Por Pablo Sánchez. Hace unos meses, en un blog sobre identidad corporativa, leí
este artículo acerca de la nueva imagen de la Iglesia de Dinamarca.
Acostumbrado a ver entre sus páginas artículos sobre identidades de empresas,
logos de Juegos Olímpicos y marcas promocionales de países, me sorprendió
encontrar una Iglesia entre los casos analizados en el blog. ¡Una Iglesia adoptando estrategias de branding!
La Iglesia de Dinamarca (Folkekirken cuenta con 2 000 parroquias
distribuidas por todo el país. Su pequeña talla hace que este proyecto de dotar
a toda la iglesia de una identidad común sea menos complicado que si se
hiciera, por ejemplo, en la Iglesia católica. También se la considera una iglesia liberal y
abierta, y su papel en la sociedad danesa es reconocido incluso por los daneses
no creyentes, que la consideran vehículo de la cultura del país.
Hace poco tiempo, repasando algunos apuntes sobre la nueva
evangelización que los jóvenes de Profundización y Militancia recibimos para
preparar la XI Asamblea Nacional de Acit Joven, volví a pensar en este ejemplo.
Nueva evangelización: nueva en formas, lenguajes y maneras de transmitir el
mensaje y realizar la tarea que se le confió a la Iglesia hace dos mil años. El
Instrumentum Laboris de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los
Obispos nos dice: "el adjetivo
"nueva" hace referencia al cambio de contexto cultural y evoca la
necesidad que tiene la Iglesia de recuperar energías, voluntad, frescura e
ingenio en su modo de vivir la fe y de transmitirla".
¿Es este cambio de imagen un ejemplo de nueva
evangelización? ¿Se trata simplemente de voluntad estética, carente de
significado profundo? ¿Es banal que una iglesia decida adoptar una imagen
moderna, actualizada? ¿Puede considerarse esto como un cambio que aleja a la
iglesia de su misión?
Considero que la nueva imagen atrae, llama la atención por los
colores y las múltiples variantes que permite adoptar. Además, los pequeños
iconos que aparecen inscritos en el círculo se eligieron en función de la
selección de las fotografías y dibujos que cientos de daneses enviaron y que
reflejan su visión personal sobre lo que significa para ellos la Iglesia. Por
ello, intuimos algo más en este aparentemente simple cambio de imagen.
Más allá de lo atractivo de la propuesta, me pregunto
cuántas personas con inquietudes no encuentran su sitio en la Iglesia a causa
de la imagen exterior que proyecta -a veces demasiado centrada en rituales-, y
a cuántas podría atraer con el mismo mensaje y una imagen diferente. ¿Una?
¿Cien? ¿Un millón? Bienvenidas sean.
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