lunes, 31 de mayo de 2010

Encuentros

Por Blanca Arce. Son las 2 de la tarde. El sol está en lo alto y por los caminos de Chinautla solo se ven algunos niños jugando, familias que regresan del mercado y un perrito callejero buscando con impaciencia alguna sombra para recostarse. Voy de camino a casa de Patricia, una niña de etnia kaqchiquel que estudia por las mañana en el Proyecto donde trabajo. El sol está bien fuerte y su luz parece horizontal, recortando la silueta de las casas y atravesando las ramas de los árboles. La luz ilumina el volcán que se vislumbra a lo lejos, adornada su cumbre con una pequeña neblina que me impide verlo del todo, pero me invita a intuir su belleza completa.

Voy de camino por calles estrechas que todavía tienen impregnado el olor a frijoles recién hechos, y a lo lejos se escucha palmear “tortillas” de maíz, fruto de la tierra amasado entre las manos.

Observo y escucho las cosas sencillas de esta tierra. Junto a mí, pasan señoras con sus trajes llenos de colores y sus manos llenas de trabajo. Pasan muchos rostros con historias sagradas… a un lado del camino, una persona está arrodillada delante de un gran telar, contemplo los fuertes hilos que se van entrelazando al son de la lucha cotidiana para crear colores y esperanzas.

Ya casi estoy llegando a casa de Patricia, a disfrutar de las sencillas “puertas abiertas” de las casas y de las vidas de esta gente.Cada semana un nuevo caminar, rumbo a visitar alguna de las casas de los niños/as. Cada semana buscando caminos, buscando rostros, buscando telares que van entretejiendo las esperanzas de cada familia. Y miro hacia arriba, o hacia dentro, o hacia donde están las cosas importantes… y descubro el profundo misterio que encierra todo lo que me encuentro… y siento que estoy empezando, aunque sea poco a poco a “saber mirar”.

1 comentario:

  1. Blanca, creo que sabes mirar, tu mirada me hace ver. Gracias por compartir. Besos Gertru

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