Por Héctor Palacios. Chávez se enfrenta al imperialismo yanqui, pero insulta al
que critica su gobierno. Defiende la democracia y las elecciones, pero maniobra
para dejar a funcionarios electos sin recursos y sin sede física. Crea una red
de atención primaria de salud, pero los hospitales públicos siguen sin tener
medicinas suficientes para atender a los que llegan en emergencias. Crea una
masiva red de distribución de alimentos, pero importamos la mayor parte de
nuestros alimentos y las expropiaciones con fines productivos
son un gran fracaso
¿Cómo juzgar estos 14 años del presidente Chávez? Leer la
prensa alrededor el mundo hace muy difícil entender el chavismo, incluso la
prensa venezolana.
Muchos lo define como un dictador, olvidando o negando que Chávez ha ganado
casi una elección anual desde que comenzó su mandato, y que los números de
votos finales son reales, no producto de un fraude. Olvidando que a la sombra
del chavismo se ha creado una inmensa red de
participación popular en asuntos públicos. Es verdad que dichas
experiencias existían antes que Chávez, hechas por partidos que en su mayoría
están ahora en la oposición. Pero es cierto que mucha gente participa en
espacios donde su opinión es escuchada, aunque dichos espacios son tutelados,
y no cualquier opinión es aceptada. La gente se juega los empleos y subsidios
que reciben. El gobierno llega al extremo de decidir con
que sindicatos se sienta a negociar, sólo con aquellos que el mismo
ha formado.
La prensa de izquierda que mira con buenos ojos a los revolucionarios, lo
muestra como el defensor de los pobres, y un paladín de la lucha
antiimperialista. Se olvidan de que mucha gente pobre fue despedida de
su puesto de trabajo en el Estado por haber firmado para pedir un referéndum
revocatorio contra el presidente. Se olvidan que Venezuela es
un país dividido, y que en los lugares más pobres hay también opositores, que
tendrán sus razones. Si no, no se entiende cómo la oposición más un tercer sector
obtuvo más votos que el chavismo en las elecciones parlamentarias de 2010, o
que sea opositor el alcalde del municipio que tiene una de las barriadas
populares más grandes del mundo, Petare.
El presidente Chávez ha ganado multitud de elecciones, pero Venezuela se ha
convertido en una especie de monarquía plebiscitaria, donde la
interpretación del texto constitucional se hace a conveniencia. Los
últimos magistrados que tomaron posesión en el Tribunal Supremo de Justicia,
rigurosamente vestido con sus trajes de jueces, entraron gritando "Uh Ah,
Chávez no se va". Si el presidente dice sorpresivamente en televisión que
una persona debería estar detenida, no suelen pasar más de 24 horas antes que
la Fiscalía lo acuse de algún cargo y sea detenido, para estar en prisión, sin
juicio, a veces durante años. Hasta Noam Chomsky
se ha pronunciado al respecto, que también ha merecido las denuncias de
Amnistía Internacional.
Nuestra economía sobrevive porque Chávez ha tenido la buena estrella de contar
con altísimos precios del petróleo, sólo comparables a los precios de los 70,
cuando Venezuela vivió una época dorada, de consumo, pero también de expansión
de servicios sociales. La producción nacional está hoy a niveles mínimos, y el
crecimiento es fundamentalmente en servicios y comercio.
Una postura común en Europa y otros lugares es disculpar todas estas cosas
porque el gobierno de Chávez es de izquierda y popular, y porque la alternativa
es la derecha burguesa capitalista neoliberal que mata niños y los usa como
canapés.
Es cobarde y cómodo el chantaje ideológico de solidarizarse con Chávez porque
es de izquierda. La izquierda mundial disculpó demasiado tiempo al bloque
soviético, y Eduardo
Galeano demoró demasiado en hacer explícitas sus críticas al Castrismo.
Alguien le recordó a
Camila Vallejo que "Jamás autorizaría el gobierno (cubano) una
concentración en la Plaza de la Revolución".
¿No tenemos los venezolanos derecho a un Estado de Derecho real? ¿No tenemos
derechos a que el Estado vuelva a dar cifras
oficiales de homicidios, y a aceptar a todos los medios en las
escasas ruedas de prensa? ¿No tenemos derecho a imaginar que si el presidente
comete un delito, podría ser juzgado? ¿No tenemos derecho a pedir cuentas a
nuestro gobierno sobre problemas reales, como la inseguridad personal, la
salud, y la infraestructura?
¿Cómo es posible que Venezuela, con tal riqueza energética, hidroeléctrica y
petrolera, tenga racionamiento y fallas eléctricas? ¿12 años después, con los
recursos disponibles, no se ha podido hacer mantenimiento y tomar previsiones?.
El presidente Chávez es el mejor candidato que he visto en mi vida, pero es
pésimo gobernante. No sé cómo habrán sido Churchill o Kennedy, pero Hugo Chávez
tiene una gran capacidad de empatía política, y es un ágil contrincante
político. Su discurso sobre la exclusión y la pobreza es capaz de hacerme
llorar, literalmente, aún hoy.
Ahora Chávez es parte del problema, es parte del status quo. Llegará el momento
en que los venezolanos intentaremos otra cosa. Amor con hambre no dura.
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