Por Redacción AJ. Los terremotos y volcanes que están teniendo tanta presencia en nuestras vidas y medios de comunicación últimamente son fenómenos puramente naturales. A menudo opino que esto ha pasado siempre, pero que ahora nos enteramos antes y más rápido gracias a los medios de comunicación. No tengo intención, al decirlo, de minimizar situaciones dramáticas como las vividas hace unos meses y de los que pocos medios de comunicación se molestan en nombrar en la actualidad (en la viñeta de Forges al final del post, en una esquinita encontraremos una de las honrosas excepciones). Sí es cierto una cosa: las consecuencias de estos fenómenos naturales son ahora mucho más devastadoras, generan muchas víctimas en algunos países y muchos costes en estos "otros" países donde apenas se dan las víctimas.
No es extraño, dada la mayor cantidad de personas que habitamos el planeta (hemos pasado de los 1.000 millones de habitantes a los más de 6.700 millones en pocos años) y, por tanto, a poco que haya consecuencias nefastas que afecten a un 1% de la población, el número de damnificados es necesariamente elevado.
El drama se da cuando los costes son humanos, no económicos, a causa de malas construcciones, de un ahorro sin escrúpulos en los materiales, de casas levantadas en zonas inundables o de desagüe , del abuso y sobreexplotación de la naturaleza. El problema no es construir, sino dónde y cómo. El problema es que la injusticia y el abuso del pasado, las deudas impagables, junto a la desviación de fondos a bancos en paraisos fiscales, impiden que se pueda invertir en infraestructuras allí donde más falta hace, de forma que se pueda evitar que un peligro natural se convierta en desastre natural.
Un volcán en una poco nombrada Islandia se ha convertido en la noticia de esta semana. Nos ha hecho tomar conciencia de cómo estamos "vendidos" en este sistema de transportes y de comercio, en el que un parón como éste que estamos viviendo, provoca semejante caos y pérdidas económicas. Ojalá, como dice la viñeta, la situación nos ayude a ser más modestos, a tomar conciencia del sistema sobre el que hemos montado el bienestar de unos y el drama de otros.
Dicen que queda petróleo para los próximos 40 años. Las predicciones hechas al respecto en los años 70 se van cumpliendo (40 años de corroboración no están tan mal). Estos días no podía evitar preguntarme, al ver la situación mundial generada por este volcán peleón, cómo nos las apañaremos (o se las apañarán nuestros hijos e hijas) en el futuro sin petróleo, con una población mundial que crece a este ritmo endiablado, con una biodiversidad disminuyendo (por la acción del ser humano) de una forma vertiginosa, con unas brechas sociales (que duelen y sangran tanto como una "brecha" en la cabeza) que generan tanto sufrimiento y con un planeta que tiene recursos limitados, como todo en la vida...
Os propongo dos juegos en línea para explorar estas dos realidades (desastres naturales y cambio climático). Mi interior me dice que una buena parte del bienestar de las futuras generaciones está en nuestras manos...
No es extraño, dada la mayor cantidad de personas que habitamos el planeta (hemos pasado de los 1.000 millones de habitantes a los más de 6.700 millones en pocos años) y, por tanto, a poco que haya consecuencias nefastas que afecten a un 1% de la población, el número de damnificados es necesariamente elevado.
El drama se da cuando los costes son humanos, no económicos, a causa de malas construcciones, de un ahorro sin escrúpulos en los materiales, de casas levantadas en zonas inundables o de desagüe , del abuso y sobreexplotación de la naturaleza. El problema no es construir, sino dónde y cómo. El problema es que la injusticia y el abuso del pasado, las deudas impagables, junto a la desviación de fondos a bancos en paraisos fiscales, impiden que se pueda invertir en infraestructuras allí donde más falta hace, de forma que se pueda evitar que un peligro natural se convierta en desastre natural.
Un volcán en una poco nombrada Islandia se ha convertido en la noticia de esta semana. Nos ha hecho tomar conciencia de cómo estamos "vendidos" en este sistema de transportes y de comercio, en el que un parón como éste que estamos viviendo, provoca semejante caos y pérdidas económicas. Ojalá, como dice la viñeta, la situación nos ayude a ser más modestos, a tomar conciencia del sistema sobre el que hemos montado el bienestar de unos y el drama de otros.
Dicen que queda petróleo para los próximos 40 años. Las predicciones hechas al respecto en los años 70 se van cumpliendo (40 años de corroboración no están tan mal). Estos días no podía evitar preguntarme, al ver la situación mundial generada por este volcán peleón, cómo nos las apañaremos (o se las apañarán nuestros hijos e hijas) en el futuro sin petróleo, con una población mundial que crece a este ritmo endiablado, con una biodiversidad disminuyendo (por la acción del ser humano) de una forma vertiginosa, con unas brechas sociales (que duelen y sangran tanto como una "brecha" en la cabeza) que generan tanto sufrimiento y con un planeta que tiene recursos limitados, como todo en la vida...
Os propongo dos juegos en línea para explorar estas dos realidades (desastres naturales y cambio climático). Mi interior me dice que una buena parte del bienestar de las futuras generaciones está en nuestras manos...
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