sábado, 23 de enero de 2010

El camino del discipulado

"Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mi, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.» Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: - «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»"
Por Redacción AJ. El texto de hoy se nos une con nuestro comentario del evangelio que hicimos con motivo del Bautismo de Jesús ("La radicalidad del bautismo", enero): ¿Qué significa ser criatura de Dios, creada por amor? ¿Qué significa ser herederos en Cristo? ¿Qué significa ser discípulo/a de Jesús?

José Antonio Pagola dice en su comentario para Eclesalia: "El Espíritu de Dios está en Jesús enviándolo a los pobres, orientando toda su vida hacia los más necesitados, oprimidos y humillados. En esta dirección hemos de trabajar sus seguidores. Ésta es la orientación que Dios, encarnado en Jesús, quiere imprimir a la historia humana. Los últimos han de ser los primeros en conocer esa vida más digna, liberada y dichosa que Dios quiere ya desde ahora para todos sus hijos e hijas."

Todos nosotros estamos llamados a compartir esta vocación, este camino, esta vida de entrega. Esta condición del discipulado nace del amor, de descubrir lo que significa compartir/comulgar con las ideas de aquel a quien llamamos Señor y Maestro. Nace del deseo de identificación con Jesús, de compartir su suerte. "Juntos andemos, Señor, por donde vayas tengo que ir", cantamos muchas veces en Acit Joven y la Institución Teresiana, parafraseando a Santa Teresa.

En un texto llamado "A los que han gustado cuan suave es el Señor" escrito en 1920 "a las ACIT de entonces", decía Pedro Poveda:
"Querer recibir mucho y no dar nada; querer vivir a nuestro gusto, en una placidez imperturbable, gozando de los dones del Señor y no sintiendo las miserias, es un sueño irrealizable. Ni el discípulo ha de ser de mejor condición que el maestro, ni podemos gozar con Cristo sin padecer con Él, ni para nosotros se ha de trazar un camino que no sea el que recorrió la Stma. Virgen y los santos. Ese cristianismo adulterado de los que pretenden librarse de persecuciones, calumnias, desprecios y martirios, deseando, al propio tiempo, vivir muy unidos con Cristo, no puede profesarse."
A veces nos lanzamos al seguimiento de Jesús, amigo, deseando gustar de su compañía, pero luego, cuando la vida se nos complica por ese seguimiento, a veces renegamos... Quizás habíamos volcado unas expectativas irreales, imposibles, de vida fácil y a favor.

¿Y tú? ¿Estás dispuesto, dispuesta, a vivir la amistad con Jesús? Si tienes miedo a que se te complique la vida, no temas: aquel que te llamó, que empezó en ti una obra buena, la llevará a cabo. Atrévete a dejarte hacer y pedirle la gracia que sólo Él puede darte.


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