viernes, 29 de octubre de 2010

¿Querrás tú también encaramarte?

"En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.

Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él bajó en, seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.» Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.» Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»"
(Lc 19, 1-10)
Por Redacción AJ. Los que somos “bajitos”, pequeños de estatura, estamos acostumbrados a alzar la vista, buscar lugares donde encaramarnos para alcanzar lo que está fuera de nuestro alcance o subirnos a banquetas (también a subir dobladillos), en fin, mil y una estrategias para “llegar a los sitios”... Zaqueo debía saber bien qué se siente cuando, a pesar de mucho estirar el cuello, no podía ver lo que estaba ocurriendo frente a sus ojos, porque eran muchos los que le impedían ver.
No sé si te has sentido alguna vez así, con muchas-muchas ganas de ver algo o a alguien, dándote prisa para llegar, el corazón agitado por la carrera y después... el frenazo en seco, el obstáculo que se interpone ... entonces comienzas a buscar con la mirada otras alternativas para llegar allí donde quieres ir, con quien quieres estar...
¿Qué o a quién quería ver Zaqueo? ¿Qué estaba dispuesto a hacer para conseguirlo? ¿A dónde le llevaría lo que estaba a punto de suceder?
Zaqueo siente curiosidad, ha oído comentarios de ese tal Jesús. No, la verdad es que no busca el “Encuentro”, sino echarle un vistazo, saber de qué va ese pretendido profeta... Zaqueo no es una persona popular. Como publicano se ha hecho rico a costa de recaudar impuestos para los romanos y obtener su propio beneficio enriqueciéndose a costa de otros. Desde luego los vecinos de Jericó no le van a facilitar el acceso a Jesús. Pero Zaqueo quiere ver por sus propios ojos, no le deja satisfecho lo que otros puedan contarle... Por eso decide encaramarse a aquel sicomoro, sólo subirá lo suficiente para echar una miradita y su curiosidad habrá quedado satisfecha.
Pero no siempre sucede tal cual planeamos. Será Jesús quien le salga al Encuentro, a ese que Zaqueo no buscaba pero que sucedió y que le cambió la vida y la mirada. ¡Hay que ver lo que sucede cuando se cambia el punto de mira, de perspectiva! En esta ocasión no es él quien mira hacia arriba, sino Jesús el que se detiene sorprendido al verle subido al árbol y le invita a bajar.
¡Baja, que me invito a tu casa! (“Mira que estoy a la puerta llamando. Si uno escucha mi llamada y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo”, Apoc. 3,20)
Cambiar el ángulo desde donde se mira, Zaqueo a Jesús y Jesús a Zaqueo, puede hacer que sucedan cosas maravillosas. Puede hacer que descubramos en un desconocido a un Amigo, que podemos vernos a nosotros mismos, lo que somos y tenemos, de otra manera, podemos ver injusticias (nuestras o de otros), podemos perdonarnos y perdonar, ¡podemos cambiar!
Jesús no juzgó a Zaqueo y él no se sintió juzgado, sino invitado, por eso pudo bajar de allí donde estaba subido, pudo abrirle las puertas de su casa, disfrutar del Encuentro y adoptar una nueva actitud ante la vida: repartir y compartir sus bienes de una forma justa.
Quienes vivimos en países desarrollados, quienes tenemos casa, trabajo, amigos, familia... ¿nos atreveremos a encaramarnos y descubrir que hay otra realidad, otros mundos, mucha pobreza?

lunes, 25 de octubre de 2010

África y las empresas transnacionales

Por Oscar Mateos. África ha sido históricamente el continente maltratado. Desde hace muchos siglos y a través de diferentes etapas y prácticas (esclavitud, colonialismo, Guerra Fría, globalización neoliberal) las sociedades africanas han conocido de forma sistemática la explotación y utilización de sus recursos y personas. Tal y como reconocen la mayoría de historiadores y analistas del tema, esta dinámica ha sido fruto de la constante expansión capitalista, de los intereses occidentales hacia el continente, y de la connivencia mostrada por las élites africanas.

En la era de la globalización, África sufre lo que algunas voces han denominado como la “maldición de los recursos”. Ciertamente, África es una tierra rica en todo tipo de recursos naturales y minerales: el continente posee el 99% de las reservas mundiales de cromo, el 85% de las de platino, el 70% de las de tantalita, el 68% de cobalto o el 54% de las de oro. También tiene reservas significativas de petróleo y de gas, siendo Nigeria o Libia dos de los principales productores mundiales, o notables depósitos de madera, diamantes o bauxita. Sin embargo, el gran drama africano, la maldición en toda regla, es que estos recursos y la presencia de empresas transnacionales, no son una fuente de bienestar y desarrollo para los pueblos africanos, sino que, al contrario, generan nuevas dinámicas de explotación , tienen un extraordinario impacto ambiental o perpetúan y alimentan un gran número de conflictos armados.

Existen algunos ejemplos de esto. En la República Democrática del Congo, país donde desde finales de los noventa tiene lugar la que ha sido bautizada como la “Primera Guerra Mundial Africana” y donde se estima que más de cuatro millones de personas podrían haber muerto como consecuencia directa o indirecta del conflicto armado, el papel de las empresas transnacionales ha sido aberrante. Las Naciones Unidas publicaron un informe en el año 2002 en el que denunciaban la implicación directa de multitud de empresas extranjeras en el conflicto y en la explotación de numerosos minerales, especialmente del coltan, fundamental para la fabricación de teléfonos móviles u otras tecnologías. A pesar de que dicho informe revelaba nombres y apellidos de muchas de estas empresas y de algunos de sus principales responsables, la impunidad ha sido hasta hoy la única respuesta.

Otro caso es el de Pfizer en Nigeria. La multinacional farmacéutica fue acusada de contribuir a la muerte de once niños y de provocar heridas a cerca de otros 200 como consecuencia de las pruebas para constatar la eficacia del medicamento Trovan. De hecho, el caso inspiró a John Le Carré a escribir “El jardinero fiel”, que luego sería llevada al cine. Las autoridades del estado nigeriano de Kano llevaron a los tribunales en 2007 a la compañía, y aunque en un principio Pfizer alegó que las muertes fueron debidas a una epidemia de meningitis y no al medicamento, recientemente aceptó pagar una indemnización de 55 millones de euros para evitar el juicio.

En el Delta del Níger (también en Nigeria), la petrolera anglo-holandesa Shell aceptó pagar una indemnización de once millones de euros a los familiares de los nueve activistas de la etnia Ogoni liderados por el poeta Ken Saro Wiwa. Estos fueron ejecutados en 1995 por el dictador Sani Abacha por denunciar la contaminación que la compañía estaba causando en su región. Shell evitaba así sentarse ante un tribunal y justificar las denuncias que aseguraban que había provisto con armas a los soldados encargados de reprimir las protestas contra la acción de la compañía.

Los ejemplos son numerosos: el papel de la compañía diamantífera De Beers en la guerra de Sierra Leona, la presencia de Nestlé con la explotación del cacao en Costa de Marfil, las complicidades de las petroleras en los conflictos en Sudán o Angola, la rapiña de la industria de la madera en Liberia (se calcula que se han destruido hasta el momento el 70% de los bosques tropicales de África para la extracción de madera destinada fundamentalmente a Europa y Estados Unidos), y un largo etcétera. Últimamente, muchos denuncian como la expansión ya no sólo occidental sino de China en África (que busca nuevos territorios y espacios donde poder crecer) está suponiendo la compra indiscriminada de tierras para la explotación agrícola o industrial, utilizando la mano de obra barata de los africanos y sin ningún tipo de control sobre los extraordinarios impactos al medio ambiente.

El panorama es dramático y la ausencia de los derechos humanos es flagrante. En los últimos años, numeras organizaciones y movimientos sociales, internacionales y africanos, han logrado articular algunas iniciativas que pongan freno a esta dinámica. El “Proceso de Kimberley”, que trataba de regular la procedencia de diamantes de zonas de conflicto, o la emergencia de algunos códigos de conducta para las empresas, no obstante, son más una anécdota que un avance sustancial en materia de derechos humanos. En los últimos meses, las Naciones Unidas han sugerido la posibilidad de crear un Tribunal Internacional que juzgue los crímenes de las empresas transnacionales que “se resisten a asumir responsabilidades por los impactos de sus actividades y la vulneración de los derechos humanos y colectivos”. Una propuesta que podría suponer un primer paso hacia el fin de la impunidad de estas compañías y la injusticia social en el continente africano.

sábado, 23 de octubre de 2010

Dos hombre subieron al Templo...

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»


De redacción A.J.
Este domingo, estamos invitados a escuchar una parábola de Jesús. Es interesante que el evangelista señala lo que motiva a Jesús a pronunciarla: la actitud de quienes “teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás”.

El fariseo de la parábola aparece como representante de ese tipo de gente: se siente justo ante Dios -en su oración va enumerando sus méritos-, su postura –erguido- nos habla de esa seguridad y la comparación –no soy como los demás…- del desprecio hacia el que no puede enumerar méritos.
¿Por qué dice la parábola que este hombre no volvió a su casa lleno de Dios, que no volvió justificado? La contestación la encontramos en el contraste con el publicano, que al igual que él también ha subido al Templo a orar.

Y el contraste es obvio: el fariseo –en su oración- no vuelve ni sus ojos ni su corazón a Dios. Comienza dando gracias a Dios, pero el centro de su mirada es él mismo. Se siente justo por sus méritos: es cumplidor de la Ley, observa los preceptos (ayuna, paga el diezmo), no peca, incluso hace más de lo que la Ley exige. Este hombre, en realidad, no siente que haya recibido nada ni siente necesidad de pedir nada. Su modo de relacionarse ante Dios no da cabida a la experiencia de lo que se recibe gratuitamente y por puro amor. El fariseo está tan lleno de sí mismo que Dios no encuentra hueco.

La actitud del publicano es totalmente distinta. Sabe que es pecador…pero su mirada no está vuelta sobre él mismo. No se detiene a enumerar sus pecados. En su oración, el centro es Dios. El publicano se sabe necesitado y lo que espera lo espera de la gratuidad de Dios. Y es ahí justamente, en el hueco que abre la confianza, en el hueco que abre la experiencia del sentirse necesitado donde Dios puede alcanzarle. Él, que se ha abierto a lo que no depende de sus méritos, a lo que no le es debido, a lo que es regalo, vuelve a su casa lleno de Dios.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Encuentro Nacional de Acit Joven


En Acit Joven, movimiento de jóvenes de la Institución Teresiana en España, celebramos cada 3 años un Encuentro Nacional, momento en el que los más pequeños y los más grandes se encuentran para celebrar, encontrarse y trabajar bajo un lema común que orienta el Encuentro. Es éste un buen momento para ilusionarse, alegrarse y encariñarse un poco más con ese estilo de vivir el evangelio que nos ofreció Pedro Poveda. Otros momentos habrá para ponerse "serios" y evaluar y proyectar, como en la Asamblea Nacional. Es también un buen momento para invitar a otros a conocernos y encontrar un espacio donde vivir con una clave: la lectura creyente de la realidad. Solemos decir que es un momento de convocatoria, de dar gratis lo que hemos recibido gratis.

El 30-31 de octubre nos encontraremos en Loeches con el lema "...Por eso hablo", lema que hace una clara referencia a Pedro Poveda. Suyas fueron las palabras:
"Creer bien y enmudecer no es posible (...) Es decir, mi creencia, mi fe no es vacilante, es firme, inquebrantable, y por eso hablo. Los que pretenden armonizar el silencio reprobable con la fe sincera, pretenden un imposible. Los verdaderos creyentes hablan para confesar la verdad que profesan; cuando deben, como deben, ante quienes deben y para decir lo que deben."
Este texto nos habla de lo que marcó su vida: una profunda experiencia de Jesús Resucitado que le llevó a proyectar, a denunciar y actuar, superando miedos, venciendo dificultades, poniendo toda su confianza en la Providencia.

En la Institución Teresiana caminamos hacia la celebración del nuestro primer centenario de existencia. Los jóvenes de Acit Joven nos hemos puesto en camino ya desde las jornadas de verano, con el lema "Nosotr@s también...". Al elegirlo pretendíamos ayudar a tomar conciencia de los distintos procesos/caminos en los que nos encontramos inmersos como Movimiento: somos parte de la familia Institución Teresiana, somos un movimiento de jóvenes de la Iglesia y vivimos nuestra fe y misión en un mundo necesitado de justicia y amor. Celebramos los 100 años de vida de la IT, nos unimos a la Iglesia en el Cristocentrismo del que es expresión el lema de la Jornada Mundial de la Juventud “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe”, y nos queremos unir al trabajo que tantas personas realizan para conseguir el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio a nivel personal o a través de Asociaciones civiles y ONGDs.

Por ello, como expresión de todas estas ideas, hemos elegido como lema para el Encuentro Nacional “…Por eso hablo”: porque mi ser cristiano me impide estar impasible ante la injusticia, porque celebro la vida derramada a lo largo de estos 100 años de la IT, porque Pedro Poveda nos invita a luchar y denunciar, porque es necesario dar testimonio de que Jesús vino para darnos vida y vida en abundancia, para todos, sin excepciones.

Como expresión de todo esto consideramos esencial que este encuentro sea ocasión de ayudar a nuestros adolescentes y jóvenes a comprender la urgencia de tomar conciencia de la situación de tantos millones de personas que sufren la injusticia, que no pueden tener acceso a una educación básica, que ven cómo sus derechos son pisoteados y, sobre todo, que nuestros adolescentes y jóvenes comprendan que sí se puede hacer algo, que se puede trabajar y denunciar, que nuestras acciones tienen repercusiones, para bien y para mal.

viernes, 15 de octubre de 2010

Orar sin desanimarse

En aquel tiempo, Jesús para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: "Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: 'Hazme justicia frente a mi adversario'.
Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: 'Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara' ".
Y el Señor añadió: "Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?"
Lc 18, 1-8

Por Redacción AJ. En el evangelio de este domingo nos encontramos con la parábola del juez sin corazón y la viuda insistente. Estamos en la última etapa, diseñada por Lucas en su evangelio, del camino de Jesús hacia Jerusalén. Y nos introduce en el tema de la oración. “Orar siempre sin desanimarse”, que sus discípulos aprendan esto es el objetivo de la parábola.

El texto estructurado sobre el contraste de dos personajes: un juez, que ni teme a Dios ni le importan los hombres; y una viuda que pide justicia -las viudas junto al extranjero/emigrante y el huérfano son en la Biblia ejemplo de los más necesitados y a los que Jesús dirige especialmente su mensaje de salvación-.

Esta parábola no es sencilla y hasta puede desconcertarnos. No es que Dios no nos quiera escuchar. Al contrario. Nos invita a tener la absoluta seguridad de que, en todo, Él tiene una última palabra. Es una llamada a mantener la confianza en Dios, a mantener nuestro “canal de comunicación” –la oración- operativo.

Leyendo estos párrafos de Lucas nos resuena, seguro, la recomendación de Teresa de Jesús “la paciencia todo lo alcanza”. Consejo que va más allá del equilibrio emocional o la resignación. Es la consecuencia de quien sabe que la vida está en buenas manos: “Nada te turbe, nada te espante, quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta” que también dirá la santa.

Pedro Poveda que habla con frecuencia de la importancia de la oración, de la necesidad que tenemos de orar...; que invita a mirar la experiencia de las primeras comunidades cristianas para aprender de ellas; nos interpela con un ruego: "que os ejercitéis en la oración; que hagáis de este ejercicio algo necesario para vuestra vida; que pongáis tal empeño en su práctica que no exista motivo, argumento, ni razón suficiente para dejar un solo día la oración".

Este evangelio es la ocasión oportuna para que nos preguntemos sobre nuestra oración. ¿Pido? ¿Escucho? ¿Confío? ¿Doy gracias?... Quizás tengamos que preguntarnos ¿Oro? ¿Qué cosas de mis quehaceres diarios pasan por delante? ¿Por qué?. Y puede ser el motivo para que hablemos de ello en nuestros grupos, comunidades...

lunes, 11 de octubre de 2010

Yeste 2010 (Profundización C)

Por Héctor Gregorio Crespo y Adriana Gil Martínez, militantes de Acit Joven. Una vez más, volvimos de las Jornadas de Acit Joven con la cabeza y el corazón llenos de ideas, emociones, sentimientos y experiencias. Y una vez más, resulta muy difícil organizar todo lo vivido y plasmarlo en un papel. Si llegar a Yeste resultó difícil, viajar hasta una aldea tan perdida como Arguellite parecía casi imposible. Pero lo conseguimos, y nos instalamos en la casa parroquial del pueblecito con nuestras maletas cargadas, principalmente, de ganas, de necesidad de experiencias y de ilusión por compartirlas con los demás. Los siete días de Jornadas dieron para todo eso y mucho más. En primer lugar, nos integramos en la vida en el pueblo al aprender cosas tan cotidianas como cultivar, cuidar los animales de granja o trabajar el esparto. También pudimos jugar algún que otro partido de fútbol con los más jóvenes y montar un cine de verano para los niños (y no tan niños) en la calle principal del pueblo. Luego conocimos el voluntariado en las aldeas de Yeste de boca de Macu y Salvador. Macu empezó como voluntaria también con Acit Joven y acabó viviendo en las aldeas. Salva, en su tarea de sacerdote, recorre todas las aldeas y hace Iglesia uniendo a los creyentes de las casi 80 aldeas que componen el municipio de Yeste. Tuvimos el placer de cruzarnos con Francisco, que confía en Dios para que le ayude día a día a superarse a sí mismo y a ayudar a los demás. Y con Angelita, que nos enseñó que se puede vivir la fe en un lugar tan apartado como Arguellite, comunicarla a los demás si faltan recursos y compaginar todo esto con su familia y su trabajo. Conocimos a un grupo de scouts y colaboramos con ellos en el montaje de su campamento. Por descontado, nos acercamos a otras realidades en las Aldeas de Yeste tal y como hizo Pedro Poveda en Guadix. Durante esa semana pudimos ver con ojos nuevos la vida en comunidad tal y como la vivían los primeros cristianos: compartiendo todo lo que se nos pasaba por la cabeza y por el corazón y disfrutando de la naturaleza que nos rodeaba. Recordamos con mucho cariño la cercanía de nuestras animadoras, Clara y Maripaz, que escucharon todas nuestras reflexiones y compartieron sus propias experiencias personales. Y por supuesto, la unión con nuestros compañeros, con "la piña", como nos gusta llamarla, porque sin ellos nada hubiese sido posible. Gracias a ellos descubrimos todas las razones por las que formamos y queremos formar parte de Acit Joven. Jorge, María C., Mar, Blanca, Rafa, Carmen, María G y Ana: Gracias de nuevo.
En Jornadas todos y cada uno tuvimos la oportunidad de abrir nuestros corazones a los demás. Al final de estos siete días uno siempre descubre lo mucho que nos llena la gente del grupo y lo únicos e increíbles que somos todos juntos y cada uno. En Jornadas cada instante es una sonrisa, un momento de paz con los demás y con uno mismo. Por eso, cuando llega la hora de despedirse, estamos tristes. Porque se va una parte importante de nosotros. Los días de Jornadas son algo necesario para desconectar del ajetreo del curso, para aprender sobre Poveda y la IT, para crecer como persona y como cristianos, para dar y recibir… en definitiva, para vivir. Al final las maletas siempre vuelven más llenas. Sobre todo, de agradecimiento.

viernes, 8 de octubre de 2010

Acción de gracias

"Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.» Al verlos, les dijo: «ld a presentaros a los sacerdotes.» Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?» Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado.» (Lc 17, 11-19)
Por Redacción AJ. Muchos de los que llevamos un tiempo en esto del seguimiento de Jesús, hemos recibido la recomendación de pararnos un momento antes de dormir para hacer repaso del día. Es lo que se suele llamar el examen de la noche. Pudiera ocurrir que tuviéramos la idea de que este momento debe ser dedicado exclusivamente a repasar el día, identificar las cosas que hemos hecho mal y pedir perdón. Os proponemos hoy algunos fragmentos de la oración que Pedro Poveda escribió para rezar al concluir el día. Si bien no la escribiremos completamente, sí mantendremos su secuencia, ya que ésta es importante.
"De lo íntimo del alma te doy gracias, Dios mío,
por todos los beneficios que te has dignado otorgarme
en el presente día."
Comienza por mirar tu día, repásalo, y párate a identificar los momentos que Dios te ha regalado, los momentos en que su presencia se ha hecho "evidente" en los otros, en tu forma de relacionarte, en los acontecimientos que hablan de su amor... No pases rápidamente, párate... agradece... reconoce su acción sanadora en ti... no te vayas sin más, como los 9 leprosos que fueron curados... mírate, toca tu realidad, date cuenta de cómo te ha tocado y vuelve a Jesús para darle gracias, para reconocer su sanación...
"Concédeme, Señor y Padre de las luces,
las [luces] necesarias para conocer mis faltas,
las causas que las motivaron y los remedios oportunos
a fin de evitarlas en lo sucesivo."
El amor de Dios se nos ha regalado sin condición y a veces no "funcionamos" a la altura de este amor... En ocasiones somos conscientes, pero otras no... Nos cerramos a ese amor y no nos relacionamos desde lo que supone ser amados incondicionalmente... nos frena (o nos encierra) el miedo, la necesidad de seguridad, el deseo de ser alguien importante... y vivimos situaciones en las que no somos canales de ese amor que habita en el fondo de nuestro ser. Porque es una pena no responder con amor al que nos ama, pídele luz para ver qué ha pasado en esas situaciones, qué te movió (qué necesidad o qué miedo) a no responder desde el amor... Pídele al Señor ser consciente, no sólo de los hechos, sino también de la raíz (porque es muy probable que vuelva a estar de fondo en otro momento) y de las consecuencias, por si pudieras restaurar el "daño" cometido (no será irreparable, seguro). Esto es una gracia, un regalo... ábrete al amor de Dios que puede sanar en ti heridas profundas y ayudarte a funcionar desde otra clave: el agradecimiento.
"Me arrepiento y duelo con todas mis fuerzas
de las culpas, omisiones, ingratitudes y
falta de correspondencia a tus inspiraciones."

La llamada de Jesús es a vivir con plenitud, amando, liberando, sanando... No cierres tu corazón a los deseos que nacen de esta llamada... "La gloria de Dios es que el ser humano viva", decía san Ireneo. Por eso el leproso sanado volvió, "para dar gloria a Dios" con su vida. No sólo dando las gracias, eso es poco, sino para acoger esa presencia transformadora de Dios que, una vez reconocida y acogida, no te deja igual.
"Señor y Padre de las misericordias, bendice a tu criatura
que implora tu bendición antes de tomar el descanso
que necesita para vivir.
Mis pensamientos, mis deseos, todo queda en tus manos
y es mi voluntad servirte y alabarte
en el sueño y en la vigilia.
Tuyo soy, a Ti pertenezco
y en tu providencia y amor confío."
Duérmete y descansa... tu fe te ha salvado...

lunes, 4 de octubre de 2010

Mi experiencia en Taizé (II)

Por Marta Alós, amiga de Acit Joven.
Primero de todo quiero decir que los motivos por los que me decidí a ir a Taize fueron: desconectar de mi vida cotidiana, reencontrarme con amigos que hacía años que no veía, volver a vivir una experiencia de encuentro entre cristianos y agradecer de alguna forma especial a Dios que hace unos años que las cosas me van muy bien y he conseguido hacer realidad varios sueños.

Y una vez vivida la experiencia, estoy muy contenta, porque conseguí pasar unos días rodeada de un ambiente muy sano, de compartir, de amistad y de estar muy cerca de Dios. Me sorprendió lo mucho que me gustaron las oraciones, y el hecho de que por el trabajo que escogí, no fue ningún inconveniente madrugar para llegar más pronto a la primera oración porque me levantaba con mucha ilusión (y eso que a mí me encanta dormir...). ¡Me pareció muy bonito cómo se coordina para que suenen tan bien los cantos con tanta gente! Y estar allí me parecía como estar en otro mundo, esa sensación de paz y tranquilidad creo que no la conseguiría sentir en ningún otro sitio...

Me siento muy identificada con los sentimientos que sintió Merce. A parte, también quiero contaros que me gustó mucho asistir al taller de "paz y conflictos mundiales". En él un chico de Armenia relató el coflicto que hubo con Turquía y Armenia (genocidio por motivo de religión) y cómo lo vivió de pequeño él y su familia. Mientras lo contaba me puse a pensar y me alegré de ver como en Taizé se consiguen juntar a tantas personas de tantas nacionalidades, que a lo mejor a lo largo de la historia han padecido guerras y sentimientos de odio entre sí. Es maravilloso ver cómo a través de la idea común de conseguir estar más cerca de Dios se une a tanta gente que comparte tanto espacio como convivencia enriquecedora entre sí.

Por último, contaros que llegué a Mallorca muy tranquila y ¡con mucha energía para empezar! Contenta de haber terminado de esta forma mis vacaciones de agosto porque necesitaba estaba un tiempo sola antes de empezar. Y sí... ¡¡yo también me he sorprendido tarareando algunas de las canciones que cantamos en las oraciones!! Os paso la letra de una canción que me gustó mucho. La letra de la canción era en alemán, pero cogí la letra en español:
"Dios reune mis pensamientos en ti.
Junto a ti se encuentra la luz,
tú no me olvidas.
Junto a ti está el auxilio,
junto a ti se encuentra la paciencia.
No comprendo tus sendas,
pero tú conoces el camino que es el mío".
Y nada más, ¡¡¡espero que os vaya todo muy bien!!! Y que en algún momento de nuestras vividas nos volvamos a reencontrar.

sábado, 2 de octubre de 2010

La fe

"En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.» (Lc 17, 5)"
Por Redacción AJ. Pedro Poveda nos puso como referencia a los primeros cristianos. Cuando pensamos en ellos nos los imaginamos seguros, convencidos, capaces de todo... Se nos olvida que eran hombres y mujeres sencillas, seducidos, sí, pero necesitados... ¿De qué? De tantas cosas como nosotros, 2.000 años después, pero sobre todo, necesitados de fe.

En esta ocasión, el evangelista Lucas nos presenta a unos discípulos que se encuentran seguramente desconcertados y que le piden a Jesús que les aumente la fe. Han pasado tantas cosas. Les ha descolocado ya tantas veces. Ellos que tenían sus prescripciones bien aprendidas, que confiaban en que cumpliendo uno se salva... y resulta que no... que lo que salva es el amor, como insistió en decir una y otra vez Pablo (se ve que no acababan de creérselo). De hecho, el versículo destacado hoy aparece después de la siguiente escena: "Si tu hermano peca, repréndelo; si se arrepiente, perdónale. Si siete veces al día te ofende y siete veces vuelve a ti diciendo que se arrepiente, perdónale."

Así que Jesús les va dando pautas de vida marcadas por el amor, el arrepentimiento (que nace de darse cuenta de que se ha hecho daño a alguien) y el perdón, y los discípulos no encuentran otra salida que pedir a Jesús que les aumente la fe. Es cierto, hay cosas que sólo se hacen desde la fe en Jesús Resucitado. Mirando la realidad (propia, para empezar) tan débil y tan frágil, con tantas incoherencias y meteduras de pata... necesitamos mucha fe para seguir adelante con nuestras opciones. El panorama social, político, eclesial echan para atrás al más motivado en muchas ocasiones. Son momentos de recuperar el credo y recordar que nuestra fe es fe en Jesucristo, nuestro Señor, y en Dios Padre y en el Espíritu Santo.

Decía Anthony de Mello:
"La duda es amiga de la fe. El enemigo de la fe es el miedo."
No estamos llamados a vivir de una fe cristalizada, inamovible, inmutable... Estamos llamados a amar mucho y desde ese amor, a confiar y creer en que Jesús es el Señor de la Vida, presente en las nuestras. La duda es el terreno en el que nuestra fe se renueva, se replantea... en la duda se identifican las viejas certezas que necesitan ser cuestionadas para dar a luz a una nueva fe viva y actual. Vivir sin dudas es ¿quizás? vegetar viviendo de las rentas del pasado...

El enemigo de la fe es el miedo. ¡Cuántas veces nos dice Jesús en los evangelios "ánimo, no temáis, soy yo"! Te proponemos un ejercicio: entra en la biblia online de Pastoralsj.org y busca la palabra miedo en los cuatro evangelios. Mira en qué contextos aparece esta palabra... Si tienes un poco más de tiempo, verás que curiosamente esta palabra "miedo" aparece muy poco en las cartas del nuevo testamento.

Cuando algo te hace sentir que tu fe flaquea, ¿qué está tocando de tu identidad, de tu forma de entender la realidad, que se tambalea? ¿Qué miedos afloran? Pídele a Jesús que fortalezca tu fe, que debilite tus miedos... La fe es un don, pero también se cultiva, como se pueden cultivar la confianza y la alegría. Busca en el fondo de tu ser tu verdad más auténtica, al Dios que habita en ti, y déjate transformar por Él.
"Déjate llevar del amor de Dios como si fueras una pajita ligera y suave, a la que el viento lleva y trae, sube y baja, aproxima o aleja. El viento del amor no daña, pero sí mueve. Tú, abandónate." Josefa Segovia