lunes, 29 de octubre de 2012

Experiencia XIANAJ


Por Alberto Sarabia, joven AJ. “Ved la misión que se os confía”. Con esta premisa en la cabeza me presenté en la XI Asamblea Nacional de AJ. ¿Qué misión se nos confía? Sin duda es una de las preguntas a la que buscaba respuesta.

No hay en mi boca más que palabras bonitas y sonrisas cada vez que recuerdo cada instante de la Asamblea. Qué grandísima experiencia a tantos niveles. Gracias a la Comisión Nacional saliente hemos podido vivir tres días de profunda reflexión en nuestra prospectiva de vida desde lo que hemos vivido en los cuatro años pasados.

La XIANAJ fue, sin duda, un momento de encuentro para los “mayores” de AJ, donde pudimos compartir, además de lo vivido allí (que no es poco), nuestras realidades y cómo vivíamos AJ en ellas, cómo eran nuestras reuniones de grupo, qué nos gustaba, qué faltaba, qué había que mejorar… Y con ello todos salimos muy enriquecidos. La música, las canciones, los juegos, las charlas, la genial velada...

Las cartas de Poveda y el extracto del documento que trabajó el Sínodo de los Obispos en Roma fueron un revulsivo en mi interior, y como se observó después, fue denominador común a todos. Su lenguaje y su mensaje me (y nos) hablaron, y nos guiaron hasta la conclusión de que había cosas que no podían seguir igual y que debíamos cambiar. En las cartas de Poveda había un mensaje claro: un no rotundo a las medias tintas, a dejarnos de evasivas y a actuar acordes a nuestra fe. Gracias al documento del Sínodo, nos sentimos Iglesia, parte de ella, el “lugar” donde debemos estar. El Espíritu nos susurró al oído e increíblemente sólo se propusieron dos líneas de acción. Eran el sentir de todos y cada uno de los presentes. Personalmente, la elección de las líneas de acción (así como su elaboración y propuesta), fueron momentos de gran alegría por poder colaborar al futuro inmediato del Movimiento, en la medida de mis posibilidades.

Desde el momento en que recibimos en una tarjetita nuestro nombre y el de Jesús, algo empezó a cambiar. Después de esos tres días de profundas experiencias, grandes alegrías y discernimiento, me fui con energías renovadas para traer a Santander el mensaje de la XI ANAJ y a hacer realidad esa “nueva evangelización” que queremos. Esa es la misión que se me confía.

1 comentario:

  1. Qué bonito! Creo que refleja perfectamente el sentir general de todos (o muchos) de los que estuvimos allí...
    Un beso a todos,
    Adriana

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