…a personas comprometidas y conscientes de la realidad. Por Silvia Ferrandis.
Esta mañana dando un taller sobre el derecho a una educación inclusiva, como parte de mi trabajo en InteRed, estaba comentando con el grupo de 2º de ESO con el que estaba sobre la situación actual en Haití, y rápidamente me interrumpe uno de los chicos, y me pregunta algo así: “¿Entonces yo me puedo ir a Haití?”
Es una pregunta a la que estoy acostumbrada, llámese Haití, llámese “x” país del “tercer mundo” (que no sé muy bien donde queda, será que no existe, ¡claro!), ya sea un crío, joven o adulto. Sin embargo, aunque la entiendo, no dejo de sentir un poco de rabia cada vez la escucho (y no solo por lo de "Tercer Mundo", que también).
Me da rabia esa vena de salvadores del mundo que nos nace rápidamente, que muchas veces sigue a la pena, a la compasión. Y es que no es por compasión, sino por justicia, por Derecho. Pero sobre todo es ese héroe o heroína que se apropia de nosotros y nos hace creernos imprescindibles y todopoderosos frente a esos pobrecitos, que no tienen, no valen, no saben, no sienten nada, “que qué pena, pero ya voy yo” o “me lo quedaba…”, (en su versión moderna “lo apadrino”).
Es esa mentalidad paternalista del eurocentrismo que encubrió América, la expolió, y casi extinguió; del llevemos nuestro “desarrollo” al último rincón “subdesarrollado”. ¿Pero subdesarrollado según qué o quién? En fin, no me detendré en esto, que es otro debate extensísimo, otro día…
Dicho todo lo anterior, no quiero decir con ello que no sea un regalo y una oportunidad magnífica conocer de primera mano, aprender, empaparnos del Sur, de las realidades empobrecidas que nos quedan mucho más cerca de lo que creemos, para que allí donde nos encontremos nuestro compromiso con otro mundo posible sea firme, especialmente en sociedades como la nuestra donde tanto hace falta, y nos resulta tan difícil. Porque se trata de empezar haciendo, escuchando a nuestro alrededor, abriendo los ojos, deteniéndonos, poniendo el corazón en nuestras manos, en nuestra boca, en nuestros pies… Y en nuestra agenda…
Después de desahogarme un poco (con mucho cariño, eso sí), os comento a continuación el razonamiento actual de la cooperación española, dirigido a la sociedad, en torno a los ofrecimientos para la crisis haitiana, que es extrapolable en mayor medida si cabe a otros momentos, pre o post-crisis.
"Hay que decir que las ONG y la Administración española están recibiendo propuestas de particulares y empresas ofreciendo bienes en especie (comida, mantas... etc) y servicios para viajar como voluntarios que no siempre pueden aceptarse. Las razones por las cuales las ONG y la administración rechazan estas donaciones y ofertas de voluntariado y en su lugar solicitan fondos ante una crisis humanitaria son, entre otras, que:
Reiteramos nuestro agradecimiento y animamos a la sociedad española a informarse de las formas en las que pueden participar y colaborar con las ONGD en éste y otros momentos." (CONGDE, Coordinadora de ONGD - España)
Esta mañana dando un taller sobre el derecho a una educación inclusiva, como parte de mi trabajo en InteRed, estaba comentando con el grupo de 2º de ESO con el que estaba sobre la situación actual en Haití, y rápidamente me interrumpe uno de los chicos, y me pregunta algo así: “¿Entonces yo me puedo ir a Haití?”
Es una pregunta a la que estoy acostumbrada, llámese Haití, llámese “x” país del “tercer mundo” (que no sé muy bien donde queda, será que no existe, ¡claro!), ya sea un crío, joven o adulto. Sin embargo, aunque la entiendo, no dejo de sentir un poco de rabia cada vez la escucho (y no solo por lo de "Tercer Mundo", que también).
Me da rabia esa vena de salvadores del mundo que nos nace rápidamente, que muchas veces sigue a la pena, a la compasión. Y es que no es por compasión, sino por justicia, por Derecho. Pero sobre todo es ese héroe o heroína que se apropia de nosotros y nos hace creernos imprescindibles y todopoderosos frente a esos pobrecitos, que no tienen, no valen, no saben, no sienten nada, “que qué pena, pero ya voy yo” o “me lo quedaba…”, (en su versión moderna “lo apadrino”).
Es esa mentalidad paternalista del eurocentrismo que encubrió América, la expolió, y casi extinguió; del llevemos nuestro “desarrollo” al último rincón “subdesarrollado”. ¿Pero subdesarrollado según qué o quién? En fin, no me detendré en esto, que es otro debate extensísimo, otro día…
Dicho todo lo anterior, no quiero decir con ello que no sea un regalo y una oportunidad magnífica conocer de primera mano, aprender, empaparnos del Sur, de las realidades empobrecidas que nos quedan mucho más cerca de lo que creemos, para que allí donde nos encontremos nuestro compromiso con otro mundo posible sea firme, especialmente en sociedades como la nuestra donde tanto hace falta, y nos resulta tan difícil. Porque se trata de empezar haciendo, escuchando a nuestro alrededor, abriendo los ojos, deteniéndonos, poniendo el corazón en nuestras manos, en nuestra boca, en nuestros pies… Y en nuestra agenda…
Después de desahogarme un poco (con mucho cariño, eso sí), os comento a continuación el razonamiento actual de la cooperación española, dirigido a la sociedad, en torno a los ofrecimientos para la crisis haitiana, que es extrapolable en mayor medida si cabe a otros momentos, pre o post-crisis.
"Hay que decir que las ONG y la Administración española están recibiendo propuestas de particulares y empresas ofreciendo bienes en especie (comida, mantas... etc) y servicios para viajar como voluntarios que no siempre pueden aceptarse. Las razones por las cuales las ONG y la administración rechazan estas donaciones y ofertas de voluntariado y en su lugar solicitan fondos ante una crisis humanitaria son, entre otras, que:
- Los bienes donados en especie en España pueden no ser adecuados a las necesidades de la población y a la situación humanitaria y logística en el terreno, que puede variar rápidamente en situaciones de crisis y debe ser evaluada constantemente por los equipos de respuesta humanitaria en el terreno.
- Los bienes donados individualmente pueden suponer costes y dificultades administrativas logísticas adicionales - necesidad de embalaje, tramites aduaneros suplementarios, fecha caducidad en alimentos y medicamentos, etc. - para las ONG y administraciones públicas que los gestionan, resultando más práctico y efectivo el uso de kits de respuesta humanitarios estandarizados, en caso de que los productos necesitados no estén disponibles localmente o en países vecinos.
- En una situación de desastre, todas las personas y las comunidades poseen aptitudes a pesar de su vulnerabilidad. Las ONG y la administración intentarán fortalecer esos medios y aptitudes empleando a personal local, comprando materiales sobre el terreno que activen la economía y empleo locales y negociando con empresas nacionales.
- El personal internacional que es enviado por ONG y agencias humanitarias a una respuesta ante un desastre natural o conflicto armado sigue un proceso de selección riguroso, basado en la experiencia y formación. No sólo se requiere conocimiento técnico sino, entre otros, también del ámbito de la cooperación y del contexto específico.
Reiteramos nuestro agradecimiento y animamos a la sociedad española a informarse de las formas en las que pueden participar y colaborar con las ONGD en éste y otros momentos." (CONGDE, Coordinadora de ONGD - España)
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