Por María Romero. ¡Hola a
todos! Me gustaría
escribiros sobre la experiencia que he tenido al ir por primera vez al voto de
Covadonga.
Comenzaré por
el momento en el que contemplé la posibilidad de ir al voto, puesto que no
tenía mucha idea de qué era aquello, qué se hacía y lo más vital, diría yo, qué
importancia tenía para la Institución Teresiana este evento, puesto que cada
evento para mí es como un nuevo descubrimiento, siendo un poco novata como soy
en Acit Joven. Lo único que
sabía era que Pilar Fernández Padierna iba de oferente y que yo quería ir a
apoyarla y también a vivir ese gran momento en directo. Así que con
ayuda de algunas personas pude prepararme y concienciarme para lo que allí iba
a acontecer.
Llegamos a
Covadonga el sábado por la tarde, después de un viaje en coche que me resultó
bastante ameno, aunque he de reconocer que estaba un poco emocionada y con
muchas ganas de vivirlo todo con mucha intensidad; y allí, en Covadonga, se
respiraba mucha paz por el lugar donde se encuentra la Santina y la basílica,
pero también se notaba que había como un ambiente de fiesta, en el sentido de
alegría por el reencuentro de todas las teresianas de diversas partes del mundo
que se daban cita este fin de semana. Esa misma
tarde visité la Santina por primera vez y allí me explicaron todos los detalles
de la Santina, vestida de blanco y con el escudo de la Institución Teresiana,
para la ocasión. Contemplé también la rosa que mandó Pedro Poveda poner a la
Virgen, que significaba el número de academias de la I.T que había en ese
momento. Visitamos más
tarde la Casina, la casa que tiene la I.T en Covadonga, donde se conservan
cosas de los años que Poveda pasó allí.
Por la noche,
y ya instalados y todo, tuvimos un rato de oración en la Santina, donde en palabras
de Pedro Poveda “Ante la imagen de la
Santina se oró, se proyectó, se vio, por decirlo así, el desarrollo de la Obra”. Y
personalmente, para mí, fue un rato de acción de gracias, por poderme encontrar
físicamente allí, y le expuse todo lo que traía, esperaba, deseaba… para que en
la medida de lo posible interceda por mí.
El domingo
comenzamos el día con los testimonios de los oferentes, que nos presentaron
distintas realidades de sus vidas; cada discurso era como una pequeña semilla
que se siembra y poco a poco crece y hace un poquito mejor nuestro mundo y a mí
me impactaron y emocionaron mucho todos los testimonios. Al finalizar
cada uno, la directora general de la I.T, Maite Uribe, nos dirigió unas
cariñosas palabras y al terminar, fuimos a compartir todos juntos la eucaristía
en la basílica, junto con los peregrinos que se encontraban esa mañana allí. Para cerrar
este gran fin de semana, comimos todos juntos en el hotel Pelayo, en un
ambiente alegre y distendido.
Me gustaría
terminar con una acción de gracias, como no podría ser de otro modo, a las
personas que me han acompañado todo el fin de semana, por todo lo que he
aprendido. Sin vosotras
no habría podría podido vivirlo igual. De todo corazón ¡GRACIAS!
Animo a todas
aquellas personas que no hayan ido nunca a que lo hagan, porque es una
experiencia que se debe vivir al menos una vez en la vida.
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