"En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar." (Mc 1, 29-39)
Por
Redacción AJ. Siempre decimos que al rezar con un texto del evangelio conviene
leerlo con un poco más de amplitud de lo que nos es ofrecido. En el ciclo
litúrgico vamos leyendo el evangelio por trozos y a veces corremos el riesgo de
olvidarnos que tienen una continuidad.
El texto de
hoy es del comienzo del evangelio de Marcos y viene precedido por esta
secuencia de hechos: Juan predica en el desierto y bautiza en el Jordán; Jesús
tiene una experiencia fundante (que le transforma totalmente y en la que se
siente impulsado a anunciar la Buena Noticia de que el Reino de Dios está
próximo); Jesús invita a unos pescadores a seguirle y formar una comunidad
itinerante que le acompañe en la misión a la que se siente enviado; van a Cafarnaún
donde están una semana (¿conociéndose y compartiendo?), se acercan a la
sinagoga en sábado (lugar oficial de reunión y culto en su religión judía) para
enseñar de una forma nueva (la que da el conocimiento interno de Dios y su
Amor) y rompe el sábado sanando; de ahí se van a la casa de Pedro y Andrés
donde vuelve a romper el sábado (texto de hoy) sanando. Ese atardecer lo
romperá muchas veces más curando a todos los que se agolpaban en su puerta. Al
amanecer se retirará a rezar y después de discernir lo acontecido decide
continuar por otros pueblos “pues a eso he venido”.
La escena
de hoy está, por tanto, inmersa en el proceso de discernimiento y elección de
la vocación y misión de Jesús. Casi me atrevería a decir que es llave, porque
marca el “cómo” vivir la misión a la que se siente movido.
· Al
acabar ese sábado habrá quedado claro su programa: ha venido para anunciar
sanando que el Reino de Dios está con los que sufren, aunque sea en sábado. Más
adelante le pedirán cuentas y dará razones: “el sábado se
hizo para el hombre, no el hombre para el sábado” (Mc 2, 27).
· Tiene claro que el lugar oficial (la
sinagoga) no es el único lugar donde anunciar la Buena Nueva, aunque también.
· Las casas de los creyentes, sus
comunidades, son (también) lugar de sanación, de Buena Noticia, de testimonio,
de servicio.
· La liberación es para todo aquel que esté dispuesto a escuchar su propuesta de Vida. Se siente movido a estar siempre en camino, siempre atento a cubrir las necesidades (no así las expectativas) de aquellos que necesitan una palabra de aliento y un gesto de amor.
“Se acercó… la cogió de la mano (la
tocó)…” Jesús se acerca a esta mujer y muestra su preocupación por lo que le
pasa. Ante la angustia, la necesidad, el miedo, la enfermedad, Jesús se acerca,
se aproxima siempre. Se hace amigo y médico. Coge de la mano, toca, se implica. Párate y mira tu necesidad, piensa de qué
quieres que te cure el Señor. Pídele al Señor que toque esa herida, esa parte frágil que tanto te cuesta acoger.
“La levantó…” Jesús te invita hoy a
ponerte en pie, a no dejarte encorvar o tumbar por las dificultades, por el
dolor, por la angustia. Tu dolor no le es indiferente. El Señor te coge de la mano para que no te quedes paralizado o paralizada por la dificultad. Tú eres más que eso. Eres valioso,
valiosa, por ser tú. Eres especial a sus ojos, eres su criatura. Eres también
todo lo que entregas en el servicio a los demás, o lo que podrías entregar.
Eres posibilidad, capacidad de Dios. Pídele a Jesús que te ayude a levantarte
en aquello que te tumba, que te duele. Preséntale
al Señor tu ser débil y frágil y pídele que lo haga posible.
“Se puso a servirles…” Todo encuentro
profundo con Jesús lleva al servicio fraterno. Agradecida y transformada, la
suegra de Pedro pasa a servir a los hermanos. ¿A qué te invita Jesús? ¿A qué te sientes
movido o movida, cuando escuchas que te dice “estás sanado, estás sanada”? Pídele que te abra los ojos ante tantas situaciones que necesitan de tu cercanía, que te ayude a estar atento o atenta a las necesidades de los que te rodean, que te ayude a implicarte en esta realidad tan necesitada.
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