lunes, 31 de octubre de 2011

Experiencia en San Cristóbal

Por Alberto Sarabia. Hay que empezar haciendo. Eso nos dijo Pedro Poveda con su modelo y ejemplo de vida. Él comenzó su camino en Guadix, a principios del siglo pasado, ayudando a las gentes que vivían desfavorecidas en las cuevas. Así que como joven AJ que soy y con el recorrido en el movimiento que llevo a la espalda, decidí que era el momento de empezar, coincidiendo con la etapa en la que estoy, Profundización.

Después de un año trabajando en mi grupo de ACIT Joven de Santander, el 9 de julio de este año emprendí un camino que me cambiaría por dentro. Se trataba de las Jornadas de verano de AJ en el barrio madrileño de San Cristóbal. Tras el tan esperado reencuentro con los amigos que he hecho gracias a AJ y que jamás podré olvidar, nos pusimos manos a la obra. Antes de nada se nos presentó el proyecto del que íbamos a tomar parte (para nosotros algo reducido dada nuestra breve estancia en la capital). Era, nada más y nada menos, que acompañar (y ayudar en lo que fuera necesario) durante algo menos de dos semanas a niños de 6 a 13 años que viven una realidad que no es como la afortunadísima infancia que la mayoría de nosotros tuvimos, sea por la razón que sea.

Lunes, 11 de julio de 2011. 9:00 AM. El momento del encuentro con los niños estaba cerca. Con los nervios a flor de piel, las dudas no hacían más que crecer en mi cabeza. ¿Qué haré? ¿Qué diré? ¿Estará bien lo que haga? Los nervios no duraron más que unos minutos, porque cuando cogí de la mano a una pareja de hermanos toda preocupación se fue. “Esto saldrá bien” me dije. Y así durante 11 días. Con los niños jugué, me reí, enseñé lo justo y aprendí mucho. Cada palabra, cada mirada y cada gesto era un nuevo mundo del que podía conocer algo nuevo, desde el método adictivo de las pulseras de macramé, hasta virtudes tan importantes como la paciencia.

No me extenderé mucho más. Desde mi humilde opinión quisiera decir a todo el que lea este sencillo (y espero que acertado) artículo, que por muchas palabras, frases y páginas que escriba, jamás llegaría a explicar realmente la cascada de emociones que viví en esos días. Sólo puedes conocer realmente la experiencia si te haces parte de ella. Yo lo hice, y ahora, creo que puedo decir que soy un punto mejor que antes. Por ello invito a todo el que no lo haya probado que lo pruebe (o algo similar), porque, como ACIT e Institución Teresiana que somos tenemos que recordar que “la bondad está en las obras, no sólo en las palabras”.

¡Ah! Quisiera mandar un mensaje a los jóvenes que lean esto. Quiero que vosotros (y yo con mis 17 años) tengáis presente esta cita de San Pedro Poveda: “Me preguntaréis ahora que podéis hacer. Vosotros podéis conquistar el mundo, ni más, ni menos.”. Yo jamás lo olvidaré.

viernes, 28 de octubre de 2011

hijos e hijas del mismo Padre

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: “Los maestros de la ley y los fariseos son los encargados de interpretar la ley de Moisés. Por lo tanto, obedecedlos y haced lo que os digan. Pero no sigáis su ejemplo, porque dicen una cosa y hacen otra. Atan cargas pesadas, imposibles de soportar, y las echan sobre los hombros de los demás, mientras que ellos mismos no quieren tocarlas ni siquiera con un dedo. Todo lo hacen para que la gente los vea. Les gusta llevar sobre la frente y en los brazos cajitas con textos de las Escrituras, y vestir ropas con grandes borlas. Desean los mejores puestos en los banquetes, los asientos de honor en las sinagogas, ser saludados con todo respeto en la calle y que la gente los llame maestros.
Pero vosotros no os hagais llamar maestros por la gente, porque todos sois hermanos y uno solo es vuestro Maestro. Y no llaméis padre a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el que está en el cielo. Ni os hagáis llamar jefes, porque vuestro único Jefe es Cristo. El más grande entre vosotros debe servir a los demás. Porque el que a sí mismo se engrandece será humillado; y el que se humilla, será engrandecido.”
Mt 23, 1-12

Por Redacción AJ. Este fragmento del evangelio de este domingo es la introducción a un largo capítulo de Mateo, el 23, en el que Jesús formula siete fuertes acusaciones a los escribas y fariseos (23, 13-36) y termina anunciando la próxima ruina de Jerusalén (23, 37-39). En el texto que nos convoca podemos distinguir dos partes: (vv. 1-7) Jesús está denunciando la hipocresía de escribas - maestros de la ley- y de fariseos criticando el doble rasero que utilizaban para medir y su orgullo y prepotencia. En la segunda parte (vv. 8-12) Jesús se dirige directamente a sus discípulos “a vosotros” y les advierte contra el afán de títulos –muy propios de las escuelas rabínicas de su época-. Los cristianos, los seguidores de Jesús, somos todos hermanos en la iglesia, hijos e hijas de un mismo Padre, guiados por un mismo pastor y maestro, Cristo, que siendo el “primero” se humilló hasta tomar la condición de esclavo, como nos recuerda el apóstol Pablo.

Con un estilo que recuerda al Sermón de la Montaña, Jesús dice a sus discípulos, nos dice a nosotros, que hemos de ser y actuar de manera diferente a como suelen hacerlo escribas y fariseos –los maestros de la ley y los “perfectos”-. Y nos va ofreciendo ejemplos muy concretos: que nuestro mayor deseo sea el de servir; que nuestra comunidad tenga como objetivo ser verdaderamente fraterna, comunidad de hermanos y hermanas que saben que la mayor dignidad que tienen es el ser hijos e hijas del mismo Padre…

Esta manera de obrar, y sólo ésta, es la que puede ser reveladora de Padre y constructora del Reino. No sólo es importante lo que decimos o predicamos con los labios, sino también cómo lo decimos y cómo damos testimonio de ello con nuestra vida, con nuestra actitud y con nuestra manera de relacionarnos con las demás personas. Podemos vivirnos y relacionarnos como hijos únicos y queridos con el Padre,  pero se nos invita a que nos miremos y nos vivamos como hermanos de todos los otros hijos e hijas únicos y queridos de nuestro Padre, y que como hermanos nos relacionemos, ni dueños, ni señores, ni subditos. Hermanos.

lunes, 24 de octubre de 2011

El fin de ETA

Por Francesc Tous, militante de Acit Joven. El pasado jueves todos recibimos con alegría una noticia que, no por menos anunciada, era menos deseada. El final del terrorismo de ETA es una de esas noticias esperadas durante décadas y décadas. En el caso de mi generación se podría decir que durante toda una vida, puesto que nunca habíamos vivido en una España en la que ETA no existiera. Los que fuimos niños a finales de los 80 y principios de los 90 conservamos muchos recuerdos de infancia relacionados con los crímenes de ETA. El 19 de junio de 1987 yo era aún demasiado pequeño para ser consciente de lo que había sucedido en el Hipercor de avenida Meridiana, pero sobre todo a través del relato de mis abuelos, que ese día tuvieron que aparcar el coche en la avenida Diagonal, totalmente colapsada a causa de los controles policiales, ponernos a mi hermana y a mí en el cochecito, e ir a pie hasta San Justo, me he podido imaginar muchas veces el clima que se debió respirar ese día en Barcelona. Ese atroz atentado ha dejado una marca indeleble en la ciudad, especialmente en los habitantes de la zona, algunos de los cuales han sido alumnos del colegio Arrels de la IT, que está a dos pasos del Hipercor. Uno de ellos, Toni Castro, que también debe haber tenido que reconstruir su recuerdo a partir de los relatos de sus familiares, poco después de conocer la noticia hizo una foto del Hipercor y la colgó en el muro de su facebook para homenajear a las víctimas que perecieron ese día.
El recuerdo de las víctimas y la pena que producen tantos años de violencia absurda y delirante han sido los dos sentimientos mayoritarios que han acompañado a la alegría provocada por el comunicado de ETA, y más aún después de constatar que, pese a la renuncia al uso de la fuerza, la banda armada continúa encerrada en su propia burbuja ideológica en la que son ellos las únicas víctimas del conflicto. Aún así, mucho más importante que lo que puedan pensar y decir los últimos cabecillas del terror, es caer en la cuenta que el nuevo y esperanzador escenario que se abre a partir de ahora en Euskadi es fruto de un largo proceso en el que han participado amplios sectores de la sociedad vasca, también de la española y ciertas instancias internacionales. El éxito es compartido, y creo que ahora más que nunca es muy importante evitar ciertas interpretaciones excluyentes: el final de ETA ni es sólo patrimonio de la lucha policial y judicial contra la banda, que hay que reconocer que ha sido efectiva y que ha acorralado a los terroristas y a sus defensores, ni ha sido debido únicamente a la participación de los mediadores internacionales, ni tampoco es obra exclusiva del giro radical y del cambio de estrategia que ha protagonizado la izquierda abertzale en los últimos meses, el cual ya hacía tiempo que se venía cuajando. Cada cual puede poner el énfasis donde considere adecuado, pero sin estos y otros factores el fin de la violencia quizá no habría llegado.
En un documental realizado por Gorka Espiau y producido por Televisió de Catalunya, Pierre Hazan, especialista en procesos de reconciliación, decía que después de largos períodos de violencia o de confrontación, es necesario construir, poco a poco, un relato común “que ayude a llenar el hueco creado entre grupos opuestos”. Para llevar a término este objetivo, parece absolutamente imprescindible no sólo tener una voluntad genérica de dialogar, sino también ser capaz de reconocer el dolor causado al otro e, incluso más importante, tomar en cuenta a los adversarios y reconocerlos como iguales en el proceso de (re)construcción de la paz. Es evidente que a la izquierda abertzale le queda aún mucho camino por recorrer en este sentido, pero sería injusto no valorar los pasos que ya ha dado y los incipientes señales que indican que poco a poco se va haciendo cargo del daño físico, moral y emocional que ETA ha causado a la sociedad vasca. En el otro lado del tablero, el fin del terrorismo tendría que conllevar un cambio de actitud de los sectores más antinacionalistas, tanto vascos como españoles, para con la izquierda abertzale y el espacio político que ella ocupa, sin el cual la política vasca anda absolutamente coja. Si la Batasuna post-ETA continua profundizando su compromiso real con la democracia y con la paz, no hay razón para excluirla del debate político y del juego democrático. La construcción de un relato común y consensuado no tiene por qué implicar la aceptación de las estructuras estatales vigentes.
En todo caso, hay muchas señales esperanzadoras: hoy mismo he leído unas declaraciones de Txelui Moreno, portavoz de la izquierda abertzale, en que valoraba muy positivamente la actitud mostrada por Mariano Rajoy después del comunicado de ETA, el cual ciertamente ha actuado de una manera mucho más responsable y moderada que la mayoría de sus compañeros de filas. Hace tiempo que se llevan a cabo programas de reconciliación entre víctimas y victimarios, con resultados muy interesantes. Y podríamos añadir otros ejemplos que auguran a Euskadi un futuro alejado de la violencia y la extorsión.  

viernes, 21 de octubre de 2011

La Ley es el Amor

"En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?»
Él le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»" (Mt 22, 34-40)
Por Redacción AJ. El experto en la Ley le preguntó para ponerle a prueba, es decir, para comprobar si se sabía "de memoria" todos los preceptos y mandamientos de la Ley. Jesús le demuestra que "se sabe" la Ley "de corazón": la Ley es el Amor. Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera, ni más ni menos. Casi nada... 

Hace un par de semanas celebramos un encuentro de militantes de Acit Joven en Cercedilla. El lema fue "Tú eres mi Hijo amado" y la lectura del evangelio de ese domingo era la del rey que preparaba un banquete para celebrar una boda y acababa saliendo a las calles, caminos y plazas a buscar invitados... El tema principal que abordamos durante el plenario de la tarde fue ¿cómo discernir la voluntad de Dios?, ¿cómo distinguir su voluntad de nuestros deseos?, ¿cómo podemos saber si estamos viviendo nuestra vida en clave de evangelio o si nos autojustificamos con el evangelio en la mano? 

En el diálogo hubo muchos interrogantes, muchas preguntas. Tocamos aspectos como la imagen de Dios, la idea de qué es "su voluntad", qué interpretamos por "señales"... y se nombraron dos criterios como piedra de toque: la invitación al banquete y el amor.

Nuestros planes, nuestras acciones, nuestra vida: ¿son inclusivos o excluyentes? ¿A quién invitamos a sentarse a nuestra mesa, con quién convivimos, con quién nos relacionamos? ¿A quién invitamos al banquete de la celebración de nuestro compromiso?

Ama y haz lo que quieras. Pero ojo, aquí no vale cualquier amor, no se trata de sensualidad, de afinidad, de caerte bien alguien... Se trata de AMAR. Si Amas de verdad, no harás daño a nadie, no violentarás a nadie, no excluirás a nadie.

Pregúntate en lo profundo del corazón: ¿en función de qué valores tomo las decisiones y actúo en mi vida?, ¿del Amor o de otras cosas que ocupan su nombre? ¿Cómo vivo mi ser hijo o hija de Dios y hermano o hermana de todo ser humano? ¿Estoy participando del banquete?, ¿a quién estoy invitando?

lunes, 17 de octubre de 2011

Juventud, fuerza del mundo


Por Gisela Nis, MJIT Argentina. Cuánto habré escuchado esta hermosa frase del Padre Poveda, y cuánto me habrá alentado a seguir pese a las adversidades en el trabajo cotidiano. Pero creo que fue en Madrid donde realmente pude comprender plenamente y vivir el significado de "¿Quiénes son los más valientes, intrépidos, temerarios, arriesgados? Los jóvenes. ¿Quienes son lo que tienen ideales, los que se olvidan de sí? Los jóvenes".

Fue conmovedor experimentar la fuerza de los jóvenes cristianos, de cómo a pesar de ser todos de distintas nacionalidades y de hablar diferentes idiomas, lo que nos unía y permitía comunicarnos era la fe viva en Cristo.

En lo personal la JMJ significó mucho, me ayudó a renovar mi compromiso de fe y me permitió renovar las ganas de seguir al servicio de Cristo.

Algo que llevaré siempre en mis recuerdos fue el ver tantos jóvenes que viven el carisma de la Institución Teresiana, lo que nos hacía sabernos parte de esta idea apasionada. Creo que a todos nos movilizó hasta lo más profundo el encuentro en Los Negrales; poder conocer lo que en los demás países se hace gracias a la Institución, los jóvenes que están en la misma senda que nosotros, recorriendo un camino de fe común y las ganas de volver a encontrarse.

Al volver me he traído en mi maleta muchas experiencias, muchos magos, energía renovada y sobre todo muchas ganas de hacer más, de que este encuentro internacional de jóvenes de la IT se vuelva a repetir. Pero más que todo he vuelto con la certeza de que grandes cosas van a surgir de este hermoso encuentro porque somos jóvenes y todo lo podemos.

A los jóvenes de ACIT Joven España mi más grande recuerdo y cariño, gracias por abrirnos las puertas por brindar su tiempo y predisposición para con todos nosotros. Ojalá nos volvamos a ver todos en Rio 2013; pero sobre todo que continuemos avanzando juntos, trabajando codo a codo para que como hombres y mujeres de Dios seamos inconfundibles.

domingo, 16 de octubre de 2011

"A Dios lo que es de Dios"

Por Redacción A.J.
Llama la atención que los fariseos actúen “con premeditación y alevosía”, enviando a unos discípulos suyos que, a su vez, se juntan con unos partidarios de Herodes, para poner a prueba a Jesús.
Cuando interrogan al Maestro, empiezan halagándole, aunque ese halago nos dice la impresión de hombre recto, sin dobleces, que causaba el Señor: que no se casaba con nadie, vamos.
Para el pueblo judío, en general, era inaceptable pagar el tributo a Roma, al César, porque el emperador era considerado un dios y, por tanto, pagar el tributo significaba, implícitamente, un acto de idolatría. Pero los herodianos apoyaban a su rey, Herodes, quien, a su vez, era vasallo de Roma. Y los fariseos no soportaban a Jesús ni la autoridad con la que hablaba al pueblo; así que se juntan para ponerlo en un brete.

Y Jesús, con esa magnífica libertad que le caracteriza, les devuelve su propia hipocresía.
La moneda es solo una moneda. No es el César en sí mismo, ni es idólatra, por tanto, el hecho de usarla. Dios es el Señor. Ningún gobernante de este mundo puede atribuirse las características divinas. Ninguno tiene la verdad absoluta, la honradez perfecta, la justicia completa. Por tanto, no les atribuyamos nosotros lo que ellos no poseen.

A Dios, lo que es de Dios”. Y... ¿Qué es “lo de Dios”?

A lo mejor es una buena pregunta para hacernos este domingo:
¿Cuál es la parte de Dios en mi vida?, ¿en la vida de lo que hago, lo que busco, lo que amo…?

“La vida entera es para Dios. Dicho de otro modo: Jesús nos ofrece vivir cualquiera de los ámbitos de la vida con el mismo sentido. No hay rincones que queden al margen de las cosas que son para Dios. La economía, el ocio y la diversión, la vida afectiva, las relaciones con los vecinos de la escalera o del barrio/pueblo, el trabajo –con las relaciones que se dan en él y los problemas que se presentan–, el consumo, el compromiso militante, los estudios, la vida familiar, lo más íntimo de cada uno, el voto político... todo lo podemos vivir con un mismo estilo, con unas mismas opciones: el estilo y las opciones que nos da la fe en Jesucristo”.

lunes, 10 de octubre de 2011

Palestina



Tendremos que arrepentirnos en esta generación
 no tanto de las acciones de la gente perversa,
sino de los pasmosos silencios de la gente buena.
Martin Luther King

Por Tusta Aguilar. El ser humano tiene la capacidad de acostumbrase a todo, y ver lo más abyecto como natural, bueno o al menos pasable. Nos decimos: así es, siempre ha sido así...
Y eso nos ha pasado con la situación de Palestina. Hay ya generaciones que no han conocido otra Palestina que la del conflicto, la sitiada, la acosada, la pisoteada en sus derechos como pueblo y en los derechos de sus nacionales. Parece como si todo el mundo esperase como natural que tire la toalla, que abandone, que ceda que desaparezca como nación, que acepte como irreversible el genocidio. Pero no sucede, cuando parece que todo está perdido resurgen y se monta una nueva Intifada; o, como ha sucedido ahora, ponen ante los ojos del mundo desde NNUU la injusticia que se está cometiendo con ellos y ellas, y nos sitúa – a todos/as – en la categoría de genocidas como cómplices. La presidenta de Brasil lo dijo en su discurso de apertura de la sesión: dejemos nuestra hipocresía, dejemos el cinismo y la ceguera y enfrentemos el problema. Israel se ha propuesto hacer desaparecer a Palestina, eliminarla del mapa. Tenemos miles de datos, rompe los acuerdos de paz y siempre dando un paso más en su proyecto de ocupar e invadir su tierra, veámoslo de una vez y pongamos remedio.
Si alguno de vosotras o vosotros conoce a alguien palestino o que haya vivido in situ se lo corroborará, todos los que han estado allí viviendo o comprometidos en alguna tarea han comprobado que Israel nos toma el pelo, no da pasos más que en un sentido: destruir Palestina.
Entonces ¿no queda esperanza?
Nos decía un voluntario que ya ha sido expulsado por Israel del territorio, que en una situación desesperada donde más de 30 diputados de la Cámara Palestina estaban detenidos, encarcelados con o sin juicio, un palestino le dijo: Cuando estás encerrado en una habitación en absoluta oscuridad con solo un pequeño orificio, los que están fuera miran por el orificio y solo ven oscuridad, pero el que está dentro mira por el orificio y ve luz, ve iluminado todo el paisaje, lo ve todo con claridad. Así pasa en Palestina, los que estáis fuera solo veis oscuridad, pero los que estamos dentro, en la oscuridad, por nuestro pequeño orificio lo vemos todo y lo vemos con claridad.
Podemos quedarnos impasibles o compartir con ellos su claridad y esperanzas; siempre queda la denuncia, el no olvidar, la cercanía afectiva o efectiva a pesar de los kilómetros que nos separan. No olvidemos que, como en tantas otras ocasiones: “la indiferencia nos hace cómplices”.

sábado, 8 de octubre de 2011

Una invitación a la Vida

"En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
-«El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran:
"Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda."
Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos.
El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados:
"La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda."
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo:
"Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?"
El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros:
"Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes."
Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.»" (Mt 22, 1-14)
Por Redacción AJ. El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba una boda… El reino de los cielos se parece a una invitación a celebrar la vida y el don de saber comprometerse. Esta imagen conlleva alegría, derroche, generosidad, celebración. También capacidad de comprometerse y de celebrar con otros su compromiso, lo cual implica la propia vida. Aceptar la invitación es hacerse copartícipe de este compromiso y de la alegría con la que se pasa a formar parte de esa alianza, propia y ajena.

Esta invitación ha sido cursada para cada uno y cada una de nosotros personal e íntimamente. Hemos sido invitados e invitadas a participar de esa boda, de ese compromiso, de esa celebración.

En ocasiones no somos capaces de reconocer la gran suerte que es recibir esta invitación y por ello, rehusamos asistir. Nos quedamos atrapados en nuestras historias pasadas, en responder a las expectativas propias y ajenas, en nuestros bienes que nos esclavizan, en la comodidad que no desea ser descolocada… Implica demasiado, complica demasiado…

En otras ocasiones aceptamos la invitación, pero hay una parte de nosotros que no acaba de decidirse a participar de esa nueva vida. Decimos que sí pero algo en nuestro interior se resiste a vestirse de fiesta, a exteriorizar que hemos aceptado asistir al banquete… Puede que, incluso, nos cueste reconocerlo ante nosotros mismos. Estamos tantas veces en guerra con nosotros mismos. Cuesta tanto “dar del todo, con todo en el suelo” y “rendirse” totalmente, entregarse al Señor, no poner condiciones ni esconder la llamada que vivimos en nuestro interior…
Recemos a Dios para que poco a poco nos críe y nos dé determinación y fuerzas para aceptar plena y conscientemente a su banquete. Creamos que aun en esta vida da Dios ciento por uno:
“Y muchas veces paréceme a mí si es el no se disponer del todo luego el alma, hasta que el Señor poco a poco la cría y la hace determinar y da fuerzas de varón, para que dé del todo con todo en el suelo. Como lo hizo con la Magdalena con brevedad, hácelo en otras personas, conforme a lo que ellas hacen en dejar a Su Majestad hacer. No acabamos de creer que aun en esta vida da Dios ciento por uno.” (Sta. Teresa, Vida 22, 15)

lunes, 3 de octubre de 2011

La experiencia de Manuel Caro en la JMJ



Por Manuel Caro, profundización C



Este año, he sido uno de los tantos afortunados que ha podido disfrutar de la JMJ en Madrid. He vivido seis días de renovación y reafirmación espiritual acompañado de muchísima gente. Todos muy amigables. Tanto amigos como desconocidos, de aquí y de allá, jóvenes y no tan jóvenes, chicos y chicas... Pero todos con una sonrisa dibujada en la cara y compartiendo sus sensaciones y experiencias contigo. Podías encontrarte gente en el autobús, que sin dudar le preguntabas de dónde era, adónde iba, qué tal lo pasaba; porque todos te respondían gentilmente y te devolvían las preguntas. Lo cual era una sorpresa, porque todos temíamos las intervenciones en contra de la venida del Papa y de las diferentes acitividades del encuentro por parte del grupo 15-M.

En el tema "actividades", yo he hecho un poco de todo desde el primer día: iba soltando la maleta cuando me ofrecieron poder actuar en el musical que proponía como actividad el Colegio Mayor Poveda. Y la verdad es que estoy muy contento de haber podido entrar a formar parte del grupo (aunque fuese a última hora); también estuvimos en un concierto de un grupo de rock cristiano, en el cual estuvimos bailando con gente de Hungría, Cabo Verde y Argentina; estuvimos en unas cuantas exposiciones y catequesis. Pero ante todo, me sobrecogió la última noche en Cuatro Vientos: ¡Qué cantidad de gente!
Allí llegamos por la tarde y, de un grupo de ocho o nueve personas que íbamos al mismo recinto, solo pude estar con mi hermana. No cabían esterillas en el suelo, donde quiera que pisaras tenías que tener cuidado de no tropezar con alguien. Y, aún así, mucha gente con acreditación se quedó fuera de la explanada donde únicamente se podía entrar haciendo uso de dicha acreditación. Además, comenzó a llover y no llevábamos paraguas... Un caos.
Pero, como siempre que hay tormenta acaba amainando (y nunca mejor dicho), al final nos quedamos allí toda la noche. Y conseguimos reunirnos con los diferentes grupitos de ACIT y ver a muchos amigos.
Ha sido una experiencia de paciencia y constancia muy enriquecedora.

En el tema "personas", las mayores alegrías del encuentro fueron dos: el encuentro inesperado de un compañero de Jornadas y el encuentro del grupo ACIT en los Negrales. El primero fue el jueves 18. Mi hermana y yo teníamos pensado ver el Viacrucis y después ir a tomar un café con un compañero suyo de clase. Cuando terminó el Viacrucis, salimos a una calle por la que pasó el Papa. Tras verlo nos volvimos y qué sorpresa al ver que un compañero de Jornadas caminaba en dirección contraria a nosotros. Tuve que mirarlo tres veces para cerciorarme que era cierto. Y así era, se estaba alojando con un grupo de su diócesis y no había podido venir el día anterior al encuentro en los Negrales, porque no iba como grupo ACIT.
La verdad es que Dios proporcionó la casualidad de que nos viéramos, porque no sabíamos ninguno que el otro iba a ir.

El segundo fue el miércoles 17. Nosotros, los del grupo del Colegio Mayor Poveda, fuimos de los últimos grupos en llegar. ¡Cuánta gente había ya! La alegría que me invadió plantó una sonrisa en mi cara. Y al momento me reencontré con mi grupo de Jornadas. De hecho, realicé una reflexión al día siguiente sobre esto: "La vida con amigos, aunque sean lejanos, es el mayor disfrute que podemos obtener aquí en la Tierra. El reencuentro con ellos nos hace ver lo importantes que son para nuestra vida. Muchas veces no nos damos cuenta, pero nos hacen falta. Los echamos de menos cuando no están, cuando necesitamos un abrazo o simplemente cuando recordamos aquellos momentos que pasamos juntos y que quedarán en la memoria.
Querer tenerlos cerca es un sentimiento de frustración cuando están lejos, y nuestro corazon derrama sus lágrimas por ellos: ¿quién sabe cuándo nos volveremos a encontrar?, ¿dónde?, ¿quiénes seremos para entonces? Pero la sensación de reencuentro subsana cualquier duda y tristeza. El abrazo de amistad nos libera de la carga de nuestras dudas."

Recomiendo este encuentro para todos aquellos que no lo hayan probado porque merece la pena. Merece la pena porque en la corta experiencia que me ha dado mi vida nunca había estado en ningún sitio donde se puede respirar la fe. No he pasado ningún día sin dar gracias a Dios por las experiencias que estaba viviendo. Creo que después de esto, mi fe en Dios y en las personas ha crecido, se ha fortalecido e intento con esto que la vuestra os ponga un pequeño recuerdo de alguna experiencia así.


Un abrazo de un amigo

Pdta: Solo puedo sacar como error a las JMJ que no se haya formado un grupo desde ACIT, ya que ha sido muy complicado  el poder ver a viejos conocidos. Para la próxima espero que mi petición se cumpla, si no es demasiado pedir. Nos vemos en Río de Janeiro :)