En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que habla recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Se acercó luego el que habla recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo." El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes."» (Mt 25, 14-30)
Por Redacción AJ. En el comentario de la semana pasada destacábamos la necesidad del mantenimiento de la fe y comentábamos que junto a este texto de los talentos formaba parte del preámbulo a la subida a Jerusalén.
Despué de preguntarnos cómo estar vigilantes para que la llama de nuestra fe no se apague, cómo mantener la fe viva, hoy nos encontramos con las preguntas: ¿qué hacer con los dones recibidos?, ¿qué hacer con nuestra fe? Hace mucho escuché a Pedro Belderrain, un buen amigo de Acit Joven, decir que la fe es como el chocolate: si lo metes en el bolsillo para no tener que compartirlo con los hermanos y poder comértelo en otro momento en que estés solo, se derrite y ni tú ni tus hermanos lo podéis disfrutar.
La fe conlleva "ponerla en juego", compartirla con los que nos rodean, poner nuestros dones a disposición de quienes se relacionan con nosotros: ser co-creadores de la vida y de la historia, generar vida a nuestro alrededor. El premio es pasar a disfrutar del banquete, con todo lo que ello implica (véase Una invitación a la vida en el blog de AJ).
¿Cuáles son tus dones, esos que sólo tú
puedes aportar y que son mediación para el soplo del Espíritu en tu
realidad concreta? Simplemente nómbralos... no juzgues, déjate fluir... No dejes que las imágenes que puedas tener de ti o que creas que otros tienen interfieran en lo que aflore a tu mente.
Dale las gracias a Jesús o a Dios Padre y Madre por tus dones, por lo que tú aportas de especial a la vida.
Date unos minutos para relajarte, repasa la semana que has vivido, las situaciones gozosas y dolorosas, fáciles y difíciles... Deja que tu mente recorra los días y que tu cuerpo tome conciencia de lo vivido.
¿Cómo han salido a la luz tus dones en esas circunstancias?
¿Qué has aportado que sólo tú pudieras aportar en esas situaciones? ¿Qué te movió a hacerlo?
¿Qué has dejado de aportar, favoreciendo que la situación no fuera tan rica como podría haber sido? ¿Qué te frenó?
Pídele a Jesús o a Dios Padre y Madre, que te dé la gracia que necesitas para poner tus dones al servicio de los ambientes en los que te mueves, de las personas con las que te relacionas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario