lunes, 6 de diciembre de 2010

Fuentes de calidad

Por Tusta Aguilar, Dep. Educación ASTI. Los días 26 y 27 de noviembre se celebraron en Madrid las jornadas: “Jóvenes en la Sociedad. Desafíos Pastorales”, que se proponían, tal como indicaba la carta convocatoria, contribuir a formular las llamadas pastorales que Dios nos está insinuando en los jóvenes. Y eso quiere ser también esta síntesis de lo vivido, hablado y escuchado en ellas: una contribución para descubrir oportunidades que esta realidad nos muestra, con frecuencia envuelta en dolor y búsquedas, vidas que se expresan a través de nuevos lenguajes.

Convocaban distintas delegaciones de la diócesis (Pastoral del trabajo, Pastoral de Juventud, Migraciones) movimientos obreros (HOAC, HHT, JOC) Comisión Justicia y Paz y Cáritas. Cada una de ellas aportó sus perspectivas que fueron complementarias y, a veces, coincidentes. En ninguna de las aportaciones faltó un análisis de la realidad, con datos ilustrativos de la situación que estamos viviendo, en las que se manifiesta el capitalismo como sistema de exclusión para muchos. Sus seducciones de consumo e individualismo, sus directrices de privatizar, cada vez más, las riquezas y socializar la pobreza nos exige preguntarnos: ¿dónde se enseña la generosidad?

Y junto a ello se presentaron experiencias y propuestas de frescura y significatividad evangélica, vivencias de estar cerca de los que están caídos, convicción de que el mensaje social evangélico pasa a través de nuestras obras.

Pedro Jose Gómez comenzó las jornadas planteando tres situaciones en las que los jóvenes, y no solo ellos, desvelan señales y desafíos:
  • Víctimas de situaciones donde sufren y/o lo pasan mal.
  • En la medida en que no son libres para realizar sus deseos.
  • En la medida en que no son felices.
El último estudio publicado por la Fundación Santa Maria: Jóvenes españoles 2010 ofrece unos datos que nos pueden ayudar a conocer un poco mejor algunos rasgos de la población joven, sin olvidar su diversidad y riqueza que no se agota en ninguna aproximación sociológica. Si el índice de paro de la población joven es un 40%, el doble del índice general en España, un 14% ni estudia ni trabaja, ¿cómo extrañarse de que un 46% se manifieste pesimista ante el futuro? Ante estos datos planteó algunas pistas que expresan nuestras responsabilidades: acompañar a las víctimas; generar cultura de la solidaridad; recuperar la confianza en las tareas colectivas; anuncio profético: denuncia.

Para Pedro José el desafío principal está en la SED, ya que la evangelización arranca del hambre y de la sed. De aquí algunas preguntas ¿será que la sed está camuflada? La Iglesia, los creyentes y todos los que nos sentimos interpelados ¿ofrecemos fuentes vivas? ¿Será que ofrecemos charcas o fuentes de adornos como las que encontramos en nuestras ciudades? La invitación a crear algunas fuentes de suficiente calidad resonó en la sala con especial urgencia.

Los jóvenes como reflejo sin maquillaje del mundo adulto, nos devuelven con fuerza responsabilidades y tareas compartidas para los adultos, llamados a escuchar mucho y atrevernos a proponer.

Desde la delegación de migraciones se evidenció que la población inmigrante es una población joven. Algunos datos de la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM) lo verifican.
  • El 73% de los extranjeros en la CAM tienen menos de cuarenta años.
  • De ellos, el 39% tienen entre 16 y 29 años.
  • Hay 304.601 jóvenes extranjeros en la CAM que suponen el 27% del total de jóvenes en la CAM.
Esta situación nos ofrece la oportunidad de nuevos espacios para las amistades, las alianzas, capaz de alentar nuevas solidaridades y desafiar aquello que nos separa. Urge favorecer oportunidades de encuentro, de conocimiento y reconocimiento mutuo que permita la vivencia de metas comunes.

Las jornadas, como no podían ser menos, también ofrecieron un espacio de música y oración compartida, testimonios personales y la degustación de tartas elaboradas como respuesta de mujeres de Lavapies ante la crisis, mujeres que, como ellas mismas afirman: “imaginan nuevas formas de cooperación y ayuda mutua, que sacan de dentro una fuerza grande para salir adelante”.

Con ellas y con muchos otros y otras, testimonios vivos de esperanza nos atrevimos a cantar como final de la Eucaristía: “Unidos a todos los pueblos, cantemos al Dios que nos salva”.

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