lunes, 23 de enero de 2012

Conocerle un poco más


Por Samuel Medina. El pasado domingo, como otros muchos, estuve en el Centro Almar (sede de la Institución Teresiana en Málaga). Allí puede respirarse la vida del Movimiento, con varias salas decoradas con carteles y murales en los que los miembros de los distintos grupos desde Convocatoria hasta Militancia han ido plasmando sus inquietudes.

Me llamó la atención entre los demás, uno hecho por jóvenes de Iniciación. Decía: “¿Por qué no se nos ve a los cristianos?”  Y sobre ese titular, decenas de respuestas iban llenando el espacio hasta casi tener que escribir unos sobres otros. Las respuestas eran las esperadas: “No está bien visto”, “La gente nos clasifica como raros”, “No somos valientes”, etc.  Me dio qué pensar sobre la imagen que damos los cristianos en los entornos allá por donde vamos, en colegios, institutos, universidades, lugares de trabajo y de ocio… Y sobre el concepto que en la sociedad se tiene de nosotros. Creo que una vez que dejan atrás la idea de que los cristianos son los que están bautizados, la gente suele definirnos como personas que creen en Dios y que van a misa. No merece la pena señalar que es una definición extremadamente pobre, pero creo que puede asemejarse bastante a lo que la media puede decir.

Tengo la suerte de tratar con jóvenes universitarios bien formados que no se declaran creyentes. Con ellos he dialogado pausadamente sobre lo que piensan que es ser Cristiano y las respuestas no son muy diferentes a las que acabo de anunciar. Nada de extrañar. Al fin y al cabo hablan por lo que han visto u oído, por lo que otros creyentes le han contado. Como mucho, pueden admitir que son personas que se rigen por ciertos valores, nada distintos a los que cualquier persona con una buena ética podría defender.

Sin embargo, sí me han sorprendido las respuestas que otros jóvenes declarados cristianos han dado sobre lo que supone serlo. Creo que se aproximan mucho a los tópicos que estamos acostumbrados a oír, muy similares a los que diría cualquiera: “Personas que creemos en Dios”, “Que seguimos a Jesús”, “que tenemos una serie de valores definidos por la persona de Cristo”, etc.

Esto me hace pensar que no transmitimos bien lo que somos. Es normal que no se nos vea. Ser cristiano no implica sólo estar bautizado, haber recibido la eucaristía o estar confirmado… Ni siquiera declararse simpatizante o seguidor de Jesús. Ser cristiano es mucho más: Es tener una relación personal con Jesús. Una relación completamente real, como la que podemos tener con un amigo/a o con nuestra pareja. Una profunda amistad que ronda el enamoramiento, la entrega absoluta, la sensación de que todo pasa a un segundo plano sin Él.  Jesús es alguien (¡no algo!, como dice José Antonio Pagola) vivo, muy vivo que atraviesa nuestra propia naturaleza para impregnar nuestra vida de una sensación de serena felicidad que sólo Dios puede proporcionar.

Conocer bien a Jesús y no seguirlo es imposible. Y seguirlo y no amarlo, más imposible aún. Entiendo por tanto, que el ser Cristiano pasa por dejarse guiar por Él. Por ceder las riendas de nuestra vida y nuestra voluntad en quien sabemos nos ama. Por entender que la auténtica felicidad, proviene de confiar en Dios, de dejarse llevar por Él y vivir profundamente orientados a Él… 

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