"En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.» Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y decían: «¿No es éste el hijo de José?» Y Jesús les dijo: «Sin duda me recitaréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo"; haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.» Y añadió: «Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel habla muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.» Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba." (Lc 4, 21-30)
Por Redacción AJ. Este domingo, el 4º del tiempo
ordinario, seguimos escuchando las palabras de Jesús iniciadas el domingo pasado, Lucas presentaba
el comienzo de la actividad de Jesús en Galilea (Lc.4, 14-21) y ese comienzo
acaba en fracaso… Todos se “admiraban de
las palabras que salían de su boca” (v.22)
¿Qué les molestó tanto a los
habitantes de Nazaret, hasta el punto de “llenarse de ira y arrojar a Jesús
fuera de la ciudad”(v 28-29)? ¿Qué no han comprendido? ¿Qué les ha
escandalizado?
Lucas nos invita a sufrir el “escándalo”, el escándalo de sus
paisanos: el Cristo, el Hijo de Dios es el carpintero, un don nadie, de un
pequeño pueblo perdido en las tierras de Palestina. “Escandalizarse” de que el hijo de José, el carpintero, sea el
Mesías, el Hijo de Dios, nos puede llevar a comprender que Jesús, el Hijo de Dios, se ha colocado desde el
otro lado de la historia, desde la historia de los que no cuentan (F.
Riera)
“Se
llenaron de ira” (v. 29) al recordarles
Jesús que en tiempos de Elías y Eliseo, Dios ayudó antes a los
extranjeros que a los israelitas sus vecinos, Lucas nos invita también a
considerar la universalidad de la Buena Noticia: Jesús es para todos los seres humanos, sin hacer diferencias y
sin conceder privilegios, Jesús trasciende las culturas, las religiones, las
prácticas religiosas… y acoge a todos.
Este Domingo, y toda la semana, para
confrontarnos como discípulos y discípulas de Jesús podemos preguntarnos: ¿dónde nos situamos, del lado de
quienes estamos? y ¿a quiénes y cómo acogemos?
No dejéis de confrontar la calidad de
nuestro amor con la segunda lectura (1 Co 12,13) que la
liturgia de este domingo nos ofrece, ¡que riqueza!
¡Buen domingo y buena semana!
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