Tendremos que arrepentirnos en esta
generación
no tanto de las acciones de la gente perversa,
sino de los pasmosos silencios
de la gente buena.
Martin Luther King
Por Tusta Aguilar. El
ser humano tiene la capacidad de acostumbrase a todo, y ver lo más abyecto como
natural, bueno o al menos pasable. Nos decimos: así es, siempre ha sido así...
Y
eso nos ha pasado con la situación de Palestina. Hay ya generaciones que no han
conocido otra Palestina que la del conflicto, la sitiada, la acosada, la
pisoteada en sus derechos como pueblo y en los derechos de sus nacionales. Parece
como si todo el mundo esperase como natural que tire la toalla, que abandone,
que ceda que desaparezca como nación, que acepte como irreversible el
genocidio. Pero no sucede, cuando parece que todo está perdido resurgen y se
monta una nueva Intifada; o, como ha sucedido ahora, ponen ante los ojos del
mundo desde NNUU la injusticia que se está cometiendo con ellos y ellas, y nos
sitúa – a todos/as – en la categoría de genocidas como cómplices. La presidenta
de Brasil lo dijo en su discurso de apertura de la sesión: dejemos nuestra
hipocresía, dejemos el cinismo y la ceguera y enfrentemos el problema. Israel
se ha propuesto hacer desaparecer a Palestina, eliminarla del mapa. Tenemos
miles de datos, rompe los acuerdos de paz y siempre dando un paso más en su
proyecto de ocupar e invadir su tierra, veámoslo de una vez y pongamos remedio.
Si alguno de vosotras o vosotros
conoce a alguien palestino o que haya vivido in situ se lo corroborará, todos
los que han estado allí viviendo o comprometidos en alguna tarea han comprobado
que Israel nos toma el pelo, no da pasos más que en un sentido: destruir
Palestina.
Entonces ¿no queda esperanza?
Nos
decía un voluntario que ya ha sido expulsado por Israel del territorio, que en
una situación desesperada donde más de 30 diputados de la Cámara Palestina
estaban detenidos, encarcelados con o sin juicio, un palestino le dijo: Cuando estás encerrado en una
habitación en absoluta oscuridad con
solo un pequeño orificio, los que están fuera miran por el orificio y solo ven
oscuridad, pero el que está dentro mira por el orificio y ve luz, ve iluminado
todo el paisaje, lo ve todo con claridad. Así pasa en Palestina, los que estáis
fuera solo veis oscuridad, pero los que estamos dentro, en la oscuridad, por
nuestro pequeño orificio lo vemos todo y lo vemos con claridad.
Podemos quedarnos impasibles o
compartir con ellos su claridad y esperanzas; siempre queda la denuncia, el no
olvidar, la cercanía afectiva o efectiva a pesar de los kilómetros que nos
separan. No olvidemos que, como en tantas otras ocasiones: “la indiferencia nos
hace cómplices”.
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