Por Alberto Sarabia. Hay
que empezar haciendo. Eso nos dijo Pedro Poveda con su modelo y ejemplo de
vida. Él comenzó su camino en Guadix, a principios del siglo pasado, ayudando a
las gentes que vivían desfavorecidas en las cuevas. Así que como joven AJ que
soy y con el recorrido en el movimiento que llevo a la espalda, decidí que era
el momento de empezar, coincidiendo con la etapa en la que estoy,
Profundización.
Después
de un año trabajando en mi grupo de ACIT Joven de Santander, el 9 de julio de
este año emprendí un camino que me cambiaría por dentro. Se trataba de las
Jornadas de verano de AJ en el barrio madrileño de San Cristóbal. Tras el tan
esperado reencuentro con los amigos que he hecho gracias a AJ y que jamás podré
olvidar, nos pusimos manos a la obra. Antes de nada se nos presentó el proyecto
del que íbamos a tomar parte (para nosotros algo reducido dada nuestra breve
estancia en la capital). Era, nada más y nada menos, que acompañar (y ayudar en
lo que fuera necesario) durante algo menos de dos semanas a niños de 6 a 13
años que viven una realidad que no es como la afortunadísima infancia que la
mayoría de nosotros tuvimos, sea por la razón que sea.
Lunes,
11 de julio de 2011. 9:00 AM. El momento del encuentro con los niños estaba
cerca. Con los nervios a flor de piel, las dudas no hacían más que crecer en mi
cabeza. ¿Qué haré? ¿Qué diré? ¿Estará bien lo que haga? Los nervios no
duraron más que unos minutos, porque cuando cogí de la mano a una pareja de
hermanos toda preocupación se fue. “Esto saldrá bien” me dije. Y así durante 11
días. Con los niños jugué, me reí, enseñé lo justo y aprendí mucho. Cada
palabra, cada mirada y cada gesto era un nuevo mundo del que podía conocer algo
nuevo, desde el método adictivo de las pulseras de macramé, hasta virtudes tan
importantes como la paciencia.
No
me extenderé mucho más. Desde mi humilde opinión quisiera decir a todo el que
lea este sencillo (y espero que acertado) artículo, que por muchas palabras,
frases y páginas que escriba, jamás llegaría a explicar realmente la cascada de
emociones que viví en esos días. Sólo puedes conocer realmente la experiencia
si te haces parte de ella. Yo lo hice, y ahora, creo que puedo decir que soy
un punto mejor que antes. Por ello invito a todo el que no lo haya probado que
lo pruebe (o algo similar), porque, como ACIT e Institución Teresiana que somos
tenemos que recordar que “la bondad está en las obras, no sólo en las
palabras”.
¡Ah!
Quisiera mandar un mensaje a los jóvenes que lean esto. Quiero que vosotros (y
yo con mis 17 años) tengáis presente esta cita de San Pedro Poveda: “Me
preguntaréis ahora que podéis hacer. Vosotros podéis conquistar el mundo, ni
más, ni menos.”. Yo jamás lo olvidaré.