Por Pepe Laguna para Eclesalia. Los medios de comunicación generalistas no se hicieron eco
del acontecimiento: el pasado 27 de Octubre Benedicto XVI convocaba en Asís el
IV Encuentro interreligioso de Oración por la Paz. En la pequeña localidad
italiana se dieron cita los líderes de las principales religiones mundiales,
para orar y reafirmar el compromiso por la paz de todos los credos religiosos.
Sobre el inmenso palco montado delante de la iglesia de la
Porciúncula pudimos ver sentados al Papa; a su derecha Su Santidad Bartolomé I,
patriarca ecuménico de Constantinopla, y su Gracia Rowan Williams, primado de
la Comunión Anglicana; y a su izquierda al rabino David Rosen y al profesor
Wande Abimbola, portavoz de las religiones tradicionales africanas ifu y
yoruba. También estuvieron presentes el obispo Munib Younan, de la Federación Luterana Mundial; el líder shijk
Tarunjit Singh Butalia; el representante del Patriarcado de Moscú, metropolita
Aleksandr; el mulá Mohammed Zubair Abid; el metropolita Mar Gregorios, de los
siro-ortodoxos de Antioquía; el taoísta Wai Hop Tong; el budista venerable Phra
Phommolee; Tsunekiyo Tanaka por los sintoístas japoneses; la señora Betty
Ehrenberg, del Comité Internacional Judío; el reverendo Setrui Nyomi de la
Comunión Mundial de las Iglesias Reformadas; y el profesor mexicano Guillermo
Hurtado en nombre de los no creyentes.
Ante las fotos del encuentro todas ellas plagadas de
pobladas barbas y cabezas alopécicas, uno no puede dejar de preguntarse por qué
la Divinidad, en cualquiera de las declinaciones institucionales allí
presentes, “elige” sólo varones para representarla. Dejo al lector y lectora
elaborar su propia respuesta.
Hans Küng afirma que “no habrá paz entre las naciones sin
paz entre las religiones, y no habrá paz entre las religiones sin diálogo entre
ellas”, a lo que yo añado: “no habrá paz hasta que las mujeres lideren las
religiones y el mundo en igualdad de oportunidades que los hombres”. Ya
conocemos la violencia que es capaz de generar la testosterona masculina,
dejemos paso a la progesterona.
Los cristianos y cristianas sabemos que la paz vendrá de la
mano de las mujeres, así nos lo anunció el ángel Gabriel y lo corroboró María
de Nazaret en su Magníficat; así nos lo dijeron María Magdalena, Juana,
María la de Santiago, primeras testigo de la resurrección.
El día en que la foto de un futuro encuentro de Asís muestre
el rostro femenino de papisas, patriarcas, primadas, rabinas, lideresas…, habrá
comenzado verdaderamente la era de la paz. (Eclesalia Informativo autoriza y
recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
Ya me parece bien la crítica de Laguna. Evidentemente somos muchos los que pensamos que el papel de la mujer en el seno de cada confesión religiosa tiene que dejar de ser subalterno y que tendrá que llegar el día en que veamos una papesa, por ejemplo. Pero cada cambio estructural requiere su tiempo y su proceso, y antes que lleguemos a ver papesas, cada religión va a tener que dar pequeños pasos para ir reconociendo el papel necesario que la mujer debe desempeñar. Y entretanto, espero que los líderes religiosos, aún siendo en su mayoría varones, dialoguen mucho y avancen en el camino de la paz.
ResponderEliminarAhora, estoy de acuerdo en que las religiones no serán lo suficientemente integradoras hasta que hombres y mujeres dispongan de las mismas oportunidades.
Tienes razón, Francesc. Hay mucho que cambiar y para ello es necesario que no desertemos, que permanezcamos, que digamos una palabra... Algún día el cambio llegará, aunque no nos toque verlo, pero seremos parte de su gestación.
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