lunes, 15 de abril de 2013

Encuentro de Meditación y Oración


Por Ana Leyre, AJ Madrid. Este fin de semana he compartido el Encuentro de Oración y Meditación con el grupo de Militantes AJ, en un lugar maravilloso lleno de naturaleza y de Dios. No sabía muy bien a qué iba o más bien qué buscaba… Si ya he hecho talleres de meditación, ni siquiera hace mucho… ¿qué busco ahora?
Fue en julio de 2005 que estuve por primera vez en esa casa: eran mis primeros pasos en AJ y, por supuesto, ni podía imaginar que de allí fuera a salir tanto bueno. Fui a probar sin más: no sabía qué era AJ ni la IT, no conocía a prácticamente nadie de los que iban conmigo… sin embargo, algo me hizo enfrentarme a mis miedos y lanzarme a vivir otra experiencia nueva.
Casi ocho años después, vuelvo a allí con dos de mis mejores amigos hoy por hoy y que conocí entonces. ¿Qué ha cambiado? Todo. Y además, todo sigue cambiando.

Esta última experiencia de interiorización de la oración ha seguido transformando nuestra trayectoria ahora como grupo de militantes. Nos hemos dado cuenta de lo importante que es hacer silencio en nuestras vidas. Pero no un silencio de introducirse tapones en los oídos y dejar de escuchar alrededor; sino un silencio tanto exterior como interior: un silencio reparador que nos haga ser más conscientes de la vida a nuestro alrededor y nos una más a Dios.

El aprender a orar es aprender a cuidar y a sosegar el espíritu y aunque sabemos lo importante que es y lo bien que salimos de estos encuentros con nosotros mismos y con Dios, muchas veces no perseveramos en ello y no dejamos que Dios nos toque el corazón.

Para mí personalmente se vuelve particularmente importante no sólo el hecho de haber orado, sino el haber compartido. Que veinticuatro personas llegadas de todos los rincones de España seamos capaces de encontrarnos un par de veces al año y con eso convertirnos en una familia espiritual donde se respira confianza por todos lados, para mí es un regalo. Un regalo el poder decir qué pienso y qué siento, un regalo el emocionarme al cantar juntos una canción, un regalo las risas y el cariño recibido y dado, un regalo el sentir que lo que dice otro complementa lo que yo he sentido. Para mí, AJ, un regalo. Para mí, este fin de semana extraordinario, un regalo.

¿Qué buscaba entonces, cuando decidí inscribirme en este Encuentro de Oración? Pues la verdad es que no estoy muy segura de qué buscaba, pero sea lo que sea lo he encontrado, pues puedo asegurar que ha sido una experiencia fortificante de fe y me ha servido para darme cuenta de que el simple hecho de buscar, aunque no sepas qué estés buscando, también es una forma de responder a la llamada que Dios me hace.

En aquéllas mis primeras jornadas, el lema fue “Tienes una llamada perdida”. Creo que hoy he la he encontrado.

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