lunes, 31 de mayo de 2010

Encuentros

Por Blanca Arce. Son las 2 de la tarde. El sol está en lo alto y por los caminos de Chinautla solo se ven algunos niños jugando, familias que regresan del mercado y un perrito callejero buscando con impaciencia alguna sombra para recostarse. Voy de camino a casa de Patricia, una niña de etnia kaqchiquel que estudia por las mañana en el Proyecto donde trabajo. El sol está bien fuerte y su luz parece horizontal, recortando la silueta de las casas y atravesando las ramas de los árboles. La luz ilumina el volcán que se vislumbra a lo lejos, adornada su cumbre con una pequeña neblina que me impide verlo del todo, pero me invita a intuir su belleza completa.

Voy de camino por calles estrechas que todavía tienen impregnado el olor a frijoles recién hechos, y a lo lejos se escucha palmear “tortillas” de maíz, fruto de la tierra amasado entre las manos.

Observo y escucho las cosas sencillas de esta tierra. Junto a mí, pasan señoras con sus trajes llenos de colores y sus manos llenas de trabajo. Pasan muchos rostros con historias sagradas… a un lado del camino, una persona está arrodillada delante de un gran telar, contemplo los fuertes hilos que se van entrelazando al son de la lucha cotidiana para crear colores y esperanzas.

Ya casi estoy llegando a casa de Patricia, a disfrutar de las sencillas “puertas abiertas” de las casas y de las vidas de esta gente.Cada semana un nuevo caminar, rumbo a visitar alguna de las casas de los niños/as. Cada semana buscando caminos, buscando rostros, buscando telares que van entretejiendo las esperanzas de cada familia. Y miro hacia arriba, o hacia dentro, o hacia donde están las cosas importantes… y descubro el profundo misterio que encierra todo lo que me encuentro… y siento que estoy empezando, aunque sea poco a poco a “saber mirar”.

viernes, 28 de mayo de 2010

El suspiro de la nostalgia

"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará.»" (Jn 16, 12-15)
Por Redacción AJ. Dice Ernesto Cardenal en su libro "Vida en el amor" (pp. 32-33):
"Y conservamos en nuestro ser y en todos nuestros movimientos el recuerdo de Dios, de donde hemos salido, aun cuando estamos lejos de Dios, como esos animales marinos que siguen recordando el mar en el laboratorio y se mueven todos los días de acuerdo con el ritmo de las mareas, aun cuando estén lejísimos del mar. El corazón del Padre tampoco puede descansar hasta que la creación entera, como el Hijo Pródigo, regrese a su seno. Somos objeto de una infinita nostalgia por parte del Padre, y el Espíritu Santo es el suspiro de esa nostalgia."
Fuimos creados por amor y, por amor, por fidelidad de Dios hacia nosotros y nosotras, hemos recibido el regalo del Espíritu Santo.

Fuimos creados por amor y, desde ese amor, somos objeto de anhelo y nostalgia por parte de Dios, quien nos llama a ser la mejor versión de la criatura creada y criada con todo cuidado.

Fuimos creados por amor y, gracias a ese amor, somos capaces de buscarle y encontrarle en el encuentro con el prójimo, en el próximo y en el lejano.

Fuimos creados por amor y, por esta misma razón, Dios se da cita con el ser humano en la humanidad. Lo hizo en la persona de Jesús, lo hace con su acción vivificadora, real pese a ser intangible, en nuestras vidas mediante el Espíritu Santo.

Leyendo el libro "Memorias de Idhun" de Laura Gallego, me encontré con una imagen de los dioses en la que aparecían totalmente ajenos a la vida de los protagonistas, preocupados por ellos mismos, sus luchas, sus idas y venidas, creando nuevos mundos según se agotaban los anteriores, sin mostrar la más mínima preocupación por sus habitantes. Sentí pena... Me pregunté cuántos adolescentes leerían el libro y a cuántos de ellos se les "colaría" esta imagen en el concepto que puedan tener de Dios.

No pude evitar ver una teología diametralmente opuesta a la cristiana, en la que Dios se hace presente en nuestras vidas y nos da a sentir su anhelo, su deseo, como en su momento lo reconocieron Santa Teresa, Pedro Poveda, Josefa Segovia y tantos otros cristianos a lo largo de los siglos. San Ignacio, habla en sus ejercicios de un tipo de experiencia de Dios en la que la persona se siente «sin dudar, ni poder dudar». «Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti» y «Más íntimo que lo íntimo mío», decía (San Agustín).

La cuestión es ¿cómo crear espacios de interioridad que nos permitan hacer silencio para poder oír en medio de tanto ruido y tanta prisa?
"La Palabra de Dios es una palabra que sólo se nos revela en el silencio. Él está en el fondo de cada ser, y está dentro de nosotros mismos. Para encontrarlo a Él no es necesario caminar lejos, ni salir de uno mismo. Y no es necesario caminar lejos para encontrar la felicidad sino que basta encontrarse a uno mismo. Basta descender al fondo del propio ser y descubrir la propia identidad (que es Dios). Pero los hombres modernos tratan siempre de huir de ellos mismos. No pueden estar nunca ni callados ni solos porque eso sería estar con ellos mismos, y por eso los lugares de diversión y los cines están llenos de gente. Y si alguna vez quedan solos y están a punto de enfrentarse con Dios, [encienden] la radio o la televisión." (E. Cardenal)

jueves, 27 de mayo de 2010

Un nuevo Moisés

Cuando Rufi Cárdenas vio las imágenes de este niño rescatado por los bomberos españoles en Haití, después del terrible terremoto del que ya apenas oímos noticias, se le conmovió algo por dentro: "El niño se llama Moisés y junto a él rescataron también a su hermana. Me conmovió cómo el niño abría los brazos y saludaba alegre a quienes estaban allí y el aplauso que le dieron todos... Era un canto a la vida ante tanta muerte...".


Rufi ha compuesto y grabado esta canción que nos regala a Acit Joven. Puedes encontrar la letra en la sección de Materiales (canciones) de la web de AJ (www.acitjoven.org). Si haces clic aquí, podrás escucharla.

¡Gracias Rufi! Como ya escribimos hace unos meses en este blog, damos gracias por vosotros, los artistas que nos hacéis el regalo de plasmar la belleza de Dios.

lunes, 24 de mayo de 2010

Pintando caras

Por Gabriel y Nerea (Profundización, Barcelona). Hace 50 años, se creó una escuela en Barcelona, la Escola Arrels, pero para todos los que hemos pasado por allí no es solo una escuela, es mucho más que eso. Ha sido compartir, participar en proyectos, ser solidario... ¡Qué lista tan larga que podríamos hacer! Por eso este año es tan especial, porque ya hace 50 años de esta escuela, nuestra escuela.

En la celebración de este año, además del día de las puertas abiertas, ha habido fiesta en la plaza del Congreso, la que está justo delante del colegio. Hemos tenido diferentes actividades: un concierto de un grupo de rock del barrio, un baile de hip-hop, los ‘gegants’ de St. Andreu, entre otras tantas, y el taller de pintura de caras del grupo ACIT Joven al que pertenecemos.

La experiencia ha sido muy buena, ya que a parte de pintar caras a los niños que pasaban por donde estábamos, hemos compartido la experiencia juntos y hemos colaborado con la escuela. Aunque al final acabamos un poco cansados, porque estuvimos toda la mañana pintando, aún así ha valido mucho la pena.


El año pasado comenzamos con esto de pintar caras con el objetivo de conseguir dinero para poder ir a las Jornadas de Acit Joven en verano. Desde aquí os animamos a que organicéis un taller de pinturas en vuestras escuelas, ¡os aseguramos que os gustará mucho y tendréis mucho éxito!

sábado, 22 de mayo de 2010

Y llegó el Espíritu...

"Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:«Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»" (Jn 20, 19-23)
Por Redacción AJ.
Este domingo concluye litúrgicamente el tiempo de Pascua. A partir del lunes comienza lo que llamamos el “tiempo ordinario”, o sea el tiempo común, ese que transcurre a veces de forma rutinaria y monótona, donde los acontecimientos cotidianos son más o menos previsibles… El tiempo de todos los días. Sin embargo, el lunes viene después del domingo, del domingo de Pentecostés, la fiesta del Espíritu. Una fiesta para re-cordar, re-actualizar, re-vivir aquella experiencia que tuvieron los seguidores de Jesús después de los trágicos acontecimientos que le llevaron a la muerte. Es fácil imaginar que, junto a la tristeza por la muerte de Jesús, junto al miedo por lo que a ellos les podía pasar, vivirían la sensación de que el programa de Jesús había fracasado. Posiblemente también se sentirían solos: Jesús, el maestro, el amigo, a quien habían seguido, aquél por el que se habían sentido seducidos, no sólo ya no estaba con ellos, sino que había sido rechazado por muchos, condenado y finalmente colgado en una cruz. Un fracaso en toda regla. La tristeza, el miedo y el desánimo son fáciles de imaginar a partir de la frase con que comienza el evangelio de este domingo:

“Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos.”
Sin embargo, así nos lo cuenta el libro de los Hechos, llegó el Espíritu. El Espíritu de Jesús. Las imágenes –“unas lenguas, como llamaradas, que se repartían posándose encima de cada uno”- nos evocan con qué tiene que ver el Espíritu: llegó como fuego, como fuego que calienta y que da vida, como luz que alumbra la oscuridad. El Espíritu fue un regalo. Un don. El Espíritu de Jesús llegó sobre cada uno, sobre todos. Y a aquellos que estaban encerrados se les llenó el corazón de paz y de alegría. Ya no tenían miedo porque aquella paz y aquella alegría no venía de ellos mismos, sino del Espíritu de Jesús, del Espíritu de Dios. Él hizo de aquellos hombres y mujeres, comunidad de testigos. Los convirtió en Iglesia. Hasta hoy.

Y es que el domingo de Pentecostés no terminó en Jerusalén: el Espíritu de Dios sigue vivo y presente en nosotros, entre nosotros, dentro de nosotros. Nos sigue haciendo Iglesia, nos sigue convirtiendo en comunidad. Su acción sigue siendo una acción renovadora: nos da ojos nuevos para ver, manos nuevas para hacer, corazón nuevo para amar… Sólo hace falta abrirse –como aquel domingo del s.I- al don, al regalo.

Por eso hoy, la Iglesia recuerda especialmente aquel domingo y nos recuerda esta presencia del Espíritu que desde entonces no nos ha faltado ni nos faltará.

Por el Espíritu podemos vivir desde la confianza y la esperanza. No se trata de ser ingenuos ni bobalicones ¿hay dificultades? Sí, claro ¿Hay sombras? Sí, claro ¿Hay dolor e injusticia?... pero podemos vivir desde la confianza y desde la esperanza gracias al Espíritu que nos abre las puertas, los ojos, las manos y el corazón… Que nos hace salir de los cuartos oscuros. Que nos envía al tiempo ordinario, sabiendo que es tiempo de gracia: el tiempo de todos los días - para quien tienen ojos, manos y corazón nuevos- es siempre tiempo para vivir, descubrir y comprometerse con la misericordia, la compasión, la justicia, el amor. Tiempo para descubrir, a veces en lo pequeño, que nuestro tiempo, es tiempo de Dios.
(Ilustración de Fano)


Ven Espíritu Creador e infunde en nosotros la fuerza y el aliento de Jesús.
Sin tu impulso y tu gracia, no acertaremos a creer en él; no nos atreveremos a seguir sus pasos; la Iglesia no se renovará; nuestra esperanza se apagará. ¡Ven y contágianos el aliento vital de Jesús!


Ven Espíritu Santo y recuérdanos las palabras buenas que decía Jesús.
Sin tu luz y tu testimonio sobre él, iremos olvidando el rostro bueno de Dios; el Evangelio se convertirá en letra muerta; la Iglesia no podrá anunciar ninguna noticia buena. ¡Ven y enséñanos a escuchar sólo a Jesús!


Ven Espíritu de la Verdad y haznos caminar en la verdad de Jesús.
Sin tu luz y tu guía, nunca nos liberaremos de nuestros errores y mentiras; nada nuevo y verdadero nacerá entre nosotros; seremos como ciegos que pretenden guiar a otros ciegos. ¡Ven y conviértenos en discípulos y testigos de Jesús!


Ven Espíritu del Padre y enséñanos a gritar a Dios "Abba" como lo hacía Jesús.
Sin tu calor y tu alegría, viviremos como huérfanos que han perdido a su Padre; invocaremos a Dios con los labios, pero no con el corazón; nuestras plegarias serán palabras vacías. ¡Ven y enséñanos a orar con las palabras y el corazón de Jesús!

Ven Espíritu Bueno y conviértenos al proyecto del "reino de Dios" inaugurado por Jesús.
Sin tu fuerza renovadora, nadie convertirá nuestro corazón cansado; no tendremos audacia para construir un mundo más humano, según los deseos de Dios; en tu Iglesia los últimos nunca serán los primeros; y nosotros seguiremos adormecidos en nuestra religión burguesa. ¡Ven y haznos colaboradores del proyecto de Jesús!


Ven Espíritu de Amor y enséñanos a amarnos unos a otros con el amor con que Jesús amaba.
Sin tu presencia viva entre nosotros, la comunión de la Iglesia se resquebrajará; la jerarquía y el pueblo se irán distanciando siempre más; crecerán las divisiones, se apagará el diálogo y aumentará la intolerancia. ¡Ven y aviva en nuestro corazón y nuestras manos el amor fraterno que nos hace parecernos a Jesús!

Ven Espíritu Liberador y recuérdanos que para ser libres nos liberó Cristo y no para dejarnos oprimir de nuevo por la esclavitud.
Sin tu fuerza y tu verdad, nuestro seguimiento gozoso a Jesús se convertirá en moral de esclavos; no conoceremos el amor que da vida, sino nuestros egoísmos que la matan; se apagará en nosotros la libertad que hace crecer a los hijos e hijas de Dios y seremos, una y otra vez, víctimas de miedos, cobardías y fanatismos.

¡Ven Espíritu Santo y contágianos la libertad de Jesús!
(J.A. Pagola)

martes, 18 de mayo de 2010

5 razones para ver … "Honeymoons"

Por Raquel Pérez. "Honeymoons" (Goran Paskaljevic, 2009).

1. El director, Goran Paskaljevic (Belgrado, 1947) cuenta con una amplia filmografía, entre otras la película también estrenada hace unos años en España, La otra América (2005). Su más reciente largometraje, HONEYMOONS, ha sido galardonado con la Espiga de Oro a la mejor película en el Festival Internacional de Cine de Valladolid (2009) y su trayectoria como director, con el Premio Especial del Festival de Cine y Derechos Humanos de San Sebastián.


2. Tras el aislamiento de Albania durante los cuarenta años de la dictadura de E. Hoxha, serbios y albanos se encuentran por primera vez en la coproducción de esta pelí
cula. A lo largo de todo el guión queda patente la fuerza que la identidad étnica tiene en estas poblaciones fronterizas, dejando entrever una violencia latente, que se manifiesta con gran dureza en determinadas situaciones de conflicto. Ambos pueblos, como afirma G. Paskaljevic, a pesar de hablar dos lenguas totalmente distintas, tienen mucho en común, sobre todo el profundo anhelo de ser parte de Europa.

3. La película, concebida como tríptico, logra una excelente trabazón de las historias paralelas que narra, coincidiendo finalmente en un espacio imaginario, mientras esperan a las puertas de Europa.

4. El anhelo de ambas parejas de abandonar su país, bien porque las circunstancias no les permiten estar juntos, como en el caso de los albaneses, como la legítima esperanza de tener un futuro mejor, de los serbios, contrasta con el trato de los europeos (italianos y húngaros) y sus prejuicios, perpetuando la violencia en la que ya se halla sumergida la vida de estas jóvenes parejas.


5. Junto con la oportunidad de autocrítica que sin duda nos brinda esta película a los europeos, es una invitación a revisar estereotipos sobre pueblos y culturas y a desmontar prejuicios… El medio: narración de historias de vida que nos permiten conocer y re-conocer al otro.

sábado, 15 de mayo de 2010

Conocimiento profundo

Por Redacción AJ. Hoy no puedo evitar leer las tres lecturas como un conjunto. Es habitual que haya una relación entre las lecturas y solemos decantarnos por comentar el evangelio. Este fin de semana, sin embargo, se me unen irremediablemente.

Lucas, autor tanto del evangelio como del libro de los Hechos de los apóstoles, escribe para Teófilo (¿también para ti y para mí, que estamos dedicando un rato de nuestro tiempo a leerle?) con el propósito de que "conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido" (Lc 1, 4).
"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.» Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios." (Lc 24, 46-53)
El final del evangelio (de la Buena Noticia que es para nosotros la vida, muerte y resurrección de Jesús) marca el comienzo de los Hechos de los Apóstoles (de los primeros cristianos), es decir, de la comprensión de lo que había ocurrido y de cómo afectaba esto a sus vidas (y a la tuya, y a la mía). Pasaron de creer que era el Mesías esperado a verlo morir de la peor manera imaginable (injuriante, escandalosa, vergonzosa). De vivir la desesperación a aprender a reconocerlo presente en sus vidas "de otra manera". De creer que la instauración de su Reino era inminente a sospechar que a lo mejor habría que "esperar un poco..." Lo que está muy claro es que los primeros cristianos, los que estuvieron al lado de Jesús, los que comieron con Él, los que se cansaron caminando y yendo de un pueblo a otro... los que discutían quién se sentaría a su derecha y querían castigar a los que hacían curaciones en su nombre sin ir con ellos... los que se encerraron por miedo mientras algunas mujeres se fueron a ungir su cuerpo... Éstos, que lo conocieron en persona, tuvieron que hacer un proceso para entender qué había pasado. A lo largo de los evangelios hay multitud de situaciones en las que Jesús les tiene que explicar las cosas. La etapa de las apariciones de Jesús Resucitado son especialmente significativas en este sentido. El comienzo de los Hechos de los Apóstoles nos muestra muy claramente que incluso después de las experiencias de reconocer a Cristo Resucitado presente en sus vidas, sus expectativas continuaban necesitando ser "resituadas". Si había que convertirse al judaismo o no (circuncisión o no) para ser "cristianos" ("otro Cristo"), si la Buena Noticia era solo para los judíos o también para los paganos y tantas otras cuestiones a las que tuvieron que dar respuesta.
"Ellos lo rodearon preguntándole: - «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?» Jesús contestó: - «No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.»"
Somos así, no podemos evitarlo... Y con esto, afortunadamente, contaba (y cuenta) Dios... En nuestra época, 2.000 años después, ¿qué aprendizaje tenemos que hacer? Quizás nos hayamos "instalado demasiado" en lo que los primeros tuvieron que entender: que la vuelta del Señor no iba ser inminente y que, por tanto, tenían por delante la tarea de aprender a vivir sin Él (pero con Él) siendo fieles a lo que habían recibido en primera persona o por otros... ¿Qué tenemos que "re-aprender" nosotros/as? ¿Cuántas veces funcionamos como si en realidad lo de que Jesús va a volver no fuera cierto? ¿Qué relación personal tenemos con Jesús, con Dios Padre, más allá de unas ideas a las que me uno, unos requisitos que intento cumplir, un estilo de vida que procuro cuidar? ¿Cómo me doy espacios en mi vida que me puedan ayudar a vivir lo que solo se puede vivir (y para lo que no valen los libros o lo que otros me cuenten)? ¿Participo de experiencias de esas que dicen "que ayudan" a vivir y alimentar la fe: celebración de la eucaristía, oración, compartir la fe con otros, celebración de la Pascua, ejercicios espirituales, voluntariado, etc., etc.? ¿Qué leo que me pueda ayudar a poner en palabras lo que vivo en el fondo de mi ser y que muchas veces ni yo mismo/a comprendo? ¿Con quién hablo y de qué hablo?

Es aquí donde no puedo evitar leer la segunda lectura (carta de Pablo a los Efesios) y sentir que Pablo nos escribe a ti y a mí:
"Por lo cual, yo, al conocer tu fe en Jesús, el Señor, y el amor a todos los creyentes, no ceso de dar gracias por ti recordándote en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, te conceda espíritu de sabiduría que te revele un conocimiento profundo de Él; que ilumine los ojos de tu corazón, para que conozcas cuál es la esperanza de su llamada, cuál la riqueza de la gloria de su herencia otorgada a su pueblo y cuál la excelsa grandeza de su poder para con nosotros, los creyentes." (Adapt. Ef 1, 15-19)

lunes, 10 de mayo de 2010

Sobre la Caritas in Veritate

Por Oscar Mateos. Tenía pendiente hacía semanas leer la primera encíclica social de Benedicto XVI, Caritas in Veritate. Debo reconocer que su lectura me ha sorprendido. Había leído análisis generales sobre la doctrina social de la Iglesia, desde la Rerum Novarum de Leon XIII hasta la Populorum Progessio de Pablo VI. Había leído y oído decir que, en general, la doctrina social de la iglesia no era nada tibia, que decía las cosas por su nombre, y que planteaba cuestiones de fondo a la hora de analizar la pobreza, la injusticia y las desigualdades sociales.
La Caritas in Veritate, no cabe duda (recomiendo su lectura), sigue en esa línea, incluso yendo más allá que el discurso más tenue de las encíclicas sociales de la etapa de Juan Pablo II. Recojo aquí alguna de sus perlas:
“Hace tiempo que la economía forma parte del conjunto de los ámbitos en que se manifiestan los efectos perniciosos del pecado”.
“Sin formas internas de solidaridad y de confianza recíproca, el mercado no puede cumplir plenamente su propia función económica”.
“La economía y las finanzas, al ser instrumentos, pueden ser mal utilizados cuando quien los gestiona tiene sólo referencias egoístas”.
“Toda decisión económica tiene consecuencias de carácter moral”.
“La vida económica (…) necesita leyes justas y formas de redistribución guiadas por la política, además de obras caracterizadas por el espíritu del don”.
“La victoria sobre el subdesarrollo requiere (…) una apertura progresiva en el contexto mundial a formas de actividad económica caracterizada por ciertos márgenes de gratuidad y comunión”.
La crítica al modelo capitalista neoliberal es flagrante. Tal y como la encíclica viene a reconocer, la crisis económica actual es fruto de una dinámica impulsada por el capitalismo en el que los ricos se han hecho más ricos, a costa de una masa con peores condiciones laborales y salariales, llevando a una situación de mayor empobrecimiento mundial.

La iglesia-jerarquía debería tener entre manos (sé que, en general, no lo perciben así) una “patata caliente”: la obligación moral de salir también en manifestación para denunciar las dinámicas perversas de nuestro sistema, para defender a las víctimas de un modelo económico excluyente (las “estructuras injustas y de pecado”) que privilegia a una minoría.

¿Por qué la doctrina social de la iglesia en la praxis no tiene el mismo rango que la doctrina moral?
Seguramente, alguien a nivel institucional se justificaría diciendo que la iglesia ya está presente en muchas realidades de dolor e injusticia, y es cierto. Es indiscutible el papel incondicional que muchas personas de iglesia (la Iglesia-pueblo) desempeñan en situaciones límite. Ahora bien, la Iglesia debería ser punta de lanza no en una dinámica meramente asistencialista sino verdaderamente en una dinámica que permitiera transformar esas “estructuras de pecado” que generan dolor, injusticia y sufrimiento. Esa misiva sólo será posible planteando alternativas reales al modelo económico actual. Y por favor, que nadie se confunda, no estamos hablando de comunismo, sino de alternativas (que existen) que pongan la igualdad y la solidaridad en el centro. Alternativas que, como ya señalaba el filósofo cristiano Emmanuel Mounier hace varias décadas, aspiren a proponer una economía al servicio del hombre (y no al revés), un ideal de sencillez de vida y primen el trabajo sobre el capital, erradicando el reinado de la especulación en el que estamos inmersos y que tanto daño nos ha hecho. Pincha aquí para leer la Caritas in Veritate.

martes, 4 de mayo de 2010

Invento la palabra

Por Sonia Herrera. George Orwell dijo: “La libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír”. Y en este mundo en el que nos toca VIVIR (con mayúsculas y con toda la implicación que eso conlleva) hay demasiadas cosas que ciertas personas no quieren escuchar. Ayer celebrábamos el día de la Libertad de Prensa. Un día que más que celebrarse debería consistir en una jornada de reivindicación y denuncia, pues son muchos los países que obstaculizan, limitan y bloquean el derecho a la libertad de prensa, y con él, el de la libertad de expresión de millones de ciudadanas y ciudadanos en el mundo. La lista es demasiado larga: Corea del Norte, China, Arabia Saudí, Israel, Colombia, Birmania... No pensemos que estamos fuera de esa lista, la crítica empieza también en casa. El 1 de Mayo de 2009, RNW (Radio Nederland Wereldomroep) publicaba en su sitio web el siguiente titular: “Disminuye en el mundo la Libertad de Prensa”. Sin duda resulta alarmante. En un mundo en el que se inician guerras y se invaden países en aras de la Libertad como si ésta fuera un ente propio ajeno a las conductas de los individuos, resulta que la libertad de prensa se encuentra gravemente amenazada. Según la organización estadounidense Freedom House, desde el año 2000 la libertad de prensa ha diminuido consecutivamente cada año. En el 2008, además, esta disminución se dio en todas las regiones del mundo.

Hoy quiero dedicar este pequeño artículo a México, como homenaje a sus habitantes que sufren las consecuencias de esa falta de libertad. Cártel de Tijuana, cártel de Sinaloa, cártel del Chapo Guzmán, cártel de Juárez, cártel del Golfo… Estos son algunos de los grupos criminales más importantes que controlan el negocio de la droga en México, un país que se ha convertido en uno de los más peligrosos para los periodistas del continente americano. Solamente en el año 2008 murieron por causas vinculadas al narcotráfico más de 5.400 personas, víctimas de un negocio que genera según la Secretaría de Seguridad Pública del país más de diez mil millones de dólares anuales. El macabro recuento continúa...

Las agresiones contra periodistas y medios de comunicación en México conllevan consecuencias graves en detrimento de la libertad de expresión: falta de información al alcance de los ciudadanos, investigaciones superficiales, simplificación, reiteración de la violencia directa sin explicación de las causas, devaluación de la profesionalidad, autocensura… Las coacciones recibidas por parte de funcionarios del gobierno, fuerzas del orden y narcotraficantes, entre otros, han provocado que sean muchos los reporteros y redactores que han dejado de firmar sus notas y artículos por miedo a las represalias. La información pierde valor si se desconoce la fuente, si se dejan de tratar ciertos temas, si solamente se transcriben informes oficiales. El miedo, legítimo y fundamentado, se instala poco a poco en los periodistas que cubren informaciones controvertidas, y la espiral del silencio sigue creciendo, afectando al derecho fundamental de todos los ciudadanos a estar informados de forma veraz y contextualizada.

Hoy en día, los profesionales de los medios de comunicación mexicanos deben aferrarse más que nunca a aquella frase de Octavio Paz que decía: “Contra el silencio y el bullicio invento la Palabra, libertad que se inventa y me inventa cada día”.