Año tras año tenemos la oportunidad de
disfrutar de actividades que otros se encargan de organizar para nosotras y
nosotros. Este verano, en cambio, se nos ha dado una nueva oportunidad:
cambiamos de roles. Poco a poco estamos aprendiendo a ser educadores:
organizando, cuidando y animando a otros para que lo pasen bien.
Desde el primer día hemos ido integrándonos
en el barrio y demostrando a los chavales la importancia de compartir, hablar y
no usar la violencia.
Os vamos a contar cómo es nuestro día a día.
Por la mañana nos preparamos para subir al barrio donde nos dividimos en dos
grupos: uno se encarga de ayudar en el colegio con el apoyo escolar y
preparando juegos; el otro organiza actividades y talleres en la asociación del
barrio para el resto de los niños que no
pueden asistir a la escuela de verano. Regresamos para comer a casa, luego
descansamos y organizamos los juegos de la tarde. Sobre las 19 h. volvemos al
barrio, en autobús, y hacemos una llamada con bailes para anunciar nuestra llegada.
Cada día vamos a un parque del barrio y llevamos a cabo los juegos previamente
preparados. Al terminar nos despedimos y regresamos a casa, cenamos y por
último tenemos un rato de compartir en la memoria agradecida. Después nos vamos
a la cama.
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