Por Irma S. Carballo, Chicago. Estamos acostumbrados a oír que los y las jóvenes de hoy deben aprender a respetar, deben aprender de sus mayores, deben aprender sin cuestionar, deben aprender para madurar, deben aprender por dónde caminar y hacia dónde dirigir los pasos…
Y generalmente, quienes usan estas expresiones, están convencidos/as de que tienen las respuestas, las indicaciones, los medios, la experiencia, los recursos, la verdad. Es posible que así sea y también es posible que no.
Tras unos cuantos años trabajando con jóvenes y en las distintas realidades en las que vengo desempeñando esta tarea, crece en mí, cada vez con más fuerza, la certeza de que lo primero que deberían de hacer los y las jóvenes de hoy es “desaprender”. Y no sólo ellos/as sino también quienes nos adentramos en la difícil tarea de acompañarles durante un tramo del camino.
“Desaprender” todo aquello que hoy en día conlleva ser joven porque la sociedad así lo ha ido configurando y porque nosotros y nosotras, jóvenes y no tan jóvenes, lo seguimos potenciando y lo seguimos incorporando a quienes viven la difícil tarea de ser hoy joven en esta sociedad.
“Desaprender para aprender”, para construir, para crear, para generar, para innovar, para releer los signos de nuestra sociedad hoy y reconstruir lo que hoy, en cada lugar, en cada contexto, en cada realidad, significa, conlleva y reta el ser joven.
“Aprender” juntos y juntas a “ser”, en las distintas etapas de la vida en que nos encontremos y con las posibilidades, potencialidades, limites y oportunidades que las mismas conllevan.
Haciendo esta reflexión me encontré con esta frase: “El ser agentes de cambio es mucho más poderoso que los recursos, por muy importantes que sean” (Carmen Fernández Aguinaco). El “ser” con toda su fuerza, con todo su potencial, en cada etapa de la vida, es mucho más poderoso que la existencia o inexistencia de recursos económicos, materiales y humanos. Y así lo constato en las distintas realidades en las que he estado los últimos años.
“Aprender con los y las jóvenes a ser agentes de cambio” debería ser hoy uno de los retos a construir en nuestro cotidiano, aprender a reconstruir y reescribir el ser joven hoy, con cada una de las preposiciones: aprender a, aprender con, aprender para, aprender de, desde, hasta, por, según…
Porque hay algo mucho más fuerte, mucho más poderoso que las circunstancias, los contextos, las posibilidades económicas, las situaciones familiares, sociales… y es la fuerza extraordinaria de transformación que brota de quien desea, sea en la edad que sea, “ser” con toda su autenticidad, para “ser con otros/as” y construir juntos/as algo nuevo, diferente, para “ser para otros/as”.
Y generalmente, quienes usan estas expresiones, están convencidos/as de que tienen las respuestas, las indicaciones, los medios, la experiencia, los recursos, la verdad. Es posible que así sea y también es posible que no.
Tras unos cuantos años trabajando con jóvenes y en las distintas realidades en las que vengo desempeñando esta tarea, crece en mí, cada vez con más fuerza, la certeza de que lo primero que deberían de hacer los y las jóvenes de hoy es “desaprender”. Y no sólo ellos/as sino también quienes nos adentramos en la difícil tarea de acompañarles durante un tramo del camino.
“Desaprender” todo aquello que hoy en día conlleva ser joven porque la sociedad así lo ha ido configurando y porque nosotros y nosotras, jóvenes y no tan jóvenes, lo seguimos potenciando y lo seguimos incorporando a quienes viven la difícil tarea de ser hoy joven en esta sociedad.
“Desaprender para aprender”, para construir, para crear, para generar, para innovar, para releer los signos de nuestra sociedad hoy y reconstruir lo que hoy, en cada lugar, en cada contexto, en cada realidad, significa, conlleva y reta el ser joven.
“Aprender” juntos y juntas a “ser”, en las distintas etapas de la vida en que nos encontremos y con las posibilidades, potencialidades, limites y oportunidades que las mismas conllevan.
Haciendo esta reflexión me encontré con esta frase: “El ser agentes de cambio es mucho más poderoso que los recursos, por muy importantes que sean” (Carmen Fernández Aguinaco). El “ser” con toda su fuerza, con todo su potencial, en cada etapa de la vida, es mucho más poderoso que la existencia o inexistencia de recursos económicos, materiales y humanos. Y así lo constato en las distintas realidades en las que he estado los últimos años.
“Aprender con los y las jóvenes a ser agentes de cambio” debería ser hoy uno de los retos a construir en nuestro cotidiano, aprender a reconstruir y reescribir el ser joven hoy, con cada una de las preposiciones: aprender a, aprender con, aprender para, aprender de, desde, hasta, por, según…
Porque hay algo mucho más fuerte, mucho más poderoso que las circunstancias, los contextos, las posibilidades económicas, las situaciones familiares, sociales… y es la fuerza extraordinaria de transformación que brota de quien desea, sea en la edad que sea, “ser” con toda su autenticidad, para “ser con otros/as” y construir juntos/as algo nuevo, diferente, para “ser para otros/as”.
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