sábado, 31 de diciembre de 2011

¡Mucho para estrenar!


Los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.  Lc 2,16-21
 Por Redacción AJ. Este domingo es, además el primer día del año, por lo que está cargado de significados varios: comienzo del año civil, octava de Navidad, solemnidad de santa María, Madre de Dios y Jornada Mundial por la Paz. Con el trasfondo de todos estos temas en el evangelio que se nos propone podemos detectar gestos, actitudes, razones… a estrenar en este 2012. Nos va a hacer de guías los pastores y María.

Para situarnos, el texto recoge el final del relato del nacimiento de Jesús según Lucas. En los versículos anteriores el evangelista narra cómo un ángel del Señor se había aparecido a unos pastores que estaban en la comarca –los de nuestro relato- anunciándoles: “hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor” (Lc 2,11) Y les deja una señal: “encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (2,12).

Ciertamente para los pastores este anuncio debió ser una gran noticia, una buena noticia que les movilizó. Se ponen en camino no de cualquier manera, van corriendo. Seguramente a alguno le tocó quedarse velando con el rebaño. Y encuentran al niño ¡habían oído bien! Y ven. En el niño que encuentran ven al Salvador, al Mesías esperado. Y si fueron contando lo que había oído, ahora vuelven contando y dando gracias por lo que han visto y oído. Vuelven al desierto, a su lugar cotidiano, con sus rebaños, con la alegría en el corazón y con la alabanza en los labios, la señal de los portadores de buenas noticias. Mirar hoy a los pastores en su camino de vuelta es una invitación descarada a estrenar gestos y palabras para compartir en nuestros lugares aquello que brota de lo que hemos visto y oído, de lo que vemos y oímos cada vez que miramos a Jesús sea en el pesebre, en la cruz, en los hermanos…,  palabras de agradecimiento y alabanza, palabras de denuncia, de esperanza, de ánimo o palabras de consuelo, palabras de acogida, de anuncio…

Y desde este evangelio una mirada a María. También mirarla a ella hoy nos invita a estrenar. María nos propone un modo de acoger el misterio del don del Amor de Dios que se nos da en la ternura y la debilidad de un niño: guarda las cosas meditándolas en su corazón. No sugiere estrenar la oración cotidiana, gustando internamente ese amor que se nos regala en la vida de cada día.

Feliz vida nueva!!

lunes, 26 de diciembre de 2011

Navidad 2011


Por María Llamedo. Kinshasha, República Democrática del Congo. Estamos en el tercer domingo de adviento, a dos semanas para Navidad. Me pregunto cómo se presentará la Navidad en nuestro querido Congo. Será bastante diferente a lo que hasta ahora estaba acostumbrada: correr para buscar regalos,  comer y beber hasta hartarme, visitar familiares y amigos.

Nuestro ambiente está marcado por una “victoria” electoral falsa e injusta y por un presidente electo por el pueblo que no gobernará porque la comunidad internacional se opone. Esa comunidad internacional que quiere seguir como hasta ahora, sacando (o mejor saqueando) diamantes, oro, coltán y demás riquezas que existen en nuestro subsuelo mientras mira con complicidad cómo cada vez son más los niños echados a la calle, cómo las familias no llegan a poder escolarizar a sus niños, cómo la gente sobre la que han tiroteado estos días se muere desangrada en la calle porque no hay recursos sanitarios y los pocos que hay sólo están al alcance de los que tienen recursos económicos holgados, menos de un 20% de la población del país.

Pienso en el nacimiento de Jesús y pienso que “no había lugar para su familia en la posada”.

En los medios de comunicación europeos nada se dice de los cientos de congoleños que son muertos, sólo se hacen eco si muere algún soldado, algún cooperante o algún misionero europeo, pero nada de nuestros hermanos congoleños, y es que para ellos tampoco hay sitio en la posada lujosa y egoísta de nuestro mundo. Pienso en todos aquellos a los que se les ha prohibido llevar el duelo de sus familiares, a los que no se les ha permitido ver ni siquiera el cuerpo sin vida de sus seres queridos para que la muerte no sea oficial y los datos que lleguen al exterior sean que “han muerto una treintena…” Pienso en todos aquellos que a partir de ahora no tardarán en dejar el país y adentrarse en travesías por el desierto y que probablemente morirán antes de llegar a la costa española, o si llegan serán interceptados por la policía, o condenados a vender CDs por la calle cuidando bien que las fuerzas de seguridad no les atrapen, o en las mujeres que serán obligadas a prostituirse.

Pienso en los niños que llevan días temblando escuchando los tiros. En las mujeres que han sido violadas. Porque aquí la estrategia militar es esta: entrar en la casa, robar lo poco que tienen, comer lo poco que hay, violar a las mujeres y marchar cantando y alabando al Dios de la guerra.

Pienso en los que seguirán muriendo de malaria, de SIDA, de polio, de cólera y de otras enfermedades mientras se destinan millones y millones a investigar en estética en Europa y nos cambiamos el tamaño de la nariz o de las tetas según nuestro gusto o según aquel al que queramos impresionar con un cuerpo 10.

Pienso en los niños que nacerán estos días, sin tanto test, sin tanta prueba, sin tantos regalos, sin tantos juguetes, cremitas, pañales, colonias… y sin un futuro claro. Pienso que muchos de ellos no llegarán a los cinco años. Pienso en el dolor de esas madres y en su deseo, la mayoría de las veces frustrado, de darles buena vida a sus hijos.

Pienso que sí, que es cierto que aquí Jesús también viene, pero ¿cuándo vendrán su bondad, justicia, su paz, su ternura?

Pienso en las celebraciones litúrgicas pomposas para recibir a nuestro Niño y quiero pensar que en medio de todo eso, le podamos mirar. Y le podamos ver.

Que lo miremos en todos aquellos para los que no hay sitio en la posada de nuestro mundo: en los que piden un poquito de lo que nos sobra a la puerta de nuestros templos, en los parados, en los inmigrantes, en las mujeres prostituidas, en los alcohólicos, en los toxicómanos, en los enfermos, en los ancianos, en las minorías marginadas… Y si queréis, echad una vista también a nuestro querido Congo, a este pueblo pleno de esperanza y continuamente masacrado. Eso es lo que deseo para esta navidad, que lo veáis en vuestra posada.

Un gran abrazo y Feliz Renacer,

María.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Tiempo para contemplar


Por Redacción AJ. El comienzo del evangelio de Juan nos anuncia la gran noticia de estos días navideños. La Palabra, el Hijo amado del Padre, ha venido a nuestra casa y ha decidido quedarse con nosotros. El que tanto nos ama viene como huésped que quiere habitar en nosotros, y para ello, realiza un gesto asombroso: “se inclina hacia nosotros”, atrayéndonos hacia él (Pedro Poveda). Pero todavía más, “la Palabra se hizo carne”, es decir, el Hijo se hizo historia, y abrió para toda la humanidad un camino de plenitud: “la humanidad fue tomada por el Hijo de Dios para no dejarla jamás, y esa humanidad adorable, en la persona divina fue elevada a su mayor perfección” (Pedro Poveda). Es el gran regalo de su amor que podemos acoger y agradecer o no.
No es un tiempo para hacer grandes teorías, sino para contemplar, es decir, para ver, escuchar y mirar y que, de ese modo, el misterio contemplado penetre en cada uno/a como por ósmosis, y nos vaya configurando y recreando desde lo profundo. De esto entendían bien los místicos. “No os pido más que le miréis” (Camino de Perfección 26.3), nos dirá Teresa. Y con la sencillez de quien se sabe cautivado y seducido por tanta ternura derramada situarnos ante el Niño que ha nacido y suplicarle: “Dame licencia para mirarte y verte... déjame estar contigo” (San Pedro Poveda, Coloquio con el Niño Jesús).
 
En medio de las sociedades actuales, el evangelio de Juan transmite certezas que abren sendas de humanidad, inéditas y provocadoras: “En la Palabra había vida, y la vida era la luz… luz verdadera que nos ilumina”. ¿Cuáles son los hilos sobre los que se teje ese “humanismo verdad”?
· El Dios transcendente eligió poner su morada entre los suyos, es decir, atravesó las fronteras de la vulnerabilidad y la debilidad y deseó para nosotros un hogar que fuera el suyo: “vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a los que la acogieron, a los que creen en su nombre, les dio poder de ser hijos de Dios...” Jn 1,11-12.
·  El movimiento liberador y salvador se inicia desde el Dios que ha visitado nuestra casa y ha irradiado su luz trastocando los paradigmas antiguos de funcionamiento e inaugurando una nueva forma de entrañarse con los otros, los cercanos y los lejanos, los de casa y los de fuera, los conocidos y los extraños.
·  Quienes han abierto las puertas al que estaba llamando y lo han acogido, han pasado a formar parte de una nueva familia donde nadie es llamado “extraño” porque todos son hermanos, porque todos, mujeres y hombres, han recibido la filiación divina como don acogido y tarea compartida.
·  El Hijo amado, misericordia desentrañada del Padre como plenitud de gracia y fidelidad (Jn 1,14), se ha vuelto hacia la humanidad entera para hacer de ella una comunidad familiar que vive de su bondad y su ternura derramada abundantemente sobre nosotros según su misericordia (Tit 3,4). Contra la tentación de ser “nuevos Prometeos”, el evangelio de Juan nos comunica que todo lo recibimos de él, que de él nacemos, y por ello, la vida no es entendida como conquista, sino como gracia. Y esto supone que lo que hemos recibido gratis, lo ofrezcamos gratis, y que el agradecimiento sea la marca que nos une con Dios y con quienes hacemos el camino de la vida.
· La humanidad, constituida en familia, se vive asimismo abocada una y otra vez, desde y en las entrañas misericordiosas de Dios, a ofrecerse como benevolencia y bondad a toda la creación. Siendo agraciados desde esa experiencia radical y fontal, los creyentes en Cristo responden agradecidamente acogiendo, tomando consigo y atrayendo hacia sí a todos los que peregrinan en la vida. Ellos, que han aceptado a Jesucristo, se determinan, por su gracia, a vivir desde y en ese mismo amor gratuito que ofrecen libre y desinteresadamente.
· Y puesto que de su plenitud han recibido gracia sobre gracia (Jn 1,16), los discípulos del Resucitado se inician en las sendas de la acogida incondicional, de la gratuidad, para ofrecer cobijo, comida y seguridad a las hermanas/os itinerantes, a los mendigos, a los necesitados, e incluso a los pecadores y enemigos que llamen a sus puertas. Han sido sorprendidos y agraciados por el movimiento de salida del Dios transcendente que ha venido a su encuentro y se ha alojado en su morada. Por ellos se ha encarnado en PALABRA de apertura y de éxtasis, se ha regalado como amor que se expone y ha desvelado su intimidad para invitarles a compartirla dejando atrás el círculo cerrado de su subjetividad.
· El evangelio de Juan nos invita a entrar en la historia, compartiendo codo con codo las condiciones de los hombres y mujeres que están a nuestro lado, abriéndonos a los desafíos de quienes llegan de la otra orilla; acogiendo el latir de toda la humanidad, y especialmente de quienes padecen más o están más marginados, o sufren malnutrición, violencia, soledad… etc.
Unos días, por tanto, para estar bien cerca de Cristo, que es CAMINO, VERDAD Y VIDA para todo hombre y toda mujer. Mirándole, escuchándole, amándole, se nos abrirá un camino de plenitud en el amor.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Señora de la Noche más buena y esperada

Por el cardenal Eduardo F. Pironio.
Señora de Belén, Señora de la Noche más buena y esperada, Señora del Silencio y de la Luz, Señora de la Paz, la Alegría y la Esperanza. Señora de la sencillez de los pastores y de la claridad de los ángeles que cantan: “Gloria a Dios en el cielo. Paz en la tierra a los hombres, a los hombres que Dios ama”. Señora de los pobres y los niños. Señora de los que no tienen nada, de los que sufren soledad porque no encuentran comprensión en ningún alma.

Gracias por habernos dado al Señor en esta Noche. Por habernos entregado el Pan que nos faltaba. Gracias por habernos hecho ricos con tu pobreza y tu fidelidad de Esclava. Gracias por tu Silencio que recibe y rumia y engendra en nosotros la Palabra. Nos sentimos felices esta Noche y con ganas de contagiar esta dicha a muchas almas. De gritar a los hombres que se odian que Dios es Padre y que los ama. De gritarles a los que tienen miedo: “No teman”. Y a los que tienen el corazón cansado: “Adelante, que Dios los acompaña”.

Señora de Belén. Señora de la Noche y la Mañana. Señora de los campos que despiertan porque Jesús ha nacido en la comarca. Señora de los que peregrinan, como Tú, sin hallar tampoco una posada. Enséñanos a ser pobres y pequeños. A no tener ambición por nada. A desprendernos y entregarnos. A ser Mensajeros de la Paz y la Esperanza.

Que esta Noche la Luz que tú nos diste sea el comienzo de una claridad que no se acaba. Que el amor sustituya a la violencia. Que haya justicia entre los hombres y los pueblos. Que en la Verdad, la Justicia y el Amor se haga la verdadera Paz cristiana. Que esta noche Jesús nazca en nosotros y que al volver después a nuestra casa, podamos decirles a los hombres, que viven inseguros y sin esperanza: “No teman. Les traemos la Buena Noticia, la gran Alegría para todo el pueblo: Hoy en la ciudad de David nos ha nacido el Salvador, el Mesías, el Señor”.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Lecturas navideñas

Todo está en los libros


Por Ximo Bosch. Pues ya está aquí la Navidad ¿no? Va, venga, no nos engañemos. En educación esperamos estas fechas como agua de mayo. Es tiempo de descanso merecido y de recuperar el tiempo que entre correcciones, preparaciones y cursillos le hemos ido robando a la familia.

Dicen también que es tiempo de nuevos propósitos. O de recuperar los antiguos. Entre estos buenos deseos, muchos pensamos en la lectura como hábito grato que quedó en un segundo plano.

Bien, pues si además de recuperar el sano estímulo de la lectura, queremos agitar la conciencia o simplemente necesitamos un reto de reflexión ahí van tres recomendaciones.

Els ulls dels pobres (Los ojos de los pobres) por Pere Casaldáliga y Joan Guerrero. Edicions 62, 2005.

Un libro magnífico en una edición muy bien cuidada. Existe una versión en catalán y otra en castellano. Aquellos que puedan permitirse la versión original, que no se priven. Un conjunto de fotografías expendidas, que sin recurrir al más mínimo artificio, nos interpelan de manera irrenunciable. Vienen acompañadas de pequeños poemas, textos cortos, frases y reflexiones que son un antídoto total contra la indiferencia.
Sin truculencias innecesarias, ni más instrucción que sentarse abrir y mirar, esta joya ha de reforzar nuestra creencia en la justicia y nuestra fe en el reino de Dios en la tierra. Ideal para consumo propio y acierto seguro en regalo. Dejo el enlace de “La casa del libro” con su referencia

Como vienen tiempos muy complicados en lo económico y para sumarnos a las nuevas tendencias, mis siguientes recomendaciones van en documentos de descarga gratuita.

Superar fronteras es un documento polifónico sobre las fronteras internas y externas que nos plantea el reto de la inmigración.
Editado por Ceimigra en Valencia, ha de ser sin duda una referencia en cualquier reflexión sobre un tema que parece desatar lo peor y lo mejor del género humano. Recorre políticas y prácticas que mantienen, sustentan y justifican la marginación y el aplastamiento del débil y que asumimos con cierta indiferencia como inevitables.
Argumentos de sobra para discutir con el cuñado impresentable en la cena de nochevieja. El enlace es el siguiente: http://www.ceimigra.net/observatorio/

Por último, y como complemento del anterior, un documento clásico y plenamente vigente para cualquier educador que se precie para buscar nuevos retos en su profesión. Digo complemento del anterior, porque a pesar de la excelencia intelectual y narrativa del documento anterior, dicho documento olvida la reflexión acerca de la frontera que significan prácticas educativas discriminatorias, marginalizadoras y mantenedoras de injusticia en el ámbito de la educación. Prácticas que se dan en instituciones educativas de todo tipo. De todo tipo.

“Irrenunciables utópicos en la educación” es un cuaderno de Cristianisme i justicia  escrito por Jesús Renau y que resulta absolutamente vigente como brújula educativa. Quien lo lea no podrá evitar admirar la lucidez del autor en el planteamiento de los interrogantes que se suceden a lo largo del cuaderno. También se replantea el concepto de utopía para pasar a considerarse como deseable y alcanzable.
Un documento necesario en nuestro quehacer cotidiano, y muy recomendable en cualquier actividad de formación que se desarrolle en nuestros colegios.
Se puede descargar gratuitamente aquí

De paso se puede echar un vistazo a toda la colección de cuadernos de CJ, que constituyen un alimento intelectual muy necesario para la fe.

Pues lo dicho. Si en lugar de novela negra escandinava con psicópatas de serie, o la última saga de adolescentes y monstruos, uno se anima con cualquiera de estas tres lecturas, le aseguro que no quedará indiferente.

Feliz Navidad y besos a todos.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Cuarto Domingo de Adviento

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando a su presencia, dijo:
- Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.
Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
- No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel:
- ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?
El ángel le contestó:
- El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó:
- Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
Y el ángel se retiró.

Por Redacción A.J.

En este cuarto domingo de Adviento, el Evangelio de Lucas nos narra el encuentro del encuentro del ángel con María.
Dios, que se ha ido haciendo presente en la historia del pueblo de Israel mostrando repetidamente su voluntad de encontrarse con los hombres y mujeres como amigo fiel, como Señor de la historia, como Padre que cuida de sus hijos, prepara ahora el encuentro definitivo y pleno con los hombres. Su presencia y su palabra, de nuevo, serán desconcertantes: Dios no se hace presente desde el poder, desde la violencia o desde la imposición, sino en la sencillez, en la vulnerabilidad y fragilidad de un niño que es Dios-con-nosotros. Sólo aquellos dispuestos a romper con determinadas imágenes de Dios, sólo quienes sean capaces de acoger esta novedad y dejarse sorprender por ella, serán capaces de descubrirle.
El evangelista Lucas, nos presenta a María como la primera en recibir este anuncio desconcertante. Ella significa y realiza lo que en este Adviento celebramos: que Dios viene a nosotros, nace en nosotros y entre nosotros cuando nos abrimos a su presencia.

Os invitamos este domingo a escuchar este evangelio contemplando el icono de Rupnik (haciendo click puedes visualizarlo mejor). No se trata de mirar con curiosidad, ni con avidez, ni como miraría un historiador o un crítico de arte… queremos mirar con sencillez, dejándonos afectar por lo que vemos, abiertos a la posibilidad de que este cuadro nos “enganche”, nos diga algo.

En el centro del icono esta María. A su lado el ángel, cerca de ella, dirigiéndole una palabra que Ella acoge. María aparece sobre un gran pergamino que simboliza al pueblo judío,  que tanta importancia le daba a la Escritura ¿Por qué? Posiblemente para expresar que María no es alguien ajeno o extraño a nosotros, que María es “de los nuestros”: una mujer judía, que escucha la Palabra de Dios, desde su pueblo y con su pueblo, plenamente inserta en la historia que le tocó vivir. Ahí se hace presente el ángel, y ahí María recibe el anuncio. Ella aparece recogida, silenciosa, atenta a lo que ocurre en su interior, a lo profundo que habita en ella. Nos podemos fijar en que el artista presenta a María con los ojos cerrados. Como en el evangelio, también en el icono María está escuchando, abierta a la Palabra. En sus manos, sostiene una madeja roja, símbolo de algo que se va tejiendo, que va creciendo en sus entrañas a medida que escucha, recibe y acoge el anuncio. Fijémonos en su postura ¿de qué nos habla?

En estos tiempo, las promesas de alegría y de felicidad se multiplican, pero pocas veces nos sentimos invitados al silencio, a mirar en lo profundo, a descubrir la fuente de la verdadera alegría dentro y no fuera de nosotros. Vivimos llenos de cosas, creemos que la felicidad se compra o se vende, pero nos cuesta conectar con el deseo profundo de nuestro corazón. Y precisamente, ahí, en el centro, es donde Dios nos quiere alcanzar. Si le dejamos.
Lo mismo ocurre con los miedos y temores, pequeños o grandes, que a menudo nos paralizan o nos bloquean. A veces tenemos miedo al vacío, a encontrarnos solos y solas ante nosotros mismos. Queremos sentirnos fuertes y seguros, y buscamos la seguridad que da el poder, el ser o tener más...
¿Qué actitudes deberíamos cultivar hoy para recibir, de parte de Dios, un anuncio que nos habla de alegría, de no temer y de confiar porque El está con nosotros?

- Adviento es oportunidad de acoger y celebrar la Buena Noticia de que  Dios quiere habitar entre nosotros y en el interior de cada uno de nosotros.

- Adviento es oportunidad de mirar dentro para descubrirnos habitados por el Dios de la Vida.

- Adviento es oportunidad de descubrir lo bueno y lo nuevo que se va tejiendo dentro de nosotros y entre  nosotros, a veces sin que nos demos cuenta.


María, Virgen del silencio,
enséñanos a escuchar la Palabra,
que, día a día, está cerca de nosotros.
Enséñanos a distinguir la única Palabra
entre las numerosas palabras vacías.


María, Virgen del "sí",
enséñanos la apertura y disponibilidad,
contra todo miedo que nos bloquea.
Enséñanos la fe,
que brilla en la oscuridad del misterio,
y que responde: "Hágase".
Enséñanos a creer
que nada es imposible para Dios.

María, Virgen de la Vida,
forma en nosotros el Fruto de tu vientre, Jesús,
para que la Palabra se haga Vida
también en nosotros,
y para que podamos convertirnos
en mensajeros de la esperanza para otros.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Derechos humanos para los nadies


Por Sonia Herrera para Madrid2noticias.com. Hoy quiero compartir este espacio con uno de mis escritores favoritos, alguien que con sus palabras da voz a aquellos y aquellas que fueron silenciados y reclama una justicia y unos derechos que para algunos nunca llegan: don Eduardo Galeano.

Los Nadies
Sueñan las pulgas con comprarse un perro
y sueñan los nadies con salir de pobre,
que algún mágico día llueva de pronto la buena
suerte,
que llueva a cántaros la buena suerte:
pero la buena suerte no llueve ayer,
ni hoy ni mañana ni nunca,
ni en llovizna cae el cielo la buena suerte,
por mucho que los nadies la llamen y
aunque les pique la mano izquierda,
o se levanten con el pie derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies:
los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies.
los ningunos, los ninguneados.
Corriendo las liebres, muriendo la vida, jodidos,
rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folclore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historial universal.
Sino en las páginas rojas de la prensa local.
Los nadies.
Que cuestan menos que la bala que los mata.

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos afirma que estos son “derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos derechos humanos, sin discriminación alguna. Estos derechos son interrelacionados, interdependientes e indivisibles”. Pero para “los nadies” la exigencia de esos derechos supone una lucha diaria que a menudo cae en saco roto.

El 10 de diciembre, como cada año desde 1950, se conmemora el Día de los Derechos Humanos, unos derechos carentes de protección y garantías que continúan siendo vulnerados de forma sistémica por gobiernos, organizaciones criminales e individuos que siguen manifestando un flagrante desprecio por la dignidad del prójimo.

La libertad, la justicia y la paz deberían conformar el paraguas que garantizase todos estos derechos, pero desgraciadamente esos tres pilares están llenos de grietas que dan lugar a infinidad de violaciones de los Derechos Humanos: esclavitud, tortura, discriminación, detenciones ilegales, desplazamientos forzosos, incumplimiento de la presunción de inocencia, intromisiones en la vida privada, ataques a la reputación, negaciones de asilo, matrimonios forzados, violencia sexual, prohibición de la libertad de culto, obstaculización de la libertad de expresión, así como de la libertad de reunión y de asociación pacíficas, precarización laboral, privatización de la sanidad, devaluación de la educación… La lista es interminable.

No me gusta citar a militares patriarcales, pero ante la paradoja, esta vez no me voy a resistir. Napoleón Bonaparte dijo una vez: “Nos batimos más por nuestros intereses que por nuestros derechos”. Creo que después de leer ese largo repertorio de violencias y atentados contra nuestros derechos fundamentales, es sugestivo reflexionar sobre aquello que nos mueve a actuar y demandar lo que es nuestro, no solamente el día 10, sino los 365 días del año.


domingo, 11 de diciembre de 2011

Allanad el camino al Señor


“Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran:  «¿Tú quién eres?» Él confesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías.» Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»  El dijo: «No lo soy.» «¿Eres tú el Profeta?» Respondió: «No.» Y le dijeron:  «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?» Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.» Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?» Juan les respondió:  «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.» Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.” (Jn 1, 6-8. 19-28 )
Por Redacción AJ. En ocasiones nos encontramos con una imagen de Juan el Bautista que no le hace justicia. En la Iglesia católica, cuando una fiesta (aunque sea de precepto) cae en domingo, no se celebra como tal fiesta, porque tiene primacía la fiesta del Señor. La fiesta más importante es el Domingo de Resurrección y el resto de domingos son una conmemoración de éste. Pues bien, nos haremos una idea de la importancia de san Juan Bautista con este dato: solo con Juan el Bautista se hace la excepción de celebrar su fiesta, aunque caiga en domingo. San Juan Bautista fue el último de los grandes profetas del Antiguo Testamento y el primero que anunció a Jesús como Mesías.

Desde las primeras comunidades cristianas se ha tenido claro el papel de san Juan Bautista, su importancia como profeta. Hijo de sacerdote, su destino habría sido sacerdote y, sin embargo, se desmarcó para buscar su vocación, aquello a lo que solo él estaba llamado. A la vez, era plenamente consciente de su lugar en la segunda fila: Juan anunciaba la llegada de Jesús, su bautismo era de agua, no de Espíritu, él no era la luz, sino testigo de la luz, no era digno de atar las sandalias de Jesús. No se anunciaba a sí mismo, sino a quien venía detrás. Cuando vienen a preguntarle “¿Tú quién eres?” no entra a explicarles de dónde viene, ni qué quiere ser. Responde directamente “no soy el Mesías” porque sabía qué venían buscando. No es a mí a quien buscáis, hay otro más importante, de quien viene la Salvación.

¿A quién buscamos?, ¿a quién buscas tú?

¿A quién te acercas a preguntar por el Mesías?, ¿dónde lo buscas?

Comenzamos la tercera semana de Adviento, te invitamos a dedicar un rato para pensar cómo y dónde buscas al Señor, al Mesías.

En la continuación del evangelio de Juan (Jn 1, 35-51),  el Bautista invita a los discípulos a fijar su mirada en Jesús. Hoy también, Juan te invita a fijar los ojos en Jesús, a buscarle, a convivir con Él. Te interpela a no dejarte atrapar por falsos Mesías e ídolos, a no ser seducido por falsas promesas, a ser agente activo en allanar el camino al Señor.

¿Cómo allanar el camino al Señor? Con poco que conozcamos a Pedro Poveda podremos poner palabras: sazonar la vida, sanar las heridas, hacer agradable la vida, amable la virtud...  
"Vamos a quitar de nosotros todo eso que nos indigna, que nos impacienta, que nos subleva, visto en los demás; vamos a practicar todo lo bueno, todo lo que vemos en el prójimo que nos edifica y mueve. Vamos, además, a mandar muy poco, casi nada; vamos a desterrar la palabra mando; vamos a pedir por favor, a rogar por amor de Dios, a agradecer el que se nos complazca en tal o cual cosa, y al propio tiempo vamos a hacer nosotros mucho, a ser los primeros en hacer, a ser los primeros en puntualidad, en trabajo, en silencio, en recogimiento, en devoción, en estudio, en caridad, en servicios al prójimo olvidándonos de nosotros mismos." (P. Poveda, 1935; Amigos fuertes de Dios, pp. 220-221).

lunes, 5 de diciembre de 2011

París.

Por Francesc Tous. Los lunes a las siete me suelo acercar al Foyer du Dôme, la residencia universitaria que la IT anima desde hace casi cincuenta años en París. A pesar de estar a dos pasos de la estación de Montparnasse, rodeada de restaurantes, crêperies bretonas, cines y teatros, el Foyer es un lugar apacible y tranquilo, medio escondido en una pequeña calle que escapa al bullicio de los bulevares. Los lunes a las siete hay oración.
La semana pasada un par de estudiantes del Foyer se habían encargado de prepararla. Primera oración de adviento, así que la meditación giraba en torno a la preparación de la llegada del Señor. Había algunas residentes más, el equipo del Foyer, otras teresianas parisinas y algún que otro allegado. Leímos la parábola de las diez chicas que salen a buscar al esposo (Mt 25, 1-13). Al acabar surgieron reacciones y comentarios en relación al sentido de la narración: ¿por qué esa dualidad entre las que entran y las que se quedan fuera, por qué esas palabras tan duras al final —“os aseguro que no sé quiénes sois”—? Alguien comentó que se identificaba con las chicas adormecidas, que le parecía que era un gesto muy humano, y que si incluso las que entran a la fiesta estaban dormidas, es que Dios se abre a todo el mundo. A mí me hizo pensar en otra parábola, la de los talentos —de hecho, en el evangelio de Mateo viene justo a continuación—, que acaba con otra frase lapidaria: “Porque al que tiene, se le dará más y tendrá de sobra; pero al que no tiene, hasta lo que tiene se le quitará” (Mt 25, 14-30). Es curioso observar que esta frase, sacada de contexto, podría utilizarse como justificación del actual sistema económico neoliberal... Nada más lejos de la realidad: leídas las parábolas una detrás de la otra, resulta evidente que el evangelista ha compuesto los relatos con la intención de desenmascarar una actitud que dificulta el encuentro místico: la pasividad, la inacción, la lasitud, la inercia... Porque en estas parábolas, no es sólo Dios quien se da y quien viene al encuentro del hombre, sino que se define como un doble movimiento, ascendente y descendente: Dios que desciende como don y el hombre —hoy sabemos que lo podemos concebir como máxima evolución de la materia—, impulsado por su deseo de unidad, que “sube” a buscarlo desde su propia capacidad creativa. El aceite que hay que renovar y los talentos que tienen que dar fruto son dos bellísimas metáforas del rol activo del hombre en la experiencia mística.
Vivir en un país extranjero, aunque sea vecino y por poco tiempo, es una buena manera de mantener el espíritu despierto. Los actos a priori más comunes se presentan llenos de novedades. Participar en la eucaristía, por ejemplo. El simple hecho de que se celebre en una lengua distinta ya alimenta un estado de mayor atención. Escuchar las lecturas y el evangelio con sonoridades diferentes a las de siempre, incluso leídas por personas diferentes a las de siempre, en sitios diferentes a los de siempre, al menos a mí me ayuda a evitar que la mente empiece a divagar y se aleje de la realidad. Pero si además uno tiene la suerte de encontrar una parroquia como Saint Merry, en el corazón de la ciudad, es casi imposible que una eucaristía dominical se convierta en algo rutinario. La misa del domingo a las once y cuarto está animada por el Centro Pastoral Halles Beaubourg, una comunidad muy activa que trata de convertir la iglesia en un centro de acogida, de formación, de arte y de encuentro interreligioso —¿os parece que casa bien con nuestro carisma? Pues sí: una miembro de la AP, Claude Plettner, forma parte del equipo de pastoral—. Hay un aspecto que revela muy claramente el espíritu de la comunidad: la organización del espacio. La liturgia de la palabra se celebra en torno a una tarima situada a la entrada del templo, provista de un par de atriles, alrededor de la cual, en forma de semicírculo, se sitúa la comunidad. En cambio, en la segunda parte de la celebración todo el mundo se desplaza hacia la zona del coro, en medio del cual hay un altar donde se realiza la consagración. De nuevo, el espacio de la eucaristía no queda partido en dos —la zona de los celebrantes, la zona de los asistentes—, con lo que uno tiene la sensación de participar de una manera mucho más plena en el desarrollo de la celebración. Además, la liturgia de la palabra es siempre diferente: el orden de las lecturas varía, el número de comentarios y la gente que los lee también; nunca hay un sermón propiamente dicho del cura, sino diferentes propuestas de lectura que normalmente salen de la reflexión de la comunidad en reuniones de preparación. Otro elemento que marca la diferencia en Saint Merry es el organista, que no se limita a acompañar los cantos: a menudo ofrece verdaderos recitales de música contemporánea, sobre todo en momentos de recogimiento como la comunión. La atmósfera del lugar es realmente especial.
En fin, para postres, el sábado pasado tuve la ocasión de asistir a la celebración del centenario de la IT en París. Hubo un espacio para “la memoria”, pero el acto se centró sobre todo en el “compromiso” con una mesa redonda titulada “saisir les chances de l’aujourd’hui” —algo así como “cazar las oportunidades de hoy”. En ella participaron Hugues Sibille, banquero implicado en proyectos de banca ética, Arantxa Aguado, antigua directora de la IT y especialista en educación, y Jacques Mérienne, cineasta, director de teatro y... sacerdote de Saint Merry. Si en algún punto confluyeron sus reflexiones fue en la necesidad de una “nueva síntesis humanista”, de recolocar a la persona en el centro de la reflexión pedagógica, del sistema económico y de la actividad artística. Vaya, de renovar el aceite y hacer trabajar nuestros talentos, ¿no?.



lunes, 28 de noviembre de 2011

¡Bendita locura!


Por Irene Gregorio. Ha pasado ya tiempo desde que finalizó oficialmente la JMJ, y aún me sonrío al recordar aquellos maravillosos días. No es difícil sentir que el Espíritu sigue presente, vivo entre nosotros, en el mundo, como una llama que no se apaga y que sigue prendiendo mechas allá por donde pasa.
Durante esos días vivimos en Madrid algo muy especial. Jóvenes cristianos del mundo entero se reunieron para celebrar, profesar, afianzar y renovar su fe. También hubo quien la reencontró o la descubrió.

Cada persona, un caso; cada persona, un mundo; pero todos con un único centro: Dios.

Algo tenía el ambiente. Algo tenían todas aquellas sonrisas impresas en los rostros de quien te encontrabas por la calle. Algo tenía el sinfín de actividades que había por Madrid, todas ellas con fondo cristiano. Algo tenía el ir en metro y comenzar a hablar con alguien totalmente desconocido y con quien sin embargo sentías que tenías algo en común. Algo tenía aquella universalidad de las alabanzas que se dirigían a Dios en cualquier rincón y a los que se unía gente de todo el mundo. Algo tenía el gran número de peregrinos que circulaban por todo Madrid. Algo tenía esa alegría incontenida, esos bailes, esas canciones.

Algo tenía... algo tenía y ya lo encontré. Era el Espíritu. Ese Espíritu que nos impulsó, nos animó y nos acompañó en estas Jornadas. El mismo que, al finalizar la JMJ, se metió en nuestras maletas y bolsos; se metió en nuestros corazones y nos acompañó hasta nuestros lugares de origen: a nuestros trabajos, colegios y grupos de amigos, para desde allí repartirse por el mundo entero.

Esos días no se olvidan. Son imposibles de olvidar. Demasiado intensos para que pasen de largo. El Espíritu y el mensaje vive en nuestros corazones, y las amistades que hicimos, afianzadas en Cristo, nos recuerdan que no estamos solos y que, firmes en la fe, arraigados y edificados en Cristo, en su amor, es posible cambiar el mundo. Sabemos que esto es sólo la punta del iceberg.
Hay algunos que nos llaman locos. ¡Bendita locura!

viernes, 25 de noviembre de 2011

Una llegada inesperada pero segura


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.

Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!”. Mc 13, 33-37
 Por Redacción AJLa Iglesia, con el Adviento que comenzamos este domingo, nos invita a que, de nuevo, comencemos un itinerario que nos lleva a vivir la plenitud de la presencia de Dios en medio de nosotros. La puerta: redescubrir la necesidad que tenemos de que Dios, ciertamente, esté entre nosotros.
Estamos en los versículos finales del sermón escatológico que abarca todo el capítulo 13 de Marcos, donde Jesús expone su enseñanza sobre la escatología –los acontecimientos últimos-. Se trata de una parábola. Un hombre se ausenta de su casa y distribuye las diversas responsabilidades entre los suyos. El hombre se va de viaje, pero estamos es un clima de regreso. La llegada será inesperada, pero es segura. Se conjugan la espera y el movimiento. Adaptándose a su entorno, el evangelista cita todas las vigilias romanas –atardecer, medianoche, canto del gallo, amanecer- para indicarnos que la vigilancia a la que se nos invita no es de momentos puntuales, sino una actitud permanente, más bien un estilo de vida. Una llamada a la fidelidad, el coraje y la vigilancia. La paciencia tendrá que ser compañera ineludible.
Velar es estar despierto cuando los demás duermen. Pero también velar equivale a trabajar el propio interior, a purificar el corazón, a limpiar las intenciones, a reorientar los sentimientos. Velamos para acoger el misterio de Dios entre nosotros, para que Dios tome posesión de nuestras vidas, de nuestros grupos y comunidades…Velamos porque confiamos, velamos porque esperamos, porque tenemos el convencimiento de que el Señor ha venido –el hecho histórico ocurrió hace más de dos mil años-, viene –está con nosotros, en su Palabra, en los sacramentos, en el amor de los unos por los otros, en la eucaristía…- y vendrá.
Marcos nos pone en guardia; la acción salvadora e iluminadora de Dios podría pillarnos desprevenidos, por eso la fuerza de los verbos: mirad, vigilad, velad. No se trata de autoprotegernos, sino de tener nuestra casa preparada y dispuesta para ser habitada.
Este adviento que estrenamos es oportunidad para prepararnos a la venida del Salvador, que ya ha venido, que vendrá y que viene constantemente a nuestra vida. San Pedro Poveda, en 1912 y referido a la fisonomía de la Academias Teresianas, se preguntaba cómo poner a Dios en el corazón, y respondía: "Lo primero desocupar el sitio si está ocupado; después ir por Él para traerlo, y colocado en el corazón, conducirse de manera tal que no marche jamás de nosotros".  Despojarnos de lo innecesario, “hacer limpieza”, cuidar los detalles… pueden ser pistas para acoger al que, con certeza, llega aunque no sepamos cuándo. 

lunes, 21 de noviembre de 2011

Vendrán


Por Ximo Bosch.

Primero vinieron a por los comunistas,
Y yo no hablé porque no era comunista.
Después vinieron a por los judíos,
Y yo no hablé porque no era judío.
Después vinieron a por los católicos,
Y yo no hablé porque era protestante.
Después vinieron a por mí,
Y para entonces, ya no quedaba nadie que hablara por mí


Vaya lío. Confieso que cuando me comprometí a escribir una reflexión sobre los recortes presupuestarios en educación, ni de lejos creí que me iba a ver envuelto en la espiral de amenazas que sufre el llamado estado del bienestar. De hecho cuando pensé en estas letras ni siquiera conocía la fecha de la nueva convocatoria electoral y eso ha modificado sustancialmente mi pensamiento.

Y es que no puedo evitarlo. Se me ve el plumero. Soy de esos, sí, sí. Soy de los que tienen miedo. Soy de los que se paran a pensar en el panorama educativo y me pongo a temblar con la que se nos viene encima. O más exactamente con la que le viene encima a los que no pueden ni pensar en lo que se les viene encima.

Para empezar me da cierta rabia que cada vez que se hable de educación, el discurso tenga una connotación negativa, cuando la realidad de los centros educativos es mucho más rica, más gratificante  y más prometedora de lo que aparece por la pantalla ahora plana de la bien llamada caja tonta. Es así sobre todo porque un buen grupo de los alumnos españoles son magníficos, comprometidos, inteligentes y poseen los recursos necesarios para aprovechar las enseñanzas de sus dedicados y bien formados maestros y profesores. A estos les dedico estas primeras líneas y mi más cordial enhorabuena. A estos nadie les va a recortar nada... O muy poco.

Porque el “recortador” no tiene un pelo de tonto. Los recortes se están dando desde abajo. No haré una exposición detallada de las prácticas brutales que en materia de educación están abriendo las puertas a los parques a todos esos alumnos al tiempo que se les cierran las puertas de la escuela; pero si que destacaré las líneas básicas de estas políticas.

·         Dificultar el acceso. Cualquiera que intente acceder a uno de los recursos que atiende al alumnado con dificultad de adaptación al sistema escolar, se enfrenta a una administración laberíntica. Esto es particularmente cierto cuando se habla de recursos que tienen que ver con la recogida de adolescentes del fracaso escolar. Como estos recursos no son estables, sino que dependen de concesiones de la administración, basta con dificultar el acceso al alumnado para “de repente” un alumno que estaba en el sistema educativo, deje de estarlo. Esto se puede hacer de muchas maneras. Principalmente ocultando la información a quien no tiene las herramientas para desenvolverse frente al sistema educativo. Si alguien quiere practicar al respecto, puede intentar llamar al servicio de información de cualquier C Consejería de Educación, donde le remitirán a una página web, que le remitirá a un servicio, que le llevará a un inspector, que le concertará una entrevista en un centro donde no quieren recibirle.
·         Invisibilidad. Una vez el alumno o su familia se ha cansado de recorrer pasillos, es necesario que no figure en ninguna estadística ni en ningún listado. Si se trata de alumnos mayores de 16 años ya está hecho. Sea el alumno que sea, esté como esté, es mayor de 16 y ya está cumplido el servicio al que la administración estaba obligada. Punto final. Le mandaran a apuntarse al paro. Si es menor de 16, al no existir estabilidad en los recursos, la administración educativa le remitirá al boletín de notas y al número de repeticiones de curso.
·         En cualquier caso, rigor. La legislación educativa es, sobre todo, ambigua. Esto ha permitido en otros tiempos que se pueda acceder a los recursos en función del criterio del centro. Ahora no es así. La administración educativa está aplicando la legislación en su versión más restrictiva, que es la que les parece, porque la ambigüedad se lo permite. Naturalmente este rigor no se aplica para exigir mayor dedicación al centro educativo, sino para excluir al alumnado de los recursos que le correspondían en otros tiempos. Programas de compensatoria, profesores de apoyo y similares se están viendo sometidos a una vigilancia desconocida. No ocurre así con otros recursos educativos para el bachiller por ejemplo, y por supuesto no vigila de la misma manera la gestión de los centros, sea cual sea su titularidad.

Esta tríada dificulta el acceso, la invisibilidad y rigor están repercutiendo en aquellos alumnos y familias que no tienen acceso a comunicarse con la administración o que no tienen en su centro educativo quien interceda por ellos.
Porque a los recortes de la administración educativa hemos de añadir los que ponemos nosotros. Porque lo más inquietante es que frente a este fenómeno que deja en la calle a los más débiles no se ha generado una reacción de solidaridad sino más bien un encogimiento de hombros generalizado. Hay múltiples manifestaciones de esta indiferencia, pero entre ellas me producen especial desasosiego estas:

  • Reflexionar sobre, en vez de actuar con. ¿Cuántas horas destinamos en nuestros centros a campañas de distinto tipo que tienen por objeto los otros más débiles? ¿Cuánto tiempo empleamos en intentar inculcar en nuestros alumnos la idea de que el mundo es un lugar injusto y que hay que mejorar? Y frente a eso ¿cuánto nos estamos empleando en integrar a aquellos alumnos que están en riesgo de exclusión social? No es una cuestión de recursos, es una elección de centro, de institución. Estamos en una encrucijada. Y mirar la realidad desde un punto elevado no nos llevará a cambiarla. “Por sus hechos los conoceréis”, ¿no?
  • Sensibilidad por el necesitado. Dejarse afectar. Una corriente de pensamiento me inquieta especialmente. Es la que dice que uno tiene que ganarse aquello que es un beneficio para el o ella. No se trata de generar un proteccionismo absurdo, sino de mirar con compasión a quien menos parece merecerlo. El endurecimiento de los juicios frente al alumno problemático está alimentando una política de exclusión, que en no pocos casos incluso se plasma en una dolorosa sentencia “no es alumno para este centro”.

Así que entre los recortes de fuera y los de dentro, ando que no me llega la camisa al cuerpo. Porque vendrán. Vendrán primero a por los alumnos conductuales, y yo no diré nada porque mi hijo se porta bien. Vendrán después a por los menos inteligentes, y yo no diré nada porque mi hijo es listo. Luego vendrán a por los alumnos de otros lugares, y yo no diré  nada porque mi hijo es de aquí. Vendrán (o vendremos) a por los que no encajan en el ideario del centro, y yo no diré nada porque me creo el ideario de mi centro.

¿Y después? Después lo miraremos con distancia, apenados mientras decimos tristemente que no pudimos hacer nada.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, me lo hicisteis a mí

"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes  hermanos, conmigo lo hicisteis."
Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistirnos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»" (Mt 25, 31-46)
Por Redacción AJ. Una pregunta resuena en nuestros oídos al leer el evangelio de este domingo: ¿Cómo andamos de fraternidad? ¿Cómo nos dejamos afectar por el dolor y el sufrimiento de la gente? ¿En qué gestos y acciones concretas se trasluce nuestro cuidado por quienes sufren, por los que están en la cárcel o enfermos…? Pero queda igualmente un reto y un estímulo a posicionarse del lado de Jesús, es decir, del lado de la misericordia y del amor.
El contexto en el que Mateo sitúa estas preguntas en su evangelio es al final de la quinta sección, en una escena donde se describe al Hijo del hombre que viene a juzgar a todas las naciones en el tiempo final. Como un pastor que lleva ovejas y cabras en un mismo rebaño (se trata de una práctica siropalestina), el Hijo del hombre separará a unas de otras, de la misma manera que en otros momentos nos ha hablado de separar el trigo y la cizaña (Mt 3,12) o los distintos peces en la red (Mt 13,24-30), o como en el capítulo anterior describía la separación de los dos hombres que están trabajando en el campo, o las dos mujeres que están moliendo trigo, etc. (Mt 13,47-50). Al separar a las ovejas de las cabras, el evangelio nos dice en qué lado quedarán unas y otras. La derecha es siempre un puesto de honor y de bendición; el mejor camino que se puede elegir, mientras que el lado de la izquierda es por el contrario desfavorable.
Este evangelio nos pone delante aquellas situaciones de necesidad, sufrimiento, extranjería, cárcel, que padecen muchas personas ayer y hoy. En ellas el rostro de Dios se hace concreto y palpable. De ahí que responder con solicitud, cercanía y misericordia es acoger y amar a Dios mismo y contribuir con nuestros pequeños gestos para que la historia se vaya transformando en “Mesa compartida y en Casa común”.
Las acciones que va describiendo el evangelista suponen haber optado por un estilo de vida que está marcado por la acogida radical, por el amor más allá de las propias fronteras. Suponen que una persona se ha decidido a encontrarse y “ser encontrado” por los ojos del “otro”, y que opta por dejar que la mirada de los que sufren, los extraños y diferentes toque su historia de vida y que su rostro irrumpa en sus espacios y tiempos; más aún, que elige no quedarse anclada en su bienestar material que para nada es universal.
Para quienes quieren seguir a Jesús, este es el camino: gratuidad en el amor, cuidado y proximidad con las situaciones de dolor y sufrimiento, de exclusión e injusticia, compromiso real y concreto que se traduce en gestos y acciones concretas. Los cuerpos inoportunos ante quienes se vuelve el rostro reabren, no solo la pregunta por nuestra común pertenencia a la casa común (oikeiosis), y la inauguración de un orden social y cívico regido por la hermandad universal, sino también invitan a revisar nuestro discipulado y a convertirnos.
Son muchas las heridas de la humanidad en la actualidad, muchos los hombres y mujeres que en nuestro entorno padecen las consecuencias de una crisis que deja grandes cuestionamientos éticos.


El evangelio de este domingo es una invitación a resituar nuestra escala de valores, las prioridades que determinan la distribución de nuestros tiempos y espacios, la generosidad de nuestro compartir; es un desafío a nuestra indiferencia y nuestra ausencia de solicitud, acogida y proximidad; es una provocación a compartir con generosidad y sin pedir nada a cambio, una invitación a fortalecer los lazos de reciprocidad y solidaridad, a tejer una nueva ciudadanía que hunda sus raíces en la experiencia de la acogida gratuita, y que se fortalezca en la sabiduría que se desvela cuando se consiente en ser visitado y se movilizan todas las energías para recibir, reconocer y acoger. Y es en estas experiencias de encuentro comprometido y solidario con los hombres y las mujeres hermanos que sufren donde acontece la experiencia de encuentro con el Dios de Jesucristo.