En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!" Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas. Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, Señor, ábrenos." Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco." Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.» (Mt 25, 1-13)
Por Redacción AJ. El evangelista Mateo recoge una serie de parábolas de Jesús en un momento de confrontación abierta con el estamento religioso judío. Si vamos al nuevo testamento y leemos de seguido, veremos que tenemos en este capítulo 25 la parábola de hoy, las jóvenes que esperan la llegada del novio, la parábola de los talentos y qué hacer con los dones recibidos, y el juicio final, con ese "lo que hicisteis a uno de estos me lo hicisteis a mí". Todo ello previo a la cena de Pascua y la Pasión de Jesús en el capítulo 26. La intención del evangelista no la vamos a desgranar hoy, pero parece claro que el capítulo 25 es un preámbulo intencionado para el capítulo 26.
¿Qué destacar del texto de hoy? La actitud de espera activa, de estar atento "como espera el centinela la aurora", es propia del discipulado de Jesús. No se trata el seguimiento de Jesús de "cumplir" preceptos y ritos (que están ahí como ayuda), sino de estar atentos, de esperar activamente, de mantenerse en vela, de alimentar la fe, porque no sabemos cuándo llegará ni cuándo llamará a nuestra puerta. La fe no se basa en estar sentados indiferentes, como quien lo tiene todo claro y no tiene más que sentarse a vivir su vida. La fe se basa en la búsqueda, en la sed de más, en el deseo de mantener el deseo activo... Las jóvenes oyen el anuncio y se levantan prestas, como lo hicieron los de Emaús al reconocer a Jesús. Cogen sus lámparas de aceite, para que les alumbre el camino, para que les acompañe en la espera, para que el propio novio pueda verlas al aproximarse. También nosotros llevamos nuestras lámparas, nuestra fe, pero... ¿la alimentamos? ¿Cuidamos de alimentar nuestra fe?, ¿cuidas tu fe?
El icono de Acit Joven representa la lámpara de los primeros cristianos. Es una lámpara como la de estas jóvenes, necesitada de aceite que la mantenga encendida. Muchos las llevamos en las chapas que hemos hecho, nos alegramos cuando lo vemos, lo echamos en falta si no está y hoy me pregunto... Cuando decimos "soy de Acit Joven" y nos identificamos con esa lámpara de aceite y todo lo que representa... ¿Estamos también alimentando esa lámpara?, ¿estamos también cuidándonos de alimentar la fe? ¿Cómo "mantenemos alimentado" nuestro ser de Acit Joven? En definitiva, ¿llevamos la lámpara y el aceite, atentos a la llegada del Señor, dispuestos a mantenernos a la espera?
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