viernes, 31 de diciembre de 2010

Mientras tenemos tiempo hagamos el bien

"Comienza un nuevo año. (...) A ti te toca aprovechar el nuevo año para trabajar en la obra de tu santificación y para ello debes emplear bien el tiempo, y no dejar para después el negocio más importante, el de salvar tu alma. Si tú no trabajas en tu santificación, ¿quién trabajará por ti? Y si ahora no tomas con empeño la obra de tu salvación, ¿para cuándo lo has de dejar?

Dios así lo quiere. Examínate y verás. ¿Qué significa ese golpeteo constante de la gracia, dulce y suave unas veces, como llamamiento de amigo; rudo y temeroso otras, como amenaza de juez inexorable? ¿Qué denota ese afán por ser mejor, que ya suave, ya fuerte, sientes dentro de ti? ¿Qué el pesar y la intranquilidad que te queda cuando eres remiso para acudir a los llamamientos del Señor? Sí, convéncete, Dios quiere tu santificación. Y si no, ¿por qué te proporciona tantos medios que no concede a otros? ¿Por qué aparta de ti tantos estorbos que a otros rodean? ¿Por qué te ofrece tantas ocasiones para conseguir ese fin? Luces, gracias, medios, ocasiones, salud, deseos, todo, todo a una voz te grita que Dios quiere que aproveches el tiempo para obtener tu santificación. Entiéndelo bien y no olvides estos primeros momentos del año que ahora empieza, ni desaproveches la gracia extraordinaria que el Señor te concede con este llamamiento. ¿Te resolverás de una vez para siempre a corresponder fielmente a la gracia? (…)

Suponiendo que vivieras muchos años y todos ellos los empleases en el servicio de Dios, ¿qué habrías hecho de más? ¿Qué sería todo ello comparado con lo que Dios nuestro Señor merece? ¿Quién sino Él te concedió el tiempo? ¿Para qué te lo concedió sino para alabarlo, servirle y así salvar tu alma? ¿En qué podrías emplear mejor el tiempo? ¡Cuánto hizo por ti el Hijo de Dios! ¡Cuántos fueron sus trabajos, dolores, penas, martirios, angustias y amarguras para conseguirte el cielo! ¿No consagró a tu bien, a tu salvación, los años todos de su vida mortal? (…)

Termina esta meditación dando gracias a Dios nuestro Señor por el incomparable beneficio que te otorga concediéndote tiempo para santificarte, y después de haber propuesto seriamente cuanto has de practicar en el nuevo año, repite aquella frase del Profeta rey en sus salmos: Ahora empiezo, y comienza desde ahora mismo a ser fiel al llamamiento del Señor.

(…) Sean en ti nuevas, desde ahora, todas las manifestaciones del vivir, los pensamientos, las palabras y las acciones. ¡Que todo ello ceda a la mayor gloria de Dios y contribuya al bien de tu alma!" (Pedro Poveda, 1908)

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