lunes, 29 de noviembre de 2010

Harry Potter y los dones de la muerte

Por Isabel Romero. He ido a ver Harry Potter y las Reliquias de la muerte y he vuelto conmovida y con ganas de volver al libro otra vez, de re-cordarlo y rememorarlo.Como ya se sabe, se trata de la primera parte de la séptima entrega de la serie. Era imposible verter en una sola película la densidad de la historia y hay que agradecer a los realizadores la idea de dividir el relato en dos partes, aunque, de momento, este aparezca incompleto.

En esta película, Harry se encuentra al final de su misión; esa misión que le ha venido casi impuesta por su historia personal, la de sus padres y, sobre todo, por sus propias elecciones. En esta última parte, Harry debe enfrentarse no solo con el enemigo perseguidor de magos y muggles, Voldemort, sino con el auténtico terror de la humanidad: la muerte. No por casualidad, en la tumba de los padres de Harry aparece grabada la cita de I Cor 15, 26: El último enemigo a vencer será la muerte. Pero la muerte es vencida sólo con la Vida, no con más muerte como hace Voldemort.

De este modo, aceptando sobre sí la responsabilidad de hacer frente a su destino, Harry se dispone, no sólo a enfrentarse al mal, sino antes que nada, a aceptar la posibilidad de morir.

La palabra inglesa “deathly hallows” constituye un juego de palabras, a los que tan aficionada es J.K. Rowling. Las reliquias, los objetos que pertenecieron a la Muerte son en sí mismos también mortales, susceptibles de ser destruidos, una vez que hayan servido para acabar con aquel que ha intentado, monstruosa y trágicamente, ser inmortal. Así pues, la fe en la vida, en el amor, en la esperanza contra toda esperanza, son los caminos de esta historia que ya es un clásico de la literatura.

Por eso, me asombra el comentario de Radio Vaticano, publicado en ABC, el 18 de noviembre pasado, en el que calificaba el film de "tenebroso y pesimista", cuyos tres protagonistas "se encuentran solos y asustados para hacer frente a los enemigos". Según el comentarista Lucca Pellegrini "ni siquiera la magia asegura ya la victoria y la protección" y "nada puede con la maldad, la traición, el odio, el deseo de destrucción del adversario y de lo que representa". Y también que "parece necesario proponer también de nuevo la confianza en sí mismo y en las propias cualidades, más que en la sola eficacia de la varita mágica o las pociones misteriosas".
Me asombra porque da la impresión de no conocer la historia si asegura que “nada puede con la maldad”, o de precipitación en juzgar un final que tiene una continuación y, por tanto, no es conclusivo y, además, porque si a algo motiva la historia de Harry Potter es a poner la confianza en uno mismo y en las propias cualidades, en vez de en varitas, pociones, dinero, fama y poder, cualidades estas últimas, revestidas en nuestros tiempos de infalibles cualidades mágicas. Pero lo que más me asombra es que no se vea el contenido hondamente humano y cristiano de esta historia.

La historia es dura porque tiene que serlo, porque duro es el enfrentamiento con el mal, el de Harry y el nuestro, porque “corren los tiempos recios” que dijo Santa Teresa, y porque el relato es, como todos los buenos relatos, metafórico de la vida humana. Por eso y en consecuencia, el triunfo del bien, el amor y la vida plena llegará.
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Nota de la autora:
La historia del niño huérfano que vive con unos parientes que le desprecian y que, gracias a sus dotes personales y a la ayuda de un mentor, llega a ser una persona de valía, entronca directamente con la mejor literatura inglesa del siglo XIX y es fácil evocar títulos como Jane Eyre, de Charlotte Brönte y Oliver Twist y David Copperfield de Charles Dickens. Más recientemente, también apreciamos estos elementos en las obras de Roald Dahl, el cual expone muchas veces la historia de un niño o niña inteligente y con imaginación que es, sin embargo, oprimido por unos adultos mediocres y ridículos. La gran capacidad de Rowling ha utilizado estos rasgos de forma eficaz combinándolos con el mundo fantástico de la magia (procedente del cuento de hadas) y estructurándolos según el relato heroico tradicional. El resultado es un universo personalísimo donde conviven elementos tradicionales maravillosos, mitológicos y originales en un entorno realista cuyos componentes son fácilmente reconocibles por los lectores. Por otra parte, este universo “mágico” funciona también como fina parodia de la organización de nuestras sociedades, de ahí que pueda ser doblemente apreciado por los adultos.
Además de las influencias citadas, Rowling traza su historia según la bildungsroman, la novela de aprendizaje, en la cual, un adolescente va conociendo el mundo de los adultos e integrándose en él, aprendiendo una serie de valores que actuarán de fundamento ético para la vida. Por último, hemos de anotar también las huellas de Tolkien y Lewis, inevitables en los actuales creadores de mundos fantásticos, máxime si son ingleses.
Por otra parte, J.K. Rowling demuestra un gran conocimiento de la literatura y de los elementos mitológicos provenientes de la tradición clásica de Grecia y Roma y de las culturas celta y nórdica. Los animales mágicos, sobre todo, pueblan el mundo de Harry Potter y no han sido reinventados por Rowling sino que actúan según la mitología de la que proceden. Así ocurre con el ave fénix, los centauros, el basilisco o el hipogrifo.

Para saber más:
  • M. Gallardo e I. Romero: Crear el hábito de leer. El relato heroico en la literatura juvenil, Madrid, Narcea, 2005).
  • F. Bridger: Una vida mágica. La espiritualidad del mundo de Harry Potter. Ed. Sal Terrae, 2002.
  • E. M. Kern: The wisdom of Harry Potter, New York, Prometeus Books, 2003.
  • E.J. Sales Dasí: De Narnia a Hogwarts, Madrid, Laberinto, 2006.
  • D. Baggett, S.E. Klein: Harry Potter and Philosophy. If Aristotle Ran Hogwarts, Illinois, Open Court, 2004.
  • Simone Regazzoni: Harry Potter. La Filosofía, Barcelona, Duomo, 2010.

sábado, 27 de noviembre de 2010

El Señor viene, viene siempre

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.» (Mateo 24, 37-44)
Por Redacción AJ. Hemos dejado de esperar que venga Jesús. Los primeros cristianos fueron comprendiendo que esa vuelta de Jesús no iba a ser tan inmediata como se habían imaginado. Nosotros ya ni lo esperamos. De hecho, es mucha la gente que ni se plantea si existe Dios y si tiene algo "que ver" con su vida. Estamos en una época de profunda indiferencia. Ya no es creer o no creer, si existe Dios o si no existe... no... la postura de mucha gente es: puede que exista, pero a mí eso me da igual...

La cuestión podría ser, entonces, los que nos decimos creyentes, que compartimos el día a día con muchas personas que viven así su día a día, ¿en qué se nos nota que no somos indiferentes? Más: ¿en qué se nota que creemos en Jesús Resucitado, que camina a nuestro lado, nos explica las escrituras y parte con nosotros el pan, siempre que le dejamos un hueco en nuestro vivir cotidiano?

Comienza el Adviento, tiempo de preparación para el nacimiento de Jesús, tiempo de alimentar el deseo, la espera, la acogida... El viene a tu vida, viene siempre; llama constantemente a tu puerta, desde dentro, no desde fuera, para que le dejes salir y recorrer cada célula de tu ser, para que le tengas de compañero, para que puedas decir con la alegría de quien ha visto cómo su vida se transformaba totalmente:

¿No oíste sus pasos silenciosos?
Él viene, viene, viene siempre.
En cada instante y en cada edad,
todos los días y todas las noches,
Él viene, viene, viene siempre.
Ha cantado muchas canciones y de mil maneras;
pero siempre decían sus notas:
Él viene, viene, viene siempre.
En los días fragantes del soleado abril,
por la vereda del bosque,
Él viene, viene, viene siempre.
En la oscura angustia lluviosa de las noches de julio,
sobre el carro atronador de las nubes,
Él viene, viene, viene siempre.
De pena en pena mía,
son sus pasos los que oprimen mi corazón,
y el dorado roce de sus pies
es lo que hace brillar mi alegría,
porque Él viene, viene, viene siempre.
(R. Tagore)

lunes, 22 de noviembre de 2010

En Kyllburg con Euregio

Por Raquel Osorno. Hola a todos. Si os digo que el pasado fin de semana estuve en Kyllburg con Euregio pensareis que de qué os hablo, pero si os digo que Kyllburg es a Euregio lo que hace unas semanas Loeches fue a Acit Joven, la cosa empieza a ponerse interesante.

En principio todo igual: jóvenes cristianos que se encuentran para compartir su fe, que celebran la eucaristía, que tienen dinámicas, velada, que oran juntos…las diferencias: el encuentro fue en Alemania, allí se reunieron algo más de 100 jóvenes cristianos de Francia, Bélgica, Luxemburgo y Alemania que compartían en francés y alemán, y además, 5 personas de la pastoral de jóvenes de León, entre ellas yo representando a ACIT Joven.

El grupo Euregio está formado por jóvenes de 5 diócesis que se unen cada cierto tiempo para prepararse para ir juntos a las Jornadas Mundiales de la Juventud, jóvenes que este verano vendrán a Madrid y que pasarán los Días de Estancias en las Diócesis (DED) en León. Y allí que fuimos un grupo de 5 personas de la Pastoral Juvenil de León a presentarles la ciudad y cómo nos estamos preparando para acogerles, trabajando juntos codo con codo diversas realidades de pastoral juvenil: las parroquis, el Movimiento Juvenil de Acción Católica, la Juventud Vedruna, jóvenes Maristas, y como no, Acit Joven.

Un viaje que ha tenido un poco de aventura y un mucho de regalo, el regalo de vivir que es mucho más lo que nos une que lo que nos diferencia, porque nos pueden diferenciar los idiomas, los colores, las nacionalidades… pero lo que nos une es Jesús. En el último trayecto del viaje volvíamos en coche de Barajas a León oyendo una canción basada en un poema de Casaldáliga, cantábamos:
Mis manos, esas manos y Tus manos
hacemos este gesto, compartida
la mesa y el destino, como hermanos.
Las vidas en Tu muerte y en Tu vida.
Unidos en el pan los muchos granos,
iremos aprendiendo a ser la unida
ciudad de Dios, ciudad de los hermanos.
Os aseguro que se canta con más fuerza cuando uno acaba de vivir esta comunión.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Crucifijos vivientes

"En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.» Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.» Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos.»

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.» Pero el otro lo increpaba: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.» Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.»

Jesús le respondió: «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.»" (Lc 23, 35-43)
Por Redacción AJ. Va acabando el año litúrgico para comenzar un nuevo de mano del Adviento que está a la vuelta de la esquina. Y acaba con lecturas como la de este domingo que nos sitúan en la clave de que la vida de Jesús se entiende desde el final: su muerte (muerte de cruz, lo peor en esa época) y su Resurrección (superando el poder de la muerte y del mal).

Dedica un rato a pensar qué te sugiere esta imagen que se nos ofrece. Un Jesús muerto de la peor manera posible en esos tiempos, con dos "malhechores" por compañeros al final de su vida, con burlas y provocaciones del tipo "líbrate a ti mismo, ya que eres tan estupendo..." ¿Cómo afecta esta imagen a la imagen de Dios con la que te relacionas cada día?

Quizás te resulte inevitable preguntarte: ¿por qué muere Jesús? ¿Por qué lo matan? ¿Qué Dios es éste que se muestra en la cruz? De hecho estas mismas preguntas son las que a algunos nos llevan a creer en Jesús y las que a la vez alejan a otros. Quizás el diálogo entre los dos crucificados con Jesús no sea tan del pasado... ¿Te pasa a ti con la gente de tu alrededor? ¿Te pasa a ti en tu interior, en ese diálogo que a veces se da entre el creyente y el increyente que todos llevamos dentro?

Parece que la muerte de Jesús implica un Dios ajeno o indiferente a su sufrimiento y eso es fácil que provoque rechazo. Escuché una vez decir a Jon Sobrino que Jesús muere porque el [ser humano] muere y porque el [ser humano] mata, es decir: Dios es víctima, no autor. ¿Y por qué lo matan?, podríamos seguir. Pues hay autores que sugieren que a Jesús lo mataron por sus comidas, es decir, por la gente con la que se sentó a compartir la mesa: prostitutas, pecadores, publicanos... lo peorcito, diríamos hoy... ¿Con quién te sientas a comer? ¿Quiénes pueblan tu mundo de relaciones?

Muerte de cruz: a la que nos hemos acostumbrado y que muchos llevamos colgada del cuello como signo (expresión) de nuestra fe y que lamentablemente otros llevan como adorno chic. Esta cruz que fue burla y tortura de un hombre que había pasado haciendo el bien y que había mostrado un rostro de Dios liberador, sanador, regazo permanente e inamovible pese a nuestras incoherencias o pecados (entendiendo como pecado aquello que nos impide ser vehículo del amor de Dios). Esta cruz que en aquella época era lo equivalente a la actual silla eléctrica o la inyección letal. Esta cruz que tiene poco que ver con un Dios "Todopoderoso" o "Brazo-aniquilador" al que a veces invocamos en situaciones complicadas de nuestra vida...

Los que creemos en Jesús creemos en este Jesús: el que se sentó a comer con la gente que a los ojos de los demás eran pecadores, pero que tenían el corazón en condiciones de recibir la Buena Noticia (el "evangelio") de que el Reino de Dios, Dios mismo, está cerca, que le importa nuestro bien, el bien de los que sufren el bien de los que permiten que las riquezas y el poder les apolillen o endurezcan el corazón. El Dios que "hace salir su sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos e injustos", que quiere la salvación de los unos y de los otros. Salvación que consiste en descubrir que lo único que cuenta es cuánto hemos amado.

Creemos en un Jesús que atravesó una muerte denigrante por permanecer fiel a lo que había descubierto: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año de gracia del Señor."

¿Cómo afecta a tu vida creer en este Jesús que "fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió al cielo, y está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso"? ¿Qué entiendes por "Dios Todopoderoso" y por tanto, cómo te relacionas con Él? ¿Qué esperas de Él en tu vida tocada por la fe?

Acabamos con unas palabras de Pedro Poveda escritas en 1926, poco después de la aprobación pontificia de la Institución Teresiana en 1924:
"Os he dicho ya que [el miembro de la Institución Teresiana] no tiene otra fortaleza que la que le viene del crucifijo, que es su armadura, la armadura de Dios; que el crucifijo es el único tesoro, la única propiedad que por diversos títulos, legítimamente posee. Pero ahora os digo más: que [el miembro de la Institución Teresiana] no debe contentarse con sólo eso, sino que debe aspirar a transformarse en crucifijo, es decir, ser un crucifijo viviente. (...) ¿Y cómo l[el miembro de la Institución Teresiana] será un crucifijo viviente? Estudiando, conociendo, amando, imitando al crucifijo, y de esta manera pensará, sentirá, obrará como Cristo. ¿Qué sucede a una persona que trata o vive mucho tiempo con otra? Pues que insensiblemente copia sus gestos, modales, porte, hasta el timbre de voz; esto en cuanto a lo exterior, que si la ama, llega a sentir, pensar y amar lo que ella, porque el amor pide semejanza entre los que se aman."
Si quieres profundizar en este tema te sugerimos la lectura del capítulo "Oye Dios, ¿por qué sufrimos?" del libro "Teología para universitarios" de Luis González Carvajal y el artículo de Ignacio Ellacuría "¿Por qué muere Jesús y por qué lo matan?" y "El crucifijo en la Institución" en "Amigos fuertes de Dios", pg 165.

lunes, 15 de noviembre de 2010

El Sáhara occidental y los avestruces

Por Óscar Mateos. El Gobierno español se está comportando como un auténtico avestruz. Bravo, enhorabuena. Una vez más, la realpolitik, los intereses económicos, políticos y geoestratégicos pasan por encima, atropellan sin más, a los derechos fundamentales, esos que se supone que por el hecho de ser humanos, cuando nacemos, adquirimos.

Si empezaramos a relatar la injusticia que desde el año 1975 sufre la población saharauí, simplemente, no acabaríamos. Estos días las radios, los periódicos, las televisiones y sus reporteros más audaces, nos hablan de “horror”, de “terror”, de “horrorismo” o de “terrorismo”, con perdón de las palabras. Nos recuerdan los acuerdos vigentes desde el año 1991,
esos en los que, en teoría, la comunidad internacional se mojó para garantizar la celebración de un referéndum para que la población saharaui, como hicieron otros pueblos en su momento, pudieran decidir su futuro en el contexto de descolonización. Pero, ah, las cosas no son tan fáciles como parece, que nos diría un buen y sensato diplomático español. ¡Los intereses! Que si Marruecos es clave en la lucha contra el terrorismo, que si los necesitamos para parar la “avalancha de pateras”, que si los acuerdos pesqueros, que si esto y que si lo otro.

Yo supongo que cuando uno lleva 35 años comiendo polvo (por no decir otra cosa); cuando a uno le han prometido que, tranquilo, la cosa se arreglará tarde o temprano; cuando a uno le invitan a sent
arse en la sala de espera in aeternum a que venga el médico…pues al final se acaba cansando y desesperando… Aminatu Haidar lo intentó con una huelga de hambre. Sí, sus días de hambre no fueron simplemente una pataleta, o un capricho fruto de un ataque de protagonismo… Aminatu quería decir al mundo –y vaya que si lo logró- que su pueblo, su gente, la de todos los días, la que sufre en las esquinas, la que padece la represión marroquí…está harta! Que los niños y los adolescentes se han cansado de promesas que nunca llegan… que el Sáhara necesita una respuesta, que no una solución, de manera inmediata. Y digo que no una solución porque Naciones Unidas ya se mojó en su día, hace 19 años… pero todo ha quedado en eso, en papel mojado. Mientras, Marruecos sigue su juego de repoblar el Sáhara para el día que definitivamente quiera organizar el referéndum…

Luego nos quejaremos y abandareramos
mil lemas pacifistas para decir que la violencia no es la solución. No la es, ¿verdad? Pero la generación que está creciendo en los campos de refugiados, en condiciones aberrantes, con la única solución de la sala de espera y la paciencia… se está cansando…

¿Y España? Zapatero y su gobierno tienen poca credibilidad. Seguramente nos dirían que se encuentran entre la espa
da y la pared… pero es que ¡estamos hablando de vidas humanas! Ya sé que mandar a tomar viento a los mercados financieros o al mísmisimo Mohamed VI no darían buenos resultados económicos, pero seguramente sí que aportarían un poco más de credibilidad y de dignidad a la política para los tiempos que corren…el difícil oficio del poder y la cruda realidad.

Seguiremos atentos a lo que suceda en el Sáhara y aportando nuestro grano de arena, aunque sea el de escribir desde la
impotencia y el cabreo profundo.


viernes, 12 de noviembre de 2010

Un mundo nuevo

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos.
Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.»
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?»
Él contestó: «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.»
Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.» Lc 21, 5-19


Por Redación AJ.
Lucas hoy nos presenta su “gran Apocalipsis” y es que estamos al final del año litúrgico. Este texto tiene un sentido final: se acaba el Templo de Jerusalén como el único espacio de encuentro entre el creyente y Dios y empieza “un nuevo Templo” que no está construido con piedras, sino que será una persona: Jesucristo. Y para construir este nuevo mundo, esta nueva manera de relacionarnos con Dios, conviene que de lo antiguo no quede “piedra sobre piedra”. A nosotros, los seguidores de Jesús, nos toca trabajar en ello desde la confianza.
Como a los discípulos, también a nosotros nos sigue brotando el deseo de anticiparnos al futuro, de conocer la suerte que correremos, y nos mueve la curiosidad por el fin del mundo.¿Cómo es el final que nosotros imaginamos? ¿En qué señales pensamos? ¿Nos vamos todos? ¿Nos quedamos algunos? ¿Quiénes? Jesús, en vez de responder a las preguntas que le hacen, y que seguramente le haríamos -“Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?”- nos invita a mirar hacia dentro de cada una, de cada uno y nos da una señal de alerta: “cuidado con que nadie os engañe”. No nos está hablando entonces del “fin del mundo” Nos habla más bien de acabar con “mi” mundo, con “nuestro” mundo, para construir la casa común. Lo que Jesús está haciendo es una llamada fuerte a vivir el presente mirándolo a Él para hacer posible el Reino entre nosotros.
El camino que propone no es fácil, y Jesús no lo oculta a sus oyentes. Ser fieles siempre comporta conflictos, con frecuencia supone ir contracorriente. Nos advierte que tendremos que pasar dificultades; también nos dice que no nos alarmemos, y es que el discípulo no es más que su Maestro. Ante la adversidad Él pondrá en nosotros “palabras y sabiduría”.
Los primeros cristianos vivieron la destrucción del tempo y comprobaron que el final no había llegado. A los cristianos de hoy nos corresponde vivir en medio de dificultades, entre la incomprensión o los cuestionamientos, mirando al futuro y preparándolo con las obras del amor fraterno. Vivir y trabajar con la confianza de que, ocurra lo que ocurra, Dios no nos abandona nunca. El texto de hoy concluye con una afirmación que es garantía del amor providente de Dios para con nosotros: “ni un cabello de vuestra cabeza perecerá” .

lunes, 8 de noviembre de 2010

Un día y medio muy especial

Por Irene Gregorio, Profundización A en Madrid. A esta hora hace diez días, hacía poco que había aterrizado en Loeches, y las mariposas que se habían instalado en mi estómago desde que fui consciente de que el Encuentro Nacional era real, habían aumentado en un 500% (como poco). El viernes comenzó como otro cualquiera y, de no haber sabido lo que iba a acontecer ese fin de semana, nada me habría indicado que iba a ser especial. Sin embargo, ha sido uno de los mejores de mi vida. Llegué allí con viento y algo de lluvia, y mi Encuentro comenzó con una buena lección: el trabajo en equipo. Aprendí cómo colgar un trozo enorme de plástico de una pared disponiendo de hilo de nylon, unos clavos (=puntillas), un martillo y algo de celo (=fiso). Observé y sentí la alegría del reencuentro: abrazos apasionados, sonrisas, lágrimas de alegría, chillidos estridentes y caras indescriptiblemente entusiasmadas. El sábado una presentación inicial, única en su género, nos dio la bienvenida a este Encuentro. Cartas que emocionan y canciones que impulsan. Objetivos del Milenio presentados con ilusión y guitarras tocadas con una alegría que sólo este encuentro podía inspirar. Después, grupos aleatorios para compartir, con encuentros breves pero intensos. Es la magia de Acit Joven: forjas amistades (de las buenas) sin apenas darte cuenta.

Y luego, con los talleres, nos implicamos más en el mundo que nos rodea. Desde luego, imaginación, ganas e ilusión no faltaron, tanto a los animadores como a los animados. Y para completar la tarde, pusieron en nuestras manos el pasado, el presente y el futuro de la Institución Teresiana. ¡Puf! Demasiada responsabilidad para una tarde; por eso hemos de repartirla, actuando como el futuro que somos del sueño hecho realidad de Pedro Poveda. ¡Menuda tarde más completa! Nos conocemos más a nosotros, a los demás, al mundo que nos rodea y del que formamos parte y a la Institución. ¿Qué más se puede pedir?


Para recoger todas las experiencias vividas, tuvimos un pequeño rato de oración, en el que se nos hizo pensar acerca de las semillas. Somos semillas que debemos dar fruto y estamos rodeados por semillas que han dado, están dando o van a dar fruto. ¿Quiénes son estas personas? Eso debemos descubrirlo nosotros. También tuvimos presentes a algunas personas de las que nos acordamos especialmente. ¿Semillas? ¿Frutos? Quién sabe. Y para acabar el día, tengo que dar mi más sincera enhorabuena a los organizadores de una estupenda velada que quedará grabada en nuestra memoria. Dinámica, divertida y, sobre todo, a cubierto, ya que hacía un frío que pelaba. Nunca podremos olvidar a Shakira, a los payasos, a mamá Noel, a Pocoyó y Eli y, por supuesto, a nuestra querida Harryna Potter, que fue el alma de la fiesta. Todos ellos guiados por su querido psicólogo Gervasio. Creo que aún me duran las agujetas de tanto reírme. (Por cierto, no olvidéis que podéis ver Pocoyó todos los días en la 2 y en Clan. ¡No os lo perdáis!).

A la mañana siguiente, tuvimos una misa preparada entre todos. Fue una celebración muy especial, oficiada por nuestros queridos Agustín y Pedro, cuyo amor y dedicación, sumado al nuestro, hizo de aquella celebración un rato único. Gracias por ese pequeño detalle; gracias por ese “¡Baja de la higuera!” Confío en que lo tengamos presente. Y tras esto, llegó lo inevitable: la despedida. Si las lágrimas que se derramaron pudiesen ser reutilizadas, habríamos acabado con la sequía del mundo. Menos mal que existen las redes sociales, que nos permiten mantener el contacto con estas personas tan queridas que nos han hecho derramar tantas lágrimas. Brindo por todas estas amistades y por todos vosotros. Que el espíritu de Acit Joven nunca muera ni olvide su razón. MUCHAS GRACIAS.

viernes, 5 de noviembre de 2010

"No es Dios de muertos, sino de vivos"

"En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos,
que niegan la resurrección, y le preguntaron:
- «Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, habla siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.»
Jesús les contestó:
- «En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección.
Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.»
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Por Redacción A.J.
En el Evangelio de este domingo, Lucas nos presenta un grupo de saduceos que se acercan a Jesús a plantearle una cuestión que a nosotros nos puede resultar un tanto desconcertante, y quizás nos ayude –a fin de entenderla- hacer un par de aclaraciones.

La primera tiene que ver con las leyes de Israel: en la legislación israelita existía la llamada “ley del levirato”. Se trataba de una ley que buscaba la protección de uno de los grupos sociales desfavorecidos y débiles del pueblo de Israel: las viudas. Con ella se buscaba que la familia –entendida como familia extensa- cuidara y protegiera la suerte de las mujeres que enviudaban sin tener hijos varones. Esta ley –que podemos leer en el capítulo 25 del libro del Deuteronomio- es la que mencionan los saduceos al acercarse a Jesús. (En concreto, decía así: “si dos hermanos viven juntos y uno de ellos muere sin hijos, la viuda no saldrá de casa para casarse con un extraño, su cuñado se casará con ella y cumplirá con ella los deberes legales de cuñado; el primogénito que nazca continuará el nombre del hermano muerto, y así no se borrará su nombre en Israel”).

La segunda aclaración tiene que ver con los saduceos. Este grupo judío -que constituía la aristocracia sacerdotal vinculada sobre todo al Templo de Jerusalén-era, desde el punto de vista religioso, un grupo bastante conservador: sólo admitían el Pentateuco como escritura sagrada, y no creían en la resurrección de los muertos, una idea y una esperanza que aparece tardíamente en la fe de los judíos.

Pues bien: algunos saduceos se acercan y tratan de ridiculizar –delante de Jesús- la fe en la resurrección, utilizando un ejemplo que tiene que ver con el cumplimiento de la ley del levirato.
Pero Jesús no “cae en la trampa” y, en su contestación, señala dos cosas importantes:

- En primer lugar, que la resurrección no es una simple prolongación de esta vida... Jesús no describe cómo es la vida después de la muerte, simplemente señala que no podemos hablar de esta vida nueva y plena con los esquemas de ésta que conocemos. Es una vida que tiene que ver con vivir en plenitud la vida de Dios: “… ya no pueden morir y son como ángeles, y, habiendo resucitado, son hijos de Dios”.


- En segundo lugar, Jesús les hace caer en la cuenta que en la Escritura a Dios se le llama “Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”. Y a partir de ahí, saca una conclusión que le lleva a la segunda afirmación: “Dios no es Dios de muerto sino de vivos, porque para él todos viven”.

Así pues, Jesús, termina la “discusión” con los saduceos afirmando que Dios, un Dios que Él descubre y anuncia como Padre, es fuente de vida para todos, y que no puede sino querer la vida para siempre.

El evangelio de este domingo es toda una invitación a renovar nuestra esperanza en que la muerte no tiene la última palabra, una invitación a renovar nuestra confianza en el Dios Padre de Jesús que es un Dios de vivos y fuente de vida buena para todos.

Un Dios cuyo amor es más fuerte que la muerte.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Ser militante en Acit Joven


Por Redacción AJ. Gracias a todos lo que habéis hecho posible un magnífico fin de semana, en el que hemos podido conocernos, mirar la realidad, conocer la Institución Teresiana, rezar y celebrar la fe... Esta experiencia ha sido fruto del esfuerzo de mucha gente: los participantes, los animadores y animadoras que han venido de lejos, la comisión nacional que ha trabajado codo con codo... y sobre todo, gracias a las muchas personas que a lo largo de estos más de 30 años han aportado lo mejor de sí mismas para hacer realidad este sueño de Poveda.

Algunos siguen "activamente" vinculados a la Institución Teresiana, otros han tomado caminos diferentes, pero todos y cada uno aportaron un algo especial que nadie podía aportar. A todos y todas estamos agradecidos.

En la mañana del domingo 31, los militantes presentes en el Encuentro Nacional tuvieron un espacio para compartir en torno a la pregunta "¿Qué es ser militante en Acit Joven para ti?". El espacio de diálogo y contraste fue bueno y se quedó corto. A continuación reproducimos algunas de las expresiones compartidas:
"Es saber responder a las preguntas que plantea Acit Joven cada día, actuar sin enaltecernos, sino con humildad. Es cuidar y hacer crecer este árbol que hemos recibido; regándolo, pero sin ahogarlo; podando sus ramas, pero sin dejar el tronco desnudo; protegiéndolo del frío, de la lluvia o del calor, pero sin impedir que crezca."
"Es parte de un proceso de crecimiento personal. Una forma de pertenecer a la Institución Teresiana de una forma activa, siendo joven y trabajando por y para los jóvenes. Es una manera de vivir; de tener espacios privilegiados de formación tanto en la fe como en lo personal. Es poder devolver con mi trabajo y compromiso todo lo que me ha dado el Movimiento."
"Es vivir mi fe con un estilo determinado, el que nace de sentirme parte de la gran familia que es la Institución Teresiana. Compartiendo el carisma propio de ésta, creando así mi identidad como joven creyente que soy. Es una opción de vida; no de pertenecer, sino de ser. Es compartir la vida con otros y otras jóvenes del Movimiento o no, que también están en búsqueda."
"Para mí significa comprometerme a vivir comunitariamente, con la Institución Teresiana, mi ser creyente, la búsqueda de un sentido profundo a la vida. Podría ser creyente sin pertenecer a ningún movimiento, pero tener la oportunidad de ser de Acit Joven me permite tener una comunidad de referencia, donde compartir experiencias y búsquedas. Significa estar acompañada en tu recorrido de crecimiento como persona y como creyente. Me llama a ofrecer mis dones y comprometerme a ofrecer lo que soy para ayudar a dar vida al Movimiento, y así no romper la cadena, "devolviendo" todo lo que me da el Movimiento."

"Para mí, ser militante de Acit Joven es sobre todo, como muchos otros militantes ya han señalado, nuestra manera de ser cristianos. Ser militante no es más que ser alguien que se siente parte de la Iglesia anunciada en el Evangelio, alguien que se identifica con Jesús y que reconoce su llamada a ser uno con el Espíritu. Ser militante es inseparable de ser cristiano y ser persona. Por tanto, ser militante es ser cristiano, y ser cristiano es, más que cualquier otra cosa, adoptar, como Jesús, una actitud confiada ante la Vida que cotidianamente se despliega en nosotros y ante el Amor que habita todo lo que es. Tengo la experiencia que ser militante y ser cristiano es sentirse en contacto con el flujo siempre renovado e inquebrantable del Espíritu, profundizar en él, abandonarme en él y estar y ser en él, desde una determinada identidad histórica y eclesial, la que nos propone Pedro Poveda, una de tantas ramificaciones de ese flujo que para germinar debe tomar la savia del tronco."
"Para mí es un modo de entender la vida. Es sentirme parte de una idea, que no es sólo mía o de un grupo cerrado, sino que forma parte de un proyecto mucho más amplio que es el proyecto de Jesús de construir una sociedad más humana y fraterna. Ser militante es una etapa más del camino, ni la última, ni la más importante. Es seguir creciendo personalmente, en la fe y en mi compromiso con Jesús de realizar su sueño desde mi cotidianeidad. Esto implica un modo de estar en el mundo que me distinga y que impregne a otros y otras. Creo que un militante es, ante todo, una persona abierta y en continuo cambio. Es alguien de fe (de una fe en búsqueda); es alguien que cuida sus relaciones y su mundo más cercano y más lejano. Que se siente parte del mundo y que reconoce que las pequeñas acciones de su día a día influyen y pueden ser transformadoras. Es alguien que siente, que ama, que sufre, que se alegra y se entristece, que se equivoca y que a veces duda y tiene miedos. Pero sobre todo es alguien comprometido, con la vida y la construcción del Reino y de una manera más inmediata, con el Movimiento. No es un compromiso impuesto ni cargante. Nace del sentimiento inmenso de gratuidad después de años creciendo en Acit Joven."
"Sanad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, expulsad demonios. De balde lo recibisteis, dadlo de balde." (Mt 10, 8)