lunes, 7 de noviembre de 2011

Mujeres e Iglesia: crítica y liberación

Por Sonia Herrera. Aunque las mujeres son mayoría dentro de la Iglesia católica, la estructura patriarcal de la misma las ha silenciado durante siglos y las ha sometido a un techo de cristal férreo basado, según la jerarquía eclesial, en la “divina providencia” dando lugar a lo que Sonia Villegas denomina “el sexo olvidado” de la Iglesia.
Quizás actualmente la cara más visible y mediática de la teología feminista dentro del catolicismo es Teresa Forcades, monja benedictina del monasterio de Sant Benet de Montserrat y doctora en Teología y en Salud Pública por la Universidad de Barcelona cuyas opiniones sobre la interrupción voluntaria del embarazo y sobre la sexualidad siguen causando la controversia de los conservadores y el rechazo del Vaticano.
Forcades empezó a adquirir notoriedad en el año 2009 cuando fue entrevistadas por varios medios de comunicación en los que manifestó que “la decisión de abortar es indisociable de la autodeterminación de la madre” y que “la sexualidad es fundamental no sólo para reproducirse sino también para correlacionarse y también para aprender el deseo de Dios”.
Pero no solo ella defiende una nueva teología alejada del androcentrismo y el machismo. En todo el mundo, varios movimientos de mujeres aglutinados bajo el nombre de Católicas por el Derecho a Decidir trabajan y luchan por otra Iglesia, más en consonancia con los deseos de Jesús y menos ligada a los intereses de la cúpula eclesiástica; una Iglesia que respete la diversidad, que no juzgue ni castigue, sino que acompañe y camine al mismo ritmo que la sociedad, teniendo en cuenta y respetando los derechos de las mujeres y las decisiones de éstas sobre su propio cuerpo.
Ya el siglo XVII, Sor Juana Inés de la Cruz se posicionó a través de sus versos y su prosa contra la Trinidad ortodoxa masculina y contra el machismo propio de la época:
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.

Más tarde, en el siglo XIX, Concepción Arenal, desde el catolicismo social, impulsó el feminismo y los derechos de la mujer en España y nos dejó para siempre una frase que hoy por hoy sigue siendo sistemáticamente incumplida total o parcialmente: “La sociedad no puede en justicia prohibir el ejercicio honrado de sus facultades a la mitad del género humano”.

Incluso Jesús se mostró siempre próximo a las mujeres y a sus necesidades durante toda su vida pública, rompiendo con muchos arquetipos y tabúes de su época. Así lo expresa la antropóloga mexicana María Consuelo Mejía Piñeiros, directora de Católicas por el Derecho a Decidir desde el año 1994: “[Jesús] se acercó a la hemorroísa, la mujer que sufría de flujos de sangre desde hacía doce años y la curó. En aquel entonces la menstruación era un signo total de impureza. (…) Se acercó también a las prostitutas. (…) Feminismo y catolicismo obviamente son una mezcla explosiva porque desde el feminismo estamos cuestionando muchas cosas que se están planteando como si fueran las únicas posibles en la Iglesia Católica, cuando no se trata de doctrina”.
Excluidas durante cientos de años de las disposiciones de la Iglesia, siempre ha habido mujeres que desde el interior de la misma han luchado por el cambio social y han dado pasos importantes para la consecución de la igualdad entre mujeres y hombres también en lo concerniente a la fe y a la religiosidad. Por ello (y por ellas) considero necesario, o más bien, imprescindible, que la Iglesia cambie sus dogmas sobre la mujer y sobre los derechos sexuales y reproductivos de las mismas y dé voz y voto a las que siempre fueron excomulgadas, acusadas de herejía o brujería o simplemente rechazadas por reclamar lo que históricamente les corresponde.

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