domingo, 16 de enero de 2011

Compartir la riqueza que somos

Por Gloria San Román, voluntaria de InteRed. Este 2011 que empezamos es el año Europeo del Voluntariado. Hace unos días, me pidieron en InteRed, la ONGD de la Institución Teresiana con la que colaboro como voluntaria, que contestase a tres sencillas preguntas, desde mi identidad de voluntaria. Es cierto que para hacer voluntariado no basta solo la buena voluntad. Es necesario someterse a una formación continua, para que nuestra intervención sea realmente de calidad, como las personas se merecen. Desde esta perspectiva, aunque ahora no veáis inmediatamente la posibilidad de comprometeros en un voluntariado, ya podéis ir poniendo el cimiento para cuando llegue el día. Todos necesitamos formarnos y superarnos continuamente para ser capaces de ofrecer a los demás la gran riqueza que llevamos dentro. Sí, solo la buena voluntad no es suficiente. Ojalá lo que comparto hoy con vosotros pueda daros alguna pista de avance en vuestro crecimiento.

1.¿Cuál fue la motivación para hacerte voluntaria?
¿Mi motivación? Yo creo que viene de muy abajo, es decir de mi familia. Somos 11 hermanos y el tema del compartir estuvo muy presente en nuestra educación. Aún recuerdo cuando mi padre hacía montones muy desiguales de caramelos y uno de nosotros, iba diciendo a ciegas para quién era cada montón. Paradójicamente no salías beneficiado si te tocaba el más grande pues entonces lo natural era repartir con los que habían sido menos afortunados. Este y muchos otros gestos, nos ayudaron a ser sensibles a los otros, a los que tenían menos. Ya en la Facultad, un grupo de compañeros movilizamos a casi toda la clase para hacer lo que entonces se nos ocurrió: íbamos a un centro de personas discapacitadas para acompañar y hacer todo tipo de actividades junto a ellas.

Después ya ha sido una constante en mi vida compaginar la vida profesional con el voluntariado. Creo que la desigualdad de oportunidades entre las personas nunca me ha dejado indiferente. Sé que si he podido estudiar ha sido gracias a las ayudas que he recibido de muchas personas a todos los niveles. Desde esta perspectiva el voluntariado lo siento no como un plus de generosidad, sino como algo de justicia. Durante más de 20 años he vivido en un barrio periférico de Madrid colaborando con las Asociaciones que allí trabajan. También tuve la oportunidad de vivir 7 años en la Amazonía Peruana aportando mi granito de arena en la consolidación de un Programa de Educación Bilingüe e Intercultural, que hoy ya es llevado totalmente, por los nativos de la zona: Los Kichuas del Alto Napo.

Mi balance de estas experiencias, es que siempre me han ayudado más que lo que yo haya podido aportar. ¿He aprendido todo lo que estas personas me han ofrecido? Ojalá fuera así, siento que aquí, en este primer mundo, tan opulento, a pesar de la crisis, fácilmente nos olvidamos de que existen personas mucho más desfavorecidas que nosotros. Al olvidarnos de estas personas, olvidamos también el testimonio de valores humanos muy importantes que viven: su sentido de la solidaridad hasta extremos que nosotros nunca hubiésemos imaginado; su resistencia y esperanza ante las dificultades; su capacidad de vivir alegre y dignamente con poquísimas necesidades y otros muchos valores que aún hoy, con una pasmosa naturalidad, conservan. En esto encuentro una motivación más para seguir en el voluntariado. Personalmente me ayuda y sé que junto con ellos, también nosotros podemos ayudarles.

Por último, y no es ni mucho menos lo menos importante: mi ser voluntaria está muy fundamentado en la experiencia creyente. La figura de Jesús de Nazaret que con una coherencia radical pasó su vida haciendo el bien especialmente a los más desfavorecidos, me motiva definitivamente a seguir colaborando sencilla pero esperanzadamente en su tarea de construir aquí el Reino de Dios: que todos los hombres y mujeres del mundo vivan con dignidad y plenamente.

2.¿Por qué elegiste InteRed?
En septiembre de 2008, nueve profesores de Instituto, tuvimos la oportunidad de participar en un viaje de diez días a Marruecos. Se trataba de un convenio entre el Ayuntamiento y una determinada ONGD (Organización no Gubernamental de Desarrollo). Visitamos fundamentalmente los lugares donde estaban trabajando o habían trabajado, quedé muy decepcionada.
Lo que yo pude percibir fue un modo de trabajar, desde mi punto de vista muy cuestionable. Volví determinada a buscar una ONGD que me diese garantía de seriedad en el modo de proceder en el terreno: desde el diagnóstico hasta consolidar la apropiación del proyecto por parte de los mismos beneficiarios. Buscaba una ONGD que garantizará la preparación y competencia de los recursos humanos, que fuera celosa de la transparencia en la administración de los recursos económicos… fue entonces cuando me acerqué a InteRed, quería conocerla de cerca y aquí estoy. Aunque mi expectativa y exigencia eran altas la verdad es que no me ha decepcionado.
¿Qué he encontrado en InteRed? Una ONGD con una excelente cualificación. He tenido ocasión de verificar de cerca la calidad y seriedad del trabajo que se realiza, la transparencia en el modo de invertir los recursos, avalada por una auditoría económica externa anual; el compromiso y la formación del personal contratado y por último, el modo de trabajar con los beneficiarios capacitándolos para llegar a ser ellos mismo los protagonistas de su propio desarrollo.
3.¿Cómo animarías a otras personas a ejercer el voluntariado?
A muchas personas les diría que aún contando con obligaciones cotidianas, hagan lo posible por sacar tiempo para ofrecerse a colaborar en un voluntariado. Cada uno de nosotros/as con la preparación y experiencia que nos ha dado nuestro recorrido vital y la capacitación que en la ONGD se nos proporciona, podemos aportar nuestro granito de arena para que los bienes de todo tipo se repartan más igualitariamente entre todas las personas. No podemos caer en la trampa de que lo importante es mirar solo a nuestro entorno inmediato. Cada vez es más necesario hablar en términos de “aldea global”, y en el contexto económico que estamos viviendo, se nos exige, como nunca, una mirada amplia y solidaria a todas las situaciones donde hay hombres y mujeres luchando por acceder, al menos básicamente, a los Derechos Humanos.
También les diría que el voluntariado, es una ocasión única de enriquecimiento personal y comunitario, en el mejor sentido. El dar sin esperar nada a cambio, potencia en cada persona lo mejor de si misma y a la larga puede generar la “cultura de la gratuidad”. Es decir: frente a un contexto social donde predomina el individualismo, y la globalización está impulsada por el neoliberalismo; el voluntariado precisamente por lo que tiene de contracultural, puede ser un lugar de reserva donde, en tiempo de crisis de valores, se mantenga vivo todo aquello que es lo más específicamente humano.

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