lunes, 1 de julio de 2013

Voto de Covadonga 2013

A 26 de junio de 2013

Hoy se cumple un mes del Voto de Covadonga y aún no había hecho una reflexión de ese fin de semana tan especial y único para mí. ¿Cómo resumirlo en estas líneas cuando ni siquiera tengo palabras para tantas cosas vividas en tan poco tiempo? Intentaré aquí reseñar ecos vividos, en comunidad, con la IT, en un espacio importante como es Covadonga.

Sólo el hecho de que me escogieran ya fue insólito. Ese día, por Skype, no daba crédito a lo que me contaban. Yo ya había estado en el Voto de Covadonga 2011 acompañando a Mónica Plaza en el Centenario de la IT; y a Pablo Durá en el Voto del 2012, por lo que no era novata en estas lides. Y sin embargo, mis expectativas puestas en ello eran muy altas. Y ese fin de semana los superó todos.

Yo, que soy muy nerviosa al tener que enfrentarme a un público, tuve que esmerarme mucho para poder y querer transmitir a la gente lo vivido durante mi vida y las razones por las que llevaba ese testimonio a Covadonga. Una y otra vez, rematando y perfeccionando ese “discurso” con ayuda de mi familia y de personas de AJ, en especial Elo, hasta llevar ya con seguridad y habiéndolo ensayado hasta la Santina.

Y llegó. 2 días. Corto pero intenso. Ya de camino hacia allá decía, ¿Qué es lo que me deparará allí? ¿Es algo que merece la pena vivir? ¿Llegaré a tiempo? Y es que creáis o no, nos perdimos de camino hacia allí. Y ya vislumbrando la Basílica a lo lejos, ya empezaban esas mariposillas en el estómago, a inundarme la emoción, y con mucha ilusión en ese paradisiaco lugar salvaje y verde.

Y como no, justo antes de la reunión con los oferentes, llegaba lo que me temía y que sucedió por tercera vez, me caí. Esto ya parece una tradición. Y ya, un poco dolorida, entré a conocer por primera vez a los oferentes y a Directora General, Maite Uribe y a la Directora del Sector España, Concha Romera. Su bienvenida fue cálida y acogedora, en un lugar importante de la IT, la casina, donde vivió San Pedro Poveda en su estancia en Covadonga y donde vislumbró la Obra. Nos fuimos presentando y viendo las realidades que llevaba cada uno a la Santina. Y me relajé.

Posteriormente fue el concierto en la Colegiata, pero entre que llegué tarde y que no escuchaba la música atrás del todo, pues decidí dar una vuelta bien acompañada en ese entorno tan agradable. Nos pusimos al día y ya ahí, empecé a sentirme a gusto. Con un poco de pena porque se pasó el tiempo deprisa y ese paseo se acabaría, tuve que volver a la Casina a compartir y dialogar con los Oferentes y con los miembros de Consejo de la IT una cena distendida a la que posteriormente fuimos a la Santa Cueva a la Oración.
Debo agradecer haber vivido un momento como aquél. Aunque con mucho frío y un poco de cansancio, pude reflexionar, vivir en profundidad y dar gracias delante de la Santina. Puse en mi mente y en mi corazón a todas las personas que han estado a mi lado en estos largos años de mi vida. Le pedí que intercediera por todos vosotr@s y que os diera salud y felicidad. También, de manera un poco egoísta, pedí que me siguiera guiando en ese camino que tengo por delante y que me ayude con un empujón de fe y autoestima a que siguiera mis ideales y metas.

Esa misma noche en teoría tenía que descansar, pero mis padres, conociéndome tan bien, decidieron llevarme con ellos a acompañarles para cenar y así despejar un poco la mente de esos nervios y así poder irme un poco más tranquila a la cama. Charlé con ellos de lo vivido y de las sorpresas de ese día. Porque yo creía que aquello ya superaba con exceso lo que yo pensaba que sería. Y aún quedaba más.

Al día siguiente, al levantarme y despejarme, lo único que pude exclamar fue: ¡Ya llegó el día! Ese día por el que tanto estaba esperando. Y ahí estaba. En el desayuno con los demás oferentes, intentaba quitarme esa tensión que me invadía el cuerpo, pero al irme ya preparándome en la habitación y de camino a la sala de conferencias, ese gusanillo en el estómago aumentaba. ¡Y encima llegaba tarde! (Tan tarde como los de León no…, gracias a Dios).

Con los papeles en la mano, recordando los consejos que me habían dado gente, me serené y me puse a escuchar los testimonios de los Oferentes. Juan, Manoli, Mª Carmen, Estrella, Mª Isabel y Laura. Todos llevaban allí diferentes puntos de vista de la lucha por la justicia. Cada uno de ellos daba experiencias de fe y de espíritu ante injusticias. Cada testimonio de ellos impresionaba más y más. Y yo solo podía pensar, no estoy a la altura de ellos.

Ya viendo que acababa el testimonio de Laura, uno de los que más caló en la sala y en mí, intentaba tranquilizarme y aparentar serenidad. Puse sentimiento y actitud a la hora de transmitir mi testimonio a la sala, y a medida que iba leyendo, iba acordándome de esas personas que mencionaba, y de tantas otras que, aunque no aparecían en el “discurso”, también pusieron su granito de arena. Y me di cuenta allí, ante la Santina, de que esto no es una experiencia sobre mí, sino de aquellas personas que, con esperanza y fe, ganas y futuro, hicieron que el camino que hay ahora en mis pies, sea un camino seguro y con optimismo.

Cuando terminé, levanté mi vista y lo único que pude percibir es a mis padres. Ver como ellos lloraban de emoción e intentar decir con mi cara, gracias, mil gracias por todo. Y es que a veces, en la rutina del día a día, tiendo a olvidar que tengo tantas cosas que agradecerles… Y aquello era ocasión perfecta para hacerlo. Yo no miraba a nadie más. Sólo a ellos. Y es que ellos se merecen mucho más esto que yo. Para mí el mejor momento de aquel día no fue el testimonio, sino el que Maite Uribe, la directora, pidiera a mis padres que se levantaran para que la gente supiera quienes eran aquellos que lo dieron todo por mí, y la ovación que se llevaron, eso caló hondo en mi corazón.

Ya en la misa, en la Basílica, más tranquila y dispuesta con más ánimo a vivir otro de los momentos más inolvidables de aquella jornada, el Voto de Covadonga. Cabe decir que la misa fue solemne, con el Arzobispo de Oviedo presidiéndolo, y los niños cantando de maravilla. En ese contexto, volver a renovar el Voto un año más, y siendo testigo directo de ello, hace que decir SÍ hace tres meses, fuese mecha para uno de los fin de semanas más increíbles de mi vida y que espero no olvidarme en mucho tiempo.

Yo, ya desde la experiencia, invito a todos los miembros de la IT, y a cualquiera que quiera vivir la fe en Covadonga, que viva ese fin de semana desde la fe, ya que yo, saliendo de allí, hizo que marchara a casa con el espíritu renovado y con más ganas de vivir el día a día segura de mi fe.

Una frase como conclusión final: “Las obras son las que dan testimonio de lo que somos” (Pedro Poveda, 1928).




PILAR FERNÁNDEZ PADIERNA
Militante Acit Joven (León)



P.D. Para las personas que aún no habéis visto o queréis volver a ver los testimonios dados ese día y el Voto de Covadonga en la Basílica, os dejo aquí el enlace a la página de la IT donde están colgados.

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