viernes, 30 de marzo de 2012

Presencia com-padecida


“Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes, con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, se reunieron, Y, atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. (…) Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo: «Realmente este hombre era Hijo de Dios.»” (Marcos 15, 1-39)

Por Redacción AJ. Con el Domingo de Ramos nos asomamos a la Semana Santa y con ello a lo que hemos de vivir y celebrar en este tiempo: la Pasión del Señor. Una experiencia de entrega total desde la que se entiende la vida entera de Jesús. Solo después de la muerte y resurrección de Cristo los discípulos pudieron entender su vida. Solo después de contemplar cómo fue asesinado, con la sentencia más ignominiosa de entonces, la cruz, puede entenderse el shock del que tuvieron que salir sus discípulos y Jesús mismo, me atrevo a decir.

Pablo nos resume así en su carta a los Filipenses la lectura de la vida de Jesús (2ª lectura del domingo de Ramos): 
“Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.”
La vida de una persona se puede leer y entender mirando hacia atrás. No hablan de nosotros las intenciones, las declaraciones de lo que vamos a hacer, sino lo que hemos vivido en la vida, lo que hemos hecho verdad con nuestras acciones (y omisiones) y nuestros gestos.

Desde hace unas semanas tengo muy presente a Monseñor Oscar Romero. Tener por delante el encuentro de Militantes y el tema de qué significa ser  Iglesia hoy, me invitaban a dar muchas gracias por su vida, como por la de Pedro Poveda. Oscar Romero, que era un buen hombre, obispo (y por lo tanto con un recorrido de fe en su vida, no era un recién bautizado), tuvo la gracia de dejarse convertir, de nuevo, por la realidad y por Dios en ella. Un amigo le había regalado un par de zapatos el día de su nombramiento para que pudiera caminar y ver la realidad del pueblo. Desde la compasión con la gente sencilla recibió la gracia de tener el valor suficiente para denunciar el daño que sus hermanos del ejército estaban haciendo a tanta y tanta gente humilde, sencilla y oprimida. Dios estaba en el origen de ese valor, no tengo duda de ello ("La gracia precede siempre al movimiento o al esfuerzo del ser humano" dice Simone Pacot en su libro "¡Vuelve a la vida!"). Te invito a que puedas escuchar el final de su última homilía el quinto domingo de Cuaresma de hace 32 años. Unos días después le asesinaron.

Hay mucha otra gente que entrega su vida (de golpe o a poquitos) de forma callada, sin salir en las noticias. Tengo muy presente estos días a un amigo de una amiga mía. Iba de viaje de trabajo camino de casa y vio un accidente. Paró, se puso su chaleco reflectante y se acercó al coche accidentado. Mientras preguntaba cómo estaban a los del interior del vehículo, otro coche impactó con ellos, llevándosele por delante. Ha perdido una pierna y están luchando por conseguir salvarle la que le queda. Ayer le contaba a mi amiga que él había sido criado en un colegio católico y que aunque últimamente no era practicante, sí sentía que aquella educación le había marcado. Cuando vio el accidente no dudó en ir a ayudar. Hoy, unas semanas después dice que no se arrepiente de haberlo hecho, aunque le duele que los del vehículo accidentado no se hayan interesado por él. Pido por él como por tanta otra gente que están asediados por el dolor, la injusticia, el paro, la enfermedad. la violencia, el miedo. Y me pregunto, ¿cómo vivirán la Semana Santa? ¿Cómo mirarán al Crucificado desde su realidad? Porque no tengo duda de cómo les mira el Crucificado a ellos…

En su libro “Ventanas que dan a Dios”, José Antonio García dedica un capítulo al dolor: “Dolor del mundo, dolor de Dios”. En él dice: “La afirmación de J. Moltmann de que toda teología que pretenda ser cristiana ha de comenzar por el Calvario, es decir, por la Cruz de Jesucristo, puede parecer exagerada, pero encierra una gran verdad. Es ahí, en la figura del Crucificado, donde se nos revela quién es Dios realmente y quién no es; hasta qué punto el Dios de Jesucristo es y se comporta de un modo distinto de cómo el ser humano piensa y desea instintivamente que debería ser y comportarse. (…) Reconozcámoslo: lo primero que hace brotar en nosotros el dolor y el sufrimiento humano –el nuestro o el de los demás- no es precisamente la adoración a Dios, sino la duda sobre él. (…) Eso es lo que afirma la fe cristiana. Dios estaba en la cruz de Jesucristo sufriendo de alguna manera su mismo sufrimiento… Dios estaba con él sosteniendo su fe y su esperanza para no desfallecieran… Dios estaba con él recibiendo su muerte y resucitándolo de entre los muertos. Y dado que Jesús muere y es resucitado como el Primero de muchos hermanos, Dios está con todos ellos, en su sufrimiento y en su muerte, como estuvo en Jesús. Sin duda alguna, este modo de no estar y de estar de Dios en el Crucificado nos fuerza a modificar la imagen que tenemos de él. (…) Así es como se transforma, de roca del ateísmo, en lugar teológico del encuentro con Dios, en ventana hacia su Ser más verdadero y hacia su Presencia com-padecida.”

martes, 27 de marzo de 2012

En voz alta


Por Silvia Ferrandis para Alandar. Justo hace ahora un año aprovechaba éste mi turno de palabra para lanzaros una pregunta, que para mí en ese momento emergía con rotundidad ante una realidad local y global en permanente espera. Así, quizá con cierto atrevimiento, afirmaba en voz alta: "Podemos ser protagonistas", para a continuación preguntaros: ¿Queremos?

Pocos meses después, en mayo, en nuestro país, donde parecía que ya nunca pasaba nada, ocurriese lo que ocurriese, un grupo de jóvenes, de personas, de familias, de ciudadanos y ciudadanas se lanzaron a las calles, a ocupar las plazas, el espacio público, a hacerse ver y escuchar, a proponer, a preguntarse, pero sobre todo a reivindicar que las personas existimos, que respiramos, que lo que unOs pocOs deciden afecta a miles de millones de personas.

Hay quien pensará, con no poca razón, que solo se pasa del malestar a la acción cuando nos afecta en primera persona la injusticia criminal de este mundo surrealista en el que las personas son lo último... ¿desde el principio de la humanidad? Sea como fuere, nunca es tarde y, precisamente por justicia, tampoco podemos desconocer a quienes se esforzaron y esfuerzan, quienes seguiremos esforzándonos con humildad para darle, de una vez por todas, la vuelta a la tortilla.

Pues bien, si hace un año me/os preguntaba por qué las personas estábamos rechazando el papel protagonista en nuestra propia historia -un protagonismo usurpado por los siglos de los siglos, al que ni siquiera nos planteamos optar, como si no fuera para nosotras y nosotros- hoy la pregunta, la reflexión, se convierte en exigencia. 

Poveda nos dejó dicho a quienes formamos la Institución Teresiana "ahora como nunca...". Llevo dándole vueltas a estas palabras desde la adolescencia y en todo momento me han parecido rabiosamente actuales. Para mí siempre ha sido "ahora como nunca", siempre.

Y quién puede decir hoy lo contrario, quién puede ignorar que nunca como ahora la realidad nos apremia, nos necesita y exige que definitivamente asumamos nuestra responsabilidad como ciudadanos y ciudadanas. Los porqués, aunque obvios, conviene recordarlos.

Nos enfrentamos a una crisis global sistémica que afecta a todas las personas independientemente del lugar de nacimiento y residencia, en países enriquecidos y empobrecidos. Una realidad mundial en la que cada vez es más patente, porque ya ni se oculta, que se han apropiado de las decisiones, que las tienen unOs pocOs. Y que el resto, todas y todos, estamos excluidos, a expensas de que nos digan por dónde y en qué forma tiene que discurrir nuestra vida.  Es un sistema en el que las personas no pintamos nada, en nuestro contexto vivimos para trabajar, quien puede y al precio que sea, hasta no tener familia por no poderla atender. Es el mundo al revés, que sin duda merece otra reflexión en torno a la apuesta crucial por un nuevo modelo social, de "desarrollo", sostenible, en el que todas las personas vivamos una vida que merezca la pena ser vivida... Pero lo dejo para otro día.



Este capitalismo infame, prácticamente exportado, a la fuerza, a cada rincón del planeta, tiene su origen en un modelo patriarcal, que defiende la supremacía del poderoso (del macho alfa) y que ha determinado un "orden social" aparentemente inamovible. Este desorden social está asentado en una inequitativa distribución de las riquezas y recursos (acceso/uso/poder) y en la permanente vulneración de los derechos humanos (sociales, culturales y económicos), colectivos e individuales.

Un sistema que nos están obligando a parchear a base de pedirnos "un esfuerzo más". Qué barbaridad. Tenemos que esforzarnos quienes no hemos dejado de hacerlo nunca y no quienes manejan los hilos, no quienes se aprovechan de él y lo han exprimido hasta agotarlo. Y en lugar de salir a la calle, a hacer ejercicio ciudadano crítico y responsable, seguimos agachando la cabeza y apretando los dientes, reduciendo nuestras fuerzas a conversaciones sin final, en familia, con amigos/as, que apenas valen de desahogo.
Pero cuánto podemos aguantar, qué tiene que pasar más para que nos convenzamos de que no hay otra, de que somos la ciudadanía global la que tiene que revertir esta situación y empezar a trabajar por la personas, por todas y cada una. Cuándo dejaremos de ser meras piezas sustituibles de un engranaje que ya no funciona, si alguna vez lo hizo.


La tendencia del "no podemos hacer nada" hoy todavía se acrecienta más, incluso para quienes sí lo intentábamos. La tentación es rendirnos, ante la tristeza de ver que ni sufriéndolo de cerca somos capaces de reaccionar. Pero, cuidado, que ahí sí nos ganan la partida. Entonces trato de recordar esos otros rostros, nombres, pasados y presentes, cristianos y no cristianos, que comparten mi camino, el de hacer visible el Reino.

Y es que cada vez somos más las personas conscientes de que es nuestra responsabilidad ejercer y exigir el cumplimiento de los derechos humanos a quienes tienen la obligación de su cumplimiento. Las que tratamos de dar ejemplo de otros modos de comportarnos y relacionarlos. Lo personal es político, todo en nuestra vida es política, todo. Por eso, ahora como nunca, hemos de reconocernos parte del problema y parte de la solución. Estudiarnos, analizarnos individual y colectivamente para proponer alternativas y representarnos a nosotras/os mismos, ya que ahora no lo hace nadie, quizá sí a los bancos, a los mercados, pero no a la personas.

Frente a la globalización de la crisis financiera, política y económica, ha de globalizarse la solidaridad y el ejercicio real de ciudadanía corresponsable, pues mi bienestar ya no es posible sin el tuyo, estés donde estés, desde la idea del buen vivir, tan lejana hoy. En esa ciudadanía global, la juventud tiene un papel principal y no es discurso, es nuestra oportunidad de construir otra sociedad para nosotras/os y quienes nos sigan. Decir hoy Qué punto ser joven, puede resultar hasta insultante. Con 28 años, entre mis amigas/os, mayoritariamente universitarios y rondando los 30, tengo más de cinco y seis en el paro, otros tantos emigrados por Europa o estudiando segundas carreras, másteres o de vuelta a la casa familiar, pero solo uno o dos que hayan podido comprarse una casa, poquitos/as trabajan de lo que se formaron o tiene sueldos dignos... y podría seguir dando ejemplos.

Y es que el punto no te lo da la juventud, se lo hemos de poner, hemos de confiar y creernos que tenemos algo que decir y muchísimo por hacer. Es tiempo de ser valientes y asumir riesgos, de conquistar el mundo… y lo tenemos que hacer contigo, con todos y todas. Nunca como ahora ejerciendo ciudadanía.

sábado, 24 de marzo de 2012

El amor hace fecunda la vida


En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: «Señor, quisiéramos ver a Jesús.» Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este. mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre.»Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.» La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.Jesús tomó la palabra y dijo: «Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.» Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir. Jn 12, 20-33
Por José Antonio Pagola. Odres Nuevos. Unos peregrinos griegos que han venido a celebrar la Pascua de los judíos se acercan a Felipe con una petición: «Queremos ver a Jesús». No es curiosidad. Es un deseo profundo de conocer el misterio que se encierra en aquel hombre de Dios. También a ellos les puede hacer bien.
A Jesús se le ve preocupado. Dentro de unos días será crucificado. Cuando le comunican el deseo de los peregrinos griegos, pronuncia unas palabras desconcertantes: «Llega la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre». Cuando sea crucificado, todos podrán ver con claridad dónde está su verdadera grandeza y su gloria.
Probablemente nadie le ha entendido nada. Pero Jesús, pensando en la forma de muerte que le espera, insiste: «Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí». ¿Qué es lo que se esconde en el crucificado para que tenga ese poder de atracción? Sólo una cosa: su amor increíble a todos.
El amor es invisible. Sólo lo podemos ver en los gestos, los signos y la entrega de quien nos quiere bien. Por eso, en Jesús crucificado, en su vida entregada hasta la muerte, podemos percibir el amor insondable de Dios. En realidad, sólo empezamos a ser cristianos cuando nos sentimos atraídos por Jesús. Sólo empezamos a entender algo de la fe cuando nos sentimos amados por Dios.
Para explicar la fuerza que se encierra en su muerte en la cruz, Jesús emplea una imagen sencilla que todos podemos entender: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto». Si el grano muere, germina y hace brotar la vida, pero si se encierra en su pequeña envoltura y guarda para sí su energía vital, permanece estéril.
Esta bella imagen nos descubre una ley que atraviesa misteriosamente la vida entera. No es una norma moral. No es una ley impuesta por la religión. Es la dinámica que hace fecunda la vida de quien sufre movido por el amor. Es una idea repetida por Jesús en diversas ocasiones: Quien se agarra egoístamente a su vida, la echa a perder; quien sabe entregarla con generosidad genera más vida.
No es difícil comprobarlo. Quien vive exclusivamente para su bienestar, su dinero, su éxito o seguridad, termina viviendo una vida mediocre y estéril: su paso por este mundo no hace la vida más humana. Quien se arriesga a vivir en actitud abierta y generosa, difunde vida, irradia alegría, ayuda a vivir. No hay una manera más apasionante de vivir que hacer la vida de los demás más humana y llevadera. ¿Cómo podremos seguir a Jesús si no nos sentimos atraídos por su estilo de vida?

lunes, 19 de marzo de 2012

Color esperanza

Por Fernando Frías. Por primera vez, y con mucha ilusión y alegría, fui a Los Negrales, centro de la Institución teresiana, y por ende, de ACIT Joven. Esa ilusión que viene de trabajar en el colegio de Málaga (Academia Santa Teresa), de conocer más lo que vivo día a día y de dónde viene todo, de compartir con mi grupo de Profundización A (jóvenes de 4º E.S.O. y 1º de Bachillerato), y de compartir con todo el movimiento de Málaga.
Esta alegría nos acompañó durante todo el fin de semana, desde las primeras canciones en el autobús hasta la alegría implícita de los niños, desde el recuerdo de ese ambiente especial vivido por muchos allí en otras ocasiones hasta el presente esperanzador de ver juntas allí a personas de todas las generaciones y grupos, cantando la andaluza Rumba a Poveda.
El último fin de semana de febrero fue un espacio de encuentro, de reencuentro, de conocimiento, de relación con Dios, de respirar ese olor cristiano de gente sana, de compartir vida desde la vida y la profundidad íntima. Laura Martín, de Profundización A, lo expresa así: En los Negrales he disfrutado y aprendido que todos juntos (mayores, adultos, jóvenes y niños) podemos disfrutar del mensaje de Dios y convivir como hermanos.
Se vivió y acrecentó un sentimiento de grupo, acordándonos de los que no pudieron venir, y nos ha animado mucho ese sabernos grupo joven, grupo malagueño, dentro del grupo teresiano. Con esa riqueza de diversidad de edades, de personas, pero con el mismo centro en Cristo.

Oramos, escuchamos, compartimos, visitamos el pueblo y el monasterio de El Escorial, nos divertimos con la velada preparada por los jóvenes, vimos el Espacio Alameda, disfrutamos con la misa y el cura tan simpático…

Agradecidos por esta oportunidad, personalmente vuelvo con más ganas de seguir en el camino del Señor, de aprender de los jóvenes y ser instrumento de Jesús con ellos, si así sigue queriendo; y muy alegre del encuentro con todos, viendo a tanta variedad (¡y a gente joven en temas de Iglesia!), especialmente contentísimo con mi grupo de apañaos, que juntos vamos caminando con la esperanza que cantan. Esperanza con la que enfrentan sus inquietudes, como nos cuenta Marina, de Profundización A: Esta jornada de reflexión ha sido muy buena porque nos ha servido como momento de encontrarnos con nosotros mismos y saber hacia dónde vamos.
Porque no hay miedo para el cristiano, ni para decir que lo somos, ni para la vida, porque si vamos con Él, nuestro mejor amigo, el que más nos quiere, nada hay que temer.

Como sal, como luz, os envío por el mundo”. Así canta Ixcís el texto evangélico con el que fuimos enviados al compromisoese echar a volar que en Jornadas del año pasado tan bien representaron en un lipdub los jóvenes.

¡Ánimo!

viernes, 16 de marzo de 2012

Con amor eterno te amo


En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: “Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tena vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras son malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.  Jn 3, 14-21

Redacción AJ. El capítulo 3 del evangelio de Juan narra la conversación teológica que mantuvieron Jesús y Nicodemo (3, 1-21). Nicodemo es un judío notable, un fariseo que admira a Jesús, que se acerca al umbral de la fe sin cruzarlo. Va a ver a Jesús, pero de noche. Quiere ser coherente consigo mismo y con los suyos.
El evangelio de este domingo 4º de Cuaresma nos ofrece la segunda parte del diálogo. Sólo se escucha la voz de Jesús en un monólogo sobre la salvación y la responsabilidad de la fe. Por un lado están el “mundo” que no cree y es condenado, la “tiniebla”, las “obras malas”, los que “detestan el mal”. Por el otro, el “mundo” que cree y es salvado, la “luz”, las “obras realizadas según Dios”, los que “realizan la verdad” y se acercan a la luz. Toda la humanidad se organiza en torno a estas dos posiciones, es lo que dice Jesús a Nicodemo.
Cristo es el signo vivo del amor del Padre que tanto amó al mundo que entregó a su Hijo único y quiere que el mundo se salve por medio de él (Jn 3,16-17). La cruz se presenta como el sello definitivo de un proceso, pero de la cruz nace la nueva humanidad centrada en Cristo.
Dios nos ama. La Cuaresma es tiempo para redescubrir el gran amor que Dios nos tiene. Nos ayuda a volver a Dios, a experimentar su amor incondicional, un amor que perdona siempre, que comprende, un amor misericordioso y fiel. La Cuaresma nos recuerda que somos únicos y amados por Él; nos recuerda que Dios nos ama con un amor tan grande que llega hasta dar su vida en la cruz por nosotros y por toda la humanidad, para salvarnos de lo que nosotros no podemos librarnos: el pecado y la muerte.
Tanto amó Dios al mundo… Dejemos que el corazón se ensanche y goce sabiéndose amado personalmente por el mismo Dios. Sí, para Dios soy única, único. Valgo mucho para Él, valgo la sangre de su Hijo. Dios me ama como nadie me ha amado jamás. Dejemos que Dios nos ame tal como somos, que su amor nos lleve a volvernos a Él, a entregarnos más a Él y a su proyecto de amor para la humanidad.
Saquemos un tiempo esta semana para estar a solas con el Señor, para saborear el amor con el que somos amados, para encontrar la fuerza para confesarlo sin rubor y con valentía. 

martes, 13 de marzo de 2012

¡Hemos dormido en el cole!

¡Qué fin de semana más maravilloso hemos pasado en el cole!

El fin de semana del 18-19 de febrero, mientras en muchos lugares celebraban el carnaval, en el Instituto Veritas tuvo lugar un increíble encuentro o más bien un re-encuentro. Nos juntamos cerca de 130 niños de 5º y 6º de primaria y chavales de 1º de E.S.O. de Madrid-Pozuelo, Jaén y Puertollano. Queríamos vivir un “finde” diferente, como amigos de Poveda. Muchos de los que hemos participado, hemos estado preparando este encuentro desde el trimestre pasado, participando en un “concurso” de pancartas de bienvenida, escribiendo cartas de acogida, realizando fotos por calles de Madrid que hablan de Poveda…Rufi Cardenas nos compuso incluso una canción (“Agárrate a la cuerda”) ¡Teníamos muchas ganas de juntarnos todos!


Los chicos y chicas de Jaén llegaron al cole sobre las cinco de la tarde. Por la mañana, habían dado una pequeña vuelta en autobús por Madrid y luego fueron a comer a los Negrales. Mientras, desde las tres de la tarde, en el colegio estuvimos preparando el pabellón de bachillerato para dormir, colocando las pancartas, poniéndonos unas tarjetas con nuestro nombre, colocando las fotos del maratón…

A su llegada, les acompañamos a dejar sus cosas, les enseñamos el cole, y nos reunimos en la sala de música para las presentaciones. Vinieron también al encuentro gente de “ACIT Joven” como animadores, y personas de la gran familia teresiana como son Merche Ruiz, María Ruiz, Nieves Arce, Pilar Pérez, entre otros. ¡Casi no cabíamos!


Hicimos una yincana, merendamos, celebramos la Eucaristía en la que también participaron los padres, corrimos, saltamos, cenamos, participamos en la velada y… pudimos charlar antes de dormir, algunos hasta muy tarde.

Por la mañana nos dieron de desayunar churros y galletas y nos fuimos a recorrer Madrid por la zona del Palacio Real. Para identificarnos como grupo nos pusimos unas gorras rojas (que por cierto nos regalaron de recuerdo del encuentro). Nos contaron que Pedro Poveda fue capellán real desde 1921, nos enseñaron donde vivió en aquella época, donde acudía a celebrar, la capilla que hay dedicada a él en la Catedral… 

Al volver al colegio, los padres nos habían preparado de comida verdaderas exquisiteces.
Nos gustaría poder participar este verano en las jornadasde ACIT Joven o en las jornadas de Huerta Carmela para poder vernos de nuevo y celebrar más encuentros como este al año que viene.

lunes, 12 de marzo de 2012

Redescubrir nuestra vocación


Por Samuel Medina. Llevo un tiempo preguntándome por nuestro papel en el mundo que nos está tocando vivir: tenemos la sensación de hallarnos en una época particularmente convulsa que abarca desde el ámbito más local hasta el más internacional. Las decisiones que se tomen en este tiempo, marcarán la ruta a seguir en los próximos años, al menos eso parece… Y en medio, estamos nosotros, intentando encontrar un frágil equilibrio entre nuestras acciones cotidianas, nuestras preocupaciones diarias y la repercusión que sabemos que tienen en este mundo tan pequeño.

Me pregunto sobre nuestro papel como individuos solitarios, como miembros de una comunidad… Sobre el sentido que queremos dar a nuestra vida en la época que nos toca vivir. Difícil tarea, ¿verdad?

Entiendo que un buen punto de partida pasaría por aclarar nuestras prioridades en la vida, discernir los aspectos fundamentales que queremos que nos edifiquen, discernir lo que nos define, pues una vez se tiene claro el objetivo, es más fácil buscar acomodo al resto de situaciones que vayan aconteciendo. Esto pasa en todos los ámbitos de la vida: en nuestros grupos de amigos, nuestros trabajos, nuestras comunidades, nuestras relaciones de pareja… Definirnos y definir nuestro proyecto común irá limando las asperezas del trayecto.

Este proceso que entiendo fundamental hacer, se trabaja con mucho acierto en nuestro movimiento. Se proporcionan los condicionantes para que cada uno/a trabaje en elaborar su propia hoja de ruta: en las Asambleas celebradas cada 3 años fijamos unas líneas de acción que sirven de hoja de guía; en las jornadas diseñadas para los más mayores y encuentros de militantes, volvemos a revisarnos como personas, como comunidad… La visión que adquirimos, nos ayuda a interpretar los hechos que van ocurriendo en nuestro entorno, desde el prisma cristiano.

Pero igual de importante, entiendo, es el encajar nuestro lugar en medio de este proyecto común diseñado. Para ello, tener clara nuestra vocación es fundamental para no perdernos entre el desorden del día a día y en el que tanto cuesta mantener la orientación. Por supuesto no hablamos sólo de una vocación profesional, sino de la manera en la que afrontamos la vida.

Hacer y rehacer, cuestionarnos, madurar nuestra vocación es una misión que hay que tener asentada, pero que debemos reorientar cada día. En este movimiento, lo que une es una visión similar, centrada en Cristo, con el carisma de la IT. Y esa es la clave que nos debe hacer situarnos para interpretar los acontecimientos, sin olvidar que cada uno/a debe ir recordando su núcleo, su fundamento, su raíz para transformar y sentirse transformado.

El encuentro con Dios de cada uno/a nos será de gran ayuda. Ese encuentro personal del que ya alguna vez hemos hablado. Puede resultar útil leer y compartir las vocaciones de personas concretas “inundadas” por la presencia de Dios. Revivir, interiorizar, cuestionar testimonios sirven para preguntarnos por nuestra vocación a vivir nuestra vida como Cristianos. Lo que tienen en común personas de nuestro mundo con otras tan lejanas en el tiempo como Pedro Poveda, Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola y un largo etcétera es que en todos los casos profesan un amor real por la persona de Jesucristo.

Ese mismo amor, es el que sienten hoy las personas del siglo XXI, el mismo que nosotros/as estamos llamados a cultivar. El lema de la última JMJ celebrada en Madrid “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la Fe” ilumina el camino a seguir para lograrlo. Resuenan igualmente con fuerza las palabras de Juan Pablo II en las Jornadas Mundiales de la Juventud de Roma (año 2000), cuando instaba a los Jóvenes a convertirse en “los Santos y santas del nuevo Milenio”. ¿Por qué no vamos a poder serlo? Personas con más o menos fe lo han ido consiguiendo a lo largo de los siglos… Sólo hay que fiarse de Él y aceptar su voluntad… Como cuando los discípulos Juan y Andrés decidieron seguirlo aún sin saber a dónde irían… O como cuando Abraham puso en las manos de Dios la vida de su hijo Isaac.

Pongamos nuestras vidas en sus manos, rememos mar adentro hasta “mojarnos” en la realidad que nos rodea, pero sabiendo que Él es quien nos conduce. Desde la certeza de que Él nos acompaña, ¿qué tememos? Podemos actuar, denunciar, construir, inspirar, arrojar luz sobre este mundo y este tiempo que nos ha tocado vivir… Es más, tenemos la obligación de hacerlo. Creo que nuestra misión pasa por prolongar esta historia de amor entre Dios y los hombres, y ser testimonio e instrumento para trabajar en la justicia de los Pueblos.

Dejémonos embaucar por su mirada, por su amor, no tengamos miedo… Ya lo decía la Santa que confío su vida plenamente a Él: “Nada te turbe. Nada te espante. Quién a Dios tiene nada le falta.” 

lunes, 5 de marzo de 2012

"Si Dios está por nosotros... ¿quién contra nosotros?"

Por María Llamedo, Kinshasha
"Nuestra confianza está en Jesús, y nuestro lema es repetir con S. Pablo: Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?  La obra de apostolado que pretendemos realizar, ha de ser idéntica a la que inauguraron los primeros cristianos, y los medios, los que aquellos pusieron en práctica, aunque seamos tenidos por locos y atraigamos sobre nosotros el odio del mundo." (Pedro Poveda)

Una chica muy maja que coordina el Movimiento me ha liado para escribir en nuestro blog y la verdad es que no sabía muy bien sobre qué escribir. Ella me propone que de la realidad de aquí vista desde allí o de la de allí vista desde aquí. Y no es nada fácil porque aquí la realidad es tan inabarcable como el país. Y para una jovencita blanca como yo siempre será difícil conocerla, si no imposible; presiento que aunque se me regale una larga vida aquí, nunca la conoceré, hay cosas que nos quedan siempre lejos, muy lejos, aunque una intente meter mucho la nariz.

Y por eso de meter “las narices” donde no se me llama, y sí, a veces también donde sí, el pasado 16 de febrero participé en la marcha organizada por los cristianos católicos en Kinshasa. Cada 16 de febrero se conmemora el asesinato de varios mártires cristianos que hace veinte años marcharon contra el régimen de Mobutu.

Y este año, se volvió a salir a la calle. Exigiendo la dimisión de la CENI (comisión que organizó las elecciones), el respeto de los derechos humanos y la justicia y el desarrollo de una autoridad no violenta. ¡Inocentes nosotros!

Salimos pronto de casa porque imaginábamos que iban a blindar Kinshasa y si no, no llegaríamos al lugar de encuentro, la Parroquia de Saint Joseph.

La noche antes el gobernador de la ciudad, algo así como el alcalde, había prohibido la marcha; entonces nos dimos reunión en la parroquia que antes mencioné para juntarnos a rezar. Como decía blindaron todas las parroquias de Kinshasa. Nosotras cuatro logramos llegar porque salimos muy pronto. Cuando llegamos la parroquia estaba rodeada por seis tanques, cuatro camiones de agua caliente, y numerosos jeeps llenos de militares, una centena aproximadamente.

Cuando llegamos estaríamos unos veinte, la mayoría mujeres, madres, algún chico joven, tres sacerdotes y algo más tarde llegó un grupo de una parroquia que logró driblar a todos los militares saliendo de uno en uno por diferentes lugares, como cuando José y María escaparon de Herodes… O como cuando los magos no sabían cómo llegar y siguieron la estrella de Belén… Otros muchos fueron detenidos en el transporte público por llevar simplemente un rosario, una biblia o cualquier otro distintivo católico.

Una vez allí estábamos en la gruta de Mama María, orando a la congoleña, danzando y cantando en ronda. Solo teníamos rosarios, biblias, crucifijos y una pancarta que decía “No al fraude electoral”. De pronto vimos que todos los militares bajaban de los vehículos y tanques y rodeaban la verja del jardín parroquial en el que estábamos, se aproximaban… Y nosotros seguimos cantando “Tokobemela yo eee, maman María” (Cantaremos para ti, Mama María). Entre nosotros nos regalábamos miradas cómplices, que luego nos comunicamos lo que queríamos decir en ellas. En algunas miradas podía verse cierto miedo, pero un miedo unido a la determinación, estábamos preparados para todo. Y en ese momento empezaron a dispararnos balas y gases lacrimógenos, como cuando disparas animales que están encerrados en una jaula. Cuando fuimos a refugiarnos a la parroquia, nos dimos cuenta de que el párroco la había encerrado a cal y canto. Probablemente ahora ya tenga una gran casa en un buen barrio de Kinshasa o un coche de lujo. Nos fuimos contra un muro; seguíamos sin ningún tipo de protección y entonces, volvieron a disparar. Volvimos a correr, no veíamos nada, no podíamos respirar. Un gran número de personas llegaron hasta el porche de la curia y se refugiaron allí. En la fuga, vimos a una de las nuestras en el suelo, tenía un fuerte golpe que se había hecho contra un muro y entonces allí nos quedamos con ella. Nosotras cuatro, un chico joven que decidió quedarse con nosotras, una mujer miembros de “Voz de los sin voz” y otro señor. Cada uno en una columna diferente, con la espalda contra ella. En un silencio incomodísimo que sólo se rompía por oraciones. He de confesar que el rezo del rosario siempre me pareció un poco aburrido, eso de repetir cincuenta veces la misma cosa a la misma persona me parecía un horror… Pero reconozco que cada palabra se llenaba de sentido: “Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, amén”. Y es ahora cuando he entendido que verdaderamente la oración es nuestra única fuerza, es sin duda lo que nos ha salvado, no lo dudo. La fe, en momentos como éste, crece, ¡vaya si crece! Y las ganas de seguir comprometiéndose en este mundo en el que se nos ha llamado no se acaban.

Finalmente, logramos también llegar a la curia y allí, después de trámites con la ONU y con la Embajada de España, logramos salir en dos grupos. Fuimos al hospital y luego vinimos a casa.

Y es ahora cuando empezamos a digerir la cosa y cuando nos reafirmamos en que estábamos donde teníamos que estar. Que nos la hemos jugado es cierto, ¿pero para qué estamos si no en esta vida? ¿De qué sirve estar en un lugar sin reaccionar, sin participar activamente? ¿Qué quería decir Pedro Poveda con eso de “hasta que Cristo sea formado en vosotros”? ¿Y eso de “si hay que morir, se muere; pero se muere en la batalla, con honra y con gloria, con Cristo, en nombre de Cristo, y para gloria de Cristo”? ¿Quién puede morir por Cristo sin morir por sus pequeños, sin morir por la justicia?

Bueno el caso es que estamos bien, que no ha habido muertos en lo que podía haber sido una masacre.

Y lo que sacamos de todo esto es que Dios Padre nos protege, está con nosotros, no nos deja, no nos suelta.

Sé que este blog es leído por muchos jóvenes de AJ, y todos sabemos la confianza que Pedro Poveda ponía sobre nosotros. Y he pensado mucho en nosotros jóvenes, en que lo que se nos pide no es sólo colgar artículos reivindicativos con nuestros aparatitos tecnológicos. Además se nos pide ser los protagonistas de esta sociedad, se nos pide orar esta realidad, se nos pide participar más que hablar, allí donde estemos, en la realidad en la que nos toque vivir. Así que nada, ¡a ello! Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?

Un fuerte abrazo,

María Llamedo Iglesias
Kinshasa (República “Democrática” del Congo)

viernes, 2 de marzo de 2012

Biografía "tocada"

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Estaban asustados, y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo amado; escuchadlo.» De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.» Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos». (Mc 9, 2-10)

Por Redacción AJ. El ciclo litúrgico suele llevarnos por algunos episodios de los evangelios de forma reiterativa. Todos somos conscientes de que los textos que así se repiten responden a experiencias importantes y significativas para Jesús y sus discípulos, así como para las primeras comunidades cristianas. Nosotros somos un eslabón más de esa cadena de creyentes. Sin embargo, a fuerza de leer y rezar estos textos año tras año, corremos el riesgo de pensar “ah sí, el bautismo o la transfiguración” y caer en creernos que lo que en su momento nos dijo puede seguir valiéndonos o, expresado de otro modo, que ya no tiene nada nuevo que decirnos. Hace una año, comentábamos en este espacio este mismo texto

¿Qué decir de nuevo hoy? El texto puede ser el mismo, pero las circunstancias personales y sociales en las que nos encontramos son distintas, naturalmente.

¿Cómo entender hoy este pasaje, tan lleno de simbolismos y mensaje? Os invito a contemplar vuestra vida y dejar resonar en vuestro interior: “Este es mi Hijo Amado, escuchadle”. ¿En cuántas ocasiones he experimentado estas palabras dichas para mí? ¿Qué momentos han sido “fundantes” de mi fe?

Algunos de vosotros tenéis una cuenta Facebook y, según parece, en la nueva versión se nos da la oportunidad de hacer la biografía. ¿Qué pondrías o has puesto en ella? ¿Qué no has puesto quizás por pudor? ¿Cómo aparece o aparecería tu historia de fe? ¿Has considerado la posibilidad de integrar esta dimensión al hacer esa biografía?

Cuaresma es cambio de conversión y me pregunto: ¿A qué conversión fuiste invitado o invitada en aquellos momentos? Lógicamente ha pasado el tiempo y es muy probable que algunas de las decisiones u opciones a las que te sentiste movido hayan permanecido, otras hayan ido matizándose y puede que alguna se te haya quedado sepultada por el cúmulo de invitaciones y llamadas que recibes en tu vida. ¿Hay algo que necesites recuperar o renovar o resucitar en tu vida?

Si dedicas un tiempo a repasar tu biografía (al margen de Facebook), date un tiempo para valorar sencillamente, ante el Señor, cómo va tu proyecto personal. Ese que un día te sentiste movido a tomar en peso porque no se podía quedar igual después de la experiencia del encuentro personal con Él. Aprovecha este tiempo de conversión para volverte hacia Él con todo tu ser, para volverte hacia su proyecto de amor y ternura.

Francesc Tous traía (implícitamente) la pregunta sobre los criterios evangélicos en su comentario del lunes "Lo evidente y lo enmarañado". Quizás los podamos abordar en otro momento. Sin embargo, sí que me parece que podemos decir el amor es el principal. San Agustín dijo “ama y haz lo que quieras” como ya hemos comentado en otras ocasiones. Quién se sienta a tu mesa, en el más amplio sentido de la palabra, es otro: La mesa del banquete. Jesús optó por sentarse a la mesa con publicanos, prostitutas y pecadores, aunque eso significara enfrentarse al estamento religioso. ¿Sentarnos por sentarnos? La cuestión es: ¿por qué se sentaba Jesús con ellos?, ¿qué imagen del Dios de Jesús se nos muestra en la Buena Noticia?

Carlos R. Cabarrús nombra algunas pistas más en su libro “La danza de los íntimos deseos” (Desclée De Brower), que desde aquí recomendamos encarecidamente para este y cualquier otro tiempo: construir el amor, conciencia solidaria, comportamiento ético, principio de beneficiencia, etc. 

A la luz de estos criterios podemos leer la vida en el momento actual y acoger la invitación a la conversión, desde la experiencia fundante de sabernos hijos e hijas amados y deseados.