Por Oscar Mateos. Se han cumplido 20 años de la excarcelación de Nelson Mandela. Nunca nada será suficiente para realzar la trascendencia de este personaje, sin duda, uno de los más significativos de las últimas décadas. Mandela puso fin al inhumano régimen del apartheid apostando por la reconciliación y la unidad nacional, tras 27 años de cárcel y a pesar de las torturas y humillaciones que sufrió el pueblo negro sudafricano. Ni siquiera sus más allegados pudieron entender su idea de pasar página, uniendo a víctimas y victimarios en una nueva etapa para el pueblo sudafricano.
El hecho es casi incomprensible si uno se acerca mínimamente a la historia sudafricana. ¿Cómo perdonar a aquellos que infringieron tal dolor y humillación a tanta gente durante tanto tiempo? La Comisión para la Verdad y la Reconciliación, que concedió la amnistía a los perpetradores a cambio de su perdón público, hizo una parte, y Mandela hizo la otra.
Recientemente, el libro de John Carlin, “El factor humano”, como ya habían hecho otras biografías sobre el líder sudafricano, y su versión cinematográfica dirigida por Clint Eastwood, “Invictus”, nos recuerdan precisamente la trascendencia del personaje, su visión de futuro y su obsesión por convertir el rugby en elemento de cohesión nacional. El libro, mucho mejor que la película, revelan que Mandela fue mucho más que el líder de la unión y la reconciliación sudafricanas: fue uno de los últimos grandes líderes que con cuentagotas la historia universal nos ha regalado.
Sudáfrica no sería hoy lo que es sin la existencia de Mandela, o del propio arzopisbo Desmond Tutu (a ambos les fue concedido el Premio Nobel de la Paz en 1993). El país ha logrado poco a poco romper con el apartheid político (que no con las enormes diferencias sociales y los índices de miseria) que sufrió en el pasado, evitando una guerra civil que muchos veían como algo inevitable. Como señala John Carlin, la de Mandela fue la revolución del factor humano: una capacidad con pocos precedentes para perdonar, dialogar e incluso conquistar a sus propios enemigos. Hoy conmemoramos la excarcelación de Mandela y la existencia de su factor humano.
El hecho es casi incomprensible si uno se acerca mínimamente a la historia sudafricana. ¿Cómo perdonar a aquellos que infringieron tal dolor y humillación a tanta gente durante tanto tiempo? La Comisión para la Verdad y la Reconciliación, que concedió la amnistía a los perpetradores a cambio de su perdón público, hizo una parte, y Mandela hizo la otra.
Recientemente, el libro de John Carlin, “El factor humano”, como ya habían hecho otras biografías sobre el líder sudafricano, y su versión cinematográfica dirigida por Clint Eastwood, “Invictus”, nos recuerdan precisamente la trascendencia del personaje, su visión de futuro y su obsesión por convertir el rugby en elemento de cohesión nacional. El libro, mucho mejor que la película, revelan que Mandela fue mucho más que el líder de la unión y la reconciliación sudafricanas: fue uno de los últimos grandes líderes que con cuentagotas la historia universal nos ha regalado.
Sudáfrica no sería hoy lo que es sin la existencia de Mandela, o del propio arzopisbo Desmond Tutu (a ambos les fue concedido el Premio Nobel de la Paz en 1993). El país ha logrado poco a poco romper con el apartheid político (que no con las enormes diferencias sociales y los índices de miseria) que sufrió en el pasado, evitando una guerra civil que muchos veían como algo inevitable. Como señala John Carlin, la de Mandela fue la revolución del factor humano: una capacidad con pocos precedentes para perdonar, dialogar e incluso conquistar a sus propios enemigos. Hoy conmemoramos la excarcelación de Mandela y la existencia de su factor humano.
Genial! MUCHAS GRACIAS!
ResponderEliminarSon pocos los que han tenido una voz tan escuchada o notoria, pero creo que si miramos a nuestro alrededor con cuidado y atención nos soprenderíamos de los muchos, como tú, que intentan transmitir el mensaje de la "no violencia", la igualdad y la libertad; de una forma más que viva en su día a día.
Gracias a todos ellos, mil gracias!