Por Manuel Buendía Bercedo en ¡Que tengas un BUENDÍA igualitario! Esta semana en Santander, un
hombre asesinó de 37 años ha estrangulado a su ex mujer, delante del hijo de
ambos de cuatro años de edad. Fue el primer caso de muerte por terrorismo
machista en mi ciudad. Los otros dos casos anteriores en Cantabria fueron en
2007 en las localidades de Cabezón de la Sal y Puente Arce.
El comunicado de repulsa del caso
podemos verlo completo en comunicado de repulsa.
Pienso luego insisto. Es la punta
del iceberg. Las cifras oficiales reveladas el año pasado refieren que más de
700 cántabras viven violentadas y necesitan estar en contacto con la protección
policial. Son muchas más en España y en el mundo, en todos los rincones del
planeta. Los medios de comunicación se entretienen en esa línea roja, que
separa el riesgo grave potencial y la muerte. Se pueden leer frases como: se
desconoce el desencadenante del suceso, la hipótesis es una discusión en el
momento que le entrega su hijo, (estaban separados y anteriormente tenía una
condena y orden de alejamiento por agredir a su ex mujer), u otros comentarios
como, las razones para que tuviera el
arrebato era..., tenía mal carácter, tomaba ansiolíticos…
Pienso luego insisto. De todo lo
que podemos decir, resalto hoy, que los hombres no podemos permanecer callados
pretendiendo no tener responsabilidad moral ante las víctimas. El silencio nos
hace cómplice. Es el sistema patriarcal el que también hay que cambiar. Es el
modelo de masculinidad concreto que cada hombre tenemos, sobre el que tenemos
que reflexionar y controlar. Ese esquema o modelo actúa en el día a día, a
veces en forma de una escalada violenta y en unos pocos casos llega a los casos
extremos.
Pienso luego insisto. ¿Usted,
hombre, cómo se va a comportar cuando se le tuerzan las cosas? Bajo qué
consigna, marca, logo, organización, se va a escudar para mantener el orden de
las cosas que tiene tan bien aprendido. Ese orden que entiende que hay que
mantener como sea. Esa es la clave, procurar y perpetuar o no el modelo
patriarcal. Hay que salirse de eso sin medias tintas, sin excusas.
Es el patriarcado, o como
queramos llamarlo, no debemos distraernos buscando el término. Es el sistema
machista normativo, lo normal, lo que se espera de ti por ser hombre, el caldo
de cultivo para producir la tragedia en sus diferentes grados. Tiene todos los
elementos de cualquier terrorismo, en formas de violencia real o simbólica.
Pienso luego insisto. Para los
amantes del estereotipo patriarcal en sus grados menores, no cuela que puntualmente
se rasguen las vestiduras cuando se sobrepasa esa línea roja. Hay un pacto de
silencio, se marea el tema desde todos los puntos de vista, se rodea la
cuestión, incluso hasta remarcar nítidamente la silueta. Se habla de mujeres y
de toda la sociedad, pero es un tabú los valores, estereotipos, masculinidades
que subyacen en cada conducta. Hace falta educación emocional. No pretendo
culpabilizar a los hombres, al contrario. Yo voluntariamente renuncio. Son
quienes lo omiten los que tienen miedo a reflexionar o piensan que es
inevitable.
Por tanto la violencia de género
en todos sus grados es terrorismo patriarcal. Pero este oxímoron es una redundancia
(El coleccionista de oxímoron) En todo caso de terrorismo, en general, se da
una estructura patriarcal más o menos completa con todos sus signos y síntomas.
El número 12 de la sección de La
Soledad del macho alfa que ha salido publicado este mes en la revista de
Hombres Igualitarios de ahige, es la tercera parte que trata los mal llamados
lobos solitarios de las matanzas masivas, que no son más que soldados
patriarcales escondidos en consignas, logos, marcas u organizaciones. Allí he
relatado de una manera más prolija y argumentada algunas pistas necesarias para
la comprensión. Otro objetivo de esta entrada es aprovechar una vez más para invitar a leer. Es cierto
que requiere invertir quizá un poco más de tiempo que una lectura superficial,
y tal vez algo más de esfuerzo, pero si me concedes esos dos elementos creo que
es muy fácil ver. (La soledad nº 12) Para que exista un cambio social tenemos
previamente que cambiarnos. Aquí hay que comprender por qué he puesto aquí esta
foto.
Esta semana ha ocurrido el
último caso de terrorismo en Londres. El
patriarcado cuando las víctimas son las mujeres, por definición, tiende a
invisibilizarlo, a taparlo, disculparlo, desviar la atención. Mientras que el
patriarcado a su vez, cuando hay una pelea de machos alfa, en forma de una
batalla viril, o una cruzada de unos contra otros, acaparan el discurso y lo
hipervisibilizan. Trata a las mujeres y/ o niños como menores de edad, o como
objetos. Siempre es así.
En esta ocasión unos jovenes
amparados en el Islam político patriarcal dirigen su acción hacia otro hombre
militar de otra confesión. Otra cruzada entre guerreros de Oriente y Occidente.
El balance es que sirve para que la xenofobia o la islamofobia también
patriarcales, de Europa, proliferen y produzcan nuevas revanchas, nuevos casos, etc. Parece inevitable que los partidos de extrema derecha como el Partido
Nacional Británico o la Liga de Defensa Inglesa emponzoñen el ambiente. En las
imágenes de vídeos sobre estos grupos o fotos de prensa solo se ven varones. Da
igual que las comunidades musulmanas condenen la violencia e insistan en que
esa atrocidad nada tiene que ver con su fe. Y ni que decir tiene lo que opinen
las mujeres musulmanas. De la misma manera en el caso de Santander se ha
repetido hasta la saciedad que era un matrimonio inmigrante. Las posibles
conclusiones y desvíos de la situación son evidentes (...)
Volviendo al caso de Londres, el
mismo autor lo ha dejado muy claro: “Lo siento por las mujeres que han tenido
que ver esto, pero en nuestra tierra las mujeres tienen que ver lo mismo”.
¿Queremos algo más para darnos cuenta? Pongamos un ejemplo. Tenemos dos
pirómanos que se queman mutuamente la casa y el jardín. Podemos decir lo mismo,
los árboles de uno han tenido que fastidiarse, igual que los árboles del otro.
Y los ladrillos de la casa de uno, se tienen que fastidiar igual que el inodoro
de la casa del otro, que también fue destrozado por venganza. Los medios de
comunicación grabarán cómo los árboles se queman, cómo las casas se destrozan,
pero la entrevista se la hacen a los pirómanos, no hay protagonismo para la
Naturaleza. El ejemplo, de una manera poética, nos anima a pensar que los
árboles están hablando por medio del cambio climático, pero esa es otra
historia.
Pienso luego insisto. En
definitiva, tanto en el caso del terrorismo machista como en los otros
múltiples terrorismos, las mujeres nunca estarán seguras si alteran el orden
patriarcal. Y los varones que nos colocamos al margen del patriarcado tampoco.
En ambos casos ocurre otros casos de halcones y palomas. La Soledad nº 6. Es un
asunto de Derechos humanos. (De los humanos y de las humanas) Y además, hasta
que los discursos, las políticas, el poder, y los sujetos que las generan, no
sean hombres y mujeres por igual, no se reparta
paritariamente, (o como quieras decirlo), será siempre igual.
¿Podemos hacer algo más que rezar
y pagar los platos rotos?
También podemos verlo por el lado
positivo. La cultura de Paz es el único camino a largo plazo, el amor es la
alternativa a la violencia, para hombres y para mujeres. Aunque en un principio
actúa aparentemente desarmada.
¿Quién manda realmente? ¿Quién
pone el dinero? ¿Quién se beneficia? Serán preguntas que nos tengamos que
hacer. Habrá que pensar un poco, no solo sufrir las consecuencias. ¿Cual es el
lado positivo? Ya conocemos el camino. Sí se puede, no se quiere. Se arreglará cuando la mayoría quiera y
cuando sea la mayoría la que pueda o tenga el poder.
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