lunes, 8 de febrero de 2010

La cremallera de la dignidad

Por Elia Fleta. Eran justamente las tres de la tarde, el momento de más sol y calor en Yaoundé ya que estamos en plena estación seca, mientras esperaba en la camioneta a que llegara Pascal (monitor de la Biblioteca Ambulante Lucioles) para irnos a la residencia de niños de la calle. Se me acercó un hombre camerunés que vendía distintos productos de aseo japoneses y chinos. Los llevaba en un maletín bastante usado y desteñido de tela con la cremallera tan raída y rota que por el agujero que tenía al lado de ésta podría perfectamente sacar los productos que vendía.

Sin embargo, el hombre con una gran dignidad y hablando estupendamente de sus productos, abría y cerraba la cremallera una y otra vez ofreciéndome las distintas cosas de aseo que traía. Este gesto, de ir abriendo y cerrando la cremallera con dignidad, a pesar del gran agujero de su bolsa, me conmovió y me humanizó. Consiguió hacerme olvidar que su maletín tenía un gran agujero. Tenía tanta educación y amabilidad que te hacía sentir que estabas dentro de cualquier gran perfumería del centro de la ciudad.

Al final le compré un champú de Aloe Vera. No por pena, sino porque realmente me convenció de que era un buen champú japonés. Es esta la dignidad con la que la gente de aquí vive la pobreza e incluso la miseria. Es esta dignidad la que te llama la atención al llegar y al mismo tiempo experimentas que te humaniza. En esto se parecen bastante a los habitantes de la India, comparten la misma dignidad. Cuando se marchó me quedé reflexionando cómo muchas veces me he avergonzado de mi propia debilidad y de mi propia necesidad. Y me preguntaba: ¿cómo poder llegar a vivir la debilidad abriendo y cerrando mi cremallera hasta que vea en ella la fuerza que encierra? Creo que vivir la necesidad con dignidad, aceptando la ayuda con dignidad y serenidad, fortalece y humaniza.

1 comentario:

  1. Conmovedor... tristemente y ciertamente conmovedor... Que ciegos están nuestros ojos a tantas y tantas realidades! Que cerrada está en muchas ocasiones la cremallera de nuestro corazón!
    Gracias una vez más, por vuestras aportaciones y por hacer posible este espacio...

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