lunes, 27 de mayo de 2013

Voto de Covadonga 2013

Por María Romero. ¡Hola a todos! Me gustaría escribiros sobre la experiencia que he tenido al ir por primera vez al voto de Covadonga.

Comenzaré por el momento en el que contemplé la posibilidad de ir al voto, puesto que no tenía mucha idea de qué era aquello, qué se hacía y lo más vital, diría yo, qué importancia tenía para la Institución Teresiana este evento, puesto que cada evento para mí es como un nuevo descubrimiento, siendo un poco novata como soy en Acit Joven. Lo único que sabía era que Pilar Fernández Padierna iba de oferente y que yo quería ir a apoyarla y también a vivir ese gran momento en directo. Así que con ayuda de algunas personas pude prepararme y concienciarme para lo que allí iba a acontecer.

Llegamos a Covadonga el sábado por la tarde, después de un viaje en coche que me resultó bastante ameno, aunque he de reconocer que estaba un poco emocionada y con muchas ganas de vivirlo todo con mucha intensidad; y allí, en Covadonga, se respiraba mucha paz por el lugar donde se encuentra la Santina y la basílica, pero también se notaba que había como un ambiente de fiesta, en el sentido de alegría por el reencuentro de todas las teresianas de diversas partes del mundo que se daban cita este fin de semana. Esa misma tarde visité la Santina por primera vez y allí me explicaron todos los detalles de la Santina, vestida de blanco y con el escudo de la Institución Teresiana, para la ocasión. Contemplé también la rosa que mandó Pedro Poveda poner a la Virgen, que significaba el número de academias de la I.T que había en ese momento. Visitamos más tarde la Casina, la casa que tiene la I.T en Covadonga, donde se conservan cosas de los años que Poveda pasó allí.

Por la noche, y ya instalados y todo, tuvimos un rato de oración en la Santina, donde en palabras de Pedro Poveda “Ante la imagen de la Santina se oró, se proyectó, se vio, por decirlo así, el desarrollo de la Obra”. Y personalmente, para mí, fue un rato de acción de gracias, por poderme encontrar físicamente allí, y le expuse todo lo que traía, esperaba, deseaba… para que en la medida de lo posible interceda por mí.

El domingo comenzamos el día con los testimonios de los oferentes, que nos presentaron distintas realidades de sus vidas; cada discurso era como una pequeña semilla que se siembra y poco a poco crece y hace un poquito mejor nuestro mundo y a mí me impactaron y emocionaron mucho todos los testimonios. Al finalizar cada uno, la directora general de la I.T, Maite Uribe, nos dirigió unas cariñosas palabras y al terminar, fuimos a compartir todos juntos la eucaristía en la basílica, junto con los peregrinos que se encontraban esa mañana allí. Para cerrar este gran fin de semana, comimos todos juntos en el hotel Pelayo, en un ambiente alegre y distendido.

Me gustaría terminar con una acción de gracias, como no podría ser de otro modo, a las personas que me han acompañado todo el fin de semana, por todo lo que he aprendido. Sin vosotras no habría podría podido vivirlo igual. De todo corazón ¡GRACIAS!


Animo a todas aquellas personas que no hayan ido nunca a que lo hagan, porque es una experiencia que se debe vivir al menos una vez en la vida.

viernes, 24 de mayo de 2013

En la escuela del Espíritu

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará». Jn 16, 12-15
Redacción AJ. Dejamos atrás el tiempo pascual y, al recuperar el tiempo que llamamos ordinario, la liturgia nos propone la fiesta de la Santísima Trinidad. Este domingo tiene  ecos de la pascua y de todo el año litúrgico, que celebramos siempre en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y escuchamos el eco de Pentecostés: Jesús ha cumplido la obra del Padre y vierte con abundancia el Espíritu sobre los apóstoles. Los discípulos solos no pueden salir adelante. Tampoco nosotros solos podemos, necesitamos el Espíritu de la verdad para resistir.
El evangelio que nos convoca pertenece al llamado ‘Sermón de la Cena’ en los capítulos 13-17 del evangelio de Juan, cuando en vísperas de su muerte, Jesús se despide los discípulos y les anuncia de nuevo la venida del Espíritu, lo promete al menos en cinco ocasiones. Mientras que Jesús ha convivido con los suyos les ha transmitido el mensaje de salvación, recordamos “desde ahora os llamo amigos porque os he dado a conocer todo lo que he oído a mi Padre” (Jn 15,15). Ahora conocen pero no están preparados para vivirlo, por eso les deja, nos deja, un maestro, “el Espíritu de la verdad” que los guiará –a los discípulos-, a ellos y a nosotros, hacia la verdad plena, hacia el conocimiento personal y vital de Cristo, de su persona, de su obra, de su mensaje.
Por la acción del Espíritu conocemos la unidad entre el Padre y el Hijo y podemos comprender el misterio de Jesús en el que descubrimos el rostro amoroso del Padre.
Esta Palabra de Dios que se nos regala hoy evoca dos textos de san Pedro Poveda que comparto:
  • “Poned mano a vuestra formación, tomadla con empeño; es el único negocio de toda vuestra vida”.
  • “La verdad está en las obras, no en las palabras. Las obras sí, ellas son las que dan testimonio de nosotros y las que dicen con elocuencia incomparable quiénes somos”.
Una invitación a caminar de la mano del Espíritu. En su escuela construimos Reino aprendiendo a vivir como Jesús. Sólo él puede llevarnos a la identificación plena con Cristo. 

lunes, 20 de mayo de 2013

Necesitados de salvación


Por José Antonio Pagola para EclesaliaEl Espíritu Santo de Dios no es propiedad de la Iglesia. No pertenece en exclusiva a las religiones. Hemos de invocar su venida al mundo entero tan necesitado de salvación.

Ven Espíritu creador de Dios. En tu mundo no hay paz. Tus hijos e hijas se matan de manera ciega y cruel. No sabemos resolver nuestros conflictos sin acudir a la fuerza destructora de las armas. Nos hemos acostumbrado a vivir en un mundo ensangrentado por las guerras. Despierta en nosotros el respeto a todo ser humano. Haznos constructores de paz. No nos abandones al poder del mal.

Ven Espíritu liberador de Dios. Muchos de tus hijos e hijas vivimos esclavos del dinero. Atrapados por un sistema que nos impide caminar juntos hacia un mundo más humano. Los poderosos son cada vez más ricos, los débiles cada vez más pobres. Libera en nosotros la fuerza para trabajar por un mundo más justo. Haznos más responsables y solidarios. No nos dejes en manos de nuestro egoísmo.

Ven Espíritu renovador de Dios. La humanidad está rota y fragmentada. Una minoría de tus hijos e hijas disfrutamos de un bienestar que nos está deshumanizando cada vez más. Una mayoría inmensa muere de hambre, miseria y desnutrición. Entre nosotros crece la desigualdad y la exclusión social. Despierta en nosotros la compasión que lucha por la justicia. Enséñanos a defender siempre a los últimos. No nos dejes vivir con un corazón enfermo.

Ven Espíritu consolador de Dios. Muchos de tus hijos e hijas viven sin conocer el amor, el hogar o la amistad. Otros caminan perdidos y sin esperanza. No conocen una vida digna, solo la incertidumbre, el miedo o la depresión. Reaviva en nosotros la atención a los que viven sufriendo. Enséñanos a estar más cerca de quienes están más solos. Cúranos de la indiferencia.

Ven Espíritu bueno de Dios. Muchos de tus hijos e hijas no conocen tu amor ni tu misericordia. Se alejan de Ti porque te tienen miedo. Nuestros jóvenes ya no saben hablar contigo. Tu nombre se va borrando en las conciencias. Despierta en nosotros la fe y la confianza en Ti. Haznos portadores de tu Buena Noticia. No nos dejes huérfanos.

Ven Espíritu vivificador de Dios. Tus hijos e hijas no sabemos cuidar la vida. No acertamos a progresar sin destruir, no sabemos crecer sin acaparar. Estamos haciendo de tu mundo un lugar cada vez más inseguro y peligroso. En muchos va creciendo el miedo y se va apagando la esperanza. No sabemos hacia dónde nos dirigimos. Infunde en nosotros tu aliento creador. Haznos caminar hacia una vida más sana. No nos dejes solos. ¡Sálvanos! 

jueves, 16 de mayo de 2013

Hasta el final

“Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. »Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»” (Jn 20, 19-31)
Por Redacción AJ. Estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas por miedo... Ellos están juntos pero con miedo, con las puertas cerradas… ¿Miedo a que sepan que son sus discípulos? ¿A que les identifiquen con Él? No, de puertas adentro, ellos no pueden negar que le conocieron, no pueden negar que su palabra les liberó, que su mirada abrió esperanzas, que su persona les arrastró, les sedujo hasta fiarse de Él más allá de todo. Esa es su experiencia profunda. No pueden renunciar a esta experiencia sin perder la raíz más fuerte de su vida, su definición radical- ellos eran sus seguidores, Él tenía la dirección, el sueño y el camino. Ahora están luchando, luchando con el miedo, con ellos mismos. ¿Era verdad todo lo que habían creído? ¿Deberían renunciar a la experiencia que les había puesto en pie como personas? Sin duda era más fácil ser como los otros, los que no sabían quién era, era más fácil vivir sin más… como tantos otros, ¿por qué ellos?

Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: “Paz con vosotros” Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.

Él irrumpe, quiere verlos, romper sus miedos. Necesitan la paz. La paz de articular y comprender la lógica ilógica de todo lo acontecido, la paz de saber que algo tan profundo no era irreal, la paz de poder compaginar su vivencia y su testimonio y poder hablar de Él. La paz de sentirse confirmada su mejor experiencia, la que les hizo distintos, capaces de mirar y aportar algo nuevo. Jesús lo sabe todo, Él les conoce, sabe de sus puertas cerradas, de sus limitaciones y de sus miedos, pero no puede sino amarles con ternura, porque les es fiel. Jesús les muestra las manos y el costado… sus puertas sí están abiertas, son sus señas de identidad. Le reconocen por cómo les amaba… hasta el final. Sus llagas, su noche, su experiencia de entrega, de confianza en el Padre, más allá de la muerte… Sí, ese era Jesús, lo identifican. Es Él y toda la vida se ilumina. Era verdad lo que Él había dicho y hecho, de lo que ellos eran testigos, su experiencia vertebrante era verdad. Sólo quién ha arriesgado, quién ha implicado su vida hasta la entraña puede sentir tan profundamente la alegría de saberle y sentirle vivo.

Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.» Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

Recibid el Espíritu Santo, el Espíritu de Jesús, su aliento, la fuerza que le impulsaba, que le llevaba al desierto, a orar al Padre, a sanar, a liberar, a dar fuerza a las gentes, la Promesa que le llenaba de esperanza, recibid, acoged el Espíritu, porque ahora sois vosotros los enviados… como el Padre me ha enviado, ahora Yo os envío a vosotros. Mi encargo es ahora el vuestro, mi tarea es la vuestra si la hacéis quedará hecha, si no compartís vuestra experiencia de mi amistad, de mi modo de andar por la vida, amando, liberando, perdonando… 
¿Quien llevará a cabo esta tarea?, ¿cómo sabrán otros realizarla sin haber vivido lo vivido? La tarea quedará sin hacer. 
 
Tenéis mi Espíritu… perdonad, liberad, si no lo hacéis vosotros ¿quien lo hará? Yo os envío.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Encuentro Burgos-León


Por Acit Joven Burgos. El pasado 1-2 de marzo celebramos en Burgos un encuentro Burgos-León de Acit Joven. Fueron dos días en los que participamos 36 jóvenes y 15 animadores llenos de energía, compromiso e ilusión por conocer y compartir, en los que disfrutamos de buenos momentos.
El lema del encuentro fue “DESDE TI” y estuvo centrado en dinámicas y juegos de grupo, mezclándonos por edades y procedencia, para favorecer que todos nos conociéramos. En ellos, se trabajó el conocimiento personal, descubrimos los talentos que Jesús nos ha regalado a cada uno y nos pusimos en el lugar de otras personas, buscando soluciones a sus problemas. Al igual que hacemos en Acit Joven, trabajamos la dimensión personal, social y cristiana de los jóvenes.
Una parte importante fue el concurso: "Esa cara AJ me suena". Nos disfrazamos, bailamos y reímos interpretando canciones actuales y de nuestra infancia. 
Como despedida, nos regalaron una tarjeta de recuerdo del encuentro, que nos dedicamos unos a otros, acompañados, en unos casos de alegría por nuevas amistades y en otros de tristeza y llanto por el regreso a casa de amigos.
Muchos ya se conocían y sabían que iba a ser un momento especial. Otros estábamos nerviosos, no conocíamos a toda la gente, creíamos que íbamos a estar solos… Pero cuando llegó el momento de decir adiós, nos dimos cuenta de que aún habiéndonos conocido más tarde, sentíamos lo mismo, un momento inolvidable, en el todos éramos especiales y nunca olvidaremos y seguro que repetiremos, ya que como decía Pedro Poveda “los jóvenes, podéis conquistar el mundo…
Acit Joven Burgos
Colegio Santa María la Nueva y San José Artesano






jueves, 9 de mayo de 2013

Bendice a los suyos


“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de los alto”. Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacía el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.”
Por Redacción AJ. El texto evangélico del último domingo de Pascua corresponde al final del Evangelio de Lucas y tiene sabor a despedida, a separación, a final de una etapa.

En él se distinguen claramente tres ideas:
  • La primera recoge de boca de Jesús lo que formara parte del “kerigma”, es decir, aquello que los primeros discípulos fueron entendiendo que era lo esencial del mensaje cristiano. Lo que había que transmitir a las generaciones futuras, el núcleo de la fe. 
  • La segunda idea es la promesa del envío del Espíritu, el protagonista de esta nueva etapa de la comunidad creyente, que revestirá a los seguidores de Jesús de la fuerza necesaria para testimoniar que el encuentro con el Resucitado les cambió la vida. 
  • Y la tercera idea es la despedida de Jesús, su separación y subida al cielo. En esta ultima centraremos nuestra  atención.
Tres situaciones que se entrecruzan en el tiempo y están muy unidas. Nunca insistiremos bastante en señalar lo que supuso para los discípulos la muerte de Jesús, el “shock” que les produjo, la situación de desconcierto, escepticismo y temor que vivieron, así como la increíble sorpresa de la resurrección. Desde aquí se comprende que los discípulos necesitasen tiempo, simbólicamente cincuenta días, para darse cuenta de que entraban en una etapa nueva, sin Jesús físicamente a su lado. Un tiempo para aprender a reconocerlo en la presencia de su Espíritu. En este tiempo “de paso” jugaron un papel decisivo las apariciones de Jesús a los suyos mostrándose vivo, preparando la acogida del Espíritu y enviándolos a la misión. La suya en la tierra había terminado. Su papel ahora es otro y su lugar está en otro sitio, “arriba” en el seno del Padre. Este momento es el que presenta el evangelio del séptimo domingo de pascua.

La Ascensión del Señor en el relato de Lucas ocurre yendo de camino, Jesús mismo los conduce hacía Betania. El lugar nos recuerda la casa de los amigos, Lázaro, María y Marta, queriendo, tal vez, significar la necesidad de los amigos en situaciones de separación y de despedida. 

Curiosamente el texto no recoge ninguna palabra de Jesús en el momento de su despedida. Ya lo ha dicho todo con su vida. Sin embargo se destacan dos gestos: Levanta las manos y bendice a los suyos. Los discípulos tampoco dicen nada, sencillamente se postran. Y el Evangelio señala que se volvieron a Jerusalén con gran alegría. 

Son gestos que expresan el clima sereno y de acogida en que se produce la despedida, bien distinta de la del jueves santo. Y llama la atención que por tres veces se utilice el término “Bendición”. Bendecir (del latín bene dire) significa “decir bien” de alguien. Decir cosas buenas, desear cosas buenas a los otros...

Haciendo un ejercicio de imaginación contemplativa resulta fácil “escuchar” el eco de lo que Jesús diría a sus discípulos al bendecirlos. Lo que cada uno de ellos oiría en su interior.
No os dejo solos
No temáis
Recibid la fuerza del Espíritu
Permaneced unidos en mi amor
Id por todo el mundo y anunciad lo que habéis visto
Sed mis testigos
Perdonad siempre
Esto que Jesús decía a los primeros cuando caminaba por Palestina continúa diciéndolo hoy, por la acción de su Espíritu, a la Iglesia y a cada uno de nosotros. Esto les produce una enorme alegría y les hace crecer en la conciencia del encargo: ser los continuadores de su Proyecto, los seguidores del camino, los que recibirán la fuerza para colaborar en la misión de Jesús. 

Al terminar el tiempo de Pascua, podemos agradecer lo vivido y preguntarnos a nivel personal, en nuestros grupos y comunidades:
  • ¿Qué palabra de Jesús he escuchado con más intensidad en este tiempo?
  • ¿Siento alegría al recibir el encargo de estar en el mundo siendo  testigos del Amor de Jesús?
  • ¿Qué necesito cuidar, fortalecer… para vivir comprometidamente esta misión que Jesús nos deja al subir al cielo?

lunes, 6 de mayo de 2013

Yo sólo soy un instrumento

Por un joven AJ. 

He hecho muchas cosas con mis manos, pero nunca le había salvado la vida a nadie. 

Atención: no hay vano orgullo ni soberbia en esta frase, sólo la absoluta certidumbre de que si yo no hubiera estado en un lugar preciso en un momento determinado, dos personas ya no seguirían con vida. Cuando, horas más tarde, tumbado en mi cama (y con algunos rasguños en los codos y las rodillas), empecé a ser consciente de lo que había ocurrido, sentí cómo todo en mi vida perdía el sentido y volvía a adquirirlo con más fuerza que antes, un sentido renovado y alimentado por aquella experiencia.

Veréis, yo me considero (¿consideraba?) una persona miedosa, cuando no cobarde; falto de agilidad física y, en ocasiones, mental (me han dicho muchas veces que cuando alguien me habla se pueden ver el resto de mis ideas dando vueltas por mi cabeza). Siempre me ha costado asumir roles de liderazgo, y siempre he creído que si fuera un pecado capital, sería la pereza. Así las cosas, no parecía la persona indicada para llevar a cabo (¡con éxito!) un rescate a dos personas en plena montaña.

Pues bien, no os podéis imaginar lo increíble que es constatar que Dios siempre está a tu lado y es capaz de transformarte en un segundo. Con el paso de los días, me reconozco en aquel momento como un verdadero instrumento de Dios. A las felicitaciones y palmadas en la espalda, a las gracias de las dos chicas que no paraban de repetir "nos has salvado la vida", a mí mismo... A todo eso paraba de repetir: No he sido yo. No he sido yo. Ha sido Dios a través de mí. A pesar de los nervios, los temblores, del shock… Sabía muy bien que Él había obrado a través de mí. Y la paz y la tranquilidad que esa certeza me ha aportado desde entonces han hecho que empiece a preocuparme menos por mi futuro, sabiendo que estoy en sus manos.

Muy poca gente conoce lo ocurrido aquel día: sólo aquellos compañeros que estaban presentes y que lo han contado al resto de los empleados de la empresa, y dos personas con quienes comparto muchas cosas en mi vida. Pensaba en las palabras “Ojalá seáis vosotros de los que hagáis mucho y habléis poco”… Pero una de estas dos personas me hizo ver que las personas que son instrumento de Dios lo son por sus actos y porque son capaces de transmitirlo.  Por eso estáis leyendo estas palabras.

Dios ha hecho muchas cosas con mis manos, pero nunca le había salvado la vida a nadie.

sábado, 4 de mayo de 2013

Paradoja del amor


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: "Me voy y vuelvo a vuestro lado." Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.» (Jn 14, 23-29)

Por Redacción AJ. Seguimos oyendo las palabras de despedida de Jesús en esa larga sobremesa que nos relata el evangelio de Juan, después de la última cena.

En estos párrafos, Jesús habla de nuevo de guardar su palabra, de mantenernos en su amor, de no tener miedo, de no sentirnos solos.

Parecería que el evangelista nos hablara realmente a las comunidades cristianas de nuestro país, en este año concreto, en este día, en este momento de nuestras vidas. Amar. Guardar. Permanecer. Recordar. No temer. Seguir creyendo.

Son palabras del maestro que se va a los amigos que se quedan, de pronto, solos. Y el discurso de Jesús anima a seguir como si él estuviera. Más aún, repite que el Espíritu nos enseñará todo y nos hará recordar. A aquellos que se sienten discípulos, el amor por su maestro les devolverá su presencia colmada, sus corazones serán habitación  de Dios. “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Da la impresión de que, sin la presencia física de Jesús, nos podremos sentir más inundados de Dios, porque de hecho, el regresa de otra manera y vive en nuestros corazones.

Paradoja del amor, siempre misterioso.

Él no puede dejarnos porque se negaría a sí mismo. Negaría su propia condición por la que no puede dejar de amar lo que ha creado.

¿Y nosotros? ¿Nos fiaremos? ¿Nos abandonaremos? ¿Acogeremos su paz? ¿Dejaremos de guiarnos por el miedo?