Por Sonia Herrera. George Orwell dijo: “La libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír”. Y en este mundo en el que nos toca VIVIR (con mayúsculas y con toda la implicación que eso conlleva) hay demasiadas cosas que ciertas personas no quieren escuchar. Ayer celebrábamos el día de la Libertad de Prensa. Un día que más que celebrarse debería consistir en una jornada de reivindicación y denuncia, pues son muchos los países que obstaculizan, limitan y bloquean el derecho a la libertad de prensa, y con él, el de la libertad de expresión de millones de ciudadanas y ciudadanos en el mundo. La lista es demasiado larga: Corea del Norte, China, Arabia Saudí, Israel, Colombia, Birmania... No pensemos que estamos fuera de esa lista, la crítica empieza también en casa. El 1 de Mayo de 2009, RNW (Radio Nederland Wereldomroep) publicaba en su sitio web el siguiente titular: “Disminuye en el mundo la Libertad de Prensa”. Sin duda resulta alarmante. En un mundo en el que se inician guerras y se invaden países en aras de la Libertad como si ésta fuera un ente propio ajeno a las conductas de los individuos, resulta que la libertad de prensa se encuentra gravemente amenazada. Según la organización estadounidense Freedom House, desde el año 2000 la libertad de prensa ha diminuido consecutivamente cada año. En el 2008, además, esta disminución se dio en todas las regiones del mundo.
Hoy quiero dedicar este pequeño artículo a México, como homenaje a sus habitantes que sufren las consecuencias de esa falta de libertad. Cártel de Tijuana, cártel de Sinaloa, cártel del Chapo Guzmán, cártel de Juárez, cártel del Golfo… Estos son algunos de los grupos criminales más importantes que controlan el negocio de la droga en México, un país que se ha convertido en uno de los más peligrosos para los periodistas del continente americano. Solamente en el año 2008 murieron por causas vinculadas al narcotráfico más de 5.400 personas, víctimas de un negocio que genera según la Secretaría de Seguridad Pública del país más de diez mil millones de dólares anuales. El macabro recuento continúa...
Las agresiones contra periodistas y medios de comunicación en México conllevan consecuencias graves en detrimento de la libertad de expresión: falta de información al alcance de los ciudadanos, investigaciones superficiales, simplificación, reiteración de la violencia directa sin explicación de las causas, devaluación de la profesionalidad, autocensura… Las coacciones recibidas por parte de funcionarios del gobierno, fuerzas del orden y narcotraficantes, entre otros, han provocado que sean muchos los reporteros y redactores que han dejado de firmar sus notas y artículos por miedo a las represalias. La información pierde valor si se desconoce la fuente, si se dejan de tratar ciertos temas, si solamente se transcriben informes oficiales. El miedo, legítimo y fundamentado, se instala poco a poco en los periodistas que cubren informaciones controvertidas, y la espiral del silencio sigue creciendo, afectando al derecho fundamental de todos los ciudadanos a estar informados de forma veraz y contextualizada.
Hoy en día, los profesionales de los medios de comunicación mexicanos deben aferrarse más que nunca a aquella frase de Octavio Paz que decía: “Contra el silencio y el bullicio invento la Palabra, libertad que se inventa y me inventa cada día”.
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