Hay una clásica metodología de análisis de la realidad, llamada el árbol del problema, se trata de, mediante la analogía entre las tres partes de un árbol: raíz, tallo y hojas, describir un problema, una situación con la intención de expresar sus causas más profundas (la raíz), las causas más inmediatas que lo sostienen y sus frutos. Pretende, sobre todo, distinguir los efectos de sus causas. Y permitir actuar no solo sobre los efectos, sino también sobre las causas que lo producen.
Recomendamos un ejercicio para esta semana. Sé que no es fácil dedicar un rato “extra” en nuestras ajustadas agendas pero lo lanzo por si alguien se anima a hacerlo.
Dibujemos, nombremos, el árbol de la crisis:
La raíz: las causas, que no se ven pero que están, las han producido y las podemos nombrar.
El tallo: los mecanismos que la sostienen, erguida y derecha. Algunos auguran que por varios años.
Las hojas, el follaje: los efectos, eso que nos encontramos en nuestras calles y plazas, que han modificado costumbres y hábitos y, lo peor, que está haciendo mucho más difícil sobrevivir a tantas personas y familia, que han pasado de tener trabajo, con horario más que completo y ofertas (a veces obligadas) de horas extras, a no tenerlo. En el mejor de los casos, pasaron a tener derecho cobrar “el paro” hasta que, agotado el plazo, permanecen a la espera de encontrar un curso de formación por cuya asistencia parece que recibirán algo más de 300 euros al mes (sí, has leído bien, “algo más de 300 euros al mes”).
El ejercicio no se acaba aquí, lo más importante es nombrar los sujetos de cada uno de esos elementos:
¿Quiénes son los que se han enriquecido en los tiempos (no tan lejanos) de bonanza económica con los negocios “exprés” de compra/venta de viviendas y las ofertas de de hipotecas?
¿Quiénes los que han presionado, asustado, exigido rescates millonarios bajo amenazas?
¿Quienes siguen exigiendo más rescate para volver a poner en marcha la máquina de producción, consumo, destrucción con los mismos mecanismos perversos que han producido y mantenido la crisis?
¿Quiénes y cómo permiten (¿permitimos?) que esto siga pasando?
¿Quiénes han aportado, están aportando, el dinero para estos rescates y a qué “precio”?
Si hemos llegado hasta aquí, quizás ya lo sabíamos, nos daremos cuentas de las tremendas injusticias que todo este proceso supone.
Quienes se han enriquecido más reciben de nuevo (de los recortes de derechos y bienes de los demás) dinero para volver a lo mismo, mientras que quienes con sus trabajos, muchas veces desmesurados y su deseo de “una vida mejor” (por ejemplo tener una vivienda) se han quedado, en muchos casos, sin trabajo, sin la casa que creían haber comprado y sin dinero y, lo que es peor, sin sus derechos. Se les sigue recortando (ajustando) derechos y servicios para que el árbol se mantenga erguido.
Y para terminar recordémonos aquello de que todos los problemas humanos nos corresponden porque o los sufrimos, o porque los mantenemos, o por las dos cosas a la vez. ¿QUE HACEMOS ANTE ELLOS?
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