sábado, 4 de mayo de 2013

Paradoja del amor


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: "Me voy y vuelvo a vuestro lado." Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.» (Jn 14, 23-29)

Por Redacción AJ. Seguimos oyendo las palabras de despedida de Jesús en esa larga sobremesa que nos relata el evangelio de Juan, después de la última cena.

En estos párrafos, Jesús habla de nuevo de guardar su palabra, de mantenernos en su amor, de no tener miedo, de no sentirnos solos.

Parecería que el evangelista nos hablara realmente a las comunidades cristianas de nuestro país, en este año concreto, en este día, en este momento de nuestras vidas. Amar. Guardar. Permanecer. Recordar. No temer. Seguir creyendo.

Son palabras del maestro que se va a los amigos que se quedan, de pronto, solos. Y el discurso de Jesús anima a seguir como si él estuviera. Más aún, repite que el Espíritu nos enseñará todo y nos hará recordar. A aquellos que se sienten discípulos, el amor por su maestro les devolverá su presencia colmada, sus corazones serán habitación  de Dios. “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Da la impresión de que, sin la presencia física de Jesús, nos podremos sentir más inundados de Dios, porque de hecho, el regresa de otra manera y vive en nuestros corazones.

Paradoja del amor, siempre misterioso.

Él no puede dejarnos porque se negaría a sí mismo. Negaría su propia condición por la que no puede dejar de amar lo que ha creado.

¿Y nosotros? ¿Nos fiaremos? ¿Nos abandonaremos? ¿Acogeremos su paz? ¿Dejaremos de guiarnos por el miedo?

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