lunes, 12 de diciembre de 2011

Derechos humanos para los nadies


Por Sonia Herrera para Madrid2noticias.com. Hoy quiero compartir este espacio con uno de mis escritores favoritos, alguien que con sus palabras da voz a aquellos y aquellas que fueron silenciados y reclama una justicia y unos derechos que para algunos nunca llegan: don Eduardo Galeano.

Los Nadies
Sueñan las pulgas con comprarse un perro
y sueñan los nadies con salir de pobre,
que algún mágico día llueva de pronto la buena
suerte,
que llueva a cántaros la buena suerte:
pero la buena suerte no llueve ayer,
ni hoy ni mañana ni nunca,
ni en llovizna cae el cielo la buena suerte,
por mucho que los nadies la llamen y
aunque les pique la mano izquierda,
o se levanten con el pie derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies:
los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies.
los ningunos, los ninguneados.
Corriendo las liebres, muriendo la vida, jodidos,
rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folclore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historial universal.
Sino en las páginas rojas de la prensa local.
Los nadies.
Que cuestan menos que la bala que los mata.

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos afirma que estos son “derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos derechos humanos, sin discriminación alguna. Estos derechos son interrelacionados, interdependientes e indivisibles”. Pero para “los nadies” la exigencia de esos derechos supone una lucha diaria que a menudo cae en saco roto.

El 10 de diciembre, como cada año desde 1950, se conmemora el Día de los Derechos Humanos, unos derechos carentes de protección y garantías que continúan siendo vulnerados de forma sistémica por gobiernos, organizaciones criminales e individuos que siguen manifestando un flagrante desprecio por la dignidad del prójimo.

La libertad, la justicia y la paz deberían conformar el paraguas que garantizase todos estos derechos, pero desgraciadamente esos tres pilares están llenos de grietas que dan lugar a infinidad de violaciones de los Derechos Humanos: esclavitud, tortura, discriminación, detenciones ilegales, desplazamientos forzosos, incumplimiento de la presunción de inocencia, intromisiones en la vida privada, ataques a la reputación, negaciones de asilo, matrimonios forzados, violencia sexual, prohibición de la libertad de culto, obstaculización de la libertad de expresión, así como de la libertad de reunión y de asociación pacíficas, precarización laboral, privatización de la sanidad, devaluación de la educación… La lista es interminable.

No me gusta citar a militares patriarcales, pero ante la paradoja, esta vez no me voy a resistir. Napoleón Bonaparte dijo una vez: “Nos batimos más por nuestros intereses que por nuestros derechos”. Creo que después de leer ese largo repertorio de violencias y atentados contra nuestros derechos fundamentales, es sugestivo reflexionar sobre aquello que nos mueve a actuar y demandar lo que es nuestro, no solamente el día 10, sino los 365 días del año.


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