lleva ovejas y cabras en un mismo rebaño (se trata de una práctica siropalestina), el Hijo del hombre separará a unas de otras, de la misma manera que en otros momentos nos ha hablado de separar el trigo y la cizaña (Mt 3,12) o los distintos peces en la red (Mt 13,24-30), o como en el capítulo anterior describía la separación de los dos hombres que están trabajando en el campo, o las dos mujeres que están moliendo trigo, etc. (Mt 13,47-50). Al separar a las ovejas de las cabras, el evangelio nos dice en qué lado quedarán unas y otras. La derecha es siempre un puesto de honor y de bendición; el mejor camino que se puede elegir, mientras que el lado de la izquierda es por el contrario desfavorable.
Este evangelio nos pone delante aquellas situaciones de necesidad, sufrimiento, extranjería, cárcel, que padecen muchas personas ayer y hoy. En ellas el rostro de Dios se hace concreto y palpable. De ahí que responder con solicitud, cercanía y misericordia es acoger y amar a Dios mismo y contribuir con nuestros pequeños gestos para que la historia se vaya transformando en “Mesa compartida y en Casa común”.
Las acciones que va describiendo el evangelista suponen haber optado por un estilo de vida que está marcado por la acogida radical, por el amor más allá de las propias fronteras. Suponen que una persona se ha decidido a encontrarse y “ser encontrado” por los ojos del “otro”, y que opta por dejar que la mirada de los que sufren, los extraños y diferentes toque su historia de vida y que su rostro irrumpa en sus espacios y tiempos; más aún, que elige no quedarse anclada en su bienestar material que para nada es universal.
Para quienes quieren seguir a Jesús, este es el camino: gratuidad en el amor, cuidado y proximidad con las situaciones de dolor y sufrimiento, de exclusión e injusticia, compromiso real y concreto que se traduce en gestos y acciones concretas. Los cuerpos inoportunos ante quienes se vuelve el rostro reabren, no solo la pregunta por nuestra común pertenencia a la casa común (oikeiosis), y la inauguración de un orden social y cívico regido por la hermandad universal, sino también invitan a revisar nuestro discipulado y a convertirnos.
Son muchas las heridas de la humanidad en la actualidad, muchos los hombres y mujeres que en nuestro entorno padecen las consecuencias de una crisis que deja grandes cuestionamientos éticos.


El evangelio de este domingo es una invitación a resituar nuestra escala de valores, las prioridades que determinan la distribución de nuestros tiempos y espacios, la generosidad de nuestro compartir; es un desafío a nuestra indiferencia y nuestra ausencia de solicitud, acogida y proximidad; es una provocación a compartir con generosidad y sin pedir nada a cambio, una invitación a fortalecer los lazos de reciprocidad y solidaridad, a tejer una nueva ciudadanía que hunda sus raíces en la experiencia de la acogida gratuita, y que se fortalezca en la sabiduría que se desvela cuando se consiente en ser visitado y se movilizan todas las energías para recibir, reconocer y acoger. Y es en estas experiencias de encuentro comprometido y solidario con los hombres y las mujeres hermanos que sufren donde acontece la experiencia de encuentro con el Dios de Jesucristo.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Bienaventuradas elecciones

Por Samuel Medina. Queda menos de una semana para que se celebren elecciones generales. Llega el momento en el que nos piden que nos decidamos: ¿Qué haremos con nuestro voto? ¿Votamos a la izquierda o votamos a la derecha? Hasta hace bien poco, parecía que había poca alternativa. Por suerte, los acontecimientos surgidos recientemente en nuestro país parecen haber despertado una nueva alternativa que no obedece a una u otra doctrina. De cara a las presentes elecciones, parece instaurarse (en el momento en que escribo) con fuerza la iniciativa #aritmEtica20N, que tiene como primordial objetivo debilitar el oligopolio del que PP y PSOE gozan.

En todo caso, votamos a aquellos que creemos más acordes a nuestra ideología… Pero, ¿qué es lo que marca mi ideología? ¿Las actuaciones que los nuevos gobernantes tendrán ante la crisis? ¿La puesta en marcha de unas u otras políticas sociales? ¿Aquellos que sean más respetuosos con el medio ambiente? ¿Los que lleven a cabo una política exterior más fuerte? No es fácil encontrar un partido con cuyo programa nos identifiquemos al 100%. Para colmo, la mediocridad que predomina en la clase política europea parece hacerse más patente que nunca en los últimos meses… España es sólo el ejemplo más cercano que tenemos, pero nuestros vecinos (franceses, italianos, griegos, alemanes, portugueses, etc) no parecen encontrarse en una posición mucho más ventajosa.

No obstante, creo que la cuota de responsabilidad que los políticos van teniendo en la actual situación de crisis es menor de lo que era antes. La influencia casi omnipotente que antes tenían ha ido pasando paulatinamente a los mercados, esos “entes sin rostro” a los que se les culpa pero a los que no se les puede parar. El poder financiero ha sido el que ha pasado a dictar (literalmente) lo que el poder político tiene que hacer.

A pesar de que en muchos aspectos derecha e izquierda se encuentren en polos opuestos, ambos parecen converger bastante cuando se habla de política económica, a pesar de que, de cara a la galería, traten de diferenciarse. Por tanto, las históricas ideologías de derechas  o de izquierdas pasan a un segundo plano muy alejado en el momento actual. Ya no se trata de optar por una u otra opción, sino por tomar una determinada a favor o en contra de las políticas económicas neoliberales, puesto que éstas serán las que marquen el resto de decisiones que atañen en nuestro país (véase la política de recortes que se está imponiendo en Grecia, o la disminución del sueldo de los funcionarios y congelación de pensiones a la que España se vio obligada). Es entendible la desesperanza que inunda la sociedad, cimentada en la mediocre clase política, y sostenida sobre la volatilidad económica.

¿Qué podemos hacer nosotros? ¿Cómo contagiar algo de esperanza a nuestro alrededor y transmitir que pese a todo, otro mundo es posible? Los cristianos tenemos por suerte un programa con acciones concretas donde aferrarnos, con medidas concretas a aplicar para cambiar el mundo, para bajar el paraíso a la Tierra. En una época que puede ser más parecida a la actual de lo que pensamos (Palestina se hallaba sumidos en una gravísima crisis económica propiciada por la decadente ocupación romana y el pueblo se encontraba con un vacío de valores y referentes a los que seguir), Jesús revolucionó la sociedad con un discurso sencillo en apariencia y extremadamente profundo y renovador de fondo: Las Bienaventuranzas.

Es difícil reparar en el impacto que estas “Ocho locuras de Cristo”, como las define Martín Descalzo en su libro “Vida y Misterio de Jesús de Nazaret” provocaron en su época. Rompieron con todos los moldes que habían hasta la fecha, fueron extraordinariamente revolucionarias, tanto en el plano moral como en el legal, en una época donde las leyes teocráticas habían de cumplirse so pena de duros castigos. Hoy constituyen la base de la sociedad democristiana, principios aceptados tanto por creyentes como no creyentes. Sin embargo, nunca nadie había hablado antes de enaltecer la pobreza como valor supremo, de ser manso y humilde ante la violencia, de ser pacífico, limpio de corazón o perseguido por causas justas como la clave para alcanzar la felicidad… El fin último que todos los seres humanos perseguimos.

Hoy, veinte siglos después,  son  fórmulas que hemos oído tantas veces, que se han vuelto insípidas, sosas… Las damos por sabidas y las mentamos como un pasaje más… Hemos apagado el fuego que Jesús nos encargó que propagáramos. Tendríamos, por ello, que volver a descender a su fondo para entenderlas, detenernos para descubrir que, en todo caso, “son palabras en las que se juega nuestro destino; palabras a vida o muerte”, palabras que pueden hacer cambiar el mundo, ni más ni menos. Abarcan todos los aspectos de la vida, del buen ciudadano, del buen cristiano... La solución total de todos los males.

Tenemos un programa. Tenemos la fórmula, y tenemos el referente. La aplicación de las mismas en la sociedad provocaría un efecto transformador e imparable, que cambiaría el mundo tal y como lo conocemos de pies a cabeza. Los resultados transformarían la vida de todos. Es la ideología que nos define, la que seguimos y la única que puede conducirnos hacia la verdadera felicidad, la que nunca se acaba… Sabemos que es un programa difícil de cumplir. Probablemente los políticos seguirán siendo igual de mediocres y la crisis igual de devastadora… Pero también es probable que hayamos hecho mucho más por la historia de la humanidad de lo que pensamos… 

sábado, 12 de noviembre de 2011

Dones que generan vida

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que habla recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Se acercó luego el que habla recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo." El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes."» (Mt 25, 14-30)
Por Redacción AJ. En el comentario de la semana pasada destacábamos la necesidad del mantenimiento de la fe y comentábamos que junto a este texto de los talentos formaba parte del preámbulo a la subida a Jerusalén.

Despué de preguntarnos cómo estar vigilantes para que la llama de nuestra fe no se apague, cómo mantener la fe viva, hoy nos encontramos con las preguntas: ¿qué hacer con los dones recibidos?, ¿qué hacer con nuestra fe? Hace mucho escuché a Pedro Belderrain, un buen amigo de Acit Joven, decir que la fe es como el chocolate: si lo metes en el bolsillo para no tener que compartirlo con los hermanos y poder comértelo en otro momento en que estés solo, se derrite y ni tú ni tus hermanos lo podéis disfrutar. 

La fe conlleva "ponerla en juego", compartirla con los que nos rodean, poner nuestros dones a disposición de quienes se relacionan con nosotros: ser co-creadores de la vida y de la historia, generar vida a nuestro alrededor. El premio es pasar a disfrutar del banquete, con todo lo que ello implica (véase Una invitación a la vida en el blog de AJ). 

¿Cuáles son tus dones, esos que sólo tú puedes aportar y que son mediación para el soplo del Espíritu en tu realidad concreta? Simplemente nómbralos... no juzgues, déjate fluir... No dejes que las imágenes que puedas tener de ti o que creas que otros tienen interfieran en lo que aflore a tu mente.

Dale las gracias a Jesús o a Dios Padre y Madre por tus dones, por lo que tú aportas de especial a la vida.

Date unos minutos para relajarte, repasa la semana que has vivido, las situaciones gozosas y dolorosas, fáciles y difíciles... Deja que tu mente recorra los días y que tu cuerpo tome conciencia de lo vivido.

¿Cómo han salido a la luz tus dones en esas circunstancias? 

¿Qué has aportado que sólo tú pudieras aportar en esas situaciones? ¿Qué te movió a hacerlo?

¿Qué has dejado de aportar, favoreciendo que la situación no fuera tan rica como podría haber sido? ¿Qué te frenó?

Pídele a Jesús o a Dios Padre y Madre, que te dé la gracia que necesitas para poner tus dones al servicio de los ambientes en los que te mueves, de las personas con las que te relacionas.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Mujeres e Iglesia: crítica y liberación

Por Sonia Herrera. Aunque las mujeres son mayoría dentro de la Iglesia católica, la estructura patriarcal de la misma las ha silenciado durante siglos y las ha sometido a un techo de cristal férreo basado, según la jerarquía eclesial, en la “divina providencia” dando lugar a lo que Sonia Villegas denomina “el sexo olvidado” de la Iglesia.
Quizás actualmente la cara más visible y mediática de la teología feminista dentro del catolicismo es Teresa Forcades, monja benedictina del monasterio de Sant Benet de Montserrat y doctora en Teología y en Salud Pública por la Universidad de Barcelona cuyas opiniones sobre la interrupción voluntaria del embarazo y sobre la sexualidad siguen causando la controversia de los conservadores y el rechazo del Vaticano.
Forcades empezó a adquirir notoriedad en el año 2009 cuando fue entrevistadas por varios medios de comunicación en los que manifestó que “la decisión de abortar es indisociable de la autodeterminación de la madre” y que “la sexualidad es fundamental no sólo para reproducirse sino también para correlacionarse y también para aprender el deseo de Dios”.
Pero no solo ella defiende una nueva teología alejada del androcentrismo y el machismo. En todo el mundo, varios movimientos de mujeres aglutinados bajo el nombre de Católicas por el Derecho a Decidir trabajan y luchan por otra Iglesia, más en consonancia con los deseos de Jesús y menos ligada a los intereses de la cúpula eclesiástica; una Iglesia que respete la diversidad, que no juzgue ni castigue, sino que acompañe y camine al mismo ritmo que la sociedad, teniendo en cuenta y respetando los derechos de las mujeres y las decisiones de éstas sobre su propio cuerpo.
Ya el siglo XVII, Sor Juana Inés de la Cruz se posicionó a través de sus versos y su prosa contra la Trinidad ortodoxa masculina y contra el machismo propio de la época:
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.

Más tarde, en el siglo XIX, Concepción Arenal, desde el catolicismo social, impulsó el feminismo y los derechos de la mujer en España y nos dejó para siempre una frase que hoy por hoy sigue siendo sistemáticamente incumplida total o parcialmente: “La sociedad no puede en justicia prohibir el ejercicio honrado de sus facultades a la mitad del género humano”.

Incluso Jesús se mostró siempre próximo a las mujeres y a sus necesidades durante toda su vida pública, rompiendo con muchos arquetipos y tabúes de su época. Así lo expresa la antropóloga mexicana María Consuelo Mejía Piñeiros, directora de Católicas por el Derecho a Decidir desde el año 1994: “[Jesús] se acercó a la hemorroísa, la mujer que sufría de flujos de sangre desde hacía doce años y la curó. En aquel entonces la menstruación era un signo total de impureza. (…) Se acercó también a las prostitutas. (…) Feminismo y catolicismo obviamente son una mezcla explosiva porque desde el feminismo estamos cuestionando muchas cosas que se están planteando como si fueran las únicas posibles en la Iglesia Católica, cuando no se trata de doctrina”.
Excluidas durante cientos de años de las disposiciones de la Iglesia, siempre ha habido mujeres que desde el interior de la misma han luchado por el cambio social y han dado pasos importantes para la consecución de la igualdad entre mujeres y hombres también en lo concerniente a la fe y a la religiosidad. Por ello (y por ellas) considero necesario, o más bien, imprescindible, que la Iglesia cambie sus dogmas sobre la mujer y sobre los derechos sexuales y reproductivos de las mismas y dé voz y voto a las que siempre fueron excomulgadas, acusadas de herejía o brujería o simplemente rechazadas por reclamar lo que históricamente les corresponde.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Alimentar la fe

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz:  "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!" Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas. Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, Señor, ábrenos." Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco." Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.» (Mt 25, 1-13)
Por Redacción AJ. El evangelista Mateo recoge una serie de parábolas de Jesús en un momento de confrontación abierta con el estamento religioso judío. Si vamos al nuevo testamento y leemos de seguido, veremos que tenemos en este capítulo 25 la parábola de hoy, las jóvenes que esperan la llegada del novio, la parábola de los talentos y qué hacer con los dones recibidos, y el juicio final, con ese "lo que hicisteis a uno de estos me lo hicisteis a mí". Todo ello previo a la cena de Pascua y la Pasión de Jesús en el capítulo 26. La intención del evangelista no la vamos a desgranar hoy, pero parece claro que el capítulo 25 es un preámbulo intencionado para el capítulo 26.

¿Qué destacar del texto de hoy? La actitud de espera activa, de estar atento "como espera el centinela la aurora", es propia del discipulado de Jesús. No se trata el seguimiento de Jesús de "cumplir" preceptos y ritos (que están ahí como ayuda), sino de estar atentos, de esperar activamente, de mantenerse en vela, de alimentar la fe, porque no sabemos cuándo llegará ni cuándo llamará a nuestra puerta. La fe no se basa en estar sentados indiferentes, como quien lo tiene todo claro y no tiene más que sentarse a vivir su vida. La fe se basa en la búsqueda, en la sed de más, en el deseo de mantener el deseo activo... Las jóvenes oyen el anuncio y se levantan prestas, como lo hicieron los de Emaús al reconocer a Jesús. Cogen sus lámparas de aceite, para que les alumbre el camino, para que les acompañe en la espera, para que el propio novio pueda verlas al aproximarse. También nosotros llevamos nuestras lámparas, nuestra fe, pero... ¿la alimentamos? ¿Cuidamos de alimentar nuestra fe?, ¿cuidas tu fe? 
El icono de Acit Joven representa la lámpara de los primeros cristianos. Es una lámpara como la de estas jóvenes, necesitada de aceite que la mantenga encendida. Muchos las llevamos en las chapas que hemos hecho, nos alegramos cuando lo vemos, lo echamos en falta si no está y hoy me pregunto... Cuando decimos "soy de Acit Joven" y nos identificamos con esa lámpara de aceite y todo lo que representa... ¿Estamos también alimentando esa lámpara?, ¿estamos también cuidándonos de alimentar la fe? ¿Cómo "mantenemos alimentado" nuestro ser de Acit Joven? En definitiva, ¿llevamos la lámpara y el aceite, atentos a la llegada del Señor, dispuestos a mantenernos a la espera?