Jesús, Buena Noticia -“Evangelio”- y nosotros también con Él
(Lc.1,1-4; 4,14-21)
Por Redacción AJ. Seguimos
recorriendo los hechos de la vida de Jesús cuando, después de dejar su larga
etapa de vida en Nazareth, está decidido a dejarse llevar por el Espíritu, a
comunicar a muchas personas la propuesta que nos trae. Él vive entre la gente, y le vemos este
domingo, como en los anteriores, entre la gente de su tierra. Alrededor de Él,
se producirán signos que ayudarán a
creer en Él y en el Padre Dios.
Hace dos semanas le
recordábamos en el Jordán, cuando se bautiza con todos los que se acercaban a
Juan. Allí “vino una voz del cielo: Tú eres mi Hijo el amado, el predilecto”.
Hace una semana le
recordábamos en una boda, con su madre, entre sus amigos, porque el proyecto de
Dios es de alegría, de disfrutar con el amor entre las personas. Y hace un signo, el primero, para alegría de
los novios y de todos. Con el vino como símbolo, al que los textos sapienciales
dan el significado de gozo, amor, sabor de la vida.
Este domingo le vemos de
nuevo entre su gente, allí donde se enseñaba lo que Dios – expresado en la ley y los Profetas-
quería para su pueblo. También a nosotros nos habla hoy:
“Le entregaron el libro del
Profeta Isaías y desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: El
Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para
anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad y
a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año
de gracia del Señor”. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y se puso a
decirles: Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”.
¿Es Jesús para nosotros Buena Noticia?, ¿nos atrevemos también
nosotros a serlo, con Él?
Mirando a Jesús, qué hace, qué
dice, cómo actúa,
podemos reconocer cómo vive siempre en
relación a su Padre. Su Padre le habla en el Bautismo; en Caná dice Jesús que
no ha llegado su hora, el momento del
plan de su Padre; aquí se reconoce ungido,
enviado. Hablará siempre con su Padre y de su Padre, del Dios que ama y
quiere bien a la humanidad, y nos enseñará a relacionarnos con El.
podemos reconocer que vive siempre para los
otros. Vive para los otros en la alegría, en todo aquello que hace a la persona
feliz desde el fondo. Vive para los otros y lucha hasta dar la vida, para que
desaparezca todo aquello que, a la persona o a los pueblos, encierra, ata, no deja ver, hace muy difícil
vivir la dignidad que Dios da. Hará muchos signos
para que le entendamos y conozcamos a este Dios que nos quiere.
¿Creemos en Jesús?, ¿le reconocemos con facilidad o con dificultad
como Buena
Noticia para nosotros? ¿le
reconocemos como quien comparte nuestras
alegrías y como quien no vuelve la vista
ante nuestras cegueras, cautividades, sino que perdona, es compasivo,
busca desatarnos, abrirnos los ojos? ¿Buscamos aprender de El en su
comunicación con el Padre?
¿Estamos decididos, cada uno, y como comunidad cristiana, a ser con El
buena noticia? ¿nos ayudamos a vivir
de este modo? ¿qué nos enreda, qué
intereses nos distraen? Las palabras de Jesús son muy directas y nos proponen
hacer en las circunstancias actuales con toda su diversidad y complejidad, lo
mismo que Él hacía. Vivir con los ojos y
el corazón abierto a lo que acontece cada día, hacer surgir todas las
potencialidades en las personas para que las pongan al servicio de todos,
comprometernos de modo concreto con las pobrezas de nuestro mundo, será el
quehacer que más avalará nuestra identidad de seguidores de Jesús. Serán signos con capacidad de contribuir a que
otros también le reconozcan. ¿Qué preocupaciones son hoy las de Jesús? ¿Qué hechos, actitudes nuestras, en la
realidad concreta que vivimos, pueden ser signo? ¿Cuáles reconocemos como contrasigno?
Un regalo y un profeta
Quienes hemos encontrado a Jesús como Buena Noticia, tenemos un regalo, no es nuestro mérito. En la primera lectura de la Misa de hoy
escuchamos también “No estéis tristes,
pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza” y la alegría es expresión de este regalo.
En los textos de la Misa de San Pedro Poveda la Iglesia nos entrega como
canto de entrada, cuando la comunidad se reúne para celebrar la Eucaristía. el
fragmento central del Evangelio de hoy: “El
espíritu del Señor está sobre mí… me ha enviado…” Dios nos ha dado a Pedro
Poveda, como profeta, como maestro que con su ejemplo y su palabra
sabe enseñarnos lo que muchas veces nos cuesta lanzarnos a vivir.
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