lunes, 3 de octubre de 2011

La experiencia de Manuel Caro en la JMJ



Por Manuel Caro, profundización C



Este año, he sido uno de los tantos afortunados que ha podido disfrutar de la JMJ en Madrid. He vivido seis días de renovación y reafirmación espiritual acompañado de muchísima gente. Todos muy amigables. Tanto amigos como desconocidos, de aquí y de allá, jóvenes y no tan jóvenes, chicos y chicas... Pero todos con una sonrisa dibujada en la cara y compartiendo sus sensaciones y experiencias contigo. Podías encontrarte gente en el autobús, que sin dudar le preguntabas de dónde era, adónde iba, qué tal lo pasaba; porque todos te respondían gentilmente y te devolvían las preguntas. Lo cual era una sorpresa, porque todos temíamos las intervenciones en contra de la venida del Papa y de las diferentes acitividades del encuentro por parte del grupo 15-M.

En el tema "actividades", yo he hecho un poco de todo desde el primer día: iba soltando la maleta cuando me ofrecieron poder actuar en el musical que proponía como actividad el Colegio Mayor Poveda. Y la verdad es que estoy muy contento de haber podido entrar a formar parte del grupo (aunque fuese a última hora); también estuvimos en un concierto de un grupo de rock cristiano, en el cual estuvimos bailando con gente de Hungría, Cabo Verde y Argentina; estuvimos en unas cuantas exposiciones y catequesis. Pero ante todo, me sobrecogió la última noche en Cuatro Vientos: ¡Qué cantidad de gente!
Allí llegamos por la tarde y, de un grupo de ocho o nueve personas que íbamos al mismo recinto, solo pude estar con mi hermana. No cabían esterillas en el suelo, donde quiera que pisaras tenías que tener cuidado de no tropezar con alguien. Y, aún así, mucha gente con acreditación se quedó fuera de la explanada donde únicamente se podía entrar haciendo uso de dicha acreditación. Además, comenzó a llover y no llevábamos paraguas... Un caos.
Pero, como siempre que hay tormenta acaba amainando (y nunca mejor dicho), al final nos quedamos allí toda la noche. Y conseguimos reunirnos con los diferentes grupitos de ACIT y ver a muchos amigos.
Ha sido una experiencia de paciencia y constancia muy enriquecedora.

En el tema "personas", las mayores alegrías del encuentro fueron dos: el encuentro inesperado de un compañero de Jornadas y el encuentro del grupo ACIT en los Negrales. El primero fue el jueves 18. Mi hermana y yo teníamos pensado ver el Viacrucis y después ir a tomar un café con un compañero suyo de clase. Cuando terminó el Viacrucis, salimos a una calle por la que pasó el Papa. Tras verlo nos volvimos y qué sorpresa al ver que un compañero de Jornadas caminaba en dirección contraria a nosotros. Tuve que mirarlo tres veces para cerciorarme que era cierto. Y así era, se estaba alojando con un grupo de su diócesis y no había podido venir el día anterior al encuentro en los Negrales, porque no iba como grupo ACIT.
La verdad es que Dios proporcionó la casualidad de que nos viéramos, porque no sabíamos ninguno que el otro iba a ir.

El segundo fue el miércoles 17. Nosotros, los del grupo del Colegio Mayor Poveda, fuimos de los últimos grupos en llegar. ¡Cuánta gente había ya! La alegría que me invadió plantó una sonrisa en mi cara. Y al momento me reencontré con mi grupo de Jornadas. De hecho, realicé una reflexión al día siguiente sobre esto: "La vida con amigos, aunque sean lejanos, es el mayor disfrute que podemos obtener aquí en la Tierra. El reencuentro con ellos nos hace ver lo importantes que son para nuestra vida. Muchas veces no nos damos cuenta, pero nos hacen falta. Los echamos de menos cuando no están, cuando necesitamos un abrazo o simplemente cuando recordamos aquellos momentos que pasamos juntos y que quedarán en la memoria.
Querer tenerlos cerca es un sentimiento de frustración cuando están lejos, y nuestro corazon derrama sus lágrimas por ellos: ¿quién sabe cuándo nos volveremos a encontrar?, ¿dónde?, ¿quiénes seremos para entonces? Pero la sensación de reencuentro subsana cualquier duda y tristeza. El abrazo de amistad nos libera de la carga de nuestras dudas."

Recomiendo este encuentro para todos aquellos que no lo hayan probado porque merece la pena. Merece la pena porque en la corta experiencia que me ha dado mi vida nunca había estado en ningún sitio donde se puede respirar la fe. No he pasado ningún día sin dar gracias a Dios por las experiencias que estaba viviendo. Creo que después de esto, mi fe en Dios y en las personas ha crecido, se ha fortalecido e intento con esto que la vuestra os ponga un pequeño recuerdo de alguna experiencia así.


Un abrazo de un amigo

Pdta: Solo puedo sacar como error a las JMJ que no se haya formado un grupo desde ACIT, ya que ha sido muy complicado  el poder ver a viejos conocidos. Para la próxima espero que mi petición se cumpla, si no es demasiado pedir. Nos vemos en Río de Janeiro :)


1 comentario:

  1. Qué bonito, Manolo! Tu reflexión sobre la amistad me ha sacado una sonrisa, porque yo también sentí esas cosas en muchos momentos. Gracias por los ratitos de JMJ que compartimos!

    Adriana Gil

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