Por Redacción AJ. Seguimos celebrando la Navidad. Y en estos días, después de las luces, los turrones y la entrada en el nuevo año, el evangelio de este domingo nos sigue invitando a mirar al portal de Belén. Es una lectura un poco difícil y densa pero, si nos fijamos en el final, nos encontramos con una verdad profunda, central en nuestra fe: a Dios nadie lo ha visto nunca… es Jesús, el Hijo, quien nos lo da a conocer. Si queremos conocer a Dios es a Jesús, el Señor, a quien debemos mirar. La vida de Jesús -lo que dijo, lo que hizo, su entrega hasta el final- es transparencia de Dios. En ninguna parte nos descubre Dios su corazón y nos muestra su rostro como en Jesús. Eso es lo que cautivó a los discípulos y lo que nos sigue cautivando a los que queremos seguirle.
Como decíamos, seguimos celebrando la Navidad, y la invitación es a mirar al portal para descubrir a Dios hecho niño. Mirar al portal para descubrir a Dios en la debilidad, en la vulnerabilidad y en la indefensión de este recién nacido que necesita acogida y abrigo. Reconozcamos que esta imagen de Dios no deja de sorprendernos: así ha venido a vivir entre nosotros. En Jesús, Dios se hace invitación permanente: no va a imponer nada, sólo espera que le recibamos. Por eso le oiremos decir: "Si quieres...", "si alguno se quiere venir conmigo...", "estoy a la puerta y llamo; si alguien me abre...”.
Ahora que estrenamos un nuevo año, es un buen momento para pararnos delante del Portal con ojos nuevos, asombrados y agradecidos… y para acoger la invitación a recibir a Dios que “así” acampa entre nosotros.
Como decíamos, seguimos celebrando la Navidad, y la invitación es a mirar al portal para descubrir a Dios hecho niño. Mirar al portal para descubrir a Dios en la debilidad, en la vulnerabilidad y en la indefensión de este recién nacido que necesita acogida y abrigo. Reconozcamos que esta imagen de Dios no deja de sorprendernos: así ha venido a vivir entre nosotros. En Jesús, Dios se hace invitación permanente: no va a imponer nada, sólo espera que le recibamos. Por eso le oiremos decir: "Si quieres...", "si alguno se quiere venir conmigo...", "estoy a la puerta y llamo; si alguien me abre...”.
Ahora que estrenamos un nuevo año, es un buen momento para pararnos delante del Portal con ojos nuevos, asombrados y agradecidos… y para acoger la invitación a recibir a Dios que “así” acampa entre nosotros.
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