Por Redacción AJ. El evangelista Juan nos dice que Jesús ha hecho un signo. No dice que Jesús haya hecho un milagro o un prodigio: “en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos”.
Un signo es algo que encierra un significado hondo, que apunta hacia algo que está más allá de lo que simplemente se ve. A través de los signos que realiza, Jesús expresa la salvación que Él trae y nos ofrece.
En este texto, el marco es una boda. Una fiesta. Hay una boda, sí, pero falta el vino, el vino que simboliza la alegría, lo que se comparte, lo que se degusta. Si falta el vino, no hay fiesta o la fiesta está vacía. Y Jesús realiza un gesto lleno de significado: transforma “el agua en vino” y la fiesta recobra su pleno sentido. No sólo hay vino, sino que el vino es el mejor.
Un signo es algo que encierra un significado hondo, que apunta hacia algo que está más allá de lo que simplemente se ve. A través de los signos que realiza, Jesús expresa la salvación que Él trae y nos ofrece.
En este texto, el marco es una boda. Una fiesta. Hay una boda, sí, pero falta el vino, el vino que simboliza la alegría, lo que se comparte, lo que se degusta. Si falta el vino, no hay fiesta o la fiesta está vacía. Y Jesús realiza un gesto lleno de significado: transforma “el agua en vino” y la fiesta recobra su pleno sentido. No sólo hay vino, sino que el vino es el mejor.
Este es el signo: donde la vida humana se teje, donde se vive el amor, la amistad, la comunión… Jesús viene a dar plenitud y sentido. Donde hay realidades vacías y sin sentido, la presencia de Jesús, si nos abrimos a ella, es salvadora.
Hay además un detalle importante: el agua es el agua de las “seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos”. Ese agua es la que se transforma en vino: ya no vale un modo de relacionarse con Dios desde la Ley o desde el temor. Ese modo de concebir a Dios como el “aguafiestas” se ha terminado: Jesús hace presente a un Dios gratuito, a un Dios que quiere dar plenitud a la fiesta, a la celebración, al amor.
Y María, seguidora de Jesús, ya sabe que eso es así… “Haced lo que Él diga” y volverá la Vida, y la Vida en abundancia.
Los cristianos seguimos llamados a hacer “lo que Él nos diga”, a seguir ofreciendo y haciendo visible –con nuestros gestos y con nuestros signos- la presencia transformadora de Jesús. Podríamos preguntarnos ¿qué realidades cercanas percibimos como “aguadas”, con falta de sentido, con falta de verdad, con falta de alegría…? Podríamos preguntarnos ¿Qué signos concretos podemos hacer nosotros para transparentar al Dios de Jesús -amor gratuito, solidaridad próxima, fiesta para todos-?
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