En la última reunión del grupo RAHAB (proyecto con prostitutas jóvenes para proporcionarles formación profesional y la adquisición de otro trabajo para ganarse la vida), llegó Béatrice con una antena de televisión portátil nueva para su pequeño televisor. Llegó contenta y la colocó encima de una de las sillas a su lado (como si fuese una persona más del grupo): feliz y orgullosa de su compra. Es bueno clarificar, que estamos en plena competición de la Copa Africana de fútbol y Camerún se ha clasificado a los octavos de final; por lo tanto, todo lo que sea ver bien los partidos tiene mucho valor ya que los cameruneses son unos grandes aficionados a los deportes.
Al rato de comenzada la reunión llegó Justine y al ver la antena dijo: "yo compré una como esa la semana pasada y no me sirvió de nada". Y Béatrice le pregunta: " ¿Era igual ?, yo pagué por la mía mil francos CFA", a lo que Justine dice: "¿Mil francos solamente? yo pagué seis mil francos por la mía, y al final no me ha servido, mucho menos te servirá la tuya que solo has pagado mil". Enseguida Béatrice dijo: "No me apaguéis la ilusión que traía con mi antena nueva, ¿de verdad no me va a servir?"
Rápidamente Jacquie, sensible a los sentimientos de las mujeres del grupo, dice: "Béatrice, no te dejes apagar la ilusión, todavía no la has probado. Puede ser que la tuya sirva, eso depende de muchas cosas: del tipo de televisión, del lugar hacia donde la dirijas, de la posición de tu casa... Tranquila, ¡ya verás que la tuya va a servir!". Dijo esto último tan convencida que nadie se atrevió a añadir nada más. Béatrice recuperó la ilusión por su nueva antena, se levantó y se puso a desfilar como en pasarela de modas con su antena en la mano. Volvió a sonreir.
Esta pequeña anécdota casi sin importancia, me ha hecho pensar mucho sobre lo fácil que es apagar o avivar las ilusiones y los sueños de la gente de nuestro alrededor. ¿De qué lado me encuentro yo?
Muchas veces, Jesús avivaba los sueños de los enfermos, de los que creían que su vida no podía ser diferente, también avivaba los sueños de las viudas sin nada (que ponía de ejemplo porque eran capaces de dar más de sus posibilidades). Avivaba los sueños de las mujeres a punto de ser ajusticiadas o de las que iban al pozo a por agua con una vida destrozada. Los diálogos de Jesús comunicaban vida porque avivaba en las personas las ilusiones y los sueños necesarios para que pudieran volver a sonreir.
Al rato de comenzada la reunión llegó Justine y al ver la antena dijo: "yo compré una como esa la semana pasada y no me sirvió de nada". Y Béatrice le pregunta: " ¿Era igual ?, yo pagué por la mía mil francos CFA", a lo que Justine dice: "¿Mil francos solamente? yo pagué seis mil francos por la mía, y al final no me ha servido, mucho menos te servirá la tuya que solo has pagado mil". Enseguida Béatrice dijo: "No me apaguéis la ilusión que traía con mi antena nueva, ¿de verdad no me va a servir?"
Rápidamente Jacquie, sensible a los sentimientos de las mujeres del grupo, dice: "Béatrice, no te dejes apagar la ilusión, todavía no la has probado. Puede ser que la tuya sirva, eso depende de muchas cosas: del tipo de televisión, del lugar hacia donde la dirijas, de la posición de tu casa... Tranquila, ¡ya verás que la tuya va a servir!". Dijo esto último tan convencida que nadie se atrevió a añadir nada más. Béatrice recuperó la ilusión por su nueva antena, se levantó y se puso a desfilar como en pasarela de modas con su antena en la mano. Volvió a sonreir.
Esta pequeña anécdota casi sin importancia, me ha hecho pensar mucho sobre lo fácil que es apagar o avivar las ilusiones y los sueños de la gente de nuestro alrededor. ¿De qué lado me encuentro yo?
Muchas veces, Jesús avivaba los sueños de los enfermos, de los que creían que su vida no podía ser diferente, también avivaba los sueños de las viudas sin nada (que ponía de ejemplo porque eran capaces de dar más de sus posibilidades). Avivaba los sueños de las mujeres a punto de ser ajusticiadas o de las que iban al pozo a por agua con una vida destrozada. Los diálogos de Jesús comunicaban vida porque avivaba en las personas las ilusiones y los sueños necesarios para que pudieran volver a sonreir.
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